Entrevista con la Sra. Dollis de Pierson, esposa del presidente de la Asociación general
SRA. DE PIERSON, estamos interesados en saber de qué manera usted, como madre ocupada en los primeros años, pudo ayudar a su esposo en sus diversas responsabilidades. Antes que nada, háblenos acerca de su familia. ¿Cuántos hijos tiene?
A las madres y a las abuelas les gusta hablar de sus hijos y nietos, y yo soy una madre típica. Tengo dos hijos hermosos, sus dos amorosas esposas, y siete nietos —el número perfecto.
John Duane nació en Collegedale, Tennessee, mientras mi esposo estudiaba allí, y Bob nació un año y medio más tarde en Surat, India, durante nuestra primera estada en el campo misionero. John es ahora médico en Florida, y Bob enseña en la Universidad Andrews. Nuestras cuatro nietas y tres nietos proporcionan real gozo a nuestras vidas, escribiéndonos frecuentemente y viniendo a visitarnos.
¿Cómo pudo usted ayudar a su marido en sus responsabilidades de pastor, evangelista, administrador de ultramar y presidente de la Asociación General?
He gozado de los años que mi esposo y yo dedicamos a la tarea pastoral y de evangelización. Pudimos entonces trabajar juntos de una manera como no hemos podido volver a hacerlo en ningún otro tipo de trabajo. En nuestro primer pastorado él era pastor y yo maestra de la escuela de iglesia, y nos ayudábamos el uno al otro. El me ayudaba en la enseñanza y yo le ayudaba en los estudios bíblicos y las reuniones de evangelización. Aquellos eran tiempos de depresión, y nuestro salario combinado era de 65 dólares al mes. De alguna manera nos arreglábamos, e incluso pudimos pagar una chica para que hiciera la limpieza de la casa y cuidara de nuestro hijito. Durante las mañanas, en los días de semana, yo enseñaba a los treinta alumnos de la escuela de iglesia, en tanto que Roberto preparaba sermones y programas radiales, y supervisaba también la atención de John. Yo llegaba a casa al mediodía, y él salía a enseñar en el turno vespertino de la escuela de iglesia. Durante las noches dábamos estudios bíblicos y reuniones de evangelización.
Muy pronto Roberto fue llamado a la Asociación de Georgia-Cumberland para servir como director de los Deptos. de Actividades Laicas y Escuela Sabática. Un año más tarde recibimos un llamado de la División Sudasiática, donde mi esposo sirvió como pastor en la Iglesia de Bombay. Otra vez trabajamos juntos en la visitación pastoral y en los ciclos evangelizadores. Confieso que prefiero ese tipo de trabajo.
Más tarde, Roberto fue llamado a sus primeras labores administrativas en el sur de la India, y ha estado en ese tipo de tareas la mayor parte del tiempo desde entonces. Yo permanecía en casa y supervisaba la educación de nuestros hijos. Para ello me valí durante un tiempo de los cursos del Instituto de Estudios por Correspondencia, que son una maravillosa ayuda para las madres que están en los campos misioneros. Siempre teníamos huéspedes —misioneros en viaje por el campo. A veces nuestra casa parecía un pequeño hotel. A través de los años, tuvimos el privilegio de conocer a centenares de obreros en nuestra casa, y nuestros hijos pudieron conocer a muchos de nuestros dirigentes y escuchar sus conversaciones en la hora de la comida.
Cuando los chicos estuvieron en edad de asistir a la escuela secundaria tuve que trabajar medio tiempo, como es muy común, en oficinas de la obra a fin de ayudarlos en sus gastos. Además, por supuesto, había oportunidades para el trabajo misionero en nuestra iglesia local y nuestro vecindario. Quizá la mejor contribución para con el trabajo de mi esposo, cualquiera fuera su posición, ha sido siempre el adaptarme a las circunstancias y escribirle frecuentemente cuando viajaba, animándolo cuando lo necesitaba. Y debería decir aquí que él realizó un trabajo maravilloso cuidando de mí y supervisando nuestros asuntos personales a la distancia… y manteniendo lleno mi buzón.
En un tiempo usted trabajó en la comisión editorial de The Ministry, ¿verdad? ¿Cuál era su responsabilidad?
Sí, me agradó trabajar en The Ministry y atender la sección “By His Side” (a su lado). Pienso que lo que más me agradó fue mi contacto con las esposas de los ministros en el campo.
¿En qué tarea se ocupa actualmente?
Realizo investigaciones para el archivo de datos de la revista Listen, editada por el Departamento de Temperancia.
Como esposa de nuestro presidente de la Asociación General y estando tan ocupada en el Departamento de Temperancia, ¿tiene usted tiempo para dedicar a la obra misionera en su iglesia local de Beltsville, Maryland? En caso afirmativo, ¿qué tipo de obra misionera realiza?
Actualmente soy maestra suplente en una clase de adultos de la escuela sabática. En el tiempo de la Recolección Anual me agrada mucho encontrarme con la gente y trabajar con los miembros de iglesia. Recientemente abrimos nuestro hogar para un encuentro con nuestros vecinos con motivo de la Semana de la Unidad Cristiana, y con otras dos esposas de obreros de la Asociación General salimos a visitar las casas de nuestro vecindario a fin de invitar a sus moradores a nuestra reunión. Realmente me agrada darme a conocer en el vecindario.
¿Qué cualidades cree usted que son esenciales para ser una efectiva esposa de ministro?
No es fácil para una esposa de pastor responder a esta pregunta. Mucho más importante que lo que yo piense acerca de las cualidades esenciales de una esposa de pastor, es lo que Dios espera de nosotras y lo que quiere realizar en nosotras si le damos la oportunidad. Me descorazona el pensar demasiado en una lista de las maravillosas cualidades que una esposa de pastor debería tener, y me pregunto si a las otras mujeres no les pasa lo mismo. Cada una de nosotras lleva al ministerio sus talentos individuales y su personalidad que son la base para el futuro desarrollo. Crecemos en la obra junto a nuestros esposos y a medida que hacemos lo mejor, Dios desarrolla en nosotras lo que él ve que necesitamos para su servicio.
Pienso que todos concordamos en que la esposa del pastor, antes que nada, debe amar a la gente, y estar dispuesta a emplear su tiempo y esfuerzo en ayudarla. Ningún cúmulo, de esfuerzo podrá darnos ese amor, puesto que proviene de Dios. Con todo, nosotras hacemos nuestra parte buscando el contacto con otros y no apartándonos de aquellos que necesitan nuestra ayuda.
Otra característica necesaria es la adaptabilidad. ¿Puede adaptarse a las distintas circunstancias, los cambios repentinos en los planes, y los traslados de un lugar a otro? ¿Puede acomodar sus planes a los de su esposo, cuando éstos requieren un cambio repentino? ¡Esto puede ser motivo de frustración, a veces! Con todo, la adaptabilidad la ayudará a rehacer sus cortinas, servir alimentos para diez personas cuando esperaba a cinco para el almuerzo, pasar una noche en el hospital junto a una hermana de iglesia que tiene algún ser amado al borde de la muerte, e ir sola a un picnic con los niños cuando su esposo ha tenido que salir en un viaje inesperado. (Ninguna esposa de pastor debería enfrentarse con esta clase de desafíos demasiado a menudo.) Planear cuidadosamente las cosas con suficiente anticipación ayuda a eliminar algunos de estos cambios repentinos, pero no todos.
¿Puede la esposa del ministro adaptarse a toda clase de gente y a diversos conceptos filosóficos, como nos es necesario hacer en el campo misionero? ¿Tiene sentido del humor, ve el lado gracioso de la vida? Si es así su alegría y su gozo de vivir le dará esa chispa adicional que la ayudará a ser una esposa de pastor amada y admirada.
Naturalmente su vida se ha centrado alrededor de la obra de su esposo. Especialmente en los últimos años, usted ha debido estar sola gran parte del tiempo. ¿Cómo enfrenta usted la soledad en la práctica? ¿Se sintió resentida alguna vez por haber tenido que quedarse sola? ¿Tiene usted algún pasatiempo favorito al cual se dedica especialmente cuando está sola?
Mi esposo comenzó sus tareas administrativas siendo aún un obrero muy joven. Estábamos en una zona aislada y solos por mucho tiempo. Todos lo echábamos de menos y estábamos tristes. Yo trataba de jugar más con los niños, llevarlos a caminar y salir más frecuentemente de picnic con ellos al campo. (Cierto día una enorme ave de rapiña descendió repentinamente, y en vuelo rasante arrebató un buen pedazo de manteca antes que dos niños sorprendidos atinasen a gritar.) Pienso que los niños necesitan una atención especial y momentos felices planeados para ellos cuando el papá está ausente. Muchos niños se resienten agudamente por causa de la ausencia de su padre. Posiblemente reflejen las actitudes y sentimientos de la madre.
No es fácil para la familia el estar separados. Al principio, debo confesarlo, tenía un profundo resentimiento en mi corazón. Nunca quise admitirlo ante nadie, ni aun ante mí misma. Los niños y el trabajo me llenaban el día, pero las noches me resultaban largas y tristes. Ya no tenía parte en el trabajo de mi esposo, de manera que me puse a pensar. Definidamente debía cultivarme, y necesitaba una actitud más madura. El remedio para tan triste situación vino pronto a mi mente. Debía olvidar mis sentimientos y tomar algunas de nuestras publicaciones llenas de la verdad y salir a visitar a la gente desde un extremo hasta el otro de nuestra calle. Cuando lo hube hecho, regresé a mi casa con el espíritu aliviado y llena de valor. Muy pronto tenía estudios bíblicos que dar y amigos que visitar. Mi esposo, cuando regresó, colaboró en la atención de esos interesados.
La gente me pregunta a menudo: “¿Cómo puede usted soportar el tener a su marido ausente tanto tiempo?” Y luego añaden: “Aunque supongo que ya estará acostumbrada”. Por favor, nunca digáis esto a la esposa de un ministro que viaja. Nunca nos acostumbramos a ese modo de vida; más bien, aprendemos a soportarlo. Trabajamos en oficinas, enseñamos en la escuela, ejercemos la enfermería, o tomamos alguna otra ocupación, porque necesitamos estar ocupadas. También hay pasatiempos en los que podemos ocuparnos. A mí me agrada pintar al óleo, leer buenos libros y tocar el órgano.
Como la primera dama de nuestra iglesia, usted se ve frecuentemente en la necesidad de ofrecer reuniones y agasajos. ¿Qué tipo de reuniones ofrece? ¿Prefiere servir algún refrigerio a grandes grupos de personas, o tener una reunión más sosegada con un pequeño grupo? ¿Qué tipo de alimentos prefiere?
A través de los años hemos preferido los pequeños grupos. Estos nos dan la oportunidad de relacionarnos con cada huésped. Desde que llegamos a Washington, hemos tenido cenas informales con 15 a 18 comensales usualmente, pero yo prefiero sentarme a la mesa con dos a ocho invitados. Preferimos una comida simple, y siempre sirvo una cena liviana. Recientemente hemos reunido pequeños grupos en casa; tomábamos una cena sencilla, y luego seguía un diálogo o estudio de algún tema bíblico.
En la intimidad de su hogar, ¿suele hablar frecuentemente con su esposo acerca de los problemas que él debe enfrentar como dirigente de nuestra obra mundial, o más bien usted trata de crear una atmósfera que le haga olvidar sus muchos problemas?
Mi esposo no es de los que traen los problemas de su trabajo a la casa. A veces me pide que me una a él en oración por alguna crisis que se produce, y oramos por la conducción de Dios. Por lo general, después de pasarse un día en juntas o en su oficina prefiere hablar de otros temas durante la noche. Tenemos muchas cosas personales de las que hablar, y las noticias de nuestra familia y amigos llenan generalmente los pocos momentos que podemos pasar juntos.
¿Qué tipo de devoción personal sigue usted en su hogar y qué consejo daría a las esposas de pastores que trabajan fuera de su casa en cuanto a cómo hallar tiempo para la devoción personal?
Cuando mi esposo está en casa, él se encarga de dirigir el culto matutino y el vespertino. Los viernes de tarde nos gusta leer el uno para el otro, a veces por una hora o dos. Pasamos un rato de quietud y descanso juntos, con la Biblia, los libros del espíritu de profecía y las revistas. Son momentos preciosos de comunión del uno con el otro y con Dios. Me gusta leer la Biblia cuando estoy por dormirme. Esto me ayuda a despertar con una oración en el corazón. Mi radio despertador generalmente nos despierta con un himno.
Como esposas de obreros es necesario que dediquemos un tiempo especial al estudio de la Biblia, de otra manera nuestro muy cargado programa no nos dejará lugar para ello. Conozco a una esposa de pastor que escucha lecturas bíblicas u otros materiales grabados en cintas cuando va al trabajo en su auto. Yo a menudo tengo alguna cinta grabada con un sermón hablándome en la cocina.
Es posible que algunas de nuestras lectoras sean llamadas algún día a compartir con sus esposos tareas de gran responsabilidad en nuestra iglesia. ¿Qué consejo les daría usted?
Quisiera decirles que deben estar dispuestas a compartir con otros el tiempo, el esfuerzo y las atenciones de su esposo. Nuestra obra ha crecido tremendamente en las pasadas décadas. Los dirigentes están bajo presión como nunca antes, y es evidente que ésta no los dejará hasta que Jesús venga. A medida que la denominación crezca, debemos esperar más problemas y perplejidades.
¿Tiene usted recursos especiales para habérselas con los problemas y crisis hogareños que pudieran presentarse en tanto que su esposo está ausente?
Los problemas hogareños y las crisis no han sido reales problemas en nuestro hogar. Pareciera que siempre hay algún buen amigo cercano que quiere ayudarme, o es posible pagar a alguna persona para que se ocupe de tales necesidades. No recuerdo haber tenido ningún gran problema hasta el momento. Somos como una gran familia en nuestra iglesia. Tanto en el campo misionero como aquí, otros obreros y miembros de iglesia han sido verdaderos hermanos y hermanas, y aprecio cuanto hacen y siento cariño por ellos.