Bruce Larson cuenta de un sacerdote a quien un joven le preguntó: “Padre, ¿cuándo dejarán de molestarme los pecados de la carne?”
“Yo no confiaría en mí, hijo mío, hasta después que hayan pasado tres días de mi muerte”, respondió el sacerdote.
La advertencia del sacerdote, ¿debiera ser considerada de todo corazón por los pastores? ¿Enfrentan los pastores tentaciones de la carne particularmente fuertes?
M. Scott Peck sugiere que los deseos espirituales y sexuales están muy estrechamente entremezclados, de tal manera que no se puede despertar uno sin que se despierte el otro.
Si él está en lo correcto, entonces una parte del esfuerzo místico para encontrar a Dios implica intentar el acceso a la misma fuente de deseos que existe en todos nosotros, y que a veces nos anima al deseo sexual. Se da así el caso de que el ayudar a la gente en su desarrollo y crecimiento espiritual puede guiarnos a áreas en donde el deseo de estar involucrado con la otra persona es una parte natural de la interacción.
Consideremos algunos puntos acerca de la naturaleza del deseo sexual. El mito que probablemente describe el deseo de la naturaleza sexual más interesantemente es uno que tiene su origen en la mitología griega. Más bien trágicamente, se representa cómo los dioses dividieron al ser perfecto. Tiempo después, cada parte -los dos sexos- tiene el gran anhelo de estar reunida con su otra parte, con la esperanza de ser nuevamente un ser perfecto, un ser completo.
La historia del desarrollo sexual en el Antiguo Testamento es un poco diferente, pero también contiene ese concepto de “parte dividida”, representado por la creación de la mujer a partir de la costilla de Adán, lo que nos ayuda a entender la naturaleza del ansia y del deseo sexuales. Es un ansia de integridad, un deseo de estar unido a otro ser humano.
Una de las cosas más importantes que he aprendido como adulto respecto del deseo sexual es que lo que me excita sexualmente es tan único como mi propia huella digital. Esto es particularmente mío; quizás, una parte inherente de mi predisposición genética y, sin embargo, agregada a las tempranas experiencias de mi vida y condicionadas por ellas.
En segundo lugar, he aprendido cuán fuerte es el impulso del deseo sexual. Excede la racionalidad. Como alguien ha dicho: “Cuando la voluntad y la fantasía compiten, la fantasía siempre gana”. Las ansias eróticas y románticas casi siempre ganan prioridad sobre el pensamiento racional. Aunque a veces hacemos bromas sobre la literatura romántica que nos recuerda cuán maravilloso es estar enamorados, hay todavía algunas cosas que se rescatan como verdaderas. ¡Sentir los rayos del sol y ver las flores de la primavera, comenzar a escribir nuevamente una poesía, escuchar la canción de los pájaros! Los enamorados tienen una disposición peculiar a sintonizar la parte sensual de nuestra vida.
Otra cosa que he aprendido respecto de estar enamorado es que esta experiencia tiene un tiempo limitado. Si estamos enamorados, conseguiremos superarlo. El deseo romántico e idealista que tenemos cuando estamos enamorados, en general no dura más de seis meses a dos años. Algunos que se casan durante la fase del amor romántico se asombran de lo que ha sucedido a su relación cuando finaliza esta etapa, y se sienten tentados a abandonar el matrimonio.
Enamorarse no es una experiencia que suceda solamente a los jóvenes que están planificando casarse. También ocurre a la gente que ya está casada, aun cuando tengan una relación fuerte, viable y significativa con su cónyuge. Tener un buen matrimonio es un factor muy importante para mantener una conducta apropiada en las relaciones profesionales de uno, pero no inocula a nadie contra el ser atraído por otra persona o el enamorarse de ella.
Por qué los ministros son vulnerables
Una cantidad de factores hacen que los ministros sean especialmente vulnerables a la tentación sexual. Después de examinar diez de estos factores, sugeriré cuatro estrategias para enfrentarlos.
1. La oficina privada. Como pastores, frecuentemente nos movemos en privacidad, aislados de otra gente. La oficina pastoral a menudo está en un edificio en el cual sólo podría haber otra persona (o ninguna); así, la soledad puede convertirse en un problema. Estar solo tiene ciertos efectos psicológicos, pero quizá lo de mayor significación aquí es que provee la ocasión para un sentido de la privacidad que puede hacer que se desarrollen actitudes que no ocurrirían en un entorno más público.
2. Relaciones estrechas. Aunque frecuentemente estamos solos, a menudo tenemos varias relaciones muy importantes que combinan un máximo de familiaridad con un máximo de oportunidad. Por lo general, hay una maestra de niños, una secretaria, una organista, un director de coro o un presidente de comisión, cuyo trabajo lleva a él o a ella a un contacto regular y estrecho con nosotros.
3. El acceso a la intimidad. A menudo, los pastores tenemos acceso a situaciones informales de una naturaleza íntima y personal. Con frecuencia hacemos bromas acerca de la suerte del pastor de “entrar a los dormitorios”. Tenemos acceso a los dormitorios de los feligreses de una manera que muy pocos profesionales tienen. V aun cuando no estemos en el dormitorio o al lado de la cama, encontramos personas necesitadas en el living, la sala de espera o en otros ambientes que pueden conducir a una conducta que no es precisamente profesional.
4. La conversación estimulante. Frecuentemente tenemos acceso a material erótico y sexual cuando la gente nos habla acerca de serias dificultades en sus vidas. Todo el que tiene mucha experiencia en asesoramiento sabe que a menudo las personas necesitan hablar con un amigo entendido respecto de su inseguridad sexual, de sus luchas, de sus fracasos, de sus aflicciones, y de sus anhelos. Precisamente a causa de que la gente percibe al clérigo como alguien “confiable”, se arriesga a esta clase de confesiones. Puede ser extremadamente valioso para el aconsejado, tener la posibilidad de compartir lo que está íntimamente guardado en su corazón, lo que está estrechamente relacionado con el desarrollo y la identidad sexual. El peligro es que lo que el aconsejado comparta, el consejero lo experimente de una manera muy erótica y voyeurística. Si ese material erótico enciende en nosotros parte de nuestro peculiar mecanismo mental, debemos abocarnos a la tarea de enfrentar los sentimientos que se han despertado.
5. El pastor como un objeto sexual. Ocasionalmente debemos trabajar con alguien que, por la naturaleza de sus propios modelos neuróticos, está sexualmente deseoso y predispuesto. Tony Campólo advierte que “en un sentido muy real, lo natural de ser un líder en la iglesia es convertirse en un objeto sexual. Es muy ingenuo suponer que la única cosa que hace atractiva a la gente es su buen parecer. La verdad es que el poder, la influencia y el prestigio tienen una tremenda capacidad de estimular la excitación sexual. Los dirigentes de la iglesia a menudo se encuentran a sí mismos produciendo inconscientemente poderosas respuestas sexuales”.
Recuerdo haber escuchado a un conferenciante muy conocido entretener a los pastores durante horas con historias de mujeres que habían seducido a los clérigos. El tema era cómo el pastor podía protegerse de la seducción femenina. Hubiera deseado que el conferenciante hubiese dado más atención a cómo los encuentros que describió habían sido fomentados por las necesidades de los hombres, y qué puede hacer el clérigo para evitar que su necesidad de realización lo motive a intimar con los miembros del sexo opuesto.
6. La avidez por agradar. Generalmente, por la naturaleza del contacto social en el que nos movemos, tenemos una gran necesidad de agradar. Como clérigos, la mayoría de nosotros percibimos a la congregación como un gran jefe corporativo. Y la mayoría nos hemos propuesto agradar a un Dios que se interesa en nosotros o a una autoridad que pudo haber sido representada por nuestros padres. No trabajamos intensamente para elevar a la gente. Trabajamos árduamente para conformarla. Es esa gran necesidad de agradar la que nos hace correr un riesgo particular con las personas que vienen a hablar de su falta de realización, de sus anhelos y de sus heridas. Mucho deseamos ser capaces de llenar ese vacío en la vida de la otra persona. La tentación para nosotros es demostrar esto de un modo muy concreto.
7. La susceptibilidad a la crítica. Nuestra vulnerabilidad es también acrecentada a causa de que a menudo somos el tema de crítica. Frecuentemente nos presentamos a nosotros mismos, y a nuestros ideales y a nuestras personas, frente a una congregación que puede ser muy criticona. En consecuencia, a menudo sufrimos significativos reveses de nuestra autoestima. Cuando esto se combina con la tentación de grandiosidad, que muchos de nosotros también experimentamos, se expone una vulnerabilidad adicional. Una vez, alguien me contó cómo quedó enganchado en una relación sexual fuera del matrimonio: “Yo estaba muy necesitado”. Todavía escucho el eco de esas palabras a través de los años, al saber cuán a menudo los que estamos en el ministerio realmente nos sentimos terriblemente necesitados. Para tal persona necesitada, encontrar a alguien que responda con afecto y amor es una tentación muy grande.
8. El mito de la invulnerabilidad. Pienso que a menudo creemos en una especie de mito de invulnerabilidad, a pesar de nuestras necesidades. Aquí hay una paradoja que es común a las condiciones psicológicas. A pesar de nuestras grandes necesidades, a veces también tenemos la idea de que estamos por encima de la censura y las expectativas que se aplican a otras personas: “De algún modo nosotros estamos por encima”. Permitimos que el poderoso deseo erótico supere a nuestro sentido de la realidad, y nos convencemos de que “nunca caeremos”, “nadie nos atrapará”, “todo saldrá bien”. Nuestros sentimientos de insuficiencia nos guían a la racionalización de la autosuficiencia.
9. Relaciones débiles. A causa de la gran cantidad de tiempo que se demanda de nosotros, y porque sentimos la necesidad de agradar a mucha gente, también sacrificamos fácilmente la relación más importante de nuestras vidas: nuestro propio matrimonio. Demasiados clérigos parecen incapaces de decir no a toda otra persona, excepto a sus propias esposas. Siendo éste el caso, es común que tengamos matrimonios conflictuados, lo que aumenta la posibilidad del riesgo de una conducta extramatrimonial inapropiada.
10. Preparación insuficiente. Muchos pastores han tenido poca preparación en relación con el asesoramiento. En general, estamos preparados para la predicación, la proclamación, la declaración y la exposición de las Escrituras. Pero la mayoría de los seminarios dan poca preparación para escuchar los problemas humanos y relacionarse efectivamente con las personas. Por esto, algunos estamos mal preparados para tratar con la clase de circunstancias que surge en el asesoramiento. Algunos se inclinan a ser abiertos con los aconsejados o feligreses por causa de los sentimientos positivos que tienen hacia estas personas, quizás hasta llegan a compartir los sentimientos sensuales y eróticos que ellos tienen.
Un pastor que estaba teniendo un sentimiento erótico hacia una feligresa, le sugirió encontrarse con él para una serie de seis sesiones a fin de hablar acerca de los sentimientos mutuos. El resultado fue que la feligresa desarrolló un nuevo problema… Y el pastor también tuvo un nuevo problema: la necesidad de encontrar otra ocupación.
Muchos pastores son muy ingenuos acerca de la poderosa dinámica de la transferencia y de la contratransferencia, que puede complicar o producir cambios significativos en una buena relación de asesoramiento. La falta de conocimiento de esa dinámica puede causar dificultades a los consejeros que han tenido alguna preparación, pero que no tienen recursos para mantener una perspectiva objetiva en el asesoramiento.
¿Qué puede hacer usted para manejar las tentaciones sensuales?
1. Conózcase a sí mismo. El conocimiento propio -ser consciente de sus propios sentimientos y de sus propias sensaciones en la relación de asesoramiento- es muy importante. Saber por qué es difícil preservar su mente en este asunto. Saber cuándo usted está preocupado por la vestimenta de la aconsejada, su postura, su presencia física, o sus señales eróticas. Una pista muy importante es descubrir que esto lo distrae continuamente; y si a veces es una señal para el asesorado, a menudo no lo es menos con respecto al asesor.
De hecho, el conocimiento propio es el primer paso. El descubrimiento de uno mismo puede no ser el modo más apropiado de tratar con el conocimiento de sí mismo.
Muchos consejeros podrían ser beneficiados por la terapia para ser ayudados a tratar con sus propias necesidades y deseos insatisfechos. Es importante llegar a conocerse a sí mismo, a descubrir cuán profundamente enraizadas están las tentaciones presentes en la temprana historia de su desarrollo psíquico. Un buen terapeuta lo ayudará a trabajar esa historia y a evitar que obnubile el presente.
2. Sea profesional. Mantenga una estructura profesional en la relación. Si siente que la relación está llegando a ser tan informal, que puede conducir a una atracción romántica, transfiera el contexto de la conversación a un ambiente más formal, tal como una oficina. Allí los detalles de la decoración -un escritorio, una silla, certificados en la pared, una agenda que limita su tiempo- ayudan a establecer las expectativas apropiadas.
Rassieur dice: “Un esposo también puede tranquilizar a su esposa por el modo como maneja los llamados telefónicos. Las conversaciones excesivamente largas en horas inapropiadas fácilmente pueden dar a la esposa la impresión de que él no está manejando la situación, y probablemente el juicio de la esposa sea correcto”.
Estoy seguro de que pasaría lo mismo si la esposa fuera el pastor y el esposo el observador.
3. Sea responsable. Ejercite su poder de elegir su propia conducta. Todos somos responsables de las decisiones que tomamos y de la conducta que escogemos. Hay un mito común que fluye a través de la literatura erótica, que a veces se expresa en el cliché: “Esto nos supera a los dos”. En ese momento erótico, cuando la racionalidad parece escapar por la ventana, la gente a veces está tentada a excusar la conducta al sugerir que el poder de elección estaba fuera de su alcance. El poder no está fuera de su alcance; usted puede hacer elecciones y es responsable de elegir su conducta. La reafirmación continua de este hecho es una parte importante en el manejo de la tentación sensual.
4. Pida consejo. Arregle en forma regular una consulta ya sea con un grupo de investigación o con un asesor profesional. Regularmente dirá a esta persona o al grupo cómo avanza en sus relaciones de asesoramiento. A la vez que puede escoger contarles sólo parte de su experiencia a quien consulta, cuando usted abandona los momentos del ataque romántico es más fácil que la parte racional de su psiquis se haga cargo. El saber que tendrá que contar sus acciones a alguien más, puede proveer una poderosa motivación para preservarlas impolutas.
Pasión y compasión
Cuando hablamos de tentación sensual, en gran medida también hablamos de pasión. La pasión es una fuerza poderosa y una parte excitante de la vida, y no quiero hablar de ella como si fuera toda negativa.
Pero también quiero decir algo acerca de la compasión. Cualquiera de los que estamos comprometidos en el asesoramiento encontramos personas que han sido trágicamente heridas. Pero cuando los consejeros, ya sean ellos pastores, maestros u otros servidores, se han enredado sexualmente con sus aconsejados, ocurre una tragedia de mayores proporciones. Frecuentemente, los varones toman ventaja de la vulnerabilidad de la mujer. Por esta razón hay una clase de ejercicio continuo en la práctica sexual. La mujer que lucha, que busca, que repentinamente se disuelve en lágrimas, puede favorecer el ego del consejero que pone sus brazos alrededor de ella y la sostiene estrechamente. Pero esto es inapropiado. Sé que esto sucede también al revés, que las mujeres consejeras abrazan a clientes varones vulnerables; pero, por lejos, el ejercicio de una particular imprudencia ocurre con consejeros varones y mujeres necesitadas, y todo el juego perpetúa la suposición sexual.
Masters y Johnson recomiendan que los consejeros que tienen relaciones sexuales con sus aconsejadas deberían ser acusados de violación, sin tener en cuenta la disposición de participación de la aconsejada. Ellos saben cuán vulnerable es la gente en las relaciones de aconsejamiento, al poder, a la autoridad, a la dignidad y a la presumida madurez emocional de la persona que se sienta del otro lado del escritorio, representándose a sí mismos como ayudadores. Por esto, ellos sugieren que tales personas debieran ser juzgadas por violación.
Es trágico que un consejero saque ventaja respecto de su aconsejado en este sentido. ¡Si usted lo está haciendo, deje de hacer eso! Pida ayuda. Diga a su aconsejado que vea a otro asesor y terapeuta, mientras usted comienza a atender los problemas de su propia vida y comienza a reconstruir su propia autoestima de un modo distinto que no sea a expensas de otra persona.
Quienes no hemos caído en la tentación sexual no debemos tomar una actitud de “soy más santo que tú”. Cuando tratamos con el caído, debemos recordar: “Estoy firme por la gracia de Dios”. Todo el que se ocupa de ayudar, quien tiene sentido de empatía, y que es consciente de su propio flujo hormonal, debe saber cuán cerca, cuán increíblemente cerca, estuvo en algunos momentos de la línea de la imprudencia. Y todos sabemos que si nuestras mentes fueran leídas, se revelaría cuán a menudo, en nuestra fantasía al menos, cruzamos esa línea de conducta inapropiada. Ninguno de nosotros está sin pecado. Por lo tanto, debemos encontrar modos de enfrentar, consolar y reconstruirnos unos a otros, cuando sabemos que estamos atrapados en la tentación.
Sobre el autor: es pastor ordenado de la Iglesia Menonita de Wichita, Kansas.