El vegetarianismo en los escritos y en la experiencia de Elena de White.
El tema del mensaje de salud es uno de los asuntos más controvertidos en la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Las posiciones equilibradas raramente se consideran. Incluso en un análisis superficial, rápidamente se perciben dos grupos: los extremistas, que viven como si la reforma de salud fuese el aspecto más importante de la experiencia cristiana, y un grupo mayor, que considera este importante punto del mensaje adventista apenas como un anexo, sin importancia para la vida del cristiano.
En ese conflicto, el vegetarianismo está entre los temas más discutidos. Encontrar la mejor manera de abordar el asunto no es tarea simple; especialmente por las diferencias culturales, sociales y económicas que existen en el mundo. Elena de White fue la principal voz en el adventismo sobre el mensaje de salud, y sus libros establecieron la base para el estilo de vida adventista. Por lo tanto, comprender e interpretar correctamente lo que ella escribió es el camino más coherente y seguro.
Adventismo y reforma de salud
El movimiento del mensaje de salud adventista tuvo como base la gran corriente americana de reformas sanitarias entre los años 1800 y 1850. Esas reformas crearon las condiciones necesarias para la comprensión adventista sobre la salud, otorgándole un alto grado de relevancia ya en los primeros años de la confesión.[1] En 1848, cuatro años después de su primera visión, Elena de White recibió las primeras informaciones sobre el mensaje de salud. Vio que el tabaco, el té y el café eran perjudiciales y deberían ser completamente abandonados.[2]
Sin embargo, su visión más importante sobre el tema de la salud tuvo lugar el 6 de junio de 1863, en Otsego, Michigan. Su contenido fue relatado en 16 páginas que describen la esencia del mensaje adventista sobre salud. Entre los muchos principios presentados, los más importantes fueron: 1) Los que no controlan el apetito se transforman en intemperantes: 2) Las tortas, los pudines muy sustanciosos son perjudiciales para la salud; 3) La carne de cerdo no debe ser consumida bajo ninguna circunstancia; 4) El tabaco, el té y el café deben ser abandonados; 5) Comer entre horarios de las comidas perjudica al estómago; 6) Cuidar de la higiene del cuerpo y de la casa; 7) El consumo de carne es perjudicial para el organismo; y 8) hacer un buen uso de los ocho remedios naturales.[3]
A pesar de que las orientaciones de Elena de White no eran una completa novedad en el contexto de las reformas del siglo XIX, la relación de la salud con la espiritualidad constituye la gran distinción de sus enseñanzas. El mensaje de salud estaba inserto en un sistema de doctrinas que los pioneros adventistas llamaban “la verdad presente”.[4] En 1900, la misma autora escribió: “La verdad presente tiene que ver con la obra de la reforma pro-salud tan ciertamente como con los otros rasgos de la obra evangélica”.[5] Ella sentenció que el cuidado de la salud a algunos les “parece que es un apéndice innecesario de la verdad. No es así; es parte de la verdad”.[6]
Este concepto integrado fue fundamental para conformar el estilo de vida adventista. Por eso es importante establecer una conexión entre el mensaje de salud y la espiritualidad. Una de las citas más notables que pone en evidencia esta relación fue publicada en 1867 y dice: “Me fue mostrado que la reforma pro-salud es una parte del mensaje del tercer ángel, y está tan estrechamente relacionada con él como el brazo y la mano lo están con el cuerpo humano”.[7]
El vegetarianismo en los escritos de Elena de White
El contexto presentado en relación con la reforma de salud sirve como base para comprender la posición de Elena de White sobre el uso de la carne. Ella nunca trató ese asunto de manera aislada, aunque sus puntos de vista respecto de una dieta vegetariana sean vastos. En sus escritos, el control del apetito, incluso la cuestión de comer carne está relacionada con el principio central que señala que “Dios exige […] preservar el cuerpo en la mejor condición de salud posible”.[8]
El tema de la carne fue presentado por primera vez a la autora en la visión de 1863. Los principales conceptos relacionados con el alimento cárnico también fueron recibidos en esa ocasión. La carne de cerdo fue condenada como inapropiada para el consumo.[9] Además de esto, la visión orientó hacia la abstinencia de otros tipos de carne, dando preferencia al vegetarianismo. Es importante aclarar que el sentido de la palabra “carne” utilizada por Elena de White casi siempre se refiere a la carne roja, ya que los peces son tratados como un tema aparte.[10]
Al año siguiente, con la publicación del cuarto volumen de Spiritual Gifts, la autora pasó a insistir en la adopción de una dieta sin carne. Ella declaró que: 1) el alimento ideal de Dios para sus criaturas está en el Edén; 2) el Señor permitió que se comiera carne después del diluvio para disminuir la vida del hombre; 3) en la peregrinación por el desierto del pueblo de Israel, no prohibió la carne pero proveyó de un alimento mejor; 4) la carne condimentada produce un estado febril y contamina la sangre; 5) quien consume mucha carne no va a apreciar una alimentación saludable de inmediato; 6) en niños que comen carne, se favorecen las tendencias animales; y 7) la carne de muchos animales está enferma debido a las condiciones precarias en las que son mantenidos antes de ser muertos.[11]
Años más tarde, Elena de White continuó escribiendo sobre los perjuicios del régimen que incluye carne y señaló que: 1) afecta la actividad intelectual (1890);[12] 2) perjudica la capacidad mental para entender a Dios y la verdad (1897);[13] 3) debilita las facultades físicas, mentales y morales (1901);[14] 4) despierta el deseo por consumir bebidas alcohólicas (1901);[15] y 5) aumenta la posibilidad de contraer enfermedades (1905).[16]
En uno de sus libros más importantes sobre salud, ella también alertó sobre otro aspecto que raras veces es mencionado. El régimen cárnico entraña “crueldad hacia los animales […] ¡seres creados por Dios!”,[17] y también por eso su consumo es objetable.
A lo largo de su ministerio, las advertencias de Elena de White sobre la carne se hicieron más enfáticas. Reconoció que la calidad de la carne era cada vez peor. En 1905, escribió que “la carne nunca fue el mejor alimento; pero su uso es hoy en día doblemente inconveniente, ya que el número de casos de enfermedad aumenta cada vez más entre los animales”.[18] Sin embargo, por más que Elena de White abogara fuertemente a favor de la dieta vegetariana, no insistía sobre ese tema a todas las personas en todos los lugares.[19] Es importante admitir que había excepciones que ella misma experimentó en su vida personal. A fines de 1868, la autora escribió al esposo de una señora muy enferma, a quien le hubiera sido mejor comer una pequeña porción de carne que sentir un profundo deseo por ella.[20]También recomendó cautela con relación a dejar la carne: “No hay que instar a nadie a que efectúe este cambio bruscamente”.[21] Para Elena de White, el vegetarianismo jamás sería una prueba de comunión entre los miembros de la iglesia.[22]
Ya hacia el final de la vida, en 1909, la escritora registró lo que puede ser entendido como el resumen de su noción profética en relación con el consumo de carne: “No prescribimos un régimen definido, pero decimos que en los países donde abundan las frutas, los cereales y las nueces, la carne no es el alimento adecuado para el pueblo de Dios.[23] Siendo así, por más que no exista una regla fija con relación a una dieta en particular, está claro que donde y cuando sea posible, el pueblo de Dios debe preferir comer “las frutas, los cereales y las verduras preparados en una forma sencilla”.[24]
La experiencia personal de Elena de White
Algunos critican a Elena de White por no haber vivido el mensaje de salud como ella misma lo proponía en sus escritos, en relación con la ingesta de carne. Sin embargo, un estudio cuidadoso de su biografía indica que la autora fue fiel y coherente a las instrucciones que recibió. Afirmó que después de la visión de 1864 eliminó de inmediato la carne de su menú diario, pero eso no significaría que ella no comería carne nunca más.[25]En 1933, Guillermo White escribió a George Starr que la familia White había sido vegetariana, pero no totalmente abstemia de carne.[26] A pesar de su vegetarianismo, el consumo esporádico de carne podía suceder, debido a un viaje largo o cuando la cocinera no sabía preparar comida vegetariana.[27] Fue recién en 1894 que Elena de White decidió que no comería más carne, ni siquiera ocasionalmente. Relató: “Desde el congreso campestre de Brighton (enero de 1894) yo he eliminado absolutamente la carne de mi mesa”.[28] Ella siempre demostró sentido común con relación al consumo de alimento cárnico y fue tolerante a su uso ocasional hasta cuando entendió que comerlo sería demasiado perjudicial. Fue a partir de ese período que fueron escritas sus advertencias más serias contra la carne.
Conclusión
En resumen, se puede afirmar que los escritos de Elena de White nos enseñan que la carne debe ser evitada en los lugares en los que haya abundancia de frutas, cereales y verduras. Sin embargo, es necesaria la cautela, pues no se puede descartar el alimento cárnico abruptamente sin proporcionar una adecuada sustitución nutricional. La carne no es un alimento saludable, y puede traer prejuicios en nuestra relación espiritual con Dios.
Elena de White fue fiel a esos principios, y siempre mostró sentido común y cuidado con los extremismos. En 1904 afirmó: “Tengo mejor salud hoy, a pesar de mis 76 años, que la que tenía en mis días juveniles. Agradezco a Dios por los principios de la reforma pro-salud”.[29]
Sobre el autor: pastor en Olímpia, San Pablo, Rep. del Brasil.
Referencias
[1] George W. Reid, A Sound of Trumpets (Washington, D.C: Review and Herald Publishing Association, 1982), p. 22.
[2] James White, “Western tour: Kansas camp meetting”, Review and Herald, 8 de noviembre, 1870, p. 165.
[3] Herbert Douglass, Mensageira do Senhor (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2003), pp. 283, 284.
[4] Alberto R. Timm, O Santuário e as Três Mensagens Angélicas, 6ª ed. (Engenheiro Coelho, San Pablo: Unaspress, 2016), pp. 123-131.
[5] Elena de White, Consejos sobre el regimen alimenticio (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2012), p. 85.
[6] Ibíd., p. 40.
[7] Ibíd., p. 36.
[8] Ibíd., p. 22.
[9] Ron Graybill, “The development of adventist thinking on clean and unclean meats”, <https:// goo.gl/FecV4K>.
[10] Andrés Afonso Tovar Galarcio, “Análisis de citas controversiales sobre el consumo de la carne en escritos de Elena de White: un estudio histórico- contextual” (Disertación de Maestría, Universidad Peruana Unión, 2016), p. 56.
[11] White, Spiritual Gifts, t. 4, <egwwritings.org>, pp. 120-150.
[12] _____, Consejos sobre el régimen alimenticio (2012), p. 388.
[13] Ibíd., p. 383
[14] Ibíd., p. 268.
[15] Ibíd.
[16] White, El ministerio de curación (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2004), pp. 242, 243.
[17] _____, Consejos sobre el régimen alimenticio (2012), p. 457.
[18] _____, El ministerio de curación (2004), p. 241.
[19] Denis Fortin, Jerry Moon, Michael W. Campbell y George R. Knight, eds., The Ellen G. White Encyclopedia (Hagerstown, MD: Review and Herald Publ. Ass., 2013), p. 1.247.
[20] White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 342.
[21] _____, El ministerio de curación, 2004), p. 476.
[22] _____, El evangelismo (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2007), p. 482.
[23] _____, Conducción del niño (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana) p. 358.
[24] Ibíd., p. 356.
[25] White, Consejos sobre el régimen alimenticio (2012), p. 586.
[26] Douglass, ibíd., p. 316.
[27] Denis Fortin; Jerry Moon; Michael W. Campbell, y George R. Knight eds., The Ellen G. White Encyclopedia, p. 1.247.
[28] White, Consejos sobre el régimen alimenticio (2012), p. 586.
[29] Ibíd., p. 578.