Aunque he limitado mi enumeración de los descubrimientos realizados en estos últimos treinta años principalmente a Palestina y Siria, no quisiera dejar la impresión de que fueron hechos sólo en esos países. Permítaseme señalar una vez más la cantidad de papiros áramelos de Elefantina, que aparecieron en un escondrijo de Nueva York en 1947. Esos papiros, publicados en 1953 por Emil Kraeling, no solamente nos revelaron la naturaleza del calendario judaico del período postexílico, como ya fue mencionado, sino que también arrojaron su muy bienvenida luz sobre la condición cultural, legal y social de los colonos judíos que habían emigrado a ese lugar desde Egipto antes del exilio.[1] Otros documentos que nos ayudaron grandemente en el estudio del arameo, idioma en el que fueron escritos algunos libros del Antiguo Testamento, son las cartas de Arsames (el sátrapa persa de Egipto). Fueron encontradas en 1926 en la misma bolsa de cuero en la que fueron transportadas, y las publicó en 1954 G. R. Driver.[2] Y en último lugar, pero no en importancia, debemos mencionar ocho papiros que fueron encontrados en Hermópolis en 1945 y publicados en 1966 por E. Bresciani y M. Kamil. Se refieren al culto de la Reina del Cielo, una diosa que fue adorada también por los judíos apóstatas a quienes Jeremías encontró al llegar a Egipto. (Jer. 44:19)[3]

También quisiera decir unas pocas palabras acerca de nuestra comprensión del idioma amonita, que se vio notablemente incrementado durante el período en cuestión. Como ya teníamos la Estela Moabita desde su descubrimiento en 1868, que contiene una larga inscripción de 34 líneas en ese idioma, hemos tenido un conocimiento bastante completo del moabita, mientras el amonita era prácticamente desconocido. En 1969, cuando publiqué la “Inscripción de la ciudadela de Amán”[4], la totalidad de las inscripciones amonitas conocidas eran doce sellos, la mayor parte de los cuales no abarcaba más que un nombre, y una inscripción de doce caracteres en una piedra. La cantidad de inscripciones amonitas pasa de las cuarenta en la actualidad, gracias al descubrimiento de nuevas inscripciones, entre las cuales está la “Inscripción de la ciudadela de Amán”, que contiene ocho líneas incompletas, y la “Inscripción de la botella de bronce”, encontrada en Tell Sirán, con ocho líneas completas.[5] La expedición organizada a Hesbón por la Universidad Andrews contribuyó a aumentar el número de documentos amonitas al descubrir varias ostracas, una de las cuales contiene once líneas.[6] Todo este material sacó al amonita de la oscuridad, y nos mostró el lugar que ocupa en el árbol genealógico de los idiomas semíticos occidentales.

Antes de abandonar el tema de los textos, no podemos dejar de mencionar la gran cantidad de sellos e inscripciones con impresiones de sellos confeccionados en arcilla que fueron encontrados en estos últimos años. Existen ahora centenares de ellos. Los nombres hebreos mencionados en esos sellos y en sus impresiones, presentan similitudes con los nombres bíblicos, aunque no podemos estar totalmente seguros de que coinciden realmente con los personajes bíblicos. Los sellos de “Manasés, el hijo del rey”[7] y “Joacaz, el hijo del rey”[8] son las probables excepciones; pertenecieron posiblemente a Manasés, hijo de Ezequías, y a Joacaz, hijo del rey Josías, cuando los dueños de esos sellos eran todavía príncipes herederos, antes de ascender al trono. Un sello que perteneció con seguridad a un personaje bíblico muy conocido es el de “Baruc, hijo de Nerías”, todavía sin publicar, que era propiedad de Baruc, secretario del profeta Jeremías. (Jer. 34:4, 32; 45:1.)

  • Los rollos del Mar Muerto

En realidad, el tema de los rollos del Mar Muerto habría que tratarlo bajo el subtítulo de “Textos”, ya considerado. Sin embargo, los rollos mencionados merecen consideración especial debido a que su descubrimiento en el desierto del este de Judea fue tan sensacional, revolucionó y aumentó de tal manera nuestro conocimiento del judaismo en el período intertestamentario, y ha puesto sobre una base tan firme la crítica textual del Hebreo del Antiguo Testamento, base que difícilmente pudo existir antes de 1948.

No quiero explayarme en la historia de estos descubrimientos, que es bien conocida[9]; sólo quisiera resumir brevemente la cantidad de material referente a textos que ha llegado a las manos de los eruditos desde las cavernas y los valles del este de Judea.

  1. La primera caverna de Qumrán fue descubierta en 1947, y la noticia del descubrimiento fue conocida en el mundo un año después, el año que escogí como fecha inicial de esta revisión de los hechos. En los años siguientes, hasta 1956, se descubrieron diez cavernas más cerca de Qumrán, en las que se encontraron fragmentos de rollos. Uno de los rollos estaba completo, a saber, el famoso ejemplar de Isaías de la caverna 1. Otros estaban casi completos, como algunos rollos de las cavernas 1 y 11, o llegaron a las manos de los eruditos en forma de fragmentos grandes o pequeños, que en algunos casos podían ser unidos para constituir así trozos mayores de obras literarias u otros documentos. El volumen completo de material fragmentado es formidable. De la caverna 4, por ejemplo, se extrajeron 35.000 fragmentos de rollos, procedentes de más de cuatrocientos manuscritos. Con la excepción de algunos rollos de la caverna 11 y la mayor parte del material de la caverna 4 que todavía no han sido publicados, los textos de las cavernas de Qumrán están disponibles en forma impresa.[10] Estos rollos, que fueron escritos antes del fin de la primera guerra romano judía (66-73 DC), contienen porciones de todos los libros del Antiguo Testamento, menos del de Ester; también contienen una gran cantidad de escritos judíos no canónicos, entre los cuales se encuentran algunos trabajos apócrifos y pseudoepigráficos ya conocidos cuando los rollos fueron descubiertos; pero en su mayor parte son obras literarias que no se conocían antes.[11]
  2. En 1951, en la caverna de Wadi Murabba’at, al este de Belén, se encontraron rollos del siglo II DC, entre los cuales había una gran parte del rollo de los Profetas Menores y documentos pertenecientes a la revuelta de Barcoquebas contra los romanos. Este material fue publicado en 1961.[12]
  3. En Nahal Hever, al sudoeste de En Gadi, fue descubierta una caverna en 1961 que contenía también un gran número de documentos del siglo II DC, dejados por los judíos que se escondieron en el desierto durante la revuelta de Barcoquebas. Junto a varios documentos seculares en hebreo, había algunos papiros escritos en caracteres nabateos, y también fragmentos de libros bíblicos. Sólo algunas porciones de este material han sido publicadas hasta ahora.[13]
  4. También fueron encontrados algunos textos durante las excavaciones de Masada realizadas en 1963 y 1964, como ya se ha mencionado. Este material, que es anterior a la caída de la fortaleza en el año 73 DC, ha sido publicado hasta ahora solamente en una forma preliminar.[14]
  5. En el inaccesible Wadi Daliyeh, al noroeste de Jericó, se descubrieron en 1962 algunos rollos samaritanos del siglo IV AC. Son documentos seculares que, además de proporcionar otro tipo de información, nos ayudan a reconstruir la lista de gobernadores de Samaría desde el tiempo de Nehemías hasta Alejandro el Grande. Los documentos propiamente dichos no han sido publicados todavía, pero se pueden conseguir resúmenes de su contenido.[15]

¿Cuáles son los resultados de estos fenomenales descubrimientos de textos realizados durante los últimos treinta años en el desierto de Judea?

  1. Los rollos nos proporcionaron trozos de los libros de la Biblia hebrea que datan del período de la historia judía cuando el texto bíblico era aún fluido, especialmente antes del concilio de Jamnia hacia el fin del siglo I DC; pero también contienen porciones de los libros del Antiguo Testamento copiadas después de Jamnia. Si bien es cierto que nuestro conocímiento del proceso de compilar, corregir y copiar los escritos sagrados, y el de la canonización de la Biblia hebrea está muy lejos de ser completo, algunos de estos textos hebreos -que tienen una antigüedad de mil años o más con respecto a los primeros textos que tuvimos en 1948- han aumentado notablemente nuestra comprensión de lo que ocurrió con el texto hebreo antes de la era masorética. Nos han mostrado que el texto hebreo ha experimentado muchos menos cambios de los que se creía posible antes que estuvieran disponibles estos primeros ejemplares.[16] En consecuencia, los eruditos tienen en la actualidad mayor respeto por el texto bíblico del que tenían en el pasado.

Por otro lado, no hay evidencia en los rollos que apoye la teoría de los fundamentalistas que creen en la inspiración verbal y en la transmisión mecánica e inalterable del texto a través de los siglos. Nos muestran, en cambio, en forma muy clara, que circulaban antes de Jamnia diferentes revisiones de los libros del Antiguo Testamento, y que los escribas de ese período se sentían con libertad para modernizar el texto cuando lo copiaban. Sus correcciones no se limitaban solamente a la ortografía y a la elección de sinónimos más modernos para reemplazar las palabras arcaicas y las expresiones y formas gramaticales antiguas, sino que introdujeron alteraciones en el texto con el propósito, al parecer, de hacerlo más comprensible y claro.

  • Los rollos, sumados a los resultados de las excavaciones en Khirbet Qumrán, resucitaron la secta judía de los esenios, de la cual poco se conocía en 1948. La escasa información que teníamos hasta ese momento provenía de declaraciones hechas por Josefo, Filón, Plinio el viejo y Dio de Prusa, pero la Biblia jamás menciona la secta, y toda su literatura permaneció oculta hasta que fue descubierta en las cuevas de Qumrán en años recientes.[17]
  • Mientras el erudito bíblico se interesa principalmente en los rollos de naturaleza bíblica, no debemos olvidar que las cavernas de Qumrán nos han proporcionado abundante material de literatura judía, la mayor parte del cual era desconocido hasta entonces. Aunque esa literatura proviene en mayor medida de una secta judía, los esenios, queda demostrado el hecho de la existencia de una literatura judía inmensamente rica, de tipo religioso, histórico y literario -la mayor parte de la cual se ha perdido- que existió en el tiempo de Jesús y los apóstoles.
  • Las cavernas del desierto de Judea han proporcionado documentos originales acerca de la revuelta de Barcoquebas y de los acontecimientos relacionados con la segunda guerra de los judíos contra los romanos. Muy poco se sabía de esa guerra dado que no se poseían testimonios históricos, mientras que se tenía bastante información acerca de la primera guerra judeo romana gracias a los extensos relatos del historiador Josefo, cuyas obras todavía existen.

Estas observaciones sobre los rollos del Mar Muerto no hacen más que rozar la superficie del más grande de todos los descubrimientos jamás hechos en el campo de la arqueología bíblica, pero dan una idea de los beneficios que han proporcionado estos rollos. Estos descubrimientos crearon una disciplina totalmente nueva en el campo del estudio de la Biblia, motivaron la creación de miles de artículos y cientos de libros, cuya bibliografía solamente llenaría varios volúmenes[18], y trajeron como consecuencia la creación de una publicación periódica erudita, La Revue de Qumrán (Revista de Qumrán), totalmente dedicada a esta disciplina. Ningún teólogo ni erudito bíblico puede dejar de tener en cuenta los abundantes resultados obtenidos por el estudio de las informaciones que nos han provisto estos rollos en forma ininterrumpida durante las tres últimas décadas.

  • Ebla y la época de los patriarcas

Los descubrimientos realizados entre las dos guerras mundiales pusieron en evidencia muchos hechos que arrojan luz sobre la época de los patriarcas y el mundo en que vivían, y parecen probar la historicidad de los relatos de la era patriarcal. Por eso Albright pudo decir en 1950: “Escasamente habrá un sólo historiador bíblico que no se haya sentido impresionado por el rápido cúmulo de datos que apoyan la historicidad de la tradición patriarcal”.[19]

Sin embargo, en los últimos años se han lanzado nuevos ataques contra la historicidad de los relatos concernientes a los patriarcas, que nos recuerdan en cierta manera el apogeo del Wellhausenismo.[20] Justamente cuando los eruditos bíblicos reaccionaban ante estos nuevos ataques reexaminando los fundamentos de sus posiciones y preparando sus argumentos para la defensa de los patriarcas, les llegó una ayuda del lugar menos esperado: Ebla. ¿Qué historiador bíblico había oído alguna vez este nombre antes de 1976, cuando aparecieron las primeras noticias acerca de algunos sensacionales descubrimientos hechos en una antigua ciudad de Siria? Y ahora, sólo dos años después Ebla ha llegado a ser una palabra familiar y muy conocida por los eruditos bíblicos y los ministros, como Qumrán o Ras Samra-Ugarit.

Es todavía prematuro evaluar los hallazgos hechos en Tel Mardij, antiguamente Ebla, donde en las últimas cuatro temporadas de excavaciones, desde 1974 a 1977, se descubrieron veinte mil tablillas cuneiformes. Este descubrimiento ha sido rotulado como el más sensacional hallazgo jamás hecho en el campo de la arqueología bíblica o como el descubrimiento más grande desde la aparición de los rollos del Mar Muerto. Sin embargo, debemos ser cautelosos. Dado que aún no se ha publicado el contenido de ninguna de esas tablillas, dependemos, por lo tanto, de los pocos artículos del excavador Paolo Matthiae, y del epigrafista Giovanni Pettinato.[21] El resto de la información proviene de hombres que han estado en estrecho contacto con el excavador y el epigrafista. El más notable de ellos es David Noel Freedman, el director de la revista Biblical Archeologist (El arqueólogo bíblico).[22] Por los artículos escritos por estos hombres sabemos que se ha encontrado un gran archivo oficial de la segunda mitad del tercer milenio antes de Cristo, y que aunque las tablillas están escritas con caracteres cuneiformes sumerios, el idioma de muchos de los documentos es paleocananita, el precursor del hebreo.

Se nos dice que el eblaíta, como se lo llama, está más estrechamente relacionado al hebreo bíblico que el ugarítico; que entre las tablillas hay textos literarios con la versión cananita de las historias de la creación y del diluvio; y también contienen un código de ley cananita. Además, se nos dice que algunos de los reyes de Ebla gobernaron un imperio que se extendía desde el Mediterráneo hasta el golfo Pérsico, que su capital tenía 260.000 habitantes, y su servicio civil contaba con 11.000 empleados públicos. También se nos dice que los archivos revelan que los reyes de Ebla mantenían relaciones comerciales con la mayor parte del mundo conocido en sus días, desde Egipto en el sur hasta Mesopotamia en el norte y el oeste. Aparecen, además, los nombres de muchas ciudades palestinas entre los cinco mil o más que se encontraron en las tablillas. Entre ellos se encuentran los de las conocidas ciudades bíblicas de Hazor, Laquis, Meguido, Gaza, Dor, Jope, Asdod, Acó, Astarot y Salem (el nombre de Jerusalén durante el período patriarcal, Gén. 14:18). También se nos dice que uno de los seis reyes de Ebla se llamaba Ebrum, nombre que relacionamos con el bíblico Eber, de uno de los antepasados de Abrahán (Gén. 10:21), mientras muchos de los nombres personales que aparecen en los documentos tienen una definida connotación bíblica: Miguel, Abrahán, Israel, Ismael, Micaías, Esaú, Saúl y David.

La gran sorpresa la dio la información de que las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adma, Zeboím y Bela, también llamadas “las ciudades de la llanura”, aparecen mencionadas en una de las tablillas de Ebla (N° 1860) en el mismo orden en que se encuentran en Génesis 14:2. Nada pudo haber causado una mayor impresión que este anuncio, y entre otros yo estoy esperando ansiosamente la publicación de ese documento en extremo importante, para ver por mí mismo en qué contexto se mencionan esas ciudades. A la luz de este descubrimiento relacionado con Génesis 14 deseo citar a Albright quien escribió lo siguiente en 1936 al ver que la mayor parte de los datos que llegaban a sus manos y que se referían a la era patriarcal concordaban en un grado admirable con la información bíblica: “Los más cautelosos eruditos solían considerar que el capítulo 14 del Génesis no era histórico”, pero “ahora somos más modestos”.[23] Cuando Albright volvió a publicar este artículo 19 años después, en 1955, corrigió esta declaración para que fuera más positiva todavía: “Ya no se puede considerar que el capítulo 14 del Génesis no es histórico, en vista de que los recientes hallazgos confirman una gran cantidad de detalles”.[24] Me gustaría saber qué diría Albright ahora si viviera para enterarse de los descubrimientos efectuados en Ebla.

Las fechas de origen de las tablillas de Ebla no se han precisado todavía. El arqueólogo Matthiae las ha fechado sobre la base de las evidencias arqueológicas y estratigráficas, entre los años 2400 y 2250 AC, pero Pettinato, el epigrafista, sobre la base de las evidencias epigráficas, ha fechado el archivo un siglo antes, entre los años 2580 y 2450 AC. Ahora nos llega la novedad de que se ha encontrado recientemente en Ebla la impresión del sello del rey egipcio Pepi I. Si esta noticia fuera confirmada, apoyaría la tesis de Matthiae, más que la de Pettinato.[25]

El lector no puede dejar de darse cuenta de que la discusión acerca de los descubrimientos efectuados en Ebla es más breve que las de los otros temas presentados en este resumen, y que estas observaciones, si bien hechas en un tono de cauteloso optimismo y hasta de entusiasmo, están salpicadas, a pesar de todo, de interrogantes e incertidumbres. La razón de esto es el hecho de que estos descubrimientos son todavía muy recientes, y por consiguiente no ha habido tiempo suficiente para efectuar un examen cuidadoso y la correspondiente asimilación del material. Los textos no han sido publicados todavía, como ya lo hemos hecho notar; por consiguiente toda la información que tenemos acerca de ellos está basada en los pocos artículos de los eruditos que han visto las tablillas y las han analizado. Debemos tener en cuenta que estos eruditos deben realizar este trabajo además de cumplir sus funciones académicas regulares, y en consecuencia no han podido hacer mucho más que darle una mirada superficial a las tablillas de Ebla sin disponer del tiempo y la calma suficientes para estudiarlas en profundidad.

La cantidad de material que ha sido descubierto nos lleva a no tener demasiadas esperanzas con respecto a una rápida publicación del archivo, aunque sinceramente anhelamos que las tablillas más importantes estén muy pronto al alcance de todos los eruditos del mundo para su cuidadoso estudio. Es muy satisfactorio saber que se ha formado una comisión internacional de expertos para estudiar esas tablillas. Por lo tanto se justifica la esperanza de que los textos sean estudiados y publicados más rápidamente que si sólo un par de ojos trabajara con los miles de tablillas que de pronto le cayeron en el regazo al epigrafista Pettinato.

  • Excavaciones en lugares bíblicos

Le hacemos justicia a este asunto en forma muy limitada, y podemos presentar los resultados de las excavaciones de sólo unos pocos sitios claves, puesto que es enorme la cantidad de lugares bíblicos excavados, tanto al este como al oeste del Jordán. Recientemente hice un recuento y encontré que, además de las numerosas exploraciones arqueológicas menores, 76 expediciones arqueológicas importantes trabajaron en Tierra Santa desde la segunda guerra mundial. Limitaré mi breve enumeración, por lo tanto, a unos pocos sitios y con respecto a los demás los remito al cuarto tomo del trabajo titulado Encyclopedia of Archaeological Excavations in the Holy Land (Enciclopedia de las excavaciones arqueológicas practicadas en Tierra Santa).[26]

  1. Jericó. Al comenzar el período de esta enumeración estábamos todavía bajo la ilusión de que John Garstang, durante las excavaciones que efectuó en 1930, había encontrado las mismas murallas de Jericó que fueron derribadas en el tiempo de Josué. Esta errónea interpretación de las evidencias descubiertas fue violentamente echada por tierra por las excavaciones realizadas en Jericó entre 1952 y 1958 por Kathleen Kenyon. En efecto, descubrió que los muros destruidos por un terremoto, y que Garstang ubicó en el período posterior de la Edad de Bronce, cayeron muchos siglos antes de la época de Josué, es decir, en la primitiva Edad de Bronce. Para sorpresa de todos no pudo encontrar casi nada de la ciudad de la posterior Edad de Bronce, la que fue destruida por los israelitas, y llegó a la conclusión de que las fuerzas de la naturaleza y el hombre deben de haber hecho desaparecer casi hasta los vestigios de esa ciudad. De todas maneras, su trabajo demostró que Jericó era la ciudad fortificada y habitada más antigua que se haya excavado. La sólida torre de los tiempos neolíticos que descubrió, fue edificada cuando aún no se había inventado la alfarería. Esta es una poderosa evidencia de la existencia de un genio inventor y de la realización de una tarea sobre la base de la colaboración en este primitivo período de la historia del mundo.

Las excavaciones que se hicieron en forma intermitente en las ruinas de la Jericó del Nuevo Testamento por otras expediciones desde 1950, descubrieron los restos de un palacio, grande y lujoso, construido por Herodes el Grande, que murió en él.[27]

  • Bab edh-Dhra. Este lugar, situado en la península de Lisán, en el Mar Muerto, fue descubierto en 1924, pero las excavaciones no se hicieron hasta 1965, cuando Paul Lapp comenzó la primera de las tres que llevó a cabo. En 1975 Walter Rast y Thomas Schaub reasumieron las excavaciones. La antigua población que se encontró en ese lugar floreció en la primitiva Edad de Bronce, cuando estaba densamente poblada, al igual que la zona que la rodeaba, como lo revela su cementerio, uno de los más antiguos y grandes que se han descubierto en Palestina. Lapp calculó que existían en él unas veinte mil tumbas, en las cuales fueron sepultadas unas 500.000 personas junto con alrededor de tres millones de piezas de alfarería, entre vasijas y otros objetos.

Las recientes exploraciones de la zona ubicada al sur y al sudeste de Babedh Dhra han permitido descubrir los restos de cuatro antiguas ciudades situadas en línea recta al sur de este lugar: Numeira, 13 km al sur; Safi, 13 km más al sur todavía; Feifa, 10 km al sur de Safi; y Janazir, 6 km al sur de Feifa. Todas estas ciudades existieron durante la primitiva Edad de Bronce, y parecen haber sido destruidas más o menos al mismo tiempo, poco antes del año 2000 AC. Algunos eruditos han pretendido relacionar cautelosamente estas cinco ciudades con las “ciudades de la llanura” de Génesis 18 y 19. Si esta sugerencia fuera correcta, el período patriarcal, que generalmente lo ubicamos en la primera parte del período medio de la Edad de Bronce, debería ubicarse en las últimas porciones de la primitiva Edad de Bronce, o sea en los últimos siglos del tercer milenio AC. Sin embargo, es prematuro pronunciarse definidamente al respecto a esta altura de las excavaciones de Babedh-Dhra y los lugares aledaños.


Referencias

[1] Ver en el artículo de El Ministerio anterior el N° 13.

[2] Aramaic Documents of the Fifth Century B. C. (Documentos árameos del siglo V AC) (Oxford, 1954).

[3] “Le lettere aramaiche di Hermopoli”, Atti delta Accede- mia Nazionale dei Ljncei; Classi di scienze morali storiche e filologiche, serie 8, Memorie, tomo 12, fase. 5 (1966), págs. 357-428.

[4] Hom, “The Amman Citadel Inscription”, BASOR 193 (Feb. 1969): 2-13.

[5] Thompson, Henry O. y Zayadine, Fawzi “The Tell Siran Inscription” (La inscripción de Tell Sirán), BASOR 212 (Dic. 1973): 5-11.

[6] Cross, “Ammonite Ostraca from Heshbon”, Andrews University Seminary Studies (Ostracas amonitas de Hesbón, Estudios del Seminario de la Universidad Andrews), 13 (1975): 1-20.

[7] Avigad, Nahman, “A Seal of Manasseh Son of the King” (Un sello de Manasés, hijo del rey), IEJ 13 (1963): 133-136.

[8] Avigad, “A Group of Hebrew Seals” (Un grupo de sellos hebreos), Eretz Israel 9 (1969): 134

[9] La historia del hallazgo de los rollos del Mar Muerto ha sido narrada en diferentes libros. Los siguientes relatos fueron escritos por hombres que estuvieron directamente relacionados con el descubrimiento y la adquisición de los rollos: Burrows, Millar, The Dead Sea Scrolls (Los rollos del Mar Muerto) (Nueva York, 1955), págs. 3-69; Id., More Light on the Dead Sea Scrolls (Más luz acerca de los rollos del Mar Muerto) (Nueva York, 1958), págs. 3-36; Yadin, The Message of the Scrolls (El mensaje de los rollos) (Nueva York, 1957), págs. 15-52; Samuel, Athanasius Yeshue, Treasure of Qumran; My Story of the Dead Sea Scrolls (Los tesoros de Qumrán; mi historia acerca de los rollos del Mar Muerto) (Filadelfia, 1966), Trever, John C., The Untold Story of Qumran (La historia de Qumrán que todavía no se contó) (Westowood, N. J. I965).

[10] El material de los rollos de la caverna 1 ha sido publicado por Burrows, John C. Trever, y William H. Brown, The Dead Sea Scrolls of St. Mark’s Monastery, (Los rollos del Mar Muerto del Monasterio de San Marcos). 2 tomos (New Haven, Conn., 1950, 1951); E. L Sukenik, The Dead Sea Scrolls of the Hebrew University (Los rollos del Mar Muerto de la Universidad Hebrea) (Jerusalén, 1955); Barthélemy, D. y J. T. Milik, Discoveries in the Judaean Desert, I: Qumrán Cave 1 (Descubrimientos en el Desierto de Judea, I: Caverna N° 1, Qumrán) (Oxford, 1955); Avigad y Yadin, A Genesis Apocryphon (Un apócrifo del Génesis) (Jerusalén, 1956).

El material de los rollos de las cavernas 2 y 3. y de la 5 a la 10 fue publicado por M. Baillet, J. T. Milik y R. de Vaux, Discoveries in the Judaean Desert of Jordan, III: Les “Petites Grottes” de Qumrán (Descubrimientos en el desierto de Judea, III: Las “cavemitas” de Qumrán) (Oxford, 1962). Del material de los rollos de la caverna 4 existen dos tomos: John M. Allegro y A. A. Anderson, Discoveries in the Judaean Desert of Jordan, V: Qumrán Cave 4:1 (Descubrimientos en el desierto judío del Jordán, V: Caverna de Qumrán 4:1) (4Q158-4Q186) (Oxford, 1968): R. de Vaux, J. T. Milik, et. al., Discoveries in the Judaean Desert, VI: Qumrán Grotte 4, vol. 2 (pt. 1, Archéologie; pt. 2, Tefillin, Mezuzot et Targums) (Descubrimientos en el desierto de Judea, VI: Caverna de Qumrán N° 4, tomo 2, parte 1, Arqueología; parte 2, Tefillin, Mezuzot y Targumes) (Oxford, 1977).

De los rollos de la caverna 11 han aparecido los dos trabajos que detallamos a continuación: J. A. Sanders, Discoveries in the Judaean Desert of Jordan, IV: The Psalms Scroll of Qumrán Cave 11 (Descubrimientos en el desierto de Judea, IV: el rollo de los Salmos de la caverna N° 11 de Qumrán) (Oxford, 1965); J. P. M. van der Ploeg and A. S. van der Woude, Le Targum de Job de la grotte XI de Qumrán (El targum de Job de la caverna N° 11 de Qumrán) (Leiden 1971).

Ver Cross,

[11] Ver Cross, The Ancient Library of Qumran and Moderen Biblical Studies (La antigua biblioteca de Qumrán y los estudios bíblicos modernos) (Garden City, N. Y., 1976), págs. 120-180.

[12] P. Benoit, J. T. Milik y R. de Vaux, Discoveries in the Judaean Desert, II: Les grottes de Murabba’at (Descubrimientos en el desierto de Judea, II: Las cavernas de Murabba’at) (Oxford, 1961).

[13] Yadin, “The Expedition to the Judaean Desert, 1960; Expedition D” (La expedición al desierto de Judea, 1960, expedición D), IEJ 11 (1961); 40-52; id., “The Expedition to the Judaean Desert, 1961; Expedition D: The Cave of the Letters” (La expedición al desierto de Judea, 1961; expedición D: La caverna de las cartas), IEJ 12 (1962): 227-257.

[14] Ver el N° 30.

[15] Cross, “The Discovery of the Samaría Papyri (El descubrimiento de los papiros de Samaría), BA 26 (1963): 110- 121; id., “Papyri of the Fourth Century B. C. from Daliyeh” (Papiros del siglo IV AC de Daliyeh), in D. N. Freedman and J. C. Greenfield, eds., New Directions in Biblical Archaeology, (Nuevas orientaciones con respecto a la arqueología bíblica), (Garden City, N. Y. 1969), págs. 63-24; Cross, “The Historical Importance of the Samaría Papyri” (La importancia histórica de los papiros de Samaria), Ibid., págs. 25-27.

[16] Ver las notas de Patrick W. Skehan, J. A. Sanders, and D. N. Freedman, en Freedman y Greenfield, eds., New Directions (Nuevas orientaciones), págs. 89-138.

[17] Cross, The Ancient Library of Qumran (La antigua biblioteca de Qumrán), págs. 146-180; J. Murphy-O’Connor, The Essenes and Their History” (Los esenios y su historia),Revue Biblique 81 (Revista bíblica 81), (1974): 215-244; Murphy-O’Connor, “The Essenes in Palestine” (Los esenios en Palestina), BA 40 (1977): 100-124.

[18] Burchard, Christoph, Bibliographie zu den Handschriften vom Toten Meer (Bibliografía de los manuscritos del Mar Muerto), 2 tomos (Berlín, 1957, 1965), cubre las publicaciones de 1948 a 1962; W. S. LaSor, Bibliography of the Dead Sea Scrolls 1948-1957 (Bibliografía de los rollos del Mar Muerto de 1948 a 1957), (Pasadena, Cal., 1958); Jongeling, B., A Classified Bibliography of the Finds in the Desert of Judah, 1958-1969 (Una bibliografía clasificada de los descubrimientos del desierto de Judea, 1958-1969), (Leiden, 1971); Fitzmyer, J. A., The Dead Sea Scrolls: Major Publications and Tools for Study (Los rollos del Mar Muerto: las principales publicaciones y elementos para su estudio), (Missoula, Mont., 1975). La Revue de Qumran ha publicado bibliografías en cada número desde sus comienzos en 1958.

[19] Albright, The Biblical Period (El período bíblico), (Pittsburgh, Pa., 1950), pág. 3.

[20] Thompson, Thomas L, The Historicity of the Patriarchal Narratives (La historicidad de los relatos relativos a los patriarcas), (Berlín, 1974); Van Seters, John, Abraham in History and Tradition (Abrahán en la historia y la tradición), (New Haven, Conn, 1975).

[21]  Matthiae, Paolo, “Ebla in the Late Early Syrian Period: The Royal Palace and the State Archives” (Ebla en la última parte del período sirio: el palacio real y los archivos oficiales), BA 39 (1976): 94-113; Pettinato, Giovanni, “The Royal Archives of Teil Mardikh-Ebla” (Los archivos reales de Tell Mardij-Ebla), Id., págs. 44-52.

[22]  Freedman, “Letter to the Readers” (Carta a los lectores), BA 40 (1977): 2-4; C. Maloney, Paul “Assessing Ebla” (Una evaluación de Ebla), BAR 4 (Mar. 1978) :4-10.

[23] Albright, “Recent Discoveries in Bible Lands” (Recientes descubrimientos en las tierras bíblicas), en Young, R., Analitical Concordance to the Bible (Concordancia analítica de la Biblia), Nueva York, 1956, suplemento, pág. 27.

[24] Albright, “Recent Discoveries in Bible Lands” (Descubrimientos recientes en las Tierras Bíblicas), (Pittsburgh, Pensilvania, 1955), pág. 75

[25] Maloney, pág. 7.

[26] Publicado por Michael Avi-Yonah y Ephraim Stem, este trabajo (en lo sucesivo será citado EAEHL) está siendo publicado por la Sociedad de Exploraciones Israelitas en Jerusalén. Los tomos 1 al 4 fueron impresos entre 1975 y 1978. Los artículos separados fueron escritos por arqueólogos expertos, en la mayoría de los casos por los mismos excavadores en el lugar estudiado, y están acompañados por buena bibliografía e ilustraciones.

[27] Kenyon, Kathlenn M., Foerster, G. y Bacchi, Gabriella, “Jericho”, EAEHL 2: 550 – 575.