Cómo interpretar correctamente los textos usados para defender el terraplanismo

Recientemente, el movimiento de la “Tierra Plana” resurgió haciendo mucho ruido en las redes sociales como Twitter y YouTube, que terminan sirviendo como incubadoras de esa visión. En medio de este fenómeno, al interpretar literalmente algunos pasajes de las Escrituras, ciertos cristianos comenzaron a creer que la Biblia enseña que la Tierra es plana.

 Las supuestas evidencias bíblicas presentadas para defender el terraplanismo incluyen textos acerca del firmamento, las aguas debajo y sobre el firmamento, el geocentrismo y versículos específicos que se refieren a una Tierra plana.[1] Estos “argumentos” generalmente son posteados sin ninguna explicación. Así, el presente artículo propone un análisis de estos textos, basado en una amplia perspectiva académica, a fin de reducir al mínimo cualquier sesgo.

El firmamento

 “Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así” (Gén. 1:6, 7; ver también 2 Sam. 22:16; Sal. 18:16; 19:4, 5; 104:2, 3; 148:4; 2 Ped. 3:5; Isa. 40:22). Basados en interpretaciones erróneas de estos textos, los terraplanistas sostienen que la Tierra tiene una cúpula, bóveda o dosel a su alrededor; que hay aguas sobre los cielos; y que hay un círculo encima de la Tierra.

 La palabra hebrea rāqîa‘, traducida como “firmamento” o “bóveda”, significa “expansión”. Kenneth Mathews afirma que “Dios creó una extensión para crear un límite, dando estructura a las aguas superiores e inferiores (Gén. 1:6, 7). La expansión es la atmósfera que distingue las aguas de la superficie de la Tierra (las aguas debajo) de las aguas, o nubes, atmosféricas (las aguas sobre)”.[2] La expansión también es el lugar donde fueron colocados el sol y la luna (Gén. 1:15, 17) y donde vuelan las aves (Gén. 1:20).

 De un modo similar, Hugh Ross afirma que la “expansión” en Génesis 1:6 al 8 se refiere a la tropósfera, y que las “aguas […] sobre” son vapor de agua. Argumenta que “la separación que Dios hizo del agua describe con precisión la formación de la tropósfera, la capa atmosférica que está justo encima del océano donde se forman las nubes y reside la humedad”.[3] Younker y Davidson llegan a la misma conclusión cuando afirman que el agua sobre la extensión en Génesis 1:7 se refiere a las nubes.[4]

 Es importante resaltar que a la rāqîa’ se la llama cielo (šāmayim) en Génesis 1:8.[5] Los usos posteriores del término en el Antiguo Testamento no sugiere que el cielo sea una cúpula sólida.[6] Algunas personas sostienen que los hebreos creían que había ventanas o puertas literales en el firmamento. Sin embargo, un estudio cuidadoso nos ayuda a interpretar las Escrituras. El Salmo 78:23 arroja luz sobre el Salmo 148:4 en relación con las “puertas” y el “cielo”. El Salmo 78:23 dice: “Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos”. La expresión “las puertas de los cielos” es un paralelismo evidente. Los autores Keil y Delitzsch reconocen que, “de acuerdo con la representación del Antiguo Testamento, siempre que llueve mucho se abren las puertas o ventanas de los cielos”.[7] Por lo tanto, la expresión no describe ventanas literales en los cielos, sino que de manera poética y figurativa expresa que llovía. Por eso, Van Gemeren afirma que las “aguas que están sobre los cielos” en el Salmo 148:4 representan varias formas de precipitación.[8]

 En 2 Pedro 3:5, el apóstol afirma que los herejes intencionalmente se olvidaron de que los cielos surgieron por la Palabra de Dios. Pedro, en este caso, estaba haciendo alusión a Génesis 1:6 al 10 con la frase “del agua y por el agua”. El Señor separó el agua de la tierra, por lo que la frase que dice “del agua” es directa. La frase “por el agua” es más difícil y, probablemente, se refiere al hecho de que el agua haya sido el medio por el que apareció la tierra. En otras palabras, cuando el agua retrocedió por orden divina, la tierra apareció.[9]

 Con relación a Isaías 40:22, la palabra “redondez” (LBLA) es la palabra hebrea ḥûg. Se la utiliza para referirse a la “bóveda” en Job 22:14 y “horizonte” en Proverbios 8:27.[10] Otros textos como Isaías 66:1, 1 Reyes 8:39 y Salmo 2:4 enseñan que Dios habita en los cielos (ḥûg).[11] Después de consultar otros pasajes, aprendemos que ḥûg se refiere a la redondez de la Tierra en Isaías 40:22, pero también a los cielos como horizonte en diversos textos. Por lo tanto, 2 Samuel 22:16 y los Salmos 18:16; 19:4 y 5; y 104:2 y 3 también deben ser entendidos figurativamente. Así como el sol no es un novio saliendo de su tálamo (Sal. 19:5), tampoco hay una tienda literal alrededor de la Tierra.

  En resumen, el estudio de estos versículos muestra que la Biblia no enseña que la Tierra tenga una cúpula o bóveda a su alrededor. En su lugar, las Escrituras afirman que hay una expansión en la que están las nubes, el sol y la luna (Gén. 1:15, 17) donde vuelan las aves (Gén. 1:20). No hay ventanas ni puertas literales en el firmamento. En su lugar, las ventanas y las puertas abiertas se refieren a la lluvia, cuando las nubes “liberan” la lluvia.

Los fundamentos

“En tiempos pasados tú pusiste las bases de la tierra, e hiciste con tus manos los cielos” (Sal. 102:25; ver también 1 Sam. 2:8; Isa.48:13; Zac. 12:1).

 Sin embargo, el concepto de “fundamento” apunta al hecho de que Dios estableció la Tierra.[12] Esto se evidencia en el Salmo 78:69, que dice: “Erigió su santuario como el cielo, como la tierra que asentó para siempre”.

 A su vez, 1 Samuel 2:8 menciona las columnas de la Tierra. Esta expresión también debe ser entendida en su contexto bíblico más amplio, y no literalmente.[13] Observa Job 26:7, que dice: “Él extiende el norte sobre vacío, cuelga la tierra sobre nada”. Parece que estos textos se contradicen: ¿cómo puede la Tierra reposar columnas y, al mismo tiempo, colgar sobre la nada?

 El contexto de cada pasaje nos lleva a notar que los autores bíblicos están utilizando lenguaje figurado cuando hablan de las “columnas de la Tierra”. Este tipo de imagen poética (es decir, columnas y fundamentos) es comúnmente usado en las Escrituras para describir cómo Dios sustenta y mantiene el mundo (ver Job 38:4-6).

 La idea de que los antiguos hebreos y mesopotámicos creían en un planeta plano con cuatro esquinas fue refutada por el descubrimiento de una tablilla mesopotámica que mostraba que las cuatro “esquinas”, de hecho, se refieren a los cuatro puntos cardinales dentro del círculo de la Tierra.[14] En Isaías 11:12 y Ezequiel 7:2, las dos principales frases en hebreo que describen los confines/extremos de la Tierra, hablan literalmente de “cuatro alas” (kăn·pôt_ʼ ).

 Sería un error suponer que los textos sugieren cuatro esquinas de 90 grados literales. Cuando los antiguos hebreos querían describir un objeto con esquinas de 90 grados, como   esquinas de una casa o una calle, el término empleado era pinnah (“esquina”). De este modo, Dios usa las imágenes de los fundamentos y de una piedra angular para transmitir algo sobre su persona: él es el Creador poderoso. De igual modo, los animales no hablan ni ríen, pero Dios le dijo a Job que el caballo “se ríe del terror” (Job 39:22, DHH). Por lo tanto, la comparación de textos señala al fundamento como el establecimiento de la Tierra por parte de Dios y este entendimiento debe ser utilizado para interpretar pasajes difíciles como 1 Samuel 2:8.

El geocentrismo

 “Y el sol se detuvo y la luna se paró, hasta que la gente se hubo vengado de sus enemigos. ¿No está escrito esto en el libro de Jaser? Y el sol se paró en medio del cielo, y no se apresuró a ponerse casi un día entero” (Jos. 10:13; ver también 1 Crón. 16:30).

 A veces se utiliza Josué 10:13 para defender el geocentrismo. Sin embargo, el pasaje no afirma que el sol se estuviera moviendo alrededor de la Tierra. Muchas veces, las escrituras retratan eventos naturales desde la perspectiva del observador, pero esto no significa que esta perspectiva refleje todos los aspectos de la realidad; solo nos refleja lo que percibimos con nuestros sentidos, sin utilizar otras herramientas de investigación.

 El hecho de que el sol “se detuvo” no significa necesariamente que orbitaba alrededor de la Tierra. El autor del texto no consideró nuestras preocupaciones contemporáneas, la detención del sol y de la luna, pero destacó el hecho de que Dios respondió la oración de Josué (Jos. 10:14).[15] La prolongación del día proporcionó tiempo extra a los soldados israelitas para que destruyeran a sus enemigos. El milagro demostró el poder divino contra Baal y Astarot al probar que “tanto el sol como la luna, a los que ellos [los cananeos] adoraban, obedecían las órdenes de Josué, bajo la dirección de Jehová”.[16]

 Nuestra perspectiva humana limita el poder y la capacidad de Dios. Buscamos explicaciones naturalistas y evidencias científicas, pero la verdad es que no podemos utilizar la razón para explicar Josué 10:13 y 14; si pudiésemos hacerlo, dejaría de ser un milagro. No podemos explicar de qué forma Dios realizó el milagro del día largo de Josué, así como no podemos explicar cómo Jesús resucitó a Lázaro (Juan 11:38-44) o cómo anduvo sobre las aguas (Mat. 14:22, 23). La naturaleza inexplicable de estos eventos es lo que los hace milagros.[17]

Tierra plana

 “Traeré sobre Elam los cuatro vientos de los cuatro puntos del cielo, y los aventaré a todos estos vientos; y no habrá nación a donde no vayan fugitivos de Elam” (Jer. 49:36; Eze. 7:2; 20:8). De modo equivocado, los terraplanistas entienden que los cuatro ángulos (puntos) indican que la Tierra es plana.

 En el mundo antiguo, la frase “las cuatro esquinas de la Tierra” era común.[18] En Ezequiel 7:2, esta expresión se refiere a Israel (ver Eze. 7:1). En Apocalipsis 7:1 y Jeremías 49:36, es una expresión metafórica que hace alusión a toda la Tierra. El término griego para “esquinas” en Apocalipsis 7:1 es gonia, que significa “ángulo” o “división” y está íntimamente relacionado con las divisiones modernas conocidas como cuadrantes. Por lo tanto, no implica ningún formato específico de la Tierra.[19]

 James Holding observa que la palabra hebrea más frecuentemente traducida como “Tierra” en el Antiguo Testamento es ‘; se la utiliza para referirse a la Tierra, pero también a una nación o territorio específico, como a la “tierra de Havila” (Gén. 2:11), o a un territorio definido, como el adquirido por Abraham (Gén. 23:15).[20] Los terraplanistas afirman, además, que no hay versículos en la Biblia que enseñen que el planeta sea una esfera giratoria que orbita alrededor del sol. Sin embargo, el silencio de la Biblia no prueba ni refuta ese hecho.

Conclusión

 Este artículo examinó los textos utilizados por los terraplanistas para apoyar sus afirmaciones. Como resultado, concluimos que la Biblia no enseña que la Tierra sea plana, que tenga una bóveda o cúpula literal, o que haya columnas debajo de la Tierra. Los argumentos en defensa de la “Tierra plana” se basan en suposiciones e ignoran una exégesis responsable. Los sitios que mencionan estos pasajes como evidencia no suelen explicar cómo llegan a sus conclusiones. Además, los defensores del terraplanismo utilizan estos textos fuera de contexto, lo que conduce a una doctrina errónea.

 Una de las suposiciones que algunos hacen es que la cosmovisión del antiguo pueblo hebreo estaba en deuda con otros pueblos antiguos de Mesopotamia y, por lo tanto, los textos que se refieren a una “Tierra plana”, una “cúpula/bóveda alrededor de la Tierra” y a las “columnas” que sostienen el planeta también reflejan antiguas visiones hebreas. Según nuestro estudio, esta visión es insostenible. Herman Bavinck afirma que “las historias de la Creación en Génesis y la de Babilonia son muy diferentes en todos sus puntos”.[21] Gordon Wenham declara que, “aunque Génesis comparte muchos de los presupuestos teológicos del mundo antiguo, es mejor entender que la mayoría de las historias encontradas en estos capítulos presentan una cosmovisión alternativa a las generalmente aceptadas en el antiguo Oriente Medio”.[22] Moisés, por lo tanto, transmite una cosmovisión alternativa basado en la revelación de Dios, que en varios puntos está en desacuerdo con la cosmovisión del Antiguo Medio Oriente.[23]

 La verdad está fundamentada sobre una profunda revelación de Dios y su gran amor redentor (Juan 3:16; 1 Juan 4:8). Una lectura contextualizada de las Escrituras, centrada en él, apunta a su poder indescriptible y control soberano de la Tierra. El evento de la Creación y lo que allí está descripto proveen una estructura para nuestra apropiación de textos posteriores (Job 38:8-11; Sal. 104:5-9).[24] Para Israel y para nosotros, el Creador es el Dios que nos acompaña en la peregrinación de esta vida, en todas sus alegrías y perplejidades. En el mundo antiguo no había división entre lo sobrenatural y lo natural. El Señor estaba involucrado activamente en los mínimos detalles del mundo. Eso es algo que necesitamos hoy.[25]

Sobre el autor: Profesor de Teología en la Universidad Avondale, Australia.

Nota: Este artículo fue adaptado de “Does The Bible Teach That The Earth is Flat?”, Reflections 68, Biblical Research Institute, octubre de 2019.


Referencias

[1] Ver “Religious References”, Flat Earth Society, <https://tinyurl.com/t5k6mbh>.

[2] Kenneth Mathews, Genesis 1–11:26, New American Commentary (Nashville, TN: Broadman and Holman,

1996), p. 150.

[3] Hugh Ross, The Genesis Question: Scientific advances and the accuracy of Genesis (Colorado Springs, CO: NavPress, 1998), pp. 34, 199, 201.

[4] Randall W. Younker y Richard M. Davidson, “The Myth of the Solid Heavenly Dome: Another look at the Hebrew rāqîa‘”, Andrews University Seminary Studies 49, n. 1 (2011): 1-25.

[5] John Sailhamer, “Genesis” en Tremper Longman III y David E. Garland (eds.), Expositor’s Bible Dictionary

(Grand Rapids, MI: Zondervan, 2008), t. 1, p. 59.

[6] Mathews, Genesis 1–11:26, p. 150.

[7] Carl Friedrich Keil y Franz Delitzsch, Commentary on the Old Testament: The Pentateuch (Peabody, MA:

Hendrickson, 1996), t. 1, pp. 53, 54.

[8] William A. VanGemeren, “Psalms”, en Frank E. Gaebelein (ed.), The Expositor’s Bible Commentary (Grand Rapids, MI: Zondervan, 1991), p. 872.

[9] Peter H. Davids, The Letters of 2 Peter and Jude (Grand Rapids, MI: Eerdmans 2006), p. 270.

[10] Francis D. Nichol, ed. Comentario bíblico adventista del séptimo día (Buenos Aires: Asociación Casa

Editora Sudamericana, 1995), t. 4, p. 286.

[11] Shalom M. Paul, Isaiah 40-66, Eerdmans Critical Commentary (Grand Rapids, MI: Eerdmans, 2012), p. 149.

[12] Van Gemeren, “Psalms”, p. 649.

[13] Ralph Klein, 1 Samuel, Word Biblical Commentary (Dallas, TX: Word, 2008), t. 10, p. 18.

[14] Considera la representación de la tableta BagM. Beih 2 n. 98 y la discusión de su significado en Wayne

Horowitz, Mesopotamian Cosmic Geography (Winona Lake, IN: Eisenbrauns, 1998), pp. 195-206.

[15] Gleason L. Archer, The New International Encyclopedia of Bible Difficulties (Grand Rapids, MI: Zondervan,

1982), pp. 161, 162; Walter C. Kaiser, Jr., Peter H. Davids, y Manfred T. Brauch, Hard Sayings of the Bible (Downers Grove, IL: InterVarsity, 1996), pp. 186-188.

[16] Francis D. Nichol, ed. Comentario bíblico adventista del séptimo día (Buenos Aires: Asociación Casa Editora Sudamericana, 1995), t. 2, p. 229.

[17] Michael Youseff, Joshua: Leading the Way Through (Eugene, OR: Harvest, 2013), p. 150.

[18] Joan S. Morton, Science in the Bible (Chicago, IL: Moody, 1978), pp. 138, 141.

[19] Louis A. Brighton, Revelation, Concordia Commentary (Saint Louis, MO: Concordia, 1999), p. 181.

[20] J. Holding, “The Legendary Flat-Earth Bible”, Christian Research Journal 36, n. 3 (2013), pp. 1-5.

[21] Herman Bavinck, Reformed Dogmatics, (Grand Rapids, MI: Baker, 2004), t. 2, p. 477.

[22] Gordon J. Wenham, Genesis 1–15, Word Biblical Commentary (Waco, TX: Word, 1987), t.1, p. xlv.

[23] Gerhard F. Hasel, “The Polemic Nature of the Genesis Cosmology”, Evangelical Quarterly 46 (1974), pp. 81–102.

[24] Ver Gerald A. Klingbeil (ed.), The Genesis Creation Account and Its Reverberations in the Old Testament (Berrien Springs, MI: Andrews University Press, 2015).

[25] John H. Walton, Job, NIV Application Commentary (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2012), p. 191.