Deberíamos tener una visión amplia de la obra de Dios, especialmente en estos tiempos finales de misión global.
El pastor Wilson Sarli nació en Jaú, Sao Paulo, Brasil, el 10 de julio de 1929. Sus padres fueron el pastor Herminio Sarli y Eulalia M. Sarli. Después de concluir sus estudios de teología en el Instituto Adventista de Ensino, el pastor Sarli ejerció las siguientes funciones en la obra adventista:
Obrero bíblico (1956-1957); pastor distrital (1958-1960 y 1985); departamental de JA y Educación, en la antigua Asociación Paulista (1961-1962); presidente de la Misión Brasileña Central (1963-1968); presidente de la antigua Asociación Paulista (1969-1976), gerente general de la Casa Publicadora Brasileña (1977- 1984); presidente de la Asociación catarinense (1986-1988).
Actualmente, además de secretario, está bajo su responsabilidad la presidencia de la Asociación Ministerial de la Unión del Sur del Brasil. En ocasión del Concilio Ministerial realizado en Camboriú, SC, Brasil, concedió esta entrevista a Rubén Scheffel.
Ministerio: ¿Cómo, y en qué ocasión, se sintió llamado al ministerio pastoral?
WILSON SARLI: En primer lugar, quiero decir que el llamamiento al ministerio de la predicación es una experiencia emocionante e inexplicable. Es algo que se siente en el lugar más recóndito del ser. No es forjado por el hombre, pues es un asunto motivado por el Espíritu Santo; es algo que surge del interior hacia el exterior y no del exterior hacia el interior. En el primer caso prevalece el llamamiento que proviene de Dios; en el segundo, la voluntad humana.
En cuanto a mí, antes de ir al colegio (antiguo CAB), ya sentía algo que “hablaba” sobre ser pastor pero, en realidad, ese algo íntimo sólo tomó cuerpo y creció cuando estaba en el colegio y estudiaba “a los pies” de consagrados maestros como Jerónimo García, Siegfried Kumpel, Julio Schwantes, Rodolfo Belz y otros. Eran hombres que, por su venerable experiencia, marcaron época en la historia de la iglesia aquí en Brasil. Para ellos, lo más importante no era la erudición académica sino la predicación de la Palabra en su profunda sencillez. Al final de cada clase, los alumnos teníamos ganas de dejarlo todo y salir al campo a predicar. El ministerio de esos grandes hombres fue y sigue siendo una fuerte motivación para muchos obreros.
MINISTERIO: De todos los cargos que ha desempeñado, ¿cuál es el que más apreció y por qué?
WILSON SARLI: Esa es una pregunta difícil de responder, pues siempre me gustó lo que hacía. Con la ayuda de Dios, procuré hacer de cada actividad un ministerio, por tanto, no había motivos para gustar más de una y menos de otra. Me agradaron todas.
MINISTERIO: ¿Se considera usted plenamente realizado, o todavía hay alguna cosa que le gustaría hacer?
WILSON SARLI: Exactamente en el mes de febrero cumpliré 38 años de ministerio ininterrumpido, de los cuales 32 los dediqué a la dirección de los departamentos y a la administración. Puedo afirmar que, gracias a que Dios me permitió hacer lo que hice en todo ese tiempo, y a pesar de todas mis debilidades y limitaciones, me siento plenamente realizado. Por supuesto me habría gustado llevar a cabo una cantidad de otros proyectos y realizaciones, que por motivos diversos, no pude efectuar. En ese sentido, desde el punto de vista positivo, soy un obrero insatisfecho. Siempre hay algo más que podríamos haber hecho.
Me entristezco cuando veo a obreros satisfechos con la mera realización de lo obvio, de lo común, de lo rutinario, que no van más allá de la primera milla. Están siempre temiendo errar, son muy cautelosos y nunca quieren correr riesgos en la prosecución de empresas nuevas y difíciles. Deberíamos tener una visión amplia de la obra de Dios, especialmente en estos tiempos finales de misión global.
MINISTERIO: ¿Cuál fue la experiencia más sobresaliente en su ministerio?
WILSON SARLI: Cada aspecto de mi ministerio fue realmente una experiencia notable, tanto en el área del evangelismo como en el pastorado distrital y en los departamentos. Pero, fue el área administrativa la que realmente me entusiasmó e hizo historia con el proyecto del traslado de la Casa Publicadora Brasileña, de Santo André para Tatuí, a pesar de los aparentes e insalvables obstáculos, uno de los cuales era la inflación. Ocurría que, si íbamos a esperar que la inflación bajase, estaríamos esperando hasta hoy, y no puedo imaginar lo que habría sido de la Casa Publicadora Brasileña si hubiese continuado donde estaba. Ya sea que algunos lo crean o no, las grandes cosas que se hicieron para Dios y su iglesia en el transcurso de la historia, fueron hechas en tiempos de crisis. La crisis no debe ser excusa para no hacer nada o retrasar el desarrollo de la obra de Dios.
MINISTERIO: Háblenos de las alegrías de su ministerio (o de las victorias y frustraciones).
WILSON SARLI: El ministerio, como un todo, consiste en una combinación de alegrías y tristezas, victorias y frustraciones. ¿Acaso no fue esa la experiencia de los apóstoles y, destacadamente, de Pablo? Por contraste, una alegría en el ministerio hace que se borre y olviden todas las frustraciones y tristezas. Las alegrías y las victorias siempre son proporcionadas por Dios. Las frustraciones y tristezas son proporcionadas por los hombres. Siempre por los hombres.
Hablar de estas situaciones ambivalentes sería muy difícil. A pesar de que, muchas veces, en aquellos momentos de depresión tenemos la tendencia a lamentarnos, pues somos humanos; yo prefiero decir que el ministerio fue y sigue siendo la gozosa realización de mi vida pues, en la expresión del pastor Roy Alan Anderson, “el ministerio debe ser más que una manera de ganarnos la vida. Debe ser el único modo mediante el cual un hombre puede vivir”.
MINISTERIO: ¿Aceptó usted siempre todos los llamados?
WILSON SARLI: Sí. los acepté. A pesar de que nunca me había propuesto aceptar cualquier llamado que me llegase. Yo no creo que debemos aceptar todos los llamados que nos llegan. Dios nos da la facultad de la razón y el derecho de elegir. Y la obra también. Cuando recibimos un llamado, debemos hablar con Dios y solicitar la ayuda del Espíritu Santo a fin de tomar la mejor decisión. Es posible que en alguna ocasión él nos diga que debemos aceptar y, en otras, que no debemos hacerlo. Si, de antemano, yo me propusiera aceptar automáticamente todos los llamados que reciba, no necesitaría solicitar la dirección divina. Mi decisión ya habría sido tomada sin darle oportunidad al Espíritu Santo. En mi caso, siempre decidí cuando tenía el llamado en mis manos. En ese momento oraba, pidiendo la orientación divina. Sucede que en esa fase de la decisión, yo siempre me sentía más tranquilo y en paz ante el pensamiento de aceptar, que de no aceptar. Fue así como los acepté todos.
MINISTERIO: ¿Hubo algún modelo humano que lo Inspiró a entrar en la obra?
WILSON SARLI: Sí, lo hubo. En primer lugar, mi padre, el pastor Herminio Sarli, quien siempre procuraba inculcar en nuestra mente que ser un obrero en la causa de Dios era la cosa más sublime que alguien pudiera alcanzar. Pero también mis maestros de teología, algunos de los cuales ya los mencioné, hicieron algunos de los cuales ya los mencioné, hicieron germinar ese ideal dentro de mí.
MINISTERIO: ¿Qué le motivó a escribir el libro “Colportagem”, al conmemorarse cien años de la historia de las publicaciones en Brasil?
WILSON SARLI: Mi motivación principal fue el deseo de contribuir al reclutamiento de nuevos colportores. Contrariamente a lo que algunos creen, yo pienso que Dios ha reservado mayores cosas para el ministerio de las publicaciones en este final del siglo. Si creemos realmente en lo que escribió Elena G. de White al respecto, entonces tenemos que apoyar ese trabajo hasta las últimas consecuencias, sin medir sacrificios para que ocupe el lugar que siempre tuvo en el plan de Dios. Es una fuerza misionera que no puede ser subestimada, especialmente en el contexto de la misión global.
MINISTERIO: ¿Podría evaluar el uso del púlpito adventista en la actualidad?
WILSON SARLI: Durante la conmemoración del año del pastor (1993), yo dije que deberíamos aprovechar la ocasión para realizar nuestro ministerio. Desde mi perspectiva, y me gustaría estar equivocado, hay muchas cosas que absorben la atención del pastor, haciendo que le quede muy poco para lo esencial: la predicación. Hay púlpitos pobres. Otros, abandonados. Algunos están vulgarizando el púlpito con expresiones e ilustraciones grotescas, y hasta en su apariencia personal. Otros no se preparan debidamente y el mensaje es pobre, sin contenido. Prueba de ello es la dificultad que tenemos para escoger un pastor para una iglesia de cierto nivel. Sin embargo, tanto los pastores como las iglesias más sencillas, como los de las iglesias más exigentes, deben ser pastores eficientes.
Hay, sí, muchos pastores que toman en serio su ministerio, que no se envuelven en “negocios de este mundo”, y que respetan al
rebaño que les fue confiado, alimentándolo debidamente. Por consiguiente, debemos reconocer que es imperativo un reavivamiento entre nuestros ministros, en el sentido de mejorar nuestra predicación, eliminando todo aquello que no sea esencial. Tenemos que revitalizar nuestro ministerio y predicar con el poder del Espíritu Santo.
MINISTERIO: ¿Cómo definiría usted a un obrero de éxito?
WILSON SARLI: Un obrero de éxito es aquel cuyo pastorado sigue las pautas del Príncipe de los pastores. Su éxito consiste en no tener otros intereses en la vida. Su éxito se mide por el éxito de Jesús. Cuando ve los resultados de sus esfuerzos, gracias al auxilio del Espíritu Santo, se siente satisfecho. Ese crédito se torna cada vez más expresivo cuando ve que las vidas van siendo transformadas por el poder de Jesús y se considera más y más un instrumento en la ganancia de almas. El éxito de un obrero está vinculado a su propia experiencia, y es el obvio resultado de una vida transformada por la convivencia diaria con las Escrituras y con Cristo.
MINISTERIO: ¿Cree usted que la Misión Global es un “slogan” más, o un programa inspirado que va a concluir la obra?
WILSON SARLI: Creo sinceramente que la Misión Global es un programa de Dios, puesto a disposición de la iglesia para la conclusión de la obra del Señor en la tierra. Para mí, los grandes desafíos de la Misión Global son una proyección de los desafíos que me rodean, en mi pequeño mundo, con todas sus necesidades. Así, los desafíos de la evangelización comienzan aquí, para alcanzar los confines del mundo.
MINISTERIO: ¿De qué modo la Asociación Ministerial puede ayudar al pastor? ¿Cree que está cumpliendo su cometido?
WILSON SARLI: El secretario ministerial es el pastor de los pastores. Al frente de la Asociación Ministerial de cualquier nivel, siempre debería estar alguien que sea respetado, obedecido y amado, cuya vida ministerial no sea cuestionada. Un hombre que, por su respetabilidad y capacidad, pueda ayudar a los ministros en su desarrollo, conduciéndolos, por su ejemplo, a una relación personal con Jesús y a una concepción bien clara de lo que significa ser un pastor. Que tenga cualidades para fortalecer la fe de los ministros adventistas. Debe estar dotado de un mínimo de preparación, que no avergüence ni a los pastores ni a la iglesia cuando tenga que defender principios doctrinales en cualquier lugar y ante cualquier persona. Además, debe ser alguien que tenga credibilidad entre el cuerpo ministerial. Que, al levantarse para hablar a los ministros, sea escuchado con atención, respeto y silencio; y que cuando termine de presentar su mensaje, los pastores hayan oído algo que le habló al corazón, que les infundió una nueva motivación para llevar a cabo un ministerio más dedicado y fructífero.
Los pastores necesitan siempre de un consejero ministerial muy confiable, de tal modo que en un momento de crisis no titubee en buscarlo, si fuere necesario. Para tal función, no es necesario ni importante alguien que haga- ruido, estruendo u ostentación en sus sermones, sino que sea sobrio, que dignifique el púlpito, que use el lenguaje propio de un predicador del evangelio, que pueda decir como Pablo: “Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo” (1 Cor. 11:1). ¿Imposible? No. No sólo debe ser posible, sino necesario.
Ahora, si la Asociación Ministerial, en los diversos niveles, está cumpliendo su papel, cada pastor podrá sacar sus conclusiones. Hace tiempo conocí a un secretario ministerial que, al saludar a un pastor, le preguntaba primero por los bautismos, sin mencionar nada sobre la esposa y los hijos. Yo creo que todo tiene su lugar y su momento apropiados. Creo que en una visita ministerial no debemos mezclar asuntos administrativos. El secretario ministerial ha sido constituido como pastor y no como administrador, sin que esto implique que el administrador no deba actuar también como pastor. Está allí para aconsejar, animar y ayudar espiritualmente al pastor y a su familia. Nada de evaluaciones.
Nuestro principal objetivo como secretarios ministeriales debe ser promover la vida espiritual de los pastores y sus familias, y ayudarlos a desarrollar un programa bien equilibrado de trabajo, devoción personal, dedicación a la familia y recreación.
MINISTERIO: ¿Qué consejo daría usted a un aspirante al ministerio?
WILSON SARLI: Si usted siente que fue llamado por Dios, entre en el ministerio con alegría. Sea siempre un siervo dispuesto a servir y un discípulo listo a aprender. Tenga cuidado con la excesiva erudición que nubla la belleza del evangelio. Predique la Biblia con claridad y sencillez, sin afectación; preocúpese que sus mensajes lleguen honda y directamente al corazón de sus oyentes. Ame al rebaño que Dios le confió. Visítelo. Asístalo.