Calendarios judíos posteriores al cautiverio
El reino de Judá feneció con la destrucción de Jerusalén y el cautiverio de sus habitantes. Muchas instituciones tradicionales, como el calendario de otoño a otoño, tuvieron que ser abandonadas transitoriamente. Esto hace presumir, aunque sin certeza, que los judíos en Mesopotamia adoptaron el calendario babilónico. Sin embargo, existe la seguridad de que adoptaron los nombres de los meses babilónicos, los cuales a partir de entonces se usaron exclusivamente en la literatura judía bíblica y extrabíblica.
Después de la repatriación de los judíos debió pasar algún tiempo antes de que las innovaciones introducidas, como la adopción del calendario babilónico, fueran desechadas en favor de las costumbres antiguas y veneradas. Por lo tanto no debería asombrar el hallazgo de evidencias que atestiguan la existencia de ese calendario, ya sea durante o inmediatamente después del cautiverio.
El calendario de Ezequiel
Los datos cronológicos encontrados en el libro de Ezequiel no son bastante claros como para emitir un juicio concluyente acerca de qué calendario empleó el profeta exilado en Babilonia. La era del exilio, que comenzó con la cautividad del rey Joaquín (Eze. 1:2), puede haber sido determinada por cualquiera de los métodos siguientes: a. un calendario de primavera a primavera; b. un calendario que registraba los años por los aniversarios del día en que el rey se rindió, a principios del verano de 597 a. de J. C.; c. un calendario de otoño a otoño que comenzó antes de que los cautivos llegaran a Babilonia, en el otoño de 597 a. de J. C. Cada uno de estos tres sistemas podría satisfacer los distintos datos registrados en este libro, en relación con los de Jeremías y 2 Reyes, como se desprende de un estudio cuidadoso.[1]
Los calendarios de Hageo y Zacarías
Se cree generalmente que el profeta Hageo, que dió sus mensajes en tiempos de Zorobabel, pocos años después del fin del cautiverio, utilizó el calendario babilonio de primavera a primavera. Esto se infiere del hecho de que en los escritos de Hageo el 6º del 2º año de Darío (Cap. 1:1, 15) precede a los meses 7º y 9º del mismo año de Darío (Cap. 2: 1, 10).[2]
Para el tipo de calendario adoptado por Zacarías, contemporáneo de Hageo, las evidencias contenidas en su libro no son concluyentes. Excepto una fecha del 49 año del reinado de Darío I (Cap. 7:1), se registran únicamente otras dos fechas de eventos ocurridos en ese mismo año civil. Ambos meses mencionados en esas fechas, el 8º y el 11º del 2º año de Darío I, caen entre Tishri y Nisán (Cap. 1:1, 7), de modo que no se puede dilucidar si Zacarías utilizó un año civil que comienza en otoño o primavera. Sin embargo, puesto que Hageo y él trabajaron en colaboración (Esd. 5:1), generalmente se infiere que ambos emplearon el mismo calendario.
El calendario de Ester
Los datos cronológicos del libro de Ester no bastan para establecer la naturaleza del calendario hebreo, pero dejan la impresión de que las fechas consignadas tenían como base el calendario babilonio de primavera a primavera.[3] Esto no causa asombro, ya que los datos registrados se refieren a negocios oficiales de los persas.
Los calendarios de Esdras y Nehemías
En las memorias de Nehemías aparecen nuevamente evidencias claras sobre el calendario judío. En el cap. 1:1 (V. M.), se dice que recibió malas noticias sobre las condiciones en Jerusalén en “el mes de Quisleú, en el año veinte.” A raíz de estas noticias pasó algunos días llorando, enlutado y ayunando. (Vers. 4.) Nehemias pidió al rey que lo enviara como gobernador “en el mes de Nisán, en el año veinte del rey Artajerjes.” (Cap. 2:1) Estos pasajes, muestran claramente que para Nehemías, Quisleú (9º mes) precede a Nisán (1er. mes) en el año 20 del reinado de Artajerjes. Varios eruditos han considerado este hecho como evidencia suficiente para la existencia del calendario de primavera a primavera;[4] pero otros afirman que en esos datos existe un error de transcripción.[5] Si los judíos tenían solamente un año de primavera a primavera, resulta incomprensible que copiaran los pasajes de Nehemías sin cambiarlos a su sistema de computar el tiempo, o sin notar que se habían cometido errores. También es inexplicable que no se hayan preguntado por qué Nehemías, en los dos primeros capítulos, hace figurar el mes de Quisleú antes que Nisán, durante el mismo año del reinado del rey persa, si comenzaban su año con Nisán, y todos sabían que Nisán era el primer mes.
Los traductores de la Versión de los Setenta, que corrigieron numerosos textos bíblicos en los lugares en que encontraron inconsistencias o que necesitaban aclaración, tradujeron el pasaje que nos ocupa con toda exactitud, tal como está en el hebreo, y nos ha sido transmitido sin alteraciones, tanto en el texto hebreo como en el griego.
Estas observaciones nos llevan inevitablemente a la conclusión de que en el tiempo de Nehemías los judíos habían vuelto al uso de su antiguo año civil de otoño a otoño, tal como había existido por muchos siglos antes del cautiverio. Nehemías llegó a Judá cuando el sentimiento nacionalista de los judíos estaba exaltado. Tras el afrentoso cautiverio, la pequeña nación experimentó un renacimiento, reedificó el templo, restauró los servicios religiosos y recibió autorización para restablecer el sistema judicial, bajo la dirección de Esdras. Este notable resurgimiento de los judíos dirigió poderosamente su atención hacia los valores nacionales. De modo que las costumbres extranjeras fueron abandonadas, tal como sucedió con las lenguas, y probablemente también con el calendario babilonio. Los nombres de los meses se habían arraigado tanto en sus costumbres que fueron conservados.
En la Biblia hebrea los libros de Esdras y Nehemías eran considerados como un solo volumen, hasta el año 1448 de J. C. En ese año se introdujo en un manuscrito hebreo la división que conocemos actualmente. En las traducciones griegas se encuentra esta división desde el tiempo de Orígenes (siglo III), y en las traducciones latinas, desde la Vulgata de Jerónimo (siglo V).[6] De ello se deduce que el libro de Esdras-Nehemías tuvo un mismo compilador, quien recopiló los hechos históricos del tiempo de Zorobabel y los unió a las memorias de Esdras y Nehemías, componiendo un solo libro. Esto da lugar a concluir que si en la sección del libro que contiene las memorias de Nehemías se establece la existencia de un año de otoño a otoño, se habría aplicado el mismo sistema de calendario a la. sección correspondiente a Esdras, su contemporáneo.
Resumen de las evidencias bíblicas
El estudio de las fechas anteriores y posteriores al exilio discutidas en artículos anteriores y en éste, muestra que desde la época de Salomón se reconoce el empleo casi constante del calendario de otoño a otoño. Aunque los datos aportados por la Biblia son más bien escasos respecto a esto, se puede demostrar que ese calendario se empleó en tiempos de Salomón durante todo el reino de Judá, con clara evidencia en el reinado de Josías, y después del cautiverio, en tiempos de Nehemías. La evidencia de algunos libros bíblicos es ambigua, pero en el caso del de Hageo, por ejemplo, generalmente se ha pensado que emplea el calendario babilonio de primavera a primavera, el cual probablemente fue adoptado durante el exilio, y aparentemente no reemplazado por el antiguo y venerado calendario de otoño a otoño hasta algunos años más tarde.
Puede ser de utilidad registrar los nombres de los meses hebreos, tal como se empleaban después del cautiverio, y el tiempo aproximado de su comienzo en términos del calendario Juliano. No está demás recalcar que los nombres de los meses del año civil y del año religioso son los mismos, y que dichos nombres fueron conservados en ambos sistemas de cómputo, como lo muestra el esquema que va a continuación. (Véase la figura Nº 1 de la página 9.)
En los años bisiestos se agregaba un Adar II (en hebreo Veadar) entre Adar y Nisán.[7]
Evidencia extrabíblica en favor del cómputo judío
Que los judíos del siglo V emplearon su propio sistema de otoño a otoño para computar el tiempo del reinado de los reyes persas, queda confirmado no solamente por Nehemías, y más tarde tradicionalmente por el Talmud,[8] sino también por la evidencia arqueológica de los bien conocidos papiros arameos de la isla Elefantina.
Esta es una isla del Nilo, situada en el Alto Egipto, en la provincia de Assuán, frente a la ciudad del mismo nombre. Durante la última parte del siglo XIX y la primera del presente se descubrieron rollos de papiro en dicha isla, algunos de los cuales se han dado a conocer sólo recientemente.
La primera serie de papiros fue comprada a unos nativos, hace más o menos 50 años, y fue publicada en 1906.[9] Más tarde se descubrieron numerosísimos documentos semejantes, en una búsqueda organizada por el Museo de Berlín.[10] Fueron publicados en 1911.[11] Recientemente salió a luz otro grupo de papiros procedentes del mismo lugar. Aparecieron entre los efectos personales del Sr. Carlos Edwin Wilbour, en el Museo de Brooklyn. Habían sido comprados en Elefantina en 1893. pero permanecieron olvidados en uno de los baúles del Sr. Wilbour medio siglo, antes de que los redescubrieran.[12] Son de la mayor importancia. ya que duplican el número de papiros asequibles hasta ahora para la reconstrucción del calendario judío.
Todos esos documentos, fechados y sin fecha, que hoy sobrepasan la centena, están escritos en lengua aramea. idioma oficial del imperio persa.[13] Proceden de una colonia judía de la isla de Elefantina. Los documentos fechados son del siglo V a. de J. C., y las evidencias internas señalan que el resto de los papiros también datan del mismo siglo.[14]
Esos documentos revelan que los judíos de Elefantina formaban una guarnición en esa fortaleza del límite sur de Egipto, y que ya estaban allí un tiempo antes cuando Cambises conquistó el país y lo convirtió en colonia persa.[15] También revelan el tipo de religión politeísta que practicaban esos judíos en Egipto. Religión muy similar a la encontrada por Jeremías, cuando llegó allí después de la destrucción de Jerusalén en el siglo VI a. de J. C.[16]. Como fuente de información contemporánea sobre Esdras y Nehemías, estos documentos son de un valor inestimable, como informativos de la historia económica, religiosa y secular de la colonia judía del siglo V a. de J. C. en el sur de Egipto. Además constituyen importantísima fuente de material para el estudio del calendario en uso entre ellos durante ese siglo. Desde que se han considerado todos los papiros fechados en el apéndice, aquí basta un resumen de los puntos más importantes.
Papiros que llevan una sola fecha
Cuatro de los papiros fechados (AP 17, 26, 30, 31) contienen solamente una fecha, expresada en meses babilonios. Los persas y los judíos después del cautiverio emplearon los nombres de los meses babilonios. Pero, desde que esos cuatro documentos están dirigidos a funcionarios persas, o escritos por ellos, quedaría garantizada la suposición de que todas las fechas son persas y que en esos cuatro documentos se emplea el método persa de computar el tiempo.
Gran número de ellos sólo llevan la fecha egipcia.[17] La cronología de tales papiros no crea ningún problema, ya que las fechas egipcias de este período siempre tienen su equivalente exacto en el calendario Juliano, según se explicó al hablar del calendario egipcio. Solamente el significado incierto de algunos documentos, y las dudas acerca de los reyes a que dan lugar otros, hacen imposible finalizar la cronología de los papiros que llevan únicamente la fecha egipcia.
Papiros fechados en dos calendarios
Veintidós de los papiros llevan doble fecha.[18] Desde que estos papiros fueron escritos siendo Egipto provincia persa, están fechados según el reinado de los reyes persas. Pero dan el mes y el día de acuerdo con el calendario lunar semítico y el solar egipcio. Esto nos permite transportar las fechas semíticas a su equivalente de la era a. de J. C., porque el día de año nuevo egipcio correspondiente a cada año persa es conocido. La línea que contiene la fecha está muy mal preservada en algunos de ellos, y los errores de transcripción son manifiestos en otros, lo cual los hace testimonios ineficaces. No obstante, se dispone de 14 papiros para reconstruir el calendario empleado por los judíos de Elefantina en el siglo V a. de J. C. El primero de esos papiros con doble fecha (AP 5) lleva la siguiente expresión: “En el día 18 de Elul (en un calendario que empleaba los nombres babilonios de los meses), que es el día 28 de Pachons (en calendario egipcio), año 15 del rey Jerjes.”
Cómputo de los años regios, distinto del sistema persa
Dos de los papiros antes mencionados (AP 25, 28) muestran claramente cuán complicado resultó concordar las fechas en la parte del año en que los dos años civiles no coincidían. Las fechas registradas en ambos contienen dos años regios. Ambos fueron escritos durante el reinado de Darío II, cuando el año civil egipcio empezó alrededor de cuatro meses antes que el persa. Por ejemplo, el papiro AP 28 fue uno de los doblemente fechados, escrito en febrero del año 410 a de J. C., en la última parte del año 13 de Darío II, de acuerdo con el calendario persa de primavera a primavera. Pero en Egipto, con el nuevo año civil, ya había comenzado otro año regio, en Tot 1, en el mes de diciembre anterior. De ahí que la fecha del papiro, estampada de acuerdo con ambos calendarios, cite ambos años regios, el 13 y 14, para la misma fecha[19]. Esto se comprenderá mejor con la ayuda de la figura 2.
El papiro dice: “En el día 24 de Shebat, año 13, que es el día 9 de Atyr, año 14 del rey Darío”[20]. En ella, la primera fecha, que podría pertenecer tanto al calendario persa como al judío[21], contiene el mes babilonio Shebat, y el año regio 13, siendo uno menos que el año 14 colocado a continuación del mes egipcio Atyr. El 9 de Atyr (3er. mes del calendario civil egipcio) cayó en el mes de febrero durante la mayor parte del siglo V a. de J. C.[22]. Esto era alrededor de un mes antes del comienzo del año civil persa, el que nunca empezaba antes de fines de marzo. Este papiro establece que el año 14 del reinado de Darío II fue computado en Egipto 4 ½ meses antes que en Persia. Durante ese período, desde el día de año nuevo egipcio, Nisán 1 (16 de abril de 410 a de J. C.), los egipcios fecharían un acontecimiento en el año 14 del rey, aunque los persas todavía fecharan el mismo suceso en el año regio 13º.
Es evidente que bajo la administración persa los egipcios no fueron obligados a adoptar el sistema cronológico de sus dominadores. Se les permitió emplear el calendario nacional en el sistema legal. Los dos papiros mencionados indican que empleaban el calendario solar tanto como su propio sistema de computar los años regios persas, aunque esta práctica suscitaba diferencias entre el cómputo de los años egipcios y el empleado por los persas.
Además de eso, parece que en Egipto, la fecha egipcia se exigía ordinariamente en asuntos legales, puesto que todos los papiros que contienen documentos legales llevan solamente la fecha egipcia, o dos fechas, una de las cuales siempre es egipcia. De aquí deducimos que en todos los documentos legales se exigía la fecha egipcia. Por otra parte, puede notarse que en la mayoría de los papiros doblemente fechados (18 contra 2) que estipulan un solo año, el año correspondiente al reinado persa sigue inmediatamente al mes de la fecha egipcia.
Que el año se registra de acuerdo con el sistema egipcio, y no según el cómputo persa, puede establecerse en varios casos demostrando que las fechas dobles concuerdan solamente si el año indicado se emplea para señalar el sistema egipcio de computar los años regios de los persas. Por ejemplo, el papiro Kraeling sincroniza el día 20 de Adar con el 8º de Choiak en el 3er. año de Artajerjes II. Ambas fechas coincidieron en el 9 de marzo del año 402 a. de J. C., que era 8 de Choiak en el 3er. año de Artajerjes II, según cómputo egipcio, y era 20 de Adar del 2º año del mismo rey, de acuerdo con el cómputo persa. Un año después, cuando el 20 de Adar del 3er. año de Artajerjes II, según la cronología persa, correspondió al 28 de marzo de 401 a. de J. C., no fué posible sincronizar las fechas, ya que ese año el 8 de Choiak correspondió al 8 de marzo. Esto confirma claramente que el sistema egipcio de computar los años regios, se empleaba generalmente en los papiros que registraban un solo año regio.
En algunas ocasiones se omitía el segundo año regio
En los papiros AP 25 y 28 los escribas fueron minuciosos, y registraron el año de ambos reinados, como se explicó anteriormente. Esta práctica la habrían seguido cuando la parte del año implicaba diferencias entre ambos calendarios. Pero parecería que no consideraron necesario hacerlo siempre, puesto que todos sabían que el año regio egipcio superaba en un año al persa, en el período que caía entre el lº de Tot y el siguiente año nuevo persa, que acaecía en la primavera, o el año nuevo judío siguiente, que ocurría en el otoño[23].
La diferencia entre dos documentos, AP 25 y AP 10, muestra claramente que el escriba del primero tenía el hábito de registrar el año regio según ambos sistemas; pero el otro no lo hizo. Aunque escritos en años diferentes, ambos papiros están fechados en los mismos meses: Quisleú y Tot, pero sólo AP 25 aclara que el 3 de Quisleú correspondía al año 8, y el 12 de Tot al 9 de Darío II. El otro, AP 10, declara únicamente que el 7 de Quisleú corresponde al 4 de Tot en el año 9 de Artajerjes I. Si fuera tan específico como el papiro AP 25, habría aclarado que el 7 de Quisleú en el año 8 corresponde al 4 de Tot en el año 9 de Artajerjes. De modo que la ausencia del segundo año no significa que el año especificado sea el mismo en ambos calendarios
Calendario no determinado por el nombre de los meses
Puesto que, según parece, el empleo de las fechas egipcias era requisito legal en estos documentos, la adición de una fecha correspondiente al calendario lunar, evidentemente, sería opcional y permitida para conveniencia de los colonos judíos, a quienes se referían las transacciones legales registradas en dichos documentos. En ese caso, podemos suponer que esas fechas serían judías y no persas. El hecho de que se emplearan los nombres babilonios de los meses, no prueba que el calendario usado fuera persa, puesto que tanto los judíos posteriores al exilio como los persas, empleaban los mismos meses babilonios.
El calendario judío discrepaba levemente del babilonio[24]; variaba sólo en un día. Además, parecería que los judíos no adoptaron el método babilonio de intercalar ocasionalmente el mes de Elul. Aparentemente sólo emplearon el segundo Adar precediendo a Nisán, porque el uso del segundo Elul habría alargado el intervalo entre las grandes fiestas judías del lº y 7º mes de su calendario religioso. Sin embargo, la exactitud de esta consideración, compartida por numerosos eruditos, todavía no puede probarse concluyentemente, ya que de los 38 meses embolismales del calendario babilonio del siglo V a. de J. C., sólo se han podido confirmar 16, por el estudio de las tablillas cuneiformes existentes[25].
Evidencias en favor del calendario de otoño a otoño
La evidencia para el hecho de que los judíos del Alto Egipto, lo mismo que Nehemías en Palestina, computaban los años regios persas de acuerdo con su calendario civil de otoño a otoño, se encontró sólo recientemente, cuando los papiros del Museo de Brooklyn fueron asequibles. Antes, los dos papiros ya mencionados (AP 25 y 28), cada uno de los cuales lleva la fecha expresada en dos años regios, eran la única prueba de que los judíos empleaban dos sistemas de computar los años de los reinados persas. Esos papiros no aclaraban la cuestión, porque el sistema no egipcio forzosamente debía ser el persa o el judío, porque ambos documentos datan de un período del año, el intervalo entre el lº de Tishri y el lº de Nisán, en que los años regios, según los sistemas persa y judío, eran los mismos. Sólo el que concordara con un tipo de año y excluyera el otro podría resolver el problema.
El papiro que proporciona la evidencia de la existencia del calendario de otoño a otoño entre los judíos de Elefantina, es el Kraeling 6. Este importante documento, escrito durante los primeros años del reinado de Darío, contiene los siguientes datos: “En el día 8 de Pharmuti, que es el día 8 de Tammuz, año 3º de Darío el rey.” Exceptuando sólo otro documento (Kraeling 7), es el único cuyos datos poseen la particularidad de presentar la fecha egipcia primero, y luego la fecha que emplea los meses babilonios, que es seguida por el año regio de Darío II. Los demás papiros con doble fecha presentan el mes egipcio en segundo lugar, seguido del año regio. El desusado procedimiento empleado en el Kraeling 6, es aparentemente la razón por la cual los escribas, en lugar de dar el año regio egipcio usado corrientemente para el de Darío II, agregaron al día y mes judíos el año correspondiente al cómputo judío, como demostrará el siguiente análisis.
Antes de hacer ver cómo se encuadra este papiro en el marco del calendario judío de otoño a otoño, estableceremos, mediante el concurso de la figura 3, los diferentes sistemas empleados para computar los años regios de Darío II.
La muerte de Artajerjes I y la coronación de su hijo, Darío II, habrían ocurrido en febrero de 423 a. de J. C., debido a que la última tableta conocida fechada durante el reinado de Artajerjes I y la primera de Darío II, fueron escritas en febrero de 423 a. de J. C.[26]. De ese modo, el año de la coronación de Darío duró hasta el siguiente día de año nuevo, el lº de Nisán, que corresponde al 11 de abril de 423 a. de J. C., según el calendario babilonio empleado por los persas.
Sin embargo, en el calendario civil egipcio, había comenzado otro año el lº de Tot anterior, que correspondía al 7 de diciembre de 424 a. de J. C. El año que se inicia en esa fecha es el 3259 de la era de Nabonassar, registrado en el Canon de Ptolomeo como el último del reinado de Darío II. Desde que los egipcios no podían saber anticipadamente la fecha de la muerte de Artajerjes I, fecharon todos los documentos posteriores al 7 de diciembre de 424 a. de J. C. con el año regio 42º de Artajerjes I, hasta que recibieron noticias de la ascensión al trono de Darío II; desde ese día los fecharon con el año lº de Darío. Si en lugar de eso lo hubieran llamado año de la coronación, entonces el 1er. año egipcio habría comenzado en diciembre de 423, 9 meses más tarde que el correspondiente 1er. año persa. Sin embargo, las fechas con doble año en los papiros AP 25 y 28, procedentes del mismo reinado, prueban que el año egipcio comenzaba antes que el persa.
Con todo, si los judíos empicaban el calendario civil de otoño a otoño, computaban el año ascensional de Darío entre febrero de 423 a. J. C., y el día de su siguiente año nuevo, el lº de Tishri, que correspondía al 4 de octubre de 423. La figura 3 muestra gráficamente varios sistemas empleados en tiempos de Darío, en relación con el calendario Juliano.
Entonces, ¿cómo encuadra en el marco el papiro Kraeling 6? Fue fechado en el 3er. año de Darío II, en el día 8 del mes egipcio Pharmuti, que en ese año correspondía al día 8 de Tammuz (mes persa o judío) y comenzaba hacia mediados del verano. La figura 3 muestra que el 3er. año de Darío II en ambos calendarios, persa y egipcio, incluía el verano de 421 a. de J. C.; pero que en el sistema judío de computar, ese año 3º no comenzó hasta el otoño de 421, incluyendo, en cambio, el otoño del año 420. Podemos apreciar, por consiguiente, que si este papiro fue escrito en el verano del 421, podría haber sido fechado en el año 3 en concordancia con los calendarios persa y egipcio. Pero, si fue escrito en el 420, el año 3 de Darío podría considerarse solamente de acuerdo con el calendario judío, y en consecuencia necesitamos precisar en cual de los dos veranos, el 8 de Pharamuti y el 8 de Tammuz coincidieron en el mismo día.
En 421 a. de J. C., Pharmuti 8 correspondía al 11/12 de julio y Tammuz al 22/24 de julio; se ve claramente que en este año no coinciden. Pero en 420, Pharmuti cae nuevamente en 11/12 de julio (de salida a salida de sol), mientras Tammuz 8, a su vez, en 11/12 de julio (de puesta a puesta de sol). En consecuencia, se desprende que este documento fue escrito en 420 a. de J. C., y por lo tanto, que el escribano empleaba el calendario judío de otoño a otoño.
En conexión con esto mencionaremos un papiro más, el Kraeling 7, ya que también cumple con las condiciones establecidas anteriormente. Fué escrito tres meses después del documento recién discutido, esto es “en el mes de Tishri, que es Epiphi, del año 4 de Darío.” Después del lº de Tishri, el año nuevo judío, los tres sistemas cronológicos, el persa, el egipcio y el judío, armonizaron durante varios meses, como puede apreciarse en la figura 3. Por lo tanto el año asignado en este papiro es el mismo año 4º (en Tishri que coincide aproximadamente con Epiphi en 420 a. de J. C.) según los tres sistemas mencionados anteriormente.
Este documento arroja luz adicional sobre el Kraeling 6 y está acorde con las conclusiones inferidas de él. Sin embargo, el papiro Kraeling 6 es evidencia extra bíblica importante: 1. para la existencia del calendario de otoño a otoño entre los judíos de Elefantina, en el siglo V a. de J. C., y 2. para confirmar el hecho de que los judíos computaban los años regios de los persas según este sistema de cómputo, de igual modo como lo hiciera Nehemías algunos años antes (Neh. 1:1; 2:1). Los eruditos que no creen en la existencia de semejante sistema de computar los años regios ni en el calendario judío de otoño a otoño de esa época, declararán que el escriba del papiro Kraeling 6 cometió un error en las fechas. En forma similar han tachado de erróneos los pasajes de Nehemías porque esos versículos no concuerdan con la teoría de que los judíos de entonces habían adoptado el calendario babilonio de primavera a primavera. En lugar de considerar errados tales pasajes de Nehemías y los del papiro de Elefantina, sería más razonable ver en cada uno evidencias separadas que se complementarían unas a otras. Ambos documentos proceden de la misma época—uno de ellos existe en su forma original,—y fueron escritos por personas pertenecientes al mismo grupo religioso. En consecuencia, su poderoso testimonio unido sobrepujará la teoría que pretende ver errores en sus fechas.
Conclusión
El resultado obtenido de tan amplia discusión de los papiros de Elefantina, puede resumirse en los siguientes cinco puntos:
1. Los egipcios no computaban el año de la coronación, pero comenzaron a computar el ler. año regio de Darío II el día l de Tot, precediendo al ler. año regio persa que empezaba el l de Nisán. De modo que cada año regio egipcio precedía en varios meses al correspondiente año persa. (AP 25, 28.)
2. Los judíos no fueron obligados a emplear el calendario persa para computar los años del reinado de los reyes persas, sino que usaron su propio sistema.
3. La ausencia de dos años regios en documentos procedentes del período del año en que no había concordancia entre los calendarios, no prueba que esas diferencias fueran desconocidas. (AP 10.)
4. Los meses siguientes a la muerte de un rey, hasta el próximo día de año nuevo judío, eran considerados como año de la coronación del nuevo rey. (Kraeling 6, AP 25, 28.)
5. Los judíos empleaban un calendario civil de otoño a otoño, fijando el l de Tishri como día de año nuevo. (Kraeling 6.)
Sobre el autor: Profesores del Seminario Teológico Adventista.
Referencias
[1] El caso que sirve de prueba es Eze. 24:1, 2, en el que se declara que Ezequiel tuvo una visión el mismo día en que comenzó el sitio de Jerusalén. La fecha dada es el día 10 del décimo mes del año 9º, por la cual el año de la cautividad de Joaquim debe ser dado de acuerdo con Ezequiel 1:2 y 40:1. Mediante sincronismos de las fechas bíblicas babilonias, algunas de ellas astronómicas puede determinarse que el último año del reinado de Joaquim fue 598/7 a. de J. C. Su hijo Joaquín fue hecho cautivo después de su reinado de sólo tres meses (2 Rey. 24: 8, 14-16). Fue conducido a Babilonia por Nabucodonosor quien había entrado en campaña “a la vuelta del año” (2 Cró. 36: 10), en la primavera de 597 a. De J. C.; por esto es probable que la cautividad de Joaquín empezara hacia fines de la primavera o a principios del verano. Si Ezequiel comenzó a contar los años de su cautividad en la primavera, la fecha de la visión anterior caería en el mismo día dado en 2 Reyes 25: 1 y Jeremías 52:4, que sería la verdadera fecha del comienzo del sitio de Jerusalén. Se produciría el mismo sincronismo si el profeta fechó la visión según los años de aniversario, comenzando la era de su cautividad en algún tiempo entre la primavera y el otoño de 597 a. de J. C., o si empezó a contar los años del exilio después de su llegada en el otoño de 597 a. de J. C. Sólo en el caso de que su era comenzara antes del otoño anterior, cuando Joaquim todavía reinaba, habría desacuerdo entre Ezequiel 24:1, 2 y 2 Reyes 25: 1.
[2] La base de esta deducción es la siguiente: El primer llamado de Hageo a los dirigentes se produjo en el día 1º del 6º mes del 2º año de Darío. (Hag. 1:1.) La razón de las calamidades que sobrevinieron a los judíos fue su mala voluntad para edificar el templo mientras levantaban sus propias casas. Al primer discurso se agregó un llamado a ir a las montañas y recoger la madera necesaria para el andamiaje y los trabajos semejantes, puesto que los bosques de Judea no la producían apropiada para construcciones Ya tenían buena madera del Líbano, conseguida en gestiones anteriores. (Véase Esdras 3:7.) En el día 24 del mismo mes se decidió responder al llamado del profeta. (Hageo 1:15.)
El segundo discurso de Hageo fué pronunciado el día 20 del 7º mes del mismo año 29 de Darío (cao. 2:1), éste era uno de los últimos días de la fiesta de los Tabernáculos, cuando había mucha gente reunida en Jerusalén. Las palabras del profeta no fueron ni de censura ni de reproche, sino de ánimo y de hermosas promesas acerca de la grandiosa gloria que investiría ese segundo templo. Después de concluida la obra preliminar, se puso un nuevo fundamento, dos meses después, el día 24 del 9º mes (vers. 10. 18), y Hageo habló dos veces ese día. Los comentaristas aceptan unánimemente la secuencia de las actividades de Hageo como se han reseñado aquí, hasta el capítulo 2:9, que incluye sus dos primeros discursos. Se han dado varias explicaciones tocantes a la fecha del 39 y 49 discursos, los que no interesan en este estudio, ya que no afectan la suposición generalmente aceptada de que Hageo utilizó un calendario de primavera a primavera.
[3] Ester 3: 7 habla de Amán que echó suertes para fijar la fecha más conveniente para destruir a los judíos, comenzando con el “primer mes, que es el mes de Nisán, en el año duodécimo del rey Asuero, que es el mes de Adar.” Ya que este texto registra las actividades de un funcionario persa, naturalmente se refiere a un calendario de primavera a primavera, como el que empleaban los persas. Cuando la contraorden de Mardoqueo fue dictada era “el mes tercero, que es Siván” (Ester 8:9), permitiendo a los judíos defenderse cuando fueran atacados en “el mes duodécimo, que es el mes de Adar” (vers. 12), probablemente se trata del mismo año y sistema de calendario, a saber el persa, aunque no se ha comprobado. Puesto que Mardoqueo era funcionario persa y el edicto fue expedido como documento oficial, debió contener solamente fechas calculadas de acuerdo con el calendario persa. De aquí que los datos aportados en el libro de Ester no proporcionen ninguna evidencia referente a la naturaleza del calendario que usaban los judíos en ese tiempo.
[4] Consúltese a Keil sobre estos versículos, también a Judas Slotki en “Soncino Books of the Bible: Ezra, Nehemiah and Esther.” Otros, como Adeney en “The Expositor’s Bible” y Rawlin son en el “Commentary… by Bishops and other Clergy,” afirman que no se trata de un año de primavera a primavera, aunque suponen un año “asiático” de otoño a otoño, o un cómputo de los reinados por sus aniversarios.
[5] Rudolf Kittel en “Geschichte des Volkes Israel,” tomo 3, pág. 616, piensa que las palabras “en el año veinte” de Neh. 1:1, fueron trasladadas erróneamente del capítulo 2:1. Gustavo Hólscher en “Die Heilige Schrift des Alten Testament “ tomo 2, pág. 525, considera esas palabras mas bien como un comentario o una evidencia de que los años regios de Artajerjes eran computados por sus aniversarios.
[6] Roberto H. Pfeiffer, “Introduction to the Old Testament,” pág. 813; Slotki, Opus cit., “Introduction to Ezra,” pág. 107.
[7] Si la ley mosaica exigía el ofrecimiento de una gavilla de cebada un día después del sábado de la Pascua (Lev. 23:10-15), esa fiesta debió celebrarse en tiempo de la cosecha de cebada, la que en Palestina se efectúa generalmente en abril. Esto se lograba por la inserción de un mes especial al final del año religioso, un segundo Adar entre los meses de Adar y Nisán. La fiesta de la Pascua, que se celebraba en la mitad del mes de Nisán, habría llegado demasiado temprano sin la inserción de un mes especial cada dos o tres años.
Algunos eruditos piensan que los antiguos judíos, después del cautiverio, intercalaban un mes lo mismo que los babilonios, especialmente insertando algunas veces un segundo Elul, y otras un segundo Adar. (Martin Sprengling, “Chronological Notes from the Aramaic Papyri.” Sin embargo, los eruditos judíos han afirmado que el segundo Elul jamás era empleado por los judíos, ya que la inserción de otro mes entre el 6º (Elul) y el 7º mes (Tishri) habría alargado el intervalo entre las grandes fiestas judías, fiestas que caían en el 1º y el 7º mes del calendario religioso. (D. Sidersky, “Le Calendrier Sémitique des Papyri Araméens d’Assouan,” Journal Asiatique, serie 10, tomo 16, 1910, págs. 587-792.)
[8] De acuerdo con las explicaciones de Rosh Hashanah 1. 1, dadas por los rabinos, el 1º de Tishri es el día de año nuevo para los reyes extranjeros. Véase la Mishná, “Rosh Hashanah,” 1. 1 (traducción de H. Danby, pág. 188). Véase también “The Gemara on Rosh Hashanah 1. 1.” “Ba- bylonian Talmud,” “Rosh Hashanah,” págs. 3a., 3b., 8a. (traducción de Isidoro Epstein, págs. 7, 30).
[9] A. H. Sayce y A. E. Cowley en “Aramaic Papyri Discovered at Assuan.”
[10] W. Honroth, O. Rubensohn y F. Zucker en “Bericht über die Ausgrabungen auf Elephantine in den Jahren 1906-1908,” “Zeitschrift für Aegyptische Sprache,” 46 (1909-1910), págs. 14-61.
[11] Eduard Sachau, en “Aramáische Papyrus und Ostraka aus einer jüdischen Militár-Kolonie zu Elephantine.”
[12] Emil G. Kraeling, en “New Light on the Elephantine Colony,” “The Biblical Archaeologist,” 15 (1952), págs. 54-56. 58-60. Todos los papiros de Elefantina conocidos hasta 1923 fueron publicados por A. E. Cowley, en “Aramaic Papyri of the Fifth Century B. C.” Las anotaciones referentes a esos papiros han sido extractadas de este libro, salvo indicación contraria, y se empleará la abreviatura AP 1, 2, etc. El grupo de papiros descubierto recientemente en el Museo de Brooklyn ha sido editado por Emil G. Kraeling, publicado por el Museo en 1953, bajo el título de “The Brooklyn Museum Aramaic Papyri” (2 tomos). Las referencias a estos nuevos papiros se indican con Kraeling 1, 2, etc.
[13] Raymond A. Bowman. en “Arameans, Aramaic and the Bible,” JNES, 7 (1948), pág. 90.
[14] Cowley, Opus cit., pág. xiv.
[15] Kraeling, en “New Light on the Elephantine Colony,” pág. 54; Cowley, Opus cit., pág. xvi.
[16] Cowley, Opus cit., págs. xviii, xix; véase Jer. 44.
[17] AP 1, 2, 7, 22, 29, 35, 43; Kraeling 11, 12, 13.
[18] AP 5, 6, 8, 9, 10, 13. 14, 15, 20, 25, 28; Kraeling 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10. 14.
[19] Puede parecer extraño para un lector moderno que un mismo evento haya sido fechado con dos años diferentes, pero este procedimiento era común aun en América Colonial, antes que Inglaterra adoptara el calendario Gregoriano en 1752. En ese tiempo los ingleses con su calendario de “uso antiguo” (Juliano) tenían una diferencia de 11 días con el calendario de “nuevo uso” (Gregoriano) en los países de Europa occidental. Además, desde el 1º de enero hasta el 24 de marzo el año de los documentos británicos era uno menos que el correspondiente al calendario gregoriano, o bien aparecían escritos en la forma siguiente: 1721/2, etc. Esta diferencia de un año no tenía ninguna relación con la corrección de los 11 días, sino que resultaba de la costumbre medieval, conservada por los británicos, de comenzar el año el 25 de marzo, en el día de la Anunciación, casi tres meses después del lº de enero original. Por ejemplo, Jorge Wáshington nació 20 años antes que los ingleses adoptaran el calendario Gregoriano. Así, su nacimiento anotado en la Biblia familiar se lee: “el décimoprimer día de febrero de 1731/2.” (Facsímil de la portada del libro “George Washington,” tomo 1, de Donólas Southall Freeman. Era el 11 de febrero, serian el uso antiguo, que más tarde el nuevo uso lo convirtió en 22 de febrero. El año 1724 aún corría hasta el 24 de marzo, aunque en los países que empleaban el calendario Gregoriano ya había comenzado el lº de enero.
[20] Cowley, Opus cit., pág. 104.
[21] El 9 de Atyr correspondía al día 69º del calendario civil egipcio y cayó en el 9 de marzo de los años 500, 499 y 498. Cayó un día antes durante los 4 años siguientes, y cada año continuó disminuyendo en uno hasta coincidir con el 7 de febrero en el año 400.
[22] Véase la figura 2. Esta secuencia era verdadera por lo menos desde Jerjes hasta Artajerjes II, y probablemente también lo fué para otros reyes de cuyos reinados poseemos datos contemporáneos.
[23] En muchos casos no se encuentra armonía entre los documentos con doble fecha, como lo muestra Parker en su estudio, a menos que se admita el hecho de que los judíos después del exilio no adoptaron el calendario babilonio en su totalidad. En su análisis de 7 papiros con doble fecha se encontró que los días se correspondían en un sólo caso, porque se aplicaron las fechas del calendario babilonio. (Parker, en “Persian and Egyptian Chronology,” AJSL, 58 (1941), págs. 288-292.)
[24]Parker y Dubberstein. Opus cit., págs. 6, 7 29-32; H. H. Figulla, “Ur Excavations Texts,” IV: Business Documents of the New Babylonian Period, pág. 6.
[25] Parker y Dubberstein, Opus cit., págs. 15, 16.
[26] El papiro AP 6 proporciona un ejemplo similar de este sistema de cómputo, ya que menciona el año 21º (año de la muerte) de Jerjes en conexión con la coronación de Artajerjes I.