La ceremonia bautismal debe ser una experiencia elevadora para la iglesia; debe hacerse todo lo posible para que sea inspiradora y hermosa. Aunque generalmente la realiza un ministro ordenado, el Manual de la Iglesia indica que el anciano de la iglesia local puede hacerla cuando no se logra llegar a otro arreglo. Sin embargo, tal cosa siempre debe hacerse después de haberse efectuado las consultas debidas. El Manual de la Iglesia lo establece de este modo:

“En ausencia de un pastor ordenado, es costumbre que el anciano efectúe arreglos con el presidente de la asociación o la misión local antes de administrar el bautismo a los que desean unirse con la iglesia” (pág. 86).

Aunque la iglesia cuente con un pastor, el anciano puede colaborar ampliamente para dar realce a esta ceremonia. En primer lugar y junto con el ministro oficiante, debe planear cuidadosamente cada detalle de los preparativos. Esto significa que deberá vigilar que se caliente el agua, que se preparen convenientemente los vestuarios y el bautisterio, y que estén listas y en su sitio las túnicas de bautismo y las toallas. También tendrá que ver que las diversas partes de la ceremonia se desarrollen normalmente.

Aunque todos estos preparativos materiales son responsabilidad de los diáconos y las diaconisas, debe controlarse todo cuidadosamente y no pasarse nada por alto. La falta de comunicación en estos momentos puede producir situaciones muy embarazosas.

En estas ocasiones especiales el pastor debe quedar tan libre como sea posible para poder concentrarse en los aspectos espirituales de la ceremonia. Para que así suceda, el anciano ha de colaborar con los diáconos y diaconisas en la supervisión de cada preparativo. Puede resultarle de utilidad una lista de tareas como la que sigue a continuación:

Lista de control

1. ( ) Asegúrese de que el bautisterio esté preparado, limpio, y que el sistema de calentamiento del agua funcione adecuadamente. Si hace falta alguna reparación, no la haga cuando sólo faltan una o dos semanas para el bautismo.

2. ( ) Con los candidatos, los diáconos y las diaconisas llegue a un entendimiento pleno respecto de la forma en que se va a dirigir el bautismo y su procedimiento en el curso de la ceremonia. Estas disposiciones deben comunicarse durante la semana que precede al bautismo, a fin de que puedan evitarse, hasta donde sea posible, los ajustes de último momento.

3. ( ) Informe debidamente a los candidatos en cuanto a la ropa que han de usar y lo que se esperará de ellos.

4. ( ) Informe al jefe de diáconos y a la jefa de diaconisas respecto del número de candidatos, la cantidad de hombres, mujeres, jóvenes y señoritas, y su talla aproximada a fin de que se les puedan asignar mantos bautismales adecuados.

5. ( ) Vea si los vestuarios están debidamente preparados, si las túnicas que harán falta están colgadas y listas para ser usadas, si se les han colocado los nombres de las personas a las que se las destina, y si junto a cada una hay una toalla.

6. ( ) Observe que el bautisterio se llene debidamente con agua cuya temperatura sea agradable. Si es necesario, haga un llenado de prueba antes del bautismo.

7. ( ) A medida que van llegando los candidatos, disponga que los diáconos y diaconisas les indiquen sus respectivos vestuarios, para que puedan dejar en ellos sus ropas.

8. ( ) Observe que los diáconos y diaconisas se hallen en los vestuarios junto con los candidatos para ayudarles a prepararse, dirigirlos cuando bajan al bautisterio y cuando vuelven de él.

9. ( ) Después del bautismo, vea que se tomen las medidas necesarias con las túnicas mojadas, los pisos, etc., y tenga cuidado de que el bautisterio se vacíe una vez finalizado el bautismo.

No lo deje a la ventura

Algunos de estos detalles pueden parecer muy elementales, pero a veces se los pasa por alto. El mayor problema se observa en la esfera de la comunicación: puede ser escasa o faltar totalmente. Cuando se planea realizar un bautismo, los diáconos y las diaconisas aprecian que tal decisión les sea comunicada con anticipación. No los crea comprometidos por haber hecho un anuncio general o por haber publicado la noticia en el boletín de la iglesia o en una circular. Notifíqueles del bautismo personalmente y asegúrese de que comprenden cuáles son sus responsabilidades.

Paradójicamente, sucede a menudo que los preparativos para bautismos grandes se llevan a cabo con más cuidado que los destinados a bautismos menores. Esto ocurre en parte porque se cree que, cuando sólo se van a bautizar una o dos personas, los preparativos son tan sencillos que no merecen mucha atención. Pero no es así. Ha habido demasiados bautismos en los cuales se dejó de atender al único candidato antes y después de la ceremonia. En casos como éstos puede no ser necesaria la ayuda del diácono, sin embargo, su presencia reviste gran importancia, pues es señal de un interés personal y de un espíritu de colaboración. Las expresiones amistosas y animadoras pueden ser extremadamente importantes en esos momentos, y pueden brindar un sentimiento de seguridad y de verdadera unidad. Si algún laico ha desempeñado un papel importante en la conducción del candidato a una experiencia tal, es posible que en el momento del bautismo desee hallarse junto a la persona a quien ha guiado.

En esos momentos pueden manifestarse pequeñas atenciones desacostumbradas que harán del bautismo la ocasión especial que debiera ser. Puede haber a mano un ramo de flores. También se le puede entregar a cada candidato una bonita flor una vez que ha salido del agua. Sería una hermosa expresión del afecto que la congregación dispensa al nuevo creyente.

Amistad

Los sentimientos amistosos de la iglesia en el momento del bautismo tienen importancia decisiva. Algunos de los miembros nuevos pueden estar bien relacionados con la iglesia debido a meses o quizá a años de asistencia a los cultos. Para estas personas, el día del bautismo puede ser extraordinario. Generalmente la atmósfera que las rodea es de gozo y felicidad. Otros pueden llegar al bautismo como consecuencia de una serie de reuniones de evangelización. Por esa razón quizá no estén muy familiarizados con los demás miembros de la iglesia. Las reuniones pueden haberse realizado en un salón o en un auditorio público e, indudablemente, esas personas se habrán reunido pocas veces con la congregación en los cultos sabáticos. En estos casos, por no existir esa familiaridad, la congregación puede no ofrecerles una bienvenida tan cálida y tan gozosa como la debida. En tal ocasión, hallándose en medio de circunstancias y personas que les son extrañas, el bautismo puede resultarles a los nuevos creyentes una experiencia solitaria. Cuán importante es, entonces, que se haga todo esfuerzo para envolverlos literalmente en la atmósfera del amor. En la iglesia de la cual proceden pueden haber abandonado a cantidad de amigos muy queridos: ¡Qué innecesario y desanimador será entonces, el escaso interés personal que pueda manifestar la familia de la nueva iglesia! Tal cosa no debe ocurrir. Por otra parte, cada dirigente y miembro de iglesia debe conducirse del mejor modo posible a fin de que el día del bautismo sea un día hermoso y feliz, que se pueda recordar y apreciar durante mucho tiempo.

MI ORACION: Amado Padre, ayúdanos a ser especialmente cuidadosos de los sentimientos de tus hijos que llegan a la bendita experiencia del bautismo. Ayúdanos a demostrar el interés y la inquietud debidos, y a hacer todo lo posible para que el día del bautismo sea el gran día que debe ser, no sólo para quienes se van a bautizar, sino también para cada miembro y cada amigo de la iglesia. Amén.