La ceremonia de dedicación de niños enfatiza la gratitud a Dios por el milagro del nacimiento. María y José dedicaron al niño Jesús en el Templo de Jerusalén (Luc. 2:22). Esta es una práctica establecida en las Sagradas Escrituras y a lo largo de la historia del cristianismo. A diferencia de las iglesias que practican el bautismo infantil, la dedicación de niños sigue el ejemplo bíblico dejado por Jesús: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. […] Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía” (Mar. 10:14, 16).
Los niños pueden ser dedicados tan pronto como los padres lo deseen. Esta ceremonia ocurre con mayor frecuencia entre recién nacidos. Los niños de más de uno o dos años raramente son dedicados; sin embargo, no hay límite de edad fijado en relación con este rito, que debe ser realizado por pastores o por ancianos ordenados.
Algunos puntos importantes deben ser considerados al planificar la ceremonia.
Lugar: En algunas culturas, la dedicación puede tener lugar en casa o en otros ambientes. Sin embargo, lo ideal sería realizarla durante el servicio de adoración, en el día principal de culto. Debe ser realizada cuando la mayor representación posible de la hermandad esté presente, a fin de que la congregación también se comprometa a apoyar a los padres en el proceso de la educación del niño en la fe.
Planificación: La ceremonia debe ser planificada y anunciada con anticipación, para hacer posible que los padres y los familiares tengan el tiempo necesario a fin de prepararse para esa ocasión. Generalmente, son los padres quienes sugieren la fecha para la realización. Algunos desean que sea enseguida después de las primeras semanas del nacimiento del bebé, otros prefieren que sea un poco más tarde.
Probablemente, la familia y los amigos que no son miembros de la congregación serán invitados. Ellos deben recibir un saludo especial por parte del oficiante y de la congregación. El certificado de dedicación debe ser preparado con anticipación y entregado a los padres al cierre de la ceremonia.
Programa: Durante la liturgia, los padres son invitados a pasar al frente, ante la congregación, con el niño que será dedicado. Los familiares podrán acompañarlos, según el espacio disponible y el número de niños que sean dedicados en cada ocasión. El tiempo de la ceremonia no debe ser largo. Recuerde que forma parte del culto, y no su parte central. También es necesario considerar que los bebés y los niños pequeños son “impacientes”.
Dedicación: Se recomienda que se realice la lectura y un breve comentario de un texto bíblico referente al momento, como Deuteronomio 6:4 al 7, Salmo 127:3 al 5, Proverbios 22:6, Isaías 8:18, Mateo 18:2 al 6 y 10, Mateo 19:13 al 15, Marcos 10:13 al 16, Lucas 2:22 al 38, Lucas 18:15 al 17. La presentación de la Palabra de Dios servirá para poner de relieve el compromiso de los padres de educar al niño “en la disciplina y en la amonestación del Señor” (Efe. 6:4).
A continuación, el pastor o el anciano que esté dirigiendo la ceremonia, si es solamente un niño, puede tomarlo en brazos. Algunos bebés tienen resistencia a personas extrañas; en ese caso, es mejor que los padres lo sostengan en sus brazos mientras el oficiante solamente coloca la mano sobre la cabeza del pequeño y ora, dedicándolo al Señor. Cuando haya varios niños para la dedicación, el pastor puede invitar a los ancianos para auxiliarlo. Durante la oración, todos colocan las manos sobre las cabezas de los niñitos. La mención del nombre del niño en la oración agrega un toque personal, que otorga más solemnidad a la ceremonia.
Certificado: El certificado de dedicación debe ser entregado a los padres después de la oración. La dirección del departamento de Cuna o un representante del Ministerio del Niño pueden ser invitados para entregarlo. Los saludos a los padres y a los familiares también forman parte de este momento de la ceremonia.
Algunas iglesias tienen la costumbre de entregar como regalo una Biblia especial para niños. Al entregársela, imprimen en la primera página los piecitos del niño, después de teñir la suela en una almohada para sellos.
Sobre el autor: editor asociado de la revista Ministerio.