La primera referencia que se hace al cargo de diaconisa aparece en Romanos 16:1, 2, este pasaje se refiere a Febe “diaconisa de la iglesia que está en Cencreas.” Pablo también habla de “las que trabajaron juntamente conmigo en el Evangelio,” en Filipenses 4:3.
En el diccionario de Funk y Wagnall leemos lo siguiente acerca del término diaconisa:
“1) En la iglesia primitiva. Miembro de cierta orden femenina, la cual muchos suponen que había sido instituida… para ministrar a los pobres y los enfermos…
“2) Un miembro de… [un] cuerpo organizado para el servicio disciplinado y sistemático en el ministerio cristiano y de la caridad.”
El Diccionario Bíblico de Harper define a las diaconisas como: “Personas de carácter y sentido común” “quienes atendían la caridad en la iglesia.”
Hay otras denominaciones que también tienen mujeres obreras que reciben el título de “diaconisas.” Las hay de dos categorías: las diaconisas laicas y las profesionales que perciben un sueldo de la organización. La diaconisa profesional se prepara en un colegio o seminario. Esta enseñanza la capacita para ayudar al pastor en diversas tareas, tales como trabajos de oficina, visitas a los hogares, estudios bíblicos, y recolección de fondos. La Iglesia Metodista posee en Boston (EE. UU.), un hospital para diaconisas, fundado con el objeto de preparar diaconisas que ayuden en la obra médica.
En la Iglesia Adventista la diaconisa es un miembro laico. De igual modo que los diáconos, es designada por la junta de nombramientos para oficiar durante un período de un año. En las iglesias de vasta membresía, generalmente se nombra en primer término una jefa de diaconisas, a quien se consulta posteriormente acerca de otras hermanas que puedan trabajar con ella.
El “Manual de la Iglesia” declara que a las diaconisas no se las ordena como a los diáconos, basándose en el hecho de que en la Biblia no se habla de su ordenación.
A menudo se incluye entre las diaconisas a la esposa del pastor y a la instructora bíblica local. No es necesario que actúen como jefas, pero ambas pueden ser columnas de sostén en las diversas actividades de la iglesia. Debieran interesarse y cooperar activamente en el programa de trabajo. La jefa de diaconisas también es miembro de la junta de la iglesia.
Los deberes de la diaconisa
Los deberes más familiares de la diaconisa incluyen:
I. El servicio de la comunión.
1. La preparación del pan.
2. La compra o provisión del vino.
3. La conservación de los manteles y las servilletas listos para usarlos.
4. La preparación de la mesa en el sábado de la comunión.
a. La colocación del mantel.
b. Servir el vino.
c. Poner el pan en los platos.
d. Cubrir la mesa una vez que está dispuesta.
5. Descubrir la mesa. Algunas iglesias señalan dos diaconisas que se sienten cerca de la mesa para que retiren el mantel y las servilletas y los doblen en el momento debido. Luego, al terminar el servicio, deben volver a cubrir la mesa con el mantel o las servilletas.
6. Ocuparse de los platos y los manteles después del servicio.
7. Disponer del pan y el vino que no se emplearon en el servicio.
El “Manual de la Iglesia” sugiere que se anuncie el servicio de la comunión con una semana de anticipación. En el sábado del anuncio, los diáconos y las diaconisas debieran tomar nota de los miembros que están ausentes; luego, durante la semana debieran visitarlos para informarles acerca de la celebración del servicio e invitarlos a asistir.
II. El rito de humildad.
1. Conseguir un número adecuado de palanganas y toallas y tenerlas listas para usarlas.
2. Hablar con las visitas y recorrer las filas de los asistentes para descubrir si hay alguno que quiere participar, pero se abstiene por sentirse solo o por ser desconocido; invitarlos a participar y buscar algún hermano que los atienda.
III. El bautismo.
1. Tener preparados los artículos necesarios para esta ceremonia, tales como toallas y sábanas.
2. Ayudar en todo lo necesario a las hermanas que se bautizan.
3. Ocuparse de las cosas que se utilizaron.
IV. El cuidado de los enfermos y los pobres.
Esto puede incluir ayuda financiera, ayuda personal a los niños en el hogar, auxilio en los quehaceres del hogar.
V. Saludar a las visitas en la iglesia.
El “Manual de la Iglesia” sugiere que a la diaconisa se le encomiende la responsabilidad de saludar a las visitas a medida que llegan a la iglesia. Tal vez sea posible revivir la antigua costumbre de invitar a los visitantes al almuerzo, de manera especial a los que cumplen sus obligaciones militares lejos de sus hogares.
VI. Visitar a los miembros de la iglesia.
Las diaconisas y los diáconos asisten al pastor en su trabajo de visitar a los miembros de la iglesia. En el “Manual de la Iglesia” se sugiere que estas visitas se hagan por lo menos cada tres meses, pero siempre que sea posible se ha de procurar hacerlas cada mes.
Estos deberes han evolucionado con el crecimiento de la denominación. Algunos de ellos son reconocidos y practicados de manera uniforme por las iglesias; otros han quedado descuidados o no se los ha aceptado.
El trabajo personal
Si repasamos el relato de la designación de los diáconos, tal como aparece en “Los Hechos de los Apóstoles,” encontraremos que hemos estado descuidando una de las razones principales de su existencia. En la página 67 leemos:
“El hecho de que estos hermanos habían sido ordenados para la obra especial de mirar por las necesidades de los pobres, no les impedía enseñar también la fe, sino que, por el contrario, tenían plena capacidad para instruir a otros en la verdad, lo cual hicieron con grandísimo fervor y éxito feliz.” (La cursiva es nuestra.)
Un ejemplo sobresaliente del celo y fervor por enseñar la fe, nos lo proporciona Esteban, que sufrió el martirio por predicar el Evangelio.
El pastor puede encontrar en estos oficiales de la iglesia una fuente de ayuda para realizar su programa de evangelismo local. ¿Cuáles son algunas de las formas en que los diáconos y diaconisas pueden ayudar en la predicación del Evangelio?
1. Pueden desarrollar con fidelidad un programa de visitación en su propio vecindario.
“Los miembros de la iglesia deben hacer obra de evangelización entre sus vecinos que todavía no han recibido plena evidencia de la verdad para nuestro tiempo.”—“Joyas de los Testimonios,” tomo 3, pág. 300.
“Ellos pueden hacer mucho en favor de sus vecinos, al prestarles o venderles libros, al distribuirles periódicos y darles estudios bíblicos. Si tuviesen un profundo amor por las almas, podrían proclamar el mensaje con tanto poder que muchas personas se convertirían.”—Id., pág. 301.
“Prestad a vuestros vecinos algunos de nuestros libros pequeños. Si se despierta su interés, llevadles algunos de los libros más grandes. Mostradles “Lecciones Prácticas del Gran Maestro.” Referidles sus relatos, y preguntadles si no desean adquirir un ejemplar. Si ya tienen uno, preguntadles si no desean . . . otros libros de naturaleza similar. Si es posible, conseguid la oportunidad de enseñarles la verdad.”—“Testimonies, tomo 8, pág. 35. (La cursiva es nuestra.)
“Visitad a vuestros vecinos y demostrad interés en la salvación de sus almas.”—Id., pág. 38. (La cursiva es nuestra.)
2. Las visitas a los hogares también pueden realizarse en el vecindario de la iglesia. Cuando se encuentren interesados, se les podrá dar estudios bíblicos en sus hogares. Si el diácono o la diaconisa no se encuentran capaces de dar estudios bíblicos, pueden acudir al pastor o a otros que puedan hacerlo. La Iglesia Católica aparentemente está realizando un programa de visitas a los hogares del vecindario de sus iglesias. Los sacerdotes quieren familiarizarse con sus moradores, a quienes animan a visitarlos en caso de que tengan necesidad de cualquier cosa.
3. Otro medio potencial de evangelización es la celebración de servicios dominicales en la iglesia. Puede invitarse a los niños del vecindario y también a otros que viven más alejados. El material interesante que puede conseguirse podría fascinar e inspirar a muchos niños que no reciben instrucción religiosa.
4. Un programa de visitación a los hospitales constituye otra posibilidad de acción. Convendría distribuir en tales ocasiones publicaciones apropiadas. No es necesario que éstas sean de carácter enteramente denominacional: tenemos folletos y libritos que podrían utilizarse para este fin.
5. Visitar y ayudar a alguna familia que haya tenido un revés es otro deber que puede realizar la diaconisa. Es probable que esto se descuide en las iglesias grandes. Si muere alguien en la vecindad de la iglesia, el diácono o la diaconisa puede acudir a llevar consuelo a los afligidos deudos. Esto puede abrir el camino para dar estudios bíblicos acerca del estado de los muertos y temas afines. A los parientes debiera proporcionárseles publicaciones que contengan mensajes de esperanza.
Los diáconos y diaconisas necesitan, además del conocimiento de las necesidades y posibilidades imperantes, una buena preparación para llevar a cabo un programa misionero activo.
Sobre el autor: Instructora bíblica del Sanatorio de Wáshington.