Continuación del capítulo 4
El cómputo del año ascensional (fecha ulterior)
Bajo el sistema del año ascensional para computar los años regios, la parte no consumida del año calendario en el cual un rey comenzaba su gobierno, recibía el nombre de año ascensional. Entonces, el primer año completo de su reinado, que correspondía a su primer año calendario, recibía el número 1. Los asirios, los babilonios y los persas después de ellos, usaron el sistema del año ascensional[5]. Algunos de los monarcas hebreos también lo emplearon, como se puede determinar por el sincronismo que existe entre los años de los monarcas contemporáneos de Israel y Judá.
Para ilustrar este método, supongamos que el rey babilónico A muere en el quinto mes del 209 año de su reinado, y lo sucede su hijo B. Los arqueólogos encuentran contratos fechados, cartas y otros documentos, escritos en tabletas de arcilla, que abarcan este período. Los documentos de los primeros cinco meses, hasta la muerte dei rey, se fechan en el año vigésimo del rey A. Pero un recibo, por ejemplo, firmado en el sexto mes, se fechará “en el sexto mes del año ascensional,” literalmente “el comienzo del reinado”[6] del rey B. Durante todo el resto de ese año calendario los escribas fecharán los documentos en el año ascensional del nuevo rey. Entonces, en el primer día del nuevo año cambiarán la fórmula para fechar de manera que diga: “el primer mes del año l9 del rey B”[7]. El empleo de la designación “año l” ha sido diferida hasta el día de Año Nuevo que sigue a la ascensión.
Este sistema, llamado a menudo sistema de diferir la fecha, o de fecha ulterior, debido a que el comienzo del primer año regio se pospone, haciéndolo coincidir con el año calendario, evita dar dos números al año en que ocurre la ascensión. De este modo el año calendario designado como 209 del reinado del padre, es seguido por el año l9 del hijo. La señal distintiva de este sistema es el término “año ascensional.” aplicado al período que se extiende entre la ascensión del monarca y el primer día de Año Nuevo, después del cual comienza a denominarse año l.
No se reconoce el año ascensional (fecha anticipada)
El método opuesto a éste de computar los años regios, que se empleó a veces en Egipto[8], y que se lo menciona también en la Biblia, no tenía la designación de “año ascensional.” Los documentos escritos en el sobrante del último año del rey A inmediatamente comienzan a ser fechados como “año l9,” del rey B, y el primer día de Año Nuevo la fecha cambia a año 29 de ese reinado. Este método tiene la desventaja de producir una duplicación en la numeración, un doble fechamiento para el año en el cual cambia el rey, porque ese año lleva el último número del rey anterior y también el número 1 del nuevo. Este sistema se denomina a menudo sistema de anticipar la fecha.
Por lo tanto, si el mismo año regio resulta mencionado por diferentes cronistas que empleen los dos sistemas, como es a veces el caso en los registros de Judá e Israel[9], los números de los años registrados de acuerdo con el sistema del año ascensional antecederán en un año a los registrados de acuerdo con el sistema que rechaza el año ascensional, coco lo demuestra la figura 1.
Además, se debe notar que al hacer una lista de los gobiernos computados de acuerdo con el sistema del año ascensional, la suma de años registrados para cada rey es el mismo que el número de años reales transcurridos, mientras que al hacer otra lista de gobiernos registrados de acuerdo con el otro sistema, se debe restar un año de cada rey, puesto que el último año del reinado y el primero del siguiente son realmente el mismo.
Al analizar los relatos bíblicos, es necesario saber cuál de los dos sistemas se empleó en cada caso: el del año ascensional o el que considera el último año del monarca fallecido, el primero del que le sucedió. Un caso típico de cómputo del año regio de un monarca de acuerdo con el sistema del año ascensional lo encontramos en 2 Rey. 18: 1, 9, 10. Después de declarar que Ezequías ascendió al trono en el año 39 de Oseas, el escritor declara que el asedio de Samaría comenzó en el 49 año de Ezequías, que era el séptimo de Oseas, y terminó tres años después en el 69 de Ezequías, que era el 99 de Oseas. Los dos posibles cómputos del reinado de Ezequías darían los siguientes resultados:
- De acuerdo con el sistema que no considera el año ascensional (anticipación de la fecha):
- De acuerdo con el sistema del año ascensorial (postergación de la fecha):
De todo esto podemos colegir fácilmente que Ezequías debe haber empleado el sistema ascensional. Por otra parte, un claro ejemplo del cómputo basado en el otro sistema es el del reinado de Nadab de Israel, quien ascendió al trono en el año 29 de Asa, rey de Judá. Nadab reinó dos años, y fue muerto en el año 39 de Asa (1 Rey. 15:25, 28). Los dos posibles cómputos de este reinado serían los siguientes:
- De acuerdo con el sistema del año ascensional
(postergación de la fecha):
- De acuerdo con el sistema que descarta el año ascensional (antelación de la fecha):
Es obvio que el sistema que descarta el año ascensional, y no el otro, se adecúa a este registro; porque después de haber ascendido al trono en el año 29 de Asa. el rey reinó dos años, esto es, su muerte ocurrió en el año 29, y murió en el año 39 de Asa. Un cronista que registra la ascensión de Nadab en el año 29 de Asa, no hubiera podido darle consistentemente un “año ascensional,” un “año 1,” y un “año 2,” en dos años consecutivos. Hay otros ejemplos similares del empleo del sistema que descarta el año ascensional en la Biblia[10]. Estos ejemplos y otros que se podrían presentar nos demuestran que los hebreos usaron ambos sistemas en diversas épocas[11].
Es necesario saber cuál sistema está implicado en la fecha del reinado de cualquier monarca para situarlo en la escala de la era precristiana del calendario juliano. Esto ocurre- porque, aunque se conozca la fecha exacta de la era precristiana en que un monarca ascendió al trono, el número de su año de gobierno se retardará en un año si el cómputo se ha hecho de acuerdo con el sistema de postergar la fecha o de año ascensional, que si ha ocurrido de acuerdo con el sistema de anticipar la fecha o descartar el año ascensional. Estas diferencias entre los tipos de cómputo de los años de gobierno en relación con la fecha de la ascensión deben ser comprendidas muy bien antes de interpretar correctamente las fuentes y los documentos fechados de los reinados de Jerjes y Artajerjes.
Otros tres sistemas de numerar los años, menos importantes para el problema que nos ocupa que los sistemas mencionados de fijar las fechas de los años de reinado, han sido empleados por autores que actuaron más tarde en relación con la ascensión de Artajerjes: las listas de los arcontes griegos, las olimpíadas y las listas de los cónsules romanos[12].
Las listas de los arcontes
Entre los griegos, las diversas ciudades y estados no tenían uniformidad en sus respectivos calendarios, así como no tenían unidad política. Los atenienses designaban cada año por el nombre del arconte o magistrado principal correspondiente a ese año[13]. Usaban las listas de los arcontes de la misma manera como los asirios empleaban sus cánones epónimos, pero existía una diferencia entre los arcontes de Atenas y los epónimos asirios, debido a que los primeros siempre mantenían el mismo oficio, mientras que los últimos eran varios dignatarios del Imperio Asirio, para los cuales el cargo de epónimo era sólo honorario.
Las olimpiadas
Además del sistema ateniense de cómputo del tiempo, existía otro usado por todos los griegos, a saber las olimpíadas, nombre con que se designaba al período de cuatro años que se extendía entre dos juegos olímpicos. Los festivales sagrados de Olimpia, celebrados una vez cada cuatro años, eran la ocasión en que todos los estados griegos dejaban de lado sus particularidades y se unían en gozosas celebraciones. De este modo la fecha de los juegos olímpicos era importante para todos, y eventualmente surgió la práctica de fijar la fecha de un acontecimiento en cierto año de una olimpíada determinada. Debe tenerse en cuenta que el primer año de la primera olimpíada es el año 776-775 a. de J. C., partiendo de mediados del verano del primero de esos años, a mediados del verano siguiente[14], de manera que tradicionalmente los primeros juegos olímpicos se celebraron en el verano del año 776 a. de J. C. El hecho de que esta fecha sea solamente tradicional[15] no perjudica más el empleo de este sistema que el error de unos pocos años en la verdadera fecha del nacimiento de Cristo afecta el valor de la era cristiana para propósitos cronológicos. El sistema de fechar los acontecimientos en base a las olimpíadas fué usado por los autores clásicos griegos y romanos, y también por Josefo. La fórmula “en el 4º año de la 859 olimpíada” se abrevia a veces de la siguiente manera 859, 4.
Los romanos emplearon más a menudo para propósitos cronológicos el método de designar los años en base a los nombres de los dos cónsules—los más elevados funcionarios romanos nombrados anualmente por el Senado[16]. “Durante el consulado de Lepido y Anuncio,” literalmente: “Siendo Lepido y Anuncio cónsules,” era la fórmula oficial romana, aunque durante el Imperio las provincias orientales aplicaban a los emperadores el antiguo sistema de los años regios[17]. En el postrer período de Roma, los jasti, o lista de funcionarios que incluían a los cónsules[18], llegaron a ser sistemas cronológicos normales, tales como la lista de los arcontes de Atenas.
La era de la fundación de Roma
Los romanos desarrollaron también una verdadera era histórica que comenzaba con la fecha tradicional de la fundación de la ciudad, generalmente situada en el año 753 a. de J. C.[19]. Este cómputo conocido como ab urbe condita, o anno urbis conditae, abreviado A. U. C., se lo hace empezar a veces el 21 de abril, fecha que se consideraba algo así como el cumpleaños de Roma[20], aunque a veces se lo hacía también el 1º de enero, con el que comenzaba el calendario romano ordinario[21]. Se lo empleó menos para computar el tiempo que el sistema de las listas consulares. Aunque teóricamente esta era comenzó en el año 735 a. de J. C., no fué la más antigua ni la más larga.
La era seléucida
Una de las primeras eras usadas fué la de los seleucidas, que se difundió ampliamente durante los últimos tres siglos de la era precristiana. Comenzó con el reinado de Seleuco I, registrado en el año 312 a. de J. C., y sus años se computaron continuamente, a lo menos en algunos países orientales situados fuera de los límites del Imperio Romano, hasta comienzos del siglo I de la era cristiana. En el calendario macedónico los años de los seleucidas comenzaban en el otoño, y el primer año tenía su principio en el 1º de Dios (7 de octubre), del año 312 a. de J. C. No obstante en el calendario babilónico los años de la era seleucida comenzaban en la primavera, y el principio del primer año estaba fijado en el 1º de Nisán (3 de abril), del año 331 a. de J. C.[22]. Pero estas antiguas eras eran solamente precursoras de la era cristiana, que constituye el fundamento del moderno sistema de cómputo que se ha difundido por la mayor parte del globo. Su estudio es importante, debido a que de su punto de partida los historiadores modernos fijan la fecha no solamente de los acontecimientos subsiguientes, sino también, en la otra dirección, de toda la historia pasada, en base al sistema de las fechas precristianas. Teniendo como fundamento los años transcurridos antes de Jesucristo, llegan a ser comprensibles los años regios de Artajerjes y otras fechas bíblicas.
La era cristiana
En los primeros siglos de la iglesia cristiana se produjo mucha disensión debido a los diversos intentos de formular un método satisfactorio para calcular la fecha de la Pascua. En el año 525 de J. C., un monje llamado Dionisio el Exiguo hizo una tabla de cálculos para fijar la fecha de la Pascua, durante 95 años, que debía ser la continuación de otra (pie estaba por expirar. Copió los últimos años de la primera tabla, que estaban numerados de acuerdo con la era del emperador Diocleciano. pero mal dispuesto a preservar la memoria de este notorio perseguidor de los cristianos, rotuló la primera columna de la tabla que estaba preparando con la siguiente expresión “Anni Domini Nostri Jesu Christi,” y le dió al primer año de esa nueva tabla el número 532[23].
Dionisio no explicó cómo llegó a ese año particular. Evidentemente aceptó una fecha para el nacimiento de Cristo que era reconocida por todo el mundo, porque está de acuerdo con la que aparece en la lista consular contenida en una obra cronológica latina del año 354. que fija el nacimiento de Cristo en el consulado de Julius Caesar Vespasianus y Emilius Paulus. o sea en el año 754 A. U. C. (Este año consular llegó a ser el 1 de la era cristiana)[24].
El historiador inglés Beda (673-735 de J. C.) adoptó este sistema de cómputo para preparar sus tablas mejoradas relativas a la Pascua, que se transformaron en la norma para propósitos de cómputo en los anales y las historias; más tarde los gobernantes francos y por último los papas comenzaron a fechar los documentos oficiales en base a la nueva era. la que sólo gradualmente llegó a ser de uso común[25]. Aunque la fecha fijada por Dionisio para el nacimiento de Cristo ha sido considerada desde un principio como errónea, no todos los eruditos de nuestros días están de acuerdo en la cantidad exacta de años que habría que ajustar para corregirla.
Cuando la era cristiana se aplicó para fijar la fecha de los acontecimientos históricos, se hizo necesario extender el sistema a los años anteriores al comienzo de la era. Los sucesos acaecidos en la época precristiana se enumeraron como años anteriores al nacimiento de Cristo. De modo que el año que precedía al primero de la era cristiana se lo denominó 1º a. de J. C., sin que mediara un cero entre ellos. Como consecuencia de este procedimiento, el cómputo moderno de las fechas antiguas hace frente a dos inconvenientes: 1) Los años anteriores al nacimiento de Cristo se cuentan al revés, desde las cifras mayores a las menores, y 2) el cómputo de las fechas producidas en el intervalo de la era precristiana a la cristiana resulta perjudicado por la falta de un año cero; por ejemplo, un período de cuatro años que comience en el año 3o a. de J. C. no expira en el año 1º de J. C. como sería lo lógico, sino en el año 2 de esa era.
Los astrónomos han obviado este obstáculo empleando para los años anteriores a Cristo y para los posteriores una escala de números positivos y negativos, como en el termómetro, denominando al año que precede al 1º de la era cristiana el año 0. y el año anterior a éste -1.[26] De esta manera el año 1º de la era precristiana corresponde al año astronómico 0. el año 2 a. de J. C. es el -1, el año 3 el -2. etc., de modo que los años señalados por el signo menos son siempre uno menos que el correspondiente año de la era precristiana. Debe notarse también que los años bisiestos, que en nuestra era son todos divisibles por cuatro. no lo son en la era precristiana, sino que son el 1. el 5, el 9. etc.
El diagrama de la pág. 15 ilustra los cómputos astronómicos y cronológicos, señalando los años bisiestos por medio de asteriscos.
El hecho de que el año -1 corresponde al 2 de la era precristiana, etc., ha sido algunas veces causa de confusión. Por ejemplo, muchos autores que han escrito acerca de las profecías. han calculado las setenta semanas de los 2.300 años restando meramente la fecha de la era precristiana al punto de partida del número total de años, para llegar a la fecha final en la era cristiana; pero al hacerlo, han acortado sin darse cuenta los períodos a 489 y 2.299 años en lugar de 490 y 2.300.
El principio que acabamos de presentar se puede ilustrar por medio de un período imaginario de cuatro años (véanse las flechas en el diagrama anterior) que comenzaría en algún momento del año 3 a. de J. C. (para los astrónomos el año -2). Si alguien quisiera calcular la fecha de la expiración del período restando 3 a. de J. C. al total de los cuatro años, el resultado sería 1 de J. C. (4 – 3=1). Pero el año 1 de J. C. es en realidad un año antes; si damos una mirada al diagrama veremos que el período de cuatro años expiraría realmente en el año 2 de J. C. De esta manera este diagrama nos demuestra que la simple resta de la cantidad de años anteriores a Cristo no nos conduce a la fecha correcta de la era cristiana. Pero este diagrama revela también el hecho de que el cómputo se simplifica cuando la fecha precristiana se convierte en su equivalente astronómico de -2; entonces -2 más 4 igual a 2 (ó 4 – 2=2, lo que es lo mismo) y el resultado es 2 de J. C. Si restamos el equivalente astronómico[27] de la fecha precristiana del número total de años, siempre llegaremos a la fecha correcta y terminal de la era cristiana.
Muchos autores del siglo 19 que escribieron acerca de las profecías comenzaron a calcular las 70 semanas de los 2.300 años a partir del 7º año de Artajerjes, y la mayoría de ellos calcularon los períodos comenzando con el año 457 a. de J. C. hasta hacerlos llegar a los años 33 y 1843 de la era cristiana respectivamente, pasando por alto el hecho de que omitieron un año en sus cálculos; sólo unos pocos reconocieron que la transición de la era precristiana a la cristiana inducía a error, y llegaron a los años 34 y 1844 de J. C. respectivamente.[28] Generalmente los que cometieron el error derivaron sus fechas de la cronología de Ussher dada en el margen de la Biblia, o de la resta: 490-457-33, ó 490-33 —457. Algunos citaban al astrónomo del siglo XVIII James Ferguson, para fijar las fechas de 457 a. de J. C. y 33 de J. C. sin darse cuenta de que “457 a. de J. C..” escrito sin el signo menos, era lo que el astrónomo denominaba -457. fecha que. de acuerdo con el sistema cronológico, era en realidad el año 458 a. de J. C. El hecho de que las fechas de Ferguson estuvieran calculadas no de acuerdo con el sistema de computar los años partiendo del nacimiento de Jesucristo hacia atrás, sino de acuerdo con el sistema empleado por los astrónomos, resulta concluyente al descubrir que él empleaba el año cero, sistema al cual estaba acostumbrado en sus cálculos astronómicos.[29] Pero el empleo del año cero y los números negativos se encuentra raramente fuera de los astrónomos. Las obras históricas fijan las fechas generalmente de acuerdo con el sistema del cómputo precristiano, que no emplea el año cero. Afortunadamente la necesidad de ese año cero no se hace sentir en forma general, a menos que se necesite computar alguna fecha en el intervalo entre la era precristiana y la cristiana.
Después de examinar los diversos métodos de computar los años, dos de los cuales: el sistema de los años regios y el de la era cristiana son vitalmente importantes para fechar los acontecimientos presentados en Esdras 7, el próximo paso consiste en considerar las clases de calendarios antiguos que tienen relación con este problema.
Referencias
[5] Véase Richard A. Parker y Waldo H. Dubberstein, “Babylonian Chronology 626 a de J. C.,” págs. 9-17.
[6] Amo Poebel, “The duration of the reign of Smerdis, the Magian, and the reigns of Nebuchndnezzar III and Nebuchadnezzar IV,” “The American Journal of Semitic Languages and Literature.” (de aquí en adelante abreviado AJSL), pág. 121.
[7] Para el comienzo de los años regios en el mes de Nisán, véase la secuencia de las fechas observadas en un texto astronómico del tiempo de Nabucodonosor, en Paul V. Neugebauer y Ernst F. Weidner, “Ein Astronomischer Beobachtungstext ai’s dem 37 Jahre Nebukadnezars II (—567/66) [i. e. 568/67 a. de J. C.]” “Berichtete über die Verhandhingen der Kónigl” “Sáchsischen Gesellschaft der Wissenschaften zu Leipzig.” Fil. Hist. Classe, 67 (1915), parte 2, págs 34, 38.
[8] Richard A. Parker, “Persian and Egyptian Chronology,” AJSL., 58 (1941), págs. 298, 299.
[9] Ver Edwin R. Thiele, “The Mysterious Numbers of the Hebrew Kings,” págs. 19-29.
[10] Véase 1 Reyes 16:8, 10; 22:40, 51; 2 Reyes 1:1, 2, 17; 3:1. Una supuesta dificultad en el cálculo de doce años de Acab a Jehú, que abarcan dos reinos contemporáneos de dos años más doce años, resulta aclarado por la aplicación de este método. Véase S. A. Cook, “Chronology: II The Oíd Testament,” CAH, tomo 1, cap. 4, sección 2, pág. 160.
[11] Véase Thiele, op. cit., págs 38-41
[12] Diodoro Sículo (XI 69; ed. Loeb, tomo 4, pág. 305) fija la muerte de Jerjes en el año cuando Lisitius era arconte en Atenas y los dos cónsules elegidos en Roma eran Lucius Valerius Publicóla y Titus Aemilius Mamercus. Eusebio, en su “Crónica,” lo sitúa en el primer año de la 79° olimpíada. Estas fechas contradictorias han sido empleadas en antiguos intentos de fijar la ascención de Artajerjes I, pero no es necesario demostrar aquí que sólo una de ellas es correcta, a saber, la del arcontado de Lisitius (fijada en el año 465/4 a. de J. C., de verano a verano, por F. K. Ginzel, “Handbuch der Mathematischen und Tech- nischen Chronologie,” tomo 2, pág. 587, Tafel IV). La fecha de la muerte de Jerjes y la ascensión de Artajerjes no dependen de textos dudosos de historiadores subsiguientes que no tenían acceso a las fuentes contemporáneas; han sido plenamente establecidas por los descubrimientos arqueológicos, los documentos originales fechados que nos han llegado directamente, por así decirlo, del escriba que los estampó en el tiempo de Artajerjes.
[13] E. A. Gardner y M. Cary, “Early Athens,” en CAH, tomo 3, págs. 590-593; en cuanto a la lista de los arcontes véase a William Bell Dinsmoor, “The Archons of Athens in the Hellenistic Age.”
[14] La fecha doble de 776/5 se da aquí para llamar la atención al hecho de que los años de la olimpíada y todos los de los calendarios antiguos a excepción del romano que aún usamos, abarcan parte de dos de nuestros presentes años calendarios. La costumbre de escribir estas fe- chas dobles como la del 776/5, que se está generalizando más y más, es la única forma segura de evitar errores al expresar los equivalentes de la era precristiana de los calendarios antiguos.
[15] En cuanto a teorías acerca de la fecha de las olimpíadas, véase H. T. Wade Gery, 3º Nota Cronológica sobre “Olympic Víctor Lists,” en CAH, tomo 3, págs. 762-764.
[16] H. Stuart Jones y Hugh Last, “The Early Republic,” en CAH, tomo 7, pág. 437.
[17] Un ejemplo es la fórmula para fijar fechas que encontramos en Lucas 3:1: “Y en el año 15 del imperio de Tiberio César.”
[18] La “Chronographus Anni CCCLIIT” contiene una de estas listas de cónsules, titulada “Fasti Consulares,” publicada en “Chronica Minora Saec.” IV. V. VI. VII., ed. Teodoro Mommsen, tomo 1 (“Monumenta Germaniae Histórica,” Aut. Ant. tomo 9), págs. 50-61.
[19] Los historiadores romanos difieren en la fijación de la fecha de la fundación de Roma, pero el año más comúnmente aceptado es el que dió Varro, quien vivió en el siglo primero a. de J. C. Véase Stuart Jones, “The Sources for the Tradition of Early Román History,” en CAH, tomo 7, págs. 321, 322, y los diagramas adjuntos.
[20] Se trata de la fiesta de Parilia, o Palilia. Véase Censorinos, “De Die Natale” (El Día Natal), cap. 10.
[21] tradución de William Maude, pág. 32.
[22] Parker y Dubberstein, op. cit., pág. 18.
[23] Dionisio el Exiguo, ‘‘Liber de Paschale,” en ‘‘Dionysii Exigui,” [et al.]… ‘‘Opera Omnia,” (“Patrología Latina,” ed. J. P. Migne, tomo 67), cols. 493-496; véase también Charles W. Jones, “Development of the Latin Ecclesiastical Calendar,” en su edición de “Redae Opera de Temporibus,” págs. 68, 69.
[24] Véase “Chronographus,” pág. 56.
[25] Charles W. Jones, op. cit., pág. 70; véase también Reginald L. Poole, “Medieval Reckonings of Time,” pág. 40.
[26] George F. Chambers, “A Handbook of Descriptive and Practical Astronomy,” tomo 2, pág. 460.
[27] Los que prefieren este sistema algebraico notarán que no es estrictamente correcto decir que el número negativo debe ser sustraído (puesto que el equivalente astronómico de una fecha anterior a Cristo es un número negativo), algebraicamente se lo añade, puesto que añadir un número negativo equivale a sustraer un número positivo.
[28] Para tener una tabla de todos estos expositores de las profecías, véase L. E. Froom, “The Prophetic Faith of Our Fathers,” tomo 3, pág 744. Aun William Hales, al escribir una obra acerca de cronología, explicaba el asunto de la transición de los años anteriores a Cristo a los de la era cristiana, y después, en esa misma obra pasa por alto el año cero, y computa los 490 años sustrayéndolos de 420 a. de J. C„ haciéndolos llegar al 70 de la era cristiana. Véase su “New Analysis of Chronology,” 2º edición, tomo 1, pag. 57; tomo 2, págs 517, 518: Los milleristas también cometieron esa equivocación en el principio, pero más tarde corrigieron sus fechas del año 33 de J. C. al 34, y de 1843 a 1844 de la misma era. En cuanto a los fundamentos de los cómputos de Guillermo Miller, véase su “Evidences” (ed. de 1836), págs. 49, 52; véase también su manuscrito “New Year Address.” de 1844, reproducido en la obra de F. D. Nichol, “The Midnight Cry,” pág 160, y en la reproducción facsimilar corresponde a la página 192. En cuanto a la corrección, véase el editorial “Chronology” en Signs of the Times, N9 5 de 1843, pág. 123; A. Hale, “Diagram,” y en cuanto a la corrección The Advent Herald, N9 7 de 1944, págs. 23, 77; S. S. Snow, ‘‘Prophetic Time,” Id., pág. 69.
[29] Ferguson trató el asunto de las setenta semanas y las hizo terminar en la crucifixión, fecha que fijó de acuerdo con cálculos lunares, en armonía con el calendario tradicional judaico en el año 33 de J. C. Véase su “Astronómical Lecture, on the True Year of Our Saviour’s Crucifixión, …and the Prophet Daniel’s Se- venty Weeks;” para el año 0 véase “A Table of Remarkable Eras and Events,” en su “Astronomy Ex- plained Upon Sir Isaac Newton’s Principies,” a partir de la sección 396. La misma tabla en sus “Tables and Tracts, Relative to Several Arts and Sciences,” págs. 176-179, es seguida por la siguiente declaración: “En esta tabla, los años anteriores a Cristo y posteriores a él están calculados exclusivamente en base al año de su nacimiento.”
El hecho de que el año 457 de Ferguson es el año 458 a. de J. C. se pone en evidencia también por otras fechas que se encontraron en esa misma tabla (tal como 775 en vez de 776 para el comienzo de las olimpíadas, 746 en lugar de 747 para la era de Nabonassar, etc.), y por las fechas del período juliano en su primera columna.
El período juliano (que no se debe confundir con el año juliano) es una escala artificial propuesta por Joseph J. Scaglier (alrededor de 1582) para evitar el cálculo de las fechas anteriores y posteriores a Cristo en dos direcciones. Este período (abreviado J. P.) fué usado a menudo por los antiguos expertos en cronología. Combina los ciclos solar, lunar y de indicción (28 x 19 x 15 = 7.980 años julianos), comenzando con un año hipotético de 4713 a. de J. C., cuando coincidía el primer año de estos diferentes ciclos. Los años 4713 J. P. y 4714 J. P. son exactamente equivalentes con el año 19 de la era precristiana y el 19 de la cristiana respectivamente. (Joseph J. Scaglier, “Opus de Emendatione Temporum,” edición revisada, tomo 5, págs. 359-361; cotéjese con el libro 6, pág. 600; véase “Julián Period,” en “Haydn’s Dictionary of Dates;” también “The American Ephemeris,” siempre da el número del período juliano para el año corriente, como el año 6666 J. P. para el 1953 de J. C.