PREGUNTA 13

¿En que se basan los adventistas para considerar como separadas la “ley moral” y la “ley ceremonial “, en vista de lo que nuestro Señor realizo en la cruz?

Creemos que existe un amplio fundamento bíblico para efectuar esa distinción. Los Diez Mandamientos, o Decálogo, constituyen el principio de la eterna ley de Dios. Esta ley no sólo es eterna, sino también inmutable. Constituye el fundamento de su trono; es la expresión de su carácter. Puesto que representa su carácter —o sea lo que Dios es— creemos que es eterna como Dios es eterno.

  Este pensamiento puede verse reflejado en las siguientes cualidades inherentes en Dios y en su ley.

Dios es

Justo                                             Esd. 9:15

Perfecto                                       Mat. 5:48

Santo                                    Lev. 19:2

Bueno                                          Sal. 34:8

Verdad                                  Deut. 32:4

Su ley es

Justa                         Sal. 119:172

Perfecta                         Sal. 19:7

Santa                                Rom. 7:12

Buena                                Rom. 7:12

Verdad                                  Sal. 119:142

Pero, mientras estas características corresponden a la eterna ley de Dios, no puede decirse que sean adscribibles a la ley ceremonial que Dios le dio a Israel. Esta ley ceremonial comprendía los símbolos y las sombras que integraban el sistema de sacrificios de Israel. Todas las ofrendas por los sacrificios, los días de fiesta, y hasta el sacerdocio —todo lo que simbolizaba el sacrificio y el ministerio de Cristo nuestro Señor— encontró su realidad en la cruz del Calvario. Creemos que a esto se refiere el apóstol Pablo cuando escribió acerca de Cristo: “Habiendo abolido en su carne crucificada, la ley de mandamientos en forma de decretos” (Efe. 2:15, VM).

“Rayendo la cédula de los ritos que nos era contraria, que era contra nosotros, quitándola de en medio y enclavándola en la cruz” (Col. 2:14).

“Lo cual es la sombra de lo por venir; más el cuerpo es de Cristo” (vers. 17).

A continuación, se apreciará la distinción entre la ley moral de Dios —el Decálogo— y la ley ceremonial:

El Decálogo

1. Dictado por Dios en persona. Exo. 20:1, 22.

2. Escrito por Dios. Exo. 31:18; 32:16.

3. Escrito en piedra. Exo. 31:18.

4. Entregado por Dios, que lo escribió, a Moisés. Exo. 31:18.

5. Depositada por Moisés “en el arca”. Deut.10:5.

6. Trata de los preceptos morales. Exo. 20:3-17.

7. Revela el pecado. Rom. 7:7.

8. La transgresión de “la ley” es “pecado”. 1 Juan 3:4.

9. Hay que guardar “toda la ley”. Sant. 2:10.

10. Porque hemos “de ser juzgados por esta ley. Sant. 2:12.

11. El cristiano que guarda esta ley es “bienaventurado en su hecho”. Sant. 1:25.

12. “La perfecta ley, que es la de libertad”. Sant. 1:25. (Cf. Sant. 2:12.)

13. Establecida por la fe en Cristo. Rom. 3:31.

14. Cristo iba a “magnificar la ley y engrandecerla”. Isa. 42:21.

15. “Sabemos que la ley es espiritual”. Rom. 7:14. (Cf. vers. 7.)

La ley ceremonial

1. Dictada por Moisés. Exo. 24:3.

2. Escrita por Moisés. Exo. 24:4; Deut. 31:9.

3. Escrita en un libro. Exo. 24:4, 7; Deut. 31:24.

4. Entregada por Moisés, que la escribió, a los levitas. Deut. 31:25, 26.

5. Depositada por los levitas “al lado del arca”. Deut. 31:26.

6. Trata de las ceremonias y los asuntos rituales. (Véanse Exo., Lev., Núm., Deut.)

7. Prescribe las ofrendas por el pecado. (Véase Lev.)

8. No hay pecado en la transgresión, porque está “abolida”. Efe. 2:15. (Porque “donde no hay ley, tampoco hay transgresión” Rom. 4:15.)

9. Los apóstoles no mandaron guardar esta ley. Hech. 15:24.

10. Nadie será juzgado por ella. Col. 2:16.

11. El cristiano que guarda esta ley no es bienaventurado. (Véase, por ejemplo, Gál. 5:1-6.)

12. El cristiano que guarda esta ley pierde su libertad. Gál. 5:1, 3.

13. Abolida por Cristo. Efe. 2:15.

14. Abolió “la cédula de los ritos que nos era contraria”. Col. 2:14.

15. “La ley del mandamiento carnal”. Heb. 7:16.

Debería notarse también que las principales confesiones de fe, y los credos históricos del cristianismo, reconocen la diferencia entre la ley moral de Dios, los Diez Mandamientos, o Decálogo, como separado y diferente de los preceptos ceremoniales. A continuación damos algunos ejemplos de ese reconocimiento:

La Segunda Confesión Helvética (1566), de la Iglesia Reformada de Zurich, y uno de los símbolos continentales más autorizados (Philip Schaff, The Creeds of Christendom, tomo 1, págs. 391, 394, 395), en el cap. 12, “De la Ley de Dios”, después de contrastar las leyes “moral” y “ceremonial”, dice esto acerca de la ley moral: “Creemos que toda la voluntad de Dios, y todos los preceptos necesarios, para cada parte de esta vida, han sido entregados plenamente en esta ley” (no que hemos de ser justificados por ella, sino que debemos volvernos a Cristo por fe). Los símbolos y las figuras de la ley ceremonial han caducado. “La sombra cesó cuando vino el cuerpo”, pero la ley moral no debe desdeñarse o rechazarse, y todas las enseñanzas contra la ley son condenadas. (Véase Schaff, tomo 3, págs. 854-856.)

Treinta y nueve Artículos de Religión de la Iglesia de Inglaterra (1517). El artículo VII declara que mientras “la ley dada por Dios a Moisés” concerniente a “ceremonias y ritos” no es obligatoria, “ningún cristiano está libre de la obediencia de los mandamientos, los cuales son llamados morales”. (Véase Schaff, tomo 3, págs. 491, 492.)

La Revisión Americana de Treinta y Nueve Artículos por la Iglesia Protestante Episcopal (1801) es idéntica a la anterior. (Véase Schaff, tomo 3, pág. 816.)

Los Artículos de Religión Irlandeses (1615), los cuales se cree que fueron compuestos por el arzobispo Ussher, después de declarar que la ley ceremonial está abolida, dicen: “Ningún cristiano está libre de la obediencia de los mandamientos que se denominan morales” (Véase Schaff, tomo 3, págs. 526, 541).

La Confesión de Fe de Westminster (1647), después de exponer la diferencia entre la ley ceremonial y la ley moral, y la abrogación de la primera y la perpetuidad de la segunda, en el capítulo 19 declara: “La ley moral obliga a todos para siempre”, no por justificación, sino como una regla de vida, para reconocer el poder capacitador de Cristo. Esta ley sigue siendo “una perfecta ley de justicia”. Y añade: “Ni tampoco Cristo, de modo alguno, disuelve en el Evangelio esta obligación, sino que por el contrario la fortalece”. (Véase Schaff, tomo 3, págs. 640-644.)

La Declaración de Savoya de las Iglesias Congregacionales (1658). No hay cambio en el capítulo 19, “De la Ley de Dios”, de la Confesión de Westminster. (Véase Schaff, tomo 3, pág. 718.)

Confesión Bautista de 1688 (Filadelfia), basada en la confesión de Londres, de 1677. No cambió el capítulo 19, “De la Ley de Dios”, de la Confesión de Westminster. Trata de la distinción que hay entre la ley moral y la ley ceremonial, y declara que ningún cristiano está libre de la obediencia a la ley moral. (Véase Schaff, tomo 3, pág. 738.)

Artículos de Religión Metodistas (1784). Estos 25 artículos, establecidos por Juan Wesley para los metodistas norteamericanos, son un compendio de los Treinta y Nueve Artículos de la Iglesia de Inglaterra, y declaran: “Aunque la ley dada por Moisés y recibida de Dios, concerniente a las ceremonias y los ritos, no obliga a los cristianos, tampoco deberían recibirse necesariamente los principios civiles de ella en ninguna comunidad, pero a pesar de esto, ningún cristiano está libre de la obediencia de los mandamientos que se denominan morales” (Véase Schaff, tomo 3, págs. 807, 808).

Resulta clara la conclusión que se extrae de los párrafos anteriores: la posición mantenida por los adventistas acerca de su relación con el Decálogo, y su distinción entre la ley moral y la ley ceremonial, está plenamente sustentada por importantes credos, artículos de fe y catecismos del protestantismo histórico. El concepto de que el Decálogo fue abolido por la muerte de Cristo es reciente. Ciertamente no fue enseñado por los padres fundadores del protestantismo, porque está en abierto conflicto con su creencia.