Con frecuencia surgen nuevos puntos de discusión en el debate entre las muchas ramas de la ciencia y la posición de las Escrituras acerca del origen del mundo. Y todos sabemos que la mayor parte de la comunidad científica presenta una visión de los orígenes radicalmente diferente de la que expone la Biblia.

Muchos eruditos cristianos intentan ajustar la descripción bíblica de la creación al concepto científico contemporáneo. Y en esa búsqueda de armonía se han elaborado muchas teorías. Nos gustaría describir brevemente algunas de esas hipótesis creacionistas y ofrecer una evaluación concisa de sus puntos fuertes y débiles.

La creación hace millones de años

La teoría de la creación universal nos dice que el mundo surgió en seis días, millones de años atrás. Pero resulta inconcebible que las especies que vivían juntas por millones de años se fosilizaran de forma selectiva para producir la secuencia de los fósiles que se puede observar ahora. Habrá que buscar otra solución.

La creación de la vida

La creación de la vida en la Tierra es la versión oficial de los adventistas. La creación fue global, llevada a cabo en obediencia a una orden (Gen 1:3) por directa intervención divina (Gén 2:7) y cumplida en seis días. Los antepasados de todos los organismos vivos fueron creados, juntamente con las condiciones ambientales requeridas para su supervivencia.

Las tres principales variantes de esta teoría difieren en cuanto a la extensión de la creación más allá de la biosfera.[1] 1) Todo el Universo fue creado durante la semana de la creación; 2) el relato de la creación se refiere sólo a la Tierra y al sistema solar, mientras el resto del universo fue creado previamente; y 3) el relato de la creación se refiere sólo a la atmósfera, la superficie de la Tierra y a los organismos vivos. El Universo, incluso nuestro planeta con su agua y sus minerales, había sido creado algún tiempo antes.

El texto bíblico aparentemente no apoya ninguna de esas variantes. El estudiante de las Escrituras acepta una creación general, en seis días, aunque algunos detalles sean discutibles.[2]

La interpretación tradicional del relato de la creación provee un fundamento lógico para muchas enseñanzas bíblicas, tales como la caída del hombre y el significado del Calvario.

Las evidencias científicas en apoyo de esa teoría son mixtas. Existe abundante evidencia de que la naturaleza funciona de acuerdo con un designio, y los descubrimientos arqueológicos ofrecen grandes evidencias de catástrofes. ¿Pero el registro de la geología se vuelve difícil de interpretar si para hacerlo se recurre a una cronología corta?[3]

Creo que una creación reciente, llevada a cabo en seis días, es la teoría que cuenta con el mejor apoyo de las Escrituras, aunque muchos hombres de ciencia la discutan. A pesar de eso, hay una base suficientemente sólida para que se la recomiende. Esta teoría presenta una visión mucho más favorable de Dios como Creador que cualquier otra alternativa.

Pero existen otras ideas acerca de la naturaleza que pretenden elaborar una armonía más satisfactoria entre la Biblia y la ciencia.

La teoría de la brecha

Según la teoría de la ruina y la restauración, o sea, la teoría de la brecha[4], la Tierra habría sido habitada mucho tiempo antes por organismos cuyos recuerdos nos los proporcionan los fósiles. Todos habían sido destruidos en algún momento del pasado. Posteriormente, Dios había vuelto a crear la vida en la Tierra de acuerdo con el relato del Génesis. Un detalle: el mundo anterior habría estado controlado por Satanás, lo que explicaría la evidencia de destrucción y sufrimiento.

Esta teoría alcanzó mucha popularidad durante el siglo XIX, pero hoy no cuenta con tanta aceptación. Sus defensores citan Génesis 1:2, donde dice: “Y la Tierra estaba desordenada y vacía”. Razonan que Dios no podría haber creado la Tierra en esas condiciones. Se habría vuelto así. El libro del Génesis se limitaría a relatar la creación más reciente, cuando la vida habría sido restaurada en la Tierra.

Las evidencias científicas de esta teoría son confusas. La columna geológica es el medio más fácil de explicar una larga cronología. Y alguien podría esperar encontrar una brecha universal en el registro implícito en los fósiles, con ciertos organismos conocidos y humanos encima de la brecha, y ciertos otros, extintos, debajo de ella. Pero no se ha encontrado ninguna brecha. A veces se perciben en la columna geológica ciertos cambios bruscos, pero son incompletos. Los seres humanos y los animales conocidos no aparecen juntos.

Ni la Biblia ni la ciencia sugieren esa visión de la historia. No hay razón para adoptarla en detrimento de la interpretación clásica del Génesis.

La visión intervencionista

Las expresiones “creación antigua” o “creación progresiva” se usan aquí en relación con una categoría de hipótesis que propone una creación directa, intervencionista, de organismos vivos en el curso de largos períodos. Muchas de estas teorías varían bastante en los detalles.

Cualquier teoría acerca de la creación debe tener en cuenta el tiempo y el proceso mismo de la creación. Las interpretaciones de los seis “días” aplicados a la “creación antigua o progresiva”, generalmente caen en uno de los tres siguientes grupos:

  1. Los días de la creación son literales, de 24 horas, pero no necesariamente consecutivos ni recientes. Ejemplo de eso es la hipótesis de la creación intermitente.
  2. Los días de la creación son períodos consecutivos, pero de duración indefinida. Es lo que propone la hipótesis del día-año.
  3. Los días de la creación son sólo un recurso literario: no siguen una secuencia ni son de duración definida; ejemplo de esto es la hipótesis estructural.

A su vez, las interpretaciones del proceso de la creación caen, en su mayor parte, en uno de los siguientes grupos:

  1. Las nuevas formas de vida fueron creadas directamente a partir de la nada.
  2. Las nuevas formas de vida fueron creadas directamente de materia sin vida.
  3. Las nuevas formas de vida se produjeron por la modificación directa de otras formas de vida.

Algunas formas importantes de creación antigua o progresiva se describen rápidamente en los siguientes párrafos.

La hipótesis de la creación antigua

Se han propuesto algunas hipótesis (no teorías) para explicar que los seis días de la creación no constituyen una semana literal.

La hipótesis del día-año.[5] Esta hipótesis propone que los días de la creación fueron mucho más largos que los días comunes, posiblemente extendiéndose a millones de años.

Los defensores de esta hipótesis emplean textos como Salmo 90:4 o 2a de Pedro 3:8, que dicen respectivamente: “Porque mil años delante de tus ojos son como el día de ayer, que pasó, y como una de las vigilias de la noche”. “Para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día”. Pero no encontramos en la Biblia nada que sugiera que esos textos se aplican a los días de la creación.

La hipótesis del día relativo[6] Se la puede considerar una variante de la hipótesis del día-año. La creación habría ocurrido en la secuencia indicada por el Génesis. Pero el período implícito depende de la ubicación del observador, tal como en el caso de la teoría de la relatividad de Einstein. Es decir, los sucesos de la creación tuvieron lugar en seis días desde el punto de vista de Dios. Pero los mismos sucesos ocurrieron en miles de millones de años desde la perspectiva de los seres humanos.

La hipótesis del día intermitente.[7] Supone que los días de la creación fueron literales, comunes, pero separados por largos períodos. En ciertos días Dios intervino para crear determinadas cosas. Los procesos ordinarios de la naturaleza tuvieron lugar durante largos siglos entre los días de la creación.

Toda teoría que implique largos períodos para la creación enfrenta el problema teológico de ubicar la presencia del sufrimiento, la destrucción y la muerte antes de la entrada del pecado en el mundo (Rom. 5:8).[8] Otro problema es que cada uno de los días de la creación tiene un período de oscuridad (tarde) y otro de claridad (mañana), lo que implica un día literal de 24 horas.[9] Igualmente, toda teoría que acepta la secuencia de los días de la creación a través de largos períodos está en conflicto con el orden de aparición de los fósiles. La secuencia de los actos creativos difiere de la secuencia de los grupos de fósiles.

No vemos razón para aceptar cualesquiera de esas ideas respecto de la creación y rechazar el relato del Génesis.

La hipótesis de la estructura literaria. Los días de la creación serían sólo una estructura literaria usada para enseñar la verdad teológica de que Dios es el Creador de todo. Ni los períodos, ni la secuencia, ni las descripciones de los sucesos se deben considerar literalmente.

Dos variantes de esa hipótesis se usan de vez en cuando para intentar explicar que los seis días de la creación son literales. Una de ellas, la “hipótesis de la revelación”, propone que los días mencionados en Génesis 1 fueron sucesivos, pero sólo de visiones, por medio de las cuales Dios se reveló a Moisés como Creador. Las visiones fueron simbólicas, y no se refieren a los eventos reales de la creación.

La segunda variante es la “hipótesis de la proclamación”, según la cual el Génesis presenta la serie verdadera de las órdenes dadas por Dios al crear, pero en vez de que se cumplieran inmediatamente, se llevaron a cabo a través de largos períodos.

Los escritores bíblicos emplean importantes elementos de los primeros capítulos del Génesis, incluso el relato de la creación, como base para explicar la realidad. Todo escritor del Nuevo Testamento manifiesta la aceptación de algún elemento de los primeros once capítulos del Génesis.[10] Sobre la base del uso que le da la Biblia, opinamos que la literalidad de los días y eventos de la creación está por encima de toda discusión.

En realidad, la preocupación de esa hipótesis tiene que ver con la interpretación del Génesis. No aborda cuestiones científicas, pero se la debe incorporar en algún modelo de creación, como es el caso de las dos próximas que vamos a considerar.

Este modelo carece de base bíblica o de cualquier otra fuente directa. Además de eso, toda otra evaluación adicional necesitaría un modelo más completo.

La creación individual

La teoría de la creación individual,[11] o del “local múltiple”, propone que Dios creó directamente nuevas especies individuales o grupos de especies, en muchos actos separados a través de largos períodos. La creación de los seres humanos y del jardín del Edén podría considerarse como el ejemplo más reciente.

Parece difícil conciliar esta teoría con la descripción del Génesis de una Tierra “desordenada y vacía”. Un problema más serio todavía es cómo explicar la presencia de la muerte antes de la entrada del pecado en tiempos de Adán y Eva.

La propuesta de la abrupta aparición de los seres humanos parece contradecir la interpretación convencional de “largos períodos” en la secuencia del desarrollo de los fósiles humanoides modernos.

Esto parece formar parte de la teoría del “Dios de las brechas”, que explica cualquier aspecto de la secuencia de los fósiles diciendo sencillamente que el Señor intervino en ese punto. Aunque reduzca el conflicto que hay entre la ciencia y las Escrituras en algunos asuntos, esta hipótesis sigue teniendo serios conflictos en otros aspectos. No ofrece la solución que se estaría buscando.

La evolución providencial

La expresión “evolución providencial” se aplicará aquí a toda teoría de que 1) todos los organismos vivos tienen un único antepasado común, y 2) la caída, con modificaciones, fue dirigida personalmente por Dios. Según alegan algunos estudiosos, el Señor podría haber dirigido la caída, con modificaciones para condicionar el proceso de las mutaciones[12] o para seleccionar los individuos que prefería. Eso podría haber ocurrido de vez en cuando, o podría haber sido una experiencia constante.[13] Las dos ideas se pueden combinar, ya que Dios estaría controlando los dos procesos.

No existe base bíblica directa para esas hipótesis. Parecen implicar que Dios es responsable de la muerte. Adán y Eva no habrían existido, por lo tanto no hubo caída, y mucho menos la necesidad de la salvación. La evolución providencial aparentemente contraría el espíritu y la letra de las Escrituras.

La evidencia científica para esta teoría también es confusa. Repetimos: la columna geológica es la forma más fácil de explicar una cronología larga. Pero tanto el registro de los fósiles como la experiencia de la selección sugieren la existencia de múltiples linajes con orígenes separados. La ciencia convencional sostiene tiene que la mutación y la selección se pueden explicar sin la intervención divina.

Esta teoría se parece a otra: la del “Dios de las brechas”, que invoca la intervención sobrenatural sólo para crear brechas que no tienen ninguna explicación. Aparentemente contradice tanto a la Biblia como a la ciencia. Tampoco vemos aquí razón alguna para rechazar la interpretación tradicional del Génesis y aceptar, en cambio, esta teoría.[14]

Una fuente más digna de confianza

No he encontrado ninguna teoría relacionada con los orígenes que explique satisfactoriamente todos los hechos. Todas son deficientes en el sentido de que les falta coherencia con la ciencia, la Biblia o ambas fuentes. No podemos ni debemos pretender estar al tanto de todo lo que sucedió en nuestros orígenes. Pero no necesitamos ser agnósticos tampoco.

La teoría de una creación hecha en seis días, universal y reciente, nos parece que concuerda totalmente con el relato bíblico. Todas las otras teorías aparentemente contienen contradicciones importantes que implican un rechazo de las Escrituras. La gente que acepta estas teorías probablemente lo hace porque le parece que se inclina más a las Escrituras que a la ciencia. Pero deben reconocer que esos modelos dejan sin respuesta unas cuantas preguntas relativas a esta última.

Los modelos que proponen largos períodos pretenden proporcionar mejores explicaciones con respecto a algunos datos científicos. Quien prefiera alguna de estas teorías tal vez lo haga por causa de la evidencia científica. Pero todos estos modelos dejan de explicar ciertos hechos de la misma ciencia. Parece que no hay respuestas científicas completamente satisfactorias para los asuntos relacionados con los orígenes. Los modelos que proponen largos períodos también dejan de dar explicaciones satisfactorias para ciertas importantes evidencias bíblicas. Quien opte por ellos debe reconocer que nos dejan sin respuesta para muchas preguntas relacionadas con el mensaje de las Escrituras.

¿Nos sorprende que los eruditos adventistas se sientan desafiados por esta situación? Nosotros, los que esperamos armonizar las Escrituras con la naturaleza, nos quedamos perplejos porque en lugar de eso encontramos tensiones. Pero ese estado de cosas fue anunciado hace un siglo.[15]

Como adventista, considero que la Biblia es más digna de confianza que la ciencia como registro de la actividad sobrenatural relatada en el Génesis. Acepto una creación llevada a cabo en seis días, no porque la ciencia no me da alternativas, sino porque es mi mejor comprensión de lo que la Biblia enseña.

La cuestión crucial es si la Biblia es más digna de confianza en relación con los orígenes, o si nuestra actual percepción y comprensión científica es más digna de confianza que ella. Esta decisión no es —y en verdad no puede serlo— una sencilla decisión científica. Al contrario, está determinada por la elección de presuposiciones que alguien hizo alguna vez. Y a eso no lo podemos llamar fe.

Sobre el autor: Doctor en Filosofía, director del Instituto de Geo-ciencia de la Universidad de Loma Linda, California, Estados Unidos.


Referencias:

[1] A. A. Roth, Origins: Linking Science and Scripture [Los orígenes: como vincular la ciencia con las Escrituras] (Hagerstown, MD, Review and Herald Publishing Association, 1998), pp. 315- 218.

[2] Véase el sitio en Internet: http://www.grisda.org/resourcvs/reftheosda.htm,

[3] Existen muchos libros acerca de este asunto: Alan Hayward, Creation and Evolution: Rethinking the Evidence frorn Science and the Bible [Creación y evolución: un nuevo examen de la evidencia desde los puntos de vista de la ciencia y la Biblia] (Mineapolis, MN, Bethany House Publishers, 1996); Daniel E. Wonderly, Neglect of Geology Data: Sedimentan/ Strata Compared with Young-Earth Criationist Writings [El descarte de la información proporcionada por la geología: los estratos sedimentarios comparados con los escritos de los creacionistas que suponen que la Tierra es muy joven] (Hatfield, PA, Interdisciplinary Biblical Research Institute, 1987).

[4] W. W. Fields, Unformed and Unfilled: the Gap Theory [Informe y vacía: la teoría de la brecha] (Philipsburg, NJ, Presbetyrian and Reformed Publishing Company, 1978).

[5] Hugh Ross, The Genesis Question [La cuestión del Génesis] (Colorado Springs, Nav. Press, 1998).

[6] L. Schroeder, Génesis and Big Bang: The Discovery of Harmony Between Modern Science and the Bible [El Génesis y el Big Bang: el descubrimiento de que hay armonía entre la ciencia moderna y la Biblia] (Nueva York, Bantam, 1990).

[7] Robert C. Nevvman, “Progresive Creationism” in J. P. Moreland and John Mark Reynolds (eds.), Three Views on Creation [“Creacionismo progresivo” en J. P. Moreland y John Mark Reynolds, Tres opiniones acerca de la creación] (Grand Rapids, MI, Zondervan, 1999), pp. 105- 133.

[8] John T. Baldwin, “Progresive Creation and Biblical Revelation: Some Theological Implications”, Origins 18 [La creación progresiva y la revelación de la Biblia: algunas implicaciones teológicas, Orígenes 18, 2, 1991], pp. 53-66.

[9] Gerhard E Hasel, “The Days of Creation in Genesis 1: Literal ‘Days’ or Figurative ‘Periods/ Epochs’ of Time?” Origins 21, 5,1994 [“Los días de la creación en Génesis 1: ¿’días’ literales o períodos/épocas figurados?, Orígenes 21, 5, 1994], pp. 5-38.

[10] Richard Davidson, “In the Beginning: How to Interpret Genesis 1”, Dialog 6 [“En el principio: cómo interpretar Génesis 1”], Diálogo 6, 1994), pp. 9-12.

[11] Bemard Ramm, The Christian View of Science [La opinión cristiana acerca de la ciencia] (Grand Rapids, MI, Eerdmans, 1964).

[12] G.C Mills, “A Theory of Theistic Evolution as an Altemative to the Naturalistic Theory”, Perspectives on Science and Christian Faith 47[“Una teoría acerca de la evolución teísta como alternativa de la teoría naturalista”, Perspectivas acerca de la ciencia y la fe cristiana 47, 2, 1995], pp. 112- 122.

[13] James O. Morse, “The Great Experiment?”, Perspectives on Science and Christian Faith 49[“¿El gran experimento?”, Perspectivas acerca de la ciencia y la fe cristiana 49. 2,1997], pp. 108-110.

[14] L. J. Gibson, “Theistic Evolution: is it for Adventists?” [“La evolución teísta: ¿es para los adventistas?”] Ministry, 01/1992, pp. 22-25.

[15] Elena de White, El evangelismo, pp. 593, 594; Testimonies, pp. 255-262.