Construyamos relaciones seguras
“Para hacer frente a la edad crítica de los adolescentes, los padres requieren de una sabiduría salomónica y una paciencia mesiánica”.
“¿Comprender a los adolescentes? ¡Es simplemente imposible! Todo está dicho”.
“No me diga lo que mis hijos han hecho ahora. Es lo mejor que puedo hacer para poder enfrentar los problemas de la vida diaria; no añada más sinsabor a mi copa. Ya está totalmente llena”.
“¿Qué hiciste? Me avergüenzo de que seas mi hijo, y lo que es más, también estoy profundamente herido”.
Estas son declaraciones de padres que ya no saben qué hacer para entenderse con sus E hijos adolescentes durante los momentos de crisis. ¿Cómo deberían actuar los padres ante semejantes situaciones? ¿Cómo pueden los pastores ayudar a los adolescentes a reaccionar ante las crisis? Las investigaciones referentes a los problemas de los adolescentes son claras. El abuso de drogas y el alcohol son todavía los problemas que más preocupan en relación a los adolescentes, pero su importancia queda disminuida al unirse a otras preocupaciones sociales como la presión de los compañeros, el SIDA, el embarazo de las jovencitas y el viejo problema de la crisis de identidad.
Hace quince años uno de cada cinco adolescentes se preocupaba por la “brecha generacional” e informaba que la convivencia con sus padres era el mayor problema que tenía que afrontar. Pero hoy sólo el dos por ciento cita lo anterior como el problema más importante que afronta esta generación. La generación actual de adolescentes afronta nuevos y siniestros problemas: uno de cada nueve jóvenes menciona la enfermedad del SIDA como el problema más importante. De hecho, los problemas que afrontan los jóvenes son tan penetrantes que sólo un adolescente en veinte parece tener plena conciencia de los problemas que confronta esta generación.1
Estas son cifras proporcionadas por las escuelas de nivel medio a nivel nacional, pero los estudios sobre los jóvenes adventistas del séptimo día también identifican muchos de estos problemas como los que más les preocupan. Es cierto que la participación en la mayoría de estos comportamientos de riesgo está por debajo del promedio nacional, quizá porque muchos jóvenes se encuentran en ambientes “protectores” como iglesias y escuelas de iglesias, y su participación en estos tipos de comportamiento de crisis es algo que despierta la atención y el interés de los demás.2
También hay crisis en las relaciones. La mayoría de los adolescentes (52 por ciento) se llevan bien con sus padres, y es probable que se lleven mucho mejor con sus madres que con sus padres.3
La diversidad de relaciones causa tensiones personales. Los padres expresan con frecuencia lo difícil que les resulta mantener la calma y la tranquilidad frente a la reacción emocional de los adolescentes a la disciplina, las sugerencias, la ayuda o la corrección.
Adolescentes en un mundo real
Vivimos en un mundo contaminado por una cultura pecaminosa, caída y trastornada. Muchos de los males de hoy no existían cuando se escribió la Biblia, y muchos otros eran menos penetrantes. En la esfera religiosa, muchos adolescentes expresan lo poco relevante que les resulta la Biblia en su lucha por resolver los problemas “personales” que afrontan. Los adolescentes saben intelectualmente que la Escritura contiene principios que pueden ayudarles a resolver las crisis. También saben que una familia amante fundada en los principios escriturísticos puede ser un fuerte baluarte contra las aberraciones de la sociedad actual. Pero no ven mucha compasión ni mucha aplicación de estos principios en la vida de sus padres airados y no los ven en las actitudes de desaprobación y condenación de los miembros de iglesia.
Los consejeros profesionales entrenados y los pastores experimentados han aprendido que no es el tipo de técnica de aconsejamiento lo que importa para producir el cambio saludable y para dar una nueva dirección. La influencia penetrante de toda la terapia sanadora se reduce a la necesidad de comprensión y sentido de la vida así como relaciones humanas saludables.4
Siendo que la iglesia está compuesta de personas, no de edificios, presupuestos, o denominaciones, pensemos en lo que ocurriría si sólo cinco personas de toda la congregación reaccionaran ante un adolescente con problemas o ante una familia que atraviesa por la agonía de una crisis, y mostraran el mismo amor incondicional que Dios nos da como un regalo. Tristemente, los jóvenes no entran en nuestras iglesias en busca de personas tales. De modo que es imperativo que hallemos formas de encontrarlas.
Cuestión de identidad
La crisis de identidad no es precisamente un concepto nuevo. La mayoría de los profesionales reconocen que los problemas de identidad que afronta la juventud cambian simplemente de estilo, no de sustancia, durante las generaciones sucesivas. Los pastores, educadores religiosos y maestros trabajan con individuos que toda la vida buscan identidad y cambio. El conocimiento propio lleva tiempo, pero el hecho de que los adolescentes se muevan hacia el cambio ayuda en el proceso. Los adolescentes en crisis tienen muchísimas preguntas relativas a la identidad (¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? ¿Por qué estoy aquí?). Ellos necesitan a alguien con identidad propia.
El conocimiento de Dios, el sentimiento de su presencia, experimentar la aceptación y sentir que pertenecemos a algo o alguien en la iglesia, mitiga en gran medida la vida crítica de los adolescentes, crisis que derivan de los sentimientos de separación, crítica, falta de aceptación y rechazo. Las iglesias pueden ser lugares maravillosos donde es posible hallar identidad. Estar “en Cristo” es mucho más que un pasaje bíblico. Es la esencia de la comunidad cristiana misma. De modo que mida la temperatura de su iglesia. Pregunte a sus miembros acerca de lo que piensan los sábados por la mañana, y no pase por alto la opinión de los jóvenes. ¡Si la temperatura de su iglesia es demasiado fría, haga algo al respecto!
Una crisis de identidad que señala directamente a la iglesia, al equipo pastoral, o a la feligresía, es el de la crítica destructiva. Los jóvenes sienten que sencillamente la iglesia no se preocupa por ellos. Valuegenesis mostró que sólo 44 por ciento de los estudiantes sentían que su iglesia era “cálida” y 61 por ciento que era amigable.
En preparación para la crisis
En la mayoría de la gente las crisis son el resultado de no poder pensar en las alternativas que tienen a su disposición y que les pueden ayudar a afrontar con éxito las pruebas de la vida, lo que realmente deseamos es que se nos valore y estime. Piense en un plan antes que surja una crisis. Ayude a los padres a desarrollar un plan de orientación antes que surjan los problemas. Como pastores deberíamos estar informados acerca de los mejores y más accesibles programas de aconsejamiento para tratar los problemas juveniles.
Deberíamos tener información disponible sobre el abuso de drogas. Puede ser que necesitemos un número telefónico para aconsejamiento en momentos de crisis. Conserve los números telefónicos de los Centros de Recursos e Investigación Juveniles a la mano en su escritorio. Necesitamos profesionales cristianos bien preparados y dispuestos a quienes referir a nuestros jóvenes en casos de crisis antes que el problema se agrave.
Es probable que necesitemos diseñar nuevas series de estudios bíblicos para tratar los asuntos que los jóvenes y los adolescentes afrontan: soledad, aceptación, amistad, crítica, compasión, etc. Necesitamos una lista de publicaciones y videocasetes que podamos recomendar a los padres y a los jóvenes que necesitan ayuda. Necesitamos recursos de Internet a través de los cuales puedan obtener ayuda, como el Parenting Resource Center (Centro de recursos para los padres) en la dirección @parentsplace.com, o el Hancock Center for Youth Ministry (Centro Hancock para el ministerio juvenil) en la dirección @HCYM@laSierra.ed, donde se publican semanalmente buenos programas acerca de las crisis juveniles. Hay, incluso, un lugar especial a donde recurrir cuando necesite ayuda inmediata. La organización es Kids Place y la dirección: @ Kidsplace.org.5 Es preciso reconocer que no podemos hacer solos todo lo necesario.
Reacción ante la crisis
Crisis no es necesariamente un término negativo. Por lo general denota o protagoniza un área existente de conflicto. Nos da la oportunidad de ir más allá de los problemas que éste produce. Eric Erickson, el psicólogo que dio fama al término crisis de identidad, sugiere que la crisis es “un momento de decisión entre dos poderosas fuerzas en conflicto”.6 La crisis puede ser terapéutica y conducir a decisiones dinámicas y que miran hacia el futuro. Es un período agudo de tiempo, o una situación que anticipa cambios conclusivos.
Cuando tratamos los conflictos, lo más importante que podemos hacer es crear un clima en el cual el diálogo y la comunicación se incrementen, no que disminuyan. Una vez tuve un día particularmente difícil. Me había sentido impulsado y arrastrado a terminar proyectos sumamente atrasados. En ese momento llegó a casa mi hijo adolescente con una oreja perforada y un arete de oro colgando de ella, desafiando mi ira. En ese mismo instante me dispuse a reprenderlo y a discutir seriamente sobre valores y normas eclesiásticas en cuanto al uso de joyas. Fueron necesarias la madurez y el razonamiento de mi hijo para señalarme mi propio problema. Él quería hablar. Él quería comprender. Pero yo lo único que quería era obediencia sumisa. Afortunadamente, después de cierta reflexión, vi el cuadro completo. Comencé a escuchar. Por supuesto, el arete desapareció sin llamar la atención en su debido momento; los valores de mi hijo estaban intactos, aun cuando yo había temido lo peor. Gracias a esta experiencia aprendí que una reacción violenta y poco juiciosa nunca es un remedio para la crisis.
Es difícil aprender a escuchar, pero es uno de los mejores regalos que puede darles a los jóvenes.
Formas prácticas de ayudar
Aquí van algunas ideas que pueden ayudarle a desarrollar un estilo proactivo para tratar con los adolescentes en tiempo de crisis en su congregación local.
Ayude a los adolescentes a desarrollar la habilidad de tomar decisiones. Kyitex a la juventud a madurar en su proceso de pensamiento es una de las habilidades más valiosas que una congregación local puede proveer. Después de todo, cuando surge una crisis, los adolescentes son los que deben tomar una decisión sobre los asuntos que están en juego. La iglesia puede ser un lugar donde se modele este proceso creativo de toma de decisiones. En vez de decirle a la juventud lo que tiene que hacer, pregúnteles a qué conclusiones han llegado y cómo llegaron a ellas. Evite la tendencia a poner etiquetas a todo y a desestimar lo que hacen los jóvenes. Si se les dice: “¿Qué pueden saber ustedes si no son más que muchachos?” o “Me han desilusionado” se abre el camino para una ruptura de la comunicación. Entonces los adolescentes dejan de escuchar, y cuando las personas a quienes ellos esperan respetar están dando órdenes, prescribiendo y sermoneando, nadie los escucha.
Ayude a los jóvenes a desarrollar sus propios valores y normas de conducta. En realidad, evitar una crisis es un problema de educación. Ayudar a los jóvenes a comprender cuáles son sus valores personales puede ayudar mucho a evitar los problemas que afronta la juventud. Cuando un adolescente conoce sus propias normas y valores, le resulta más fácil decidir no participar en actividades que choquen con ellos.
Construya una base bíblica para la acción. Un ministerio juvenil equilibrado es siempre bíblicamente reflexivo. Cuando enseño a adolescentes, siempre trato de presentarles pasajes bíblicos relacionados con los asuntos que los preocupan o que tienen que ver directamente con la crisis por la cual están pasando.
Un programa de estudios bíblicos para grupos pequeños de adolescentes puede hacer mucho para evitar una crisis a través de discusiones abiertas y personales acerca de las normas y los valores. Los jóvenes respetan la autoridad de la Biblia cuando se la abre ante ellos en el marco de una relación de aceptación cálida y amante. Cuando los jóvenes se ayudan unos a otros pueden ver lo que la Biblia dice acerca de la vida, las pruebas y los conflictos y es una de las mejores cosas que pueden experimentar.
Ayude a construir una visión bíblica universal. Nuestras perspectivas están influidas, por nuestra visión del mundo o por nuestra ideología. La forma como hacemos frente a las crisis puede ser impactada por un pensamiento claro acerca de las prioridades. La gente que se ve a sí misma en una relación con Dios con frecuencia elige acciones y estilos de vida que brotan de la misma realidad básica. Las doctrinas bíblicas son, muchas veces, la agencia a través de la cual se explora la ideología de Dios. Una exploración sólida y rigurosa de los conceptos bíblicos es esencial, pero para la juventud todo debe manejarse en aplicaciones prácticas y relevantes. Este es el desafío. Contrarrestar una crisis con una larga lista de textos bíblicos de prueba, no funciona.
Merton Strommen dice que nuestra orientación teológica es crucial para determinar si aprenderemos o no valores significativos. Una orientación que se enfoca en el amor, la promesa y la presencia de Jesucristo inspira a la gente a aceptar el estilo de vida y la ideología de Cristo.7 ¿Qué mejor lugar para explorar nuestros puntos de vista ideológicos que en una congregación de amigos y maestros llenos de amor?
La investigación de Valuegenesis sugiere que la construcción de este tipo de armonía con los adultos puede ser difícil. “Parecería que una gran oportunidad para la transmisión de la fe y los valores se está pendiendo. Sólo 22 por ciento de los padres y 30 por ciento de las madres están comunicando su religión personal con una frecuencia de una vez por semana. Grandes porcentajes lo hacen con menor frecuencia o nunca”.8
Retraso relacional
Un productor de películas describió recientemente la crisis entre la juventud de hoy en esta forma: “Durante demasiado tiempo se les ha dicho a los jóvenes que su mayor problema son las drogas, el sexo, el alcohol, etc… Estos son, de hecho, sólo síntomas de una enfermedad mucho más grave. La enfermedad de la juventud es que sus relaciones básicas están desquiciadas: sus relaciones con Dios, con ellos mismos, con los padres, los amigos y con el mundo”.9
Y si usted dedica tiempo para revisar las películas que ellos ven en los cines y en la televisión, notará que en todas ellas no hay ningún adulto que desempeñe una parte significativa. Mark DeVries, en su significativo libro Family Based Youth Ministry (Ministerio juvenil basado en la familia), sugiere: “Característicamente, los adolescentes no tienen una capacidad relacional o de desarrollo para mantener una relación de compromiso durante un extenso período de tiempo. Ellos establecen y rechazan relaciones con sus compañeros. El peor enemigo de este año puede ser el mejor amigo del próximo”.10
Un creciente número de jóvenes están entrando a la edad adulta sin las habilidades necesarias para desarrollar relaciones significativas unos con otros. Entran a k* edad adulta careciendo de madurez relacional para establecer amistades y relaciones duraderas. ¿Cómo, entonces, podemos esperar que establezcan una relación significativa con Jesús como su amigo personal?
La iglesia tiene todos los recursos teológicos y filosóficos para curar este mal. Nosotros predicamos que una relación con Jesús es constante. Su amor y aceptación no son como los del mundo. Nosotros celebramos la naturaleza de la gracia de Dios como toda suficiente y omniabarcante a pesar de la inconsistencia de nuestros compromisos y de nuestros fracasos. El amor de Dios es un don maravilloso que modela lo que los seres humanos deberían llegar a ser. El don de la iglesia para la juventud es uno que inspira lo que “deberían ser” en sus vidas al ver cómo Dios está obrando en todos los miembros.
Desafortunadamente, sin embargo, ocurre con mucha frecuencia que la iglesia es esencialmente una estructura tendiente a la orfandad. No actúa como padre de sus miembros a través de la vida; más bien, los hace huérfanos en el tiempo preciso en que más necesitan una cultura estable.
¡Qué desafío! Ayudar antes que la crisis sobrevenga. Guiar a los jóvenes a Jesús como quien cuidará de ellos cuando se desarrolle una crisis.
Sobre el autor: El Dr V. Bailey Gillespie, es profesor de Teología y Personalidad Cristiana, así como director ejecutivo del John Hancock Center for Youth Ministry, La Sierra University, La Sierra, California, Estados Unidos.