Cómo hacer frente al estrés y al agotamiento nervioso en las profesiones de cuidado y atención a otros
El estrés es un hecho de la vida. Usted está bajo estrés cuando maneja su vehículo rumbo a su trabajo, cuando se le hace tarde y llega con retraso, cuando recibe una visita inesperada, cuando preside una reunión, cuando muere un animalito que sus hijos tienen como mascota en su casa. La felicidad, la tristeza, el dolor, el trauma, el frío, el calor, todos producen el mismo síntoma de estrés dentro de su cuerpo. El estrés afecta todos los niveles de edad. Puede ser que usted experimente una náusea, le duela de repente la cabeza, comience a transpirar, se le acelere el ritmo cardiaco, sienta tensión muscular en la espalda o alrededor de la frente, estalle en lágrimas, o se muerda las uñas. Durante el estrés su cuerpo trabaja para reajustarse al funcionamiento normal.
La relación del estrés con la salud física y mental es un descubrimiento relativamente reciente y progresivo. Hans Selye, el “padre” de la medicina del estrés, desarrolló y popularizó el término estrés en 1946.1 De acuerdo con Selye, “estrés es la respuesta imprecisa del cuerpo a cualquier demanda que se le haga”.2
Estrés: factores causales
A los factores causales del estrés se les llama “estresores”. Pueden ser el deseo de ganar un juego, la necesidad de desempeñarse bien en público o simpatizar con una persona que está sufriendo grandes pérdidas. Todos son diferentes, pero todos desencadenan esencialmente las mismas respuestas biológicas. Conceptualizando el estrés en términos biológicos, Selye desarrolló la teoría del Síndrome de Adaptación General (SAG, por sus siglas en español). El SAG comprende tres etapas según su reacción: de alarma, en la cual el cuerpo reacciona al estresor; de adaptación; y de agotamiento, cuando se pierde la adaptación.
El estrés tiene también una naturaleza psicológica. Es un estado de respuesta, cuya intensidad está determinada por la percepción y la interpretación individual. Las personas responden en forma diferente a los mismos estresores. Puede ser que un embotellamiento del tráfico irrite suavemente a una persona pero traumatice completamente a otra. El punto que queremos destacar es que la cantidad de estrés no puede ser determinada al examinar los estresores solos. El contexto en el cual ocurren los estresores y la experiencia previa de los individuos afectados son también importantes. Además, la amenaza del estrés puede producir el mismo efecto que el estresor.
El estrés está asociado muy a menudo con situaciones no placenteras de la vida. Esto puede conducir a la idea de que si evitamos las situaciones de estrés, nos sentiremos mejor. Y en realidad, en casos severos de estrés por causas conocidas, una huida temporal de la situación puede ser una medida terapéutica necesaria. Sin embargo, uno no puede huir completamente del estrés. Una huida total sólo ocurre con la muerte.
Manejo o colapso
La conclusión es que debemos procurar manejar el estrés, pues de lo contrario sufriremos un colapso. El colapso nervioso ocurre cuando nuestra energía adaptativa se ha agotado. Selye teorizó que cada uno de nosotros ha recibido una reserva de energía adaptativa de la cual hacemos retiros, pero que no es seguro que podamos hacer depósitos.3 Podemos malgastar nuestras reservas o aprender la forma de hacer que duren, usándolas cuidadosamente en causas dignas; si es posible, en aquellas que produzcan la menor cantidad de estrés.
Los síntomas de agotamiento nervioso varían, pero hay un núcleo común: pérdida de interés, pérdida de sentimientos, sensación de rechazo, tendencia a tratar a otros en forma deshumanizada. Todo esto puede desembocar en una sensación de total desesperación.
¿Cómo enfrentamos el estrés para evitar el colapso? De todas las características que tienen los seres humanos, la más destacada es nuestra habilidad para hacer algo por encima de nuestras capacidades individuales. “Aprenda a ignorar lo que no pueda controlar y a controlar lo que sí pueda”, escribe el Dr. Peter G. Hanson, autor de The Joy of Stress, libro que pronto se convirtió en bestseller.
“Asuma un papel activo en el manejo de su propia vida y no sea un simple turista en el camino de la existencia”.
Nuestro objetivo, entonces, es aprender a manejar el estrés de modo que no sea destructivo. Pero ¿cómo puede hacerse?
Salud y manejo del estrés
El Dr. Robert Veninga, coautor de The Work-Stress Connection informó que en su investigación, 19 de cada 20 personas que sufrían de agotamiento nervioso estaban físicamente inhabilitadas (no aptas) y no estaban siguiendo una dieta saludable ni ejercitándose adecuadamente. La primera línea de defensa contra la presión es la confianza que resulta de sentirse vibrantemente vivo, física y emocionalmente.
El pensamiento positivo ayuda para acomodar el estrés. Los temperamentos más alegres en cualquier grupo de personas son aquellos que se relacionan con las tribulaciones de la vida en forma más efectiva. Una mente alegre puede convertir el estrés en una fuerza positiva.
Un tercer ingrediente en el buen manejo del estrés es la salud espiritual. Así como la salud física requiere un régimen de ejercicios y buenas prácticas de salud, también la salud espiritual requiere estudio y devociones regulares y oración personal.
El estrés y las profesiones de ayuda
Cualquiera puede sufrir un colapso; pero este no es por sí mismo una indicación de debilidad de parte de quien lo sufre. Ciertas profesiones, sin embargo, parecen ser más peligrosas que otras. Estos trabajos pueden llamarse portadores de estrés y producen una mayor cantidad de estresores que otros. Son dignas de notarse especialmente las profesiones de ayuda: pastores, médicos, consejeros, maestros, enfermeras, trabajadores sociales, y otras categorías similares de profesiones que tienden a llevar las cargas de los demás. Además, los obreros que trabajan en organizaciones muy burocratizadas y los gerentes y ejecutivos en general padecen altos niveles de estrés. Finalmente, las mujeres en el mundo del trabajo, tienen problemas especiales muy singulares relacionados con el rol de su género.
Nos detendremos en forma especial en las profesiones que se dedican a ayudar a los demás. Sin embargo, los principios de prevención y tratamiento se aplican en general a toda profesión o situación de trabajo.
En los altos niveles de agotamiento afrontamos con frecuencia el problema del diagnóstico. La mayoría de los síntomas del agotamiento son tan generalizados, que la diversidad de causas puede ser frustrante. Además, no hay pruebas con una elevada validez establecida que sean verdaderamente útiles. Para las enfermedades emocionales hay disponibles varias pruebas de diagnóstico aceptadas. Todavía no se han desarrollado tales pruebas para el agotamiento nervioso. Sin embargo, he encontrado dos instrumentos de autodiagnóstico que pueden ser útiles en la diagnosis preliminar. El primero y más sencillo de los instrumentos fue desarrollado por Ayala Pines y Elliot Aronson.4 El segundo, ligeramente más amplio, aparece en la obra de Beverly Potter. En la diagnosis, por supuesto, no hay ningún sustituto para un médico hábil.
Cómo hacer frente al agotamiento nervioso
¿Cómo aprendemos entonces, a hacer frente efectivamente al estrés en nuestras vidas, para evitar el agotamiento o recuperamos de él? La clave es “salir adelante”. Se refiere a los esfuerzos realizados para dominar las condiciones difíciles o amenazantes cuando una respuesta automática no está disponible.5 Es un proceso sin solución de continuidad. Se enfoca en la necesidad de hacerle frente al estrés crónico inherente a todas las etapas y circunstancias de la vida diaria.
Richard Lazarus6 ha sido líder en la investigación del estrés. En el curso de su investigación creó un circuito para hacer frente al estrés. Este circuito resume todas las acciones posibles a las que uno puede recurrir para hacerle frente al estrés más severo.
Para ilustrar la aplicación de esta tabla, supongamos que la fuente del estrés es un jefe sumamente difícil. ¿Qué voy a hacer con mi elevado nivel de estrés precipitado por un jefe paranoico? Al ver hacia el circuito, elijo “acción directa”. Trato de cambiar al jefe. Si esto no parece ser una buena estrategia, puedo confróntalo. Si ninguno de los cursos de acción tiene éxito, puedo adoptar una actitud positiva de tolerancia hacia el jefe y vivir con la situación. Esta es una estrategia directa para hacerle frente al conflicto. Se aplica exteriormente a la fuente ambiental del estrés.
En vez de una estrategia activa directa, podría yo elegir una estrategia activa indirecta, es decir, una estrategia aplicada internamente a mi comportamiento y mis emociones. Concluyo que el intento de confrontar o cambiar al jefe es una elección problemática. Así que elijo unirme a otros colegas departamentales infelices y criticar “al jefe”. Yo participo en esto frecuentemente. Trato de cambiar mi propio comportamiento para reducir la fricción, involucrándome en una actividad lejos de mi lugar de trabajo propiamente dicho.
Con el paso del tiempo -digamos un período de tres años- llego a la conclusión de que no puedo cambiar las condiciones de trabajo para que sean soportables. Poco a poco me muevo hacia el modo inactivo directo. Evito al jefe del departamento, y al final de los tres años renuncio al trabajo. No adopto la elección indirecta inactiva, que es, obviamente, destructiva y fútil.
La tabla puede aplicarse a cualquier situación de estrés elevado, en la cual la fuente se reconoce y es susceptible de confrontación /cambio.
¿Qué estrategia adoptar?
¿Es una estrategia mejor que otra de modo que uno pueda generalizar con éxito? Los datos son escasos, pero el informe de la investigación de Ayala Pines y Elliot Aronson indica: “Las estrategias activas fueron usadas más a menudo para hacer frente al agotamiento y se informó que tuvieron más éxito: mientras más frecuente el uso de estrategias activas, se producen menos colapsos; mientras más frecuente el uso de las estrategias inactivas, ocurren más colapsos. Una excepción a este patrón fue la acción inactiva directa de ignorar la fuente; se encontró que esta acción era más similar a las estrategias activas que a las pasivas”.7
Uno no debería suponer que una estrategia particular es más efectiva para hacer frente al estrés en todos los casos. Al contrario, cada situación tiene sus propias singularidades, y la gente puede comportarse en concordancia con sus propios patrones de comportamientos de tal manera que haga generalizaciones peligrosas. La mejor manera de hacer frente a tales situaciones es, cada caso según su propio mérito, no atenerse a una fórmula o a un enfoque único.
Apoyo social
El apoyo social es otra estrategia efectiva. El apoyo social consiste en “informar a los sujetos principales que son amados, estimados y valorados, y convencerlos de que pertenecen a una red social de apoyo”.8 La investigación indica que la ayuda del apoyo social es efectiva tanto en la prevención como en la recuperación del colapso por estrés.
¿Qué provee el apoyo social?
La primera necesidad suplida por los apoyos humanos es “sostener las manos”. Todos necesitan una o más personas que les escuchen activamente sin recetar consejos ni hacer juicios. Las personas necesitan compartir alegrías y tristezas, éxitos y fracasos, con los demás seres humanos. Ocasionalmente, cuando una persona se encuentra bajo estrés, necesita “abrirse” en un ambiente seguro donde un buen oyente demuestre comprensión y simpatía.
Segundo, quienes se encuentran en la vida profesional en general, o en las profesiones dedicadas al servicio de los demás en particular, necesitan de una persona bien informada que pueda apreciar lo que hacen estos profesionales de modo que comprendan las demandas técnicas que su labor les impone. La mayoría de los ministros, por ejemplo, realizan su labor individualmente tal como lo hace el pastor en su iglesia o distrito. Es muy probable que no haya nadie que pueda darles una retroalimentación honesta y experta de su actuación. Para dar apoyo técnico, el consejero debe ser competente en ese campo y ser suficientemente íntegro a fin de hacerse digno de confianza. La apreciación técnica de esa persona llega a ser muy valiosa y significativa en el ministerio del pastor.
Estos dos servicios realizados por colegas competentes y confiables pueden distinguirse mediante un sencillo contraste. Cuando estamos haciendo bien las cosas, necesitamos que alguien valore nuestros esfuerzos dándonos una palmadita en la espalda. Pero cuando nos estancamos como seducidos por la rutina, necesitamos que alguien presione vigorosamente nuestra espalda y nos diga: ¡Adelante con ánimo, yo te apoyo!
Apoyo personal total
Hay ocasiones en que uno necesita más que la terapia de ser escuchado. Necesita un tipo de apoyo que puede llamarse apoyo total personal, no importa cuáles sean las circunstancias. La persona que sufre estrés necesita de alguien que esté con ella en forma continua e incondicional, no importa lo que ocurra. Alguien que le dé aceptación total al margen de la forma en que actúe.
Cuando no nos estamos desempeñando bien o hemos “tirado” el guante, puede ser que necesitemos desafío emocional. Puede ser que poco a poco construyamos mecanismos de defensa que hagan difícil la evaluación de nuestra actuación en forma objetiva. Cuando hemos sido vencidos por el estrés emocional, nos resulta fácil revolcamos en el fango de nuestra propia miseria. En tales ocasiones necesitamos desafío emocional de alguien en quien podamos confiar. No se puede exagerar el valor de este apoyo.
Estilo de vida y colapso
Un colapso no se da como resultado de un caso especial de estrés, sino como una acumulación de estresores menores. Si ese es el caso, necesitamos con urgencia realizar un examen de nuestro estilo de vida. Si usted está sufriendo altos niveles de estrés y todavía no ha detectado la causa, le convendría considerar alguna de las situaciones siguientes:
1. Falta de control adecuado del tiempo para realizar todas las actividades. Es decir, la persona no conserva sus compromisos bajo control de un programa sino que siempre anda atrasada.
2. Realización de actividades no programadas, y por lo tanto anda continuamente fuera de horario.
3. Falta de tiempo suficiente en la planeación.
Considere estas otras alternativas: Controle su actividad diaria durante dos semanas y diagnostique las dificultades. Luego planee sus estrategias para realizar el cambio, asegure la cooperación de su cónyuge, sus hijos, y colegas -y cambie. Después de un período apropiado, evalúe, ajuste y continúe.
Otro problema frecuente es el establecimiento de objetivos no realistas. Si bien es laudable intentar lo imposible y ensanchar nuestras capacidades, reconocer nuestras limitaciones es esencial para mantener niveles tolerables de estrés.
Estrategias para reducir el estrés
Las estrategias para reducir el estrés en las profesiones que se dedican a cuidar a los demás implican desarrollar ciertas habilidades especiales. Tales habilidades ayudan a este tipo de profesionales a sobrevivir en una atmósfera que requiere el trato casi continuo con personas que están bajo altos niveles de estrés.
El término “macroenfoque” fue acuñado por Harold Leif y Renee Fox en el contexto del cuidado médico. Señala que “el médico empático es suficientemente imparcial u objetivo en sus actitudes hacia el paciente a fin de darle cuidado ecuánime y comprensivo”. Este enfoque más amplio señala que “la preocupación del médico es el paciente, en forma global, y no sólo su hígado, su corazón y ni siquiera su psiquis”.9
“El macroenfoque” no sólo se aplica a los médicos sino a todos los profesionales que se dedican a ayudar a los demás y particularmente a los ministros, enfermeras, y consejeros. Intenta encontrar una vía intermedia que evite la extrema preocupación por las necesidades del aconsejado, que haga que el consejero pierda objetividad y llegue a ser menos capaz profesionalmente y se proteja tanto a sí mismo que hasta llegue a aislarse y deshumanizarse completamente.
Existe otra habilidad protectora que es la capacidad de separar nuestra vida de nuestro trabajo. Esto es particularmente importante para un ministro y al mismo tiempo extremadamente difícil. ¡Pero puede hacerse! Uno debería tener la capacidad de aislar su vida privada del trabajo.
La utilización de técnicas de descompresión es otra habilidad que ayuda a evitar o a reducir los niveles indebidos de estrés. La descompresión funciona como una válvula de escape que implica una disminución general de la velocidad del ritmo de vida; una oportunidad para estar quieto, meditar, hacer ejercicio o relajarse. En situaciones de trabajos de alta tensión puede ser que las técnicas de descompresión sean necesarias varias veces al día. La mayor necesidad de descompresión se experimenta al final del día de trabajo.
Las dos horas después del trabajo son las que imponen los mayores riesgos domésticos causados por el estrés del trabajo; esto es especialmente cierto en familias donde los dos padres trabajan. La esposa viene al hogar para enfrentar al esposo, los hijos, y un nuevo rol de estresores sin tener ni siquiera un pequeño respiro. El esposo viene a la casa buscando un poquito de paz y descanso mientras lee cuidadosamente el periódico. Ambos se saludan en la puerta para descansar allí de los cuidados del día o para envolverse en los deberes de la casa sin tomarse un momento de respiro. Bajo estas circunstancias, el hogar, en vez de ser un pedacito de cielo, llega a ser una nueva amenaza de estrés.
Algo de esto puede evitarse si se acepta la realidad mediante una cuidadosa planeación que permita compartir las cargas y usar técnicas de descompresión. Por ejemplo, pueden ponerse de acuerdo de no proceder a la disciplina familiar sino hasta después de la comida. Pueden concordar también en no tratar los grandes problemas familiares sino hasta después de lograr una cierta medida de tranquilidad y relajamiento. También pueden alternar los roles -tanto padres como hijos- para dar un matiz de variedad y compartir tanto el estrés como la relajación.
En el mundo del trabajo profesional se ha añadido en los últimos años un factor de estrés relativamente nuevo. Se llama: “producción a la hora de la comida”. Esta práctica sugiere que las horas de trabajo son insuficientes para mejorar la producción, por tanto debemos trabajar a la hora de la comida. Si usted hace eso y no se toma otros “recesos”, se ha creado un día de trabajo sin ningún respiro de consideración. Recuerde, nuestra premisa es evitar el agotamiento y el colapso. El estrés no es el problema, sino el estrés que no se libera.
El consejo bíblico ya había considerado este problema con las siguientes palabras: “¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo?” (Mat. 6:27).
Sobre el autor: EI Dr. Winton H. Reaven, es decano emérito del Kettering College of Medical Aris. Dayton, Ohio.