Profecía: “Y meteránse en las cavernas de las peñas, y en las aberturas de la tierra, por la presencia espantosa de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levantare él para herir la tierra.” (Isa. 2:19.)
El hombre puede vanagloriarse de su victoria sobre el espacio; pero, al cumplirse esta profecía, se verá obligado a esconderse bajo tierra. Una larga caverna de unos cuarenta kilómetros en Ozarks, antiguo escondite de Jesse James, es explotada comercialmente ahora por un empresario de Misurí. En algún subterráneo en las montañas de Maryland, el Departamento de Defensa de los Estados Unidos está construyendo un “octágono” subterráneo. Una gran firma comercial del oriente de los Estados Unidos ha invertido 50 millones de dólares en una caverna secreta de las montañas de Pocono. En Idaho, Estados Unidos, se ha cavado una enorme cueva en la montaña para proteger documentos valiosos. Otro almacén subterráneo semejante, con 400 dependencias, ha sido construido en el noreste de este mismo país. Y una comisión nacional, después de estudiar el problema de los refugios contra las bombas atómicas, consideró que era un “problema nacional” y calculó su valor por lo menos en 2.000 millones de dólares.