¿Gana almas Vd. mediante su predicación? Después de una campaña evangélica se le preguntó al predicador acerca de los resultados. “Yo amonesté a tres mil almas,” fue su arrogante respuesta. La persona que le formuló la pregunta, consciente de que una investigación más minuciosa lo pondría en dificultades, fue lo suficientemente bondadosa para no seguir interrogándolo.

Probablemente Jonás se haya sentido contento de amonestar, pero, hizo algo más: ¡Su amonestación ganó a una ciudad entera! El desaliento que experimentó después de lograr el éxito y conseguir que toda una nación cayera de rodillas, resulta incomprensible para nosotros. No obstante, no podemos negar que mantiene el récord del éxito, después de una campaña de sólo seis semanas.

El propósito de nuestro ministerio consiste en suscitar cristianos temerosos de Dios y que apoyen a la iglesia. Hemos sido llamados a una vocación más alta que la de meramente anunciar los juicios de Jehová en medio de rayos y truenos. Nosotros debiéramos ser más que nadie mensajeros de la gracia.

La sierva del Señor insiste en que nosotros debiéramos ser, de todos los cristianos, los heraldos más fervorosos de Cristo y su expiación: “Los adventistas del séptimo día debieran destacarse entre todos los que profesan ser cristianos, en cuanto a poner en alto a Cristo ante el mundo… El gran centro de atracción. Cristo Jesús, no debe ser dejado a un lado.”—‘‘Obreros Evangélicos” pág. 164.

Los seres humanos son inducidos a arrepentirse gracias a la bondad de Dios y a la revelación de su amor y su piedad. (Rom. 2:4.) Sin duda que en medio de sus encendidos discursos relativos al juicio, Jonás también debe haber formulado tiernos llamamientos.

En el diario de Juan Wesley leemos continuamente expresiones como éstas: “Hoy ofrecí a Cristo a la gente.” San Pablo dice: “Estando pues poseídos del temor del Señor, persuadimos a los hombres.’’ No dice que los atemoriza, sino que los persuade. El sermón que describe la justicia de Dios y al mismo tiempo revela su amor, contiene la amonestación que gana almas.