El río Éufrates y la caída de la Babilonia mística

La predicación del mensaje del tercer ángel (Apoc. 14:9-12), acompañado por el poder especial del Espíritu Santo, que es la lluvia tardía, desenmascarará a la Babilonia mística, y se invita al pueblo de Dios a salir de ella. (Apoc. 18:1-4. Véase El Conflicto de los Siglos, cap. 39.) La predicación de este mensaje enfurece al diablo que actúa mediante la Babilonia mística, apoyada por los reyes de la tierra. Una vez retirada la gracia divina de sobre este mundo, las plagas comienzan a caer. Las plagas no serán universales, pero tomadas en conjunto, abarcarán el mundo. Son un castigo sobre la gran Babilonia. No hay escapatoria para el mundo rebelde. Los impíos recibirán su justo castigo.

Por otro lado, sólo hay salvación en el monte de Sion. El monte de Sion es símbolo del pueblo de Dios, de salvación y de la presencia de Dios (Isa. 46:13; Jer. 31:6; Heb. 12:22).

Jerusalén es llamada monte de Sion, pues estaba levantada sobre el monte escogido. Mientras Dios permaneció con su gracia protectora sobre el pueblo en la antigüedad en la medida en que ellos eran fieles, allí había salvación y protección. Donde Dios está con su pueblo hoy, allí está el monte de Sion. Por ende el monte de Sion está en todo el mundo. Por eso las plagas en conjunto abarcarán el mundo.

Así como Elías, después de desenmascarar a los profetas de Baal y darles muerte fue a su vez amenazado de muerte por Jezabel y se sintió desanimado, el remanente se preguntará: ¿somos nosotros los que hemos precipitado la persecución por revelar ante el mundo los pecados de Babilonia?

“Cuando la tempestad de la oposición y del vituperio estalle sobre ellos, algunos, consternados, estarán listos para exclamar: ‘Si hubiésemos previsto las consecuencias de nuestras palabras, habríamos callado… El entusiasmo que los animará se desvanecerá; sin embargo, no podrán retroceder” (El Conflicto de los Siglos, pág. 667).

“Conforme va revistiendo la oposición un carácter más violento, los siervos de Dios quedan nuevamente perplejos, pues les parece que son ellos mismos los que han precipitado la crisis; pero su conciencia y la Palabra de Dios les dan la seguridad de estar en lo justo; y aunque sigan las pruebas se sienten robustecidos para sufrirlas” (Id., pág. 668).

Pero así como Elías fue protegido por Dios y así como los tres hebreos fueron librados del fuego ardiente y el profeta Daniel fue liberado de la boca de los leones, el pueblo de Dios será librado (Apoc. 3:10).

El Israel literal fue librado. El secamiento del Éufrates trajo como resultado la caída de Babilonia, la entrada en ella de los reyes del oriente y la liberación del pueblo de Dios.

El Israel espiritual de hoy es el pueblo de Dios. Todo aquel que tiene la fe de Abrahán y es justificado en Aquel en quien Abrahán fue justificado, es a saber, Cristo, es un verdadero israelita (Gál. 3:7; Rom. 4:16; 9:6).

Por eso toda aplicación de esta profecía al medio oriente, judíos, Palestina, árabes, Turquía o Rusia, está en contra de la interpretación cristocéntrica del mensaje para esta época.

La escritura en la pared por la mano celestial en aquella noche de orgía de Belsasar, denunció la caída de Babilonia. El mensaje del segundo ángel de Apocalipsis 14 anuncia la caída de la Babilonia mística. El mensaje del tercer ángel, acompañado por el derramamiento de la lluvia tardía, anuncia la caída total de Babilonia, y así como Daniel fue llamado a explicar la escritura en la pared, el pueblo de Dios —el remanente— está llamado a explicar ante el mundo qué es Babilonia, en qué consiste su caída, y a invitar al pueblo de Dios a salir de ella. Cuando se daba el segundo mensaje angélico, Babilonia caía espiritualmente. Cuando se haya terminado de dar el tercer mensaje angélico Babilonia caerá físicamente (Apoc. 16:17-19).

¿Qué representa el secamiento del río Éufrates?

Evidentemente, este hecho tiene relación con la caída de Babilonia. Apocalipsis 17:1 presenta el juicio divino sobre Babilonia bajo la figura de una prostituta sentada sobre muchas aguas. La mujer lleva el nombre de Babilonia (Apoc. 17:5). Las aguas sobre las que se sienta “son pueblos y naciones” (Apoc. 17:15). La antigua Babilonia yacía a orillas del río Éufrates, del cual dependía su vida. La ramera, por su parte, está sentada sobre las naciones, y su fuerza depende del poder que le dan los reyes de la tierra (Apoc. 17:12, 13).

El Éufrates del Apocalipsis es, entonces, la alianza política y religiosa que le da poder a la Babilonia mística. Los reinos le dan poder a la bestia para ir en contra del pueblo de Dios, la apoyan en sus planes y propósitos.

El pueblo de Dios tiene por delante una cita con la muerte. El decreto de muerte ha sido dado.

“Una vez que el sábado llegue a ser el punto especial de controversia en toda la cristiandad, y las autoridades religiosas y civiles se unan para imponer la observancia del domingo… se demandará con insistencia que no se tolere a los pocos que se oponen a una institución de la iglesia y a una ley del estado… Se expedirá contra todos los que santifiquen el sábado un decreto que los declare merecedores de las penas más severas y autorice al pueblo para que, pasado cierto tiempo, los mate” (Id., pág. 673).

En un sentido, la herida de muerte del papado no será completamente curada hasta que los poderes de la tierra que menciona el Apocalipsis, los diez reinos, le den su poder y apoyo por una hora. En cierto momento, los reinos que apoyan a la bestia, de los cuales ella depende para ejecutar sus planes y designios, le retiran su apoyo (Apoc. 17:16, 17).

El retiro de apoyo de los reinos a la bestia es el secamiento del río Éufrates

La Babilonia mística queda indefensa y cae, y así como la antigua Babilonia quedó indefensa cuando el Éufrates fue secado, y por el río seco y las puertas interiores abiertas entraron los reyes del oriente y tomaron la ciudad, la Babilonia mística no puede hacer mucho sin el apoyo de los reyes de la tierra.

Los reyes del oriente y la liberación del pueblo de Dios

Así que la Babilonia mística, con el retiro de las naciones que la apoyaban —esto es, el secamiento del río Éufrates— queda a merced de los reyes del oriente. El camino está preparado y los reyes del oriente harán su entrada y rescatarán a los fieles amenazados de muerte.

¿Quiénes son estos reyes? En Apocalipsis 7:2 la expresión “del sol naciente” o “de donde sale el sol” significa del cielo, y exactamente lo mismo sucede con Apocalipsis 16:12. Los reyes del oriente, o del sol naciente (expresiones sinónimas), son los reyes que vienen del cielo a rescatar a los fieles que Babilonia desea destruir, y a la vez vienen a dar el castigo a Babilonia.

Además, cuando en Apocalipsis 16:12 se menciona a “los reyes del oriente”, se hace contraste con el versículo 14 que habla de “los reyes de la tierra”. Los reyes de la tierra son descriptos como viniendo para hacer guerra contra Cristo. (Vers. 14.)

Entonces los reyes del oriente no son reyes de la tierra

Cristo, por otro lado, dirige “los ejércitos del cielo” que guerrearán y destruirán a los “reyes de la tierra” que se oponen a él y a su pueblo. (Apoc. 19:19; 17:14.) Decididamente, “los reyes del oriente” no pueden ser confundidos con poderes humanos.

Así como el río Éufrates se secó para dar lugar a la caída de Babilonia, y Ciro (un símbolo de Cristo) libró al pueblo de Dios, el secamiento del Éufrates simbólico prepara el camino para Cristo y sus ángeles. Los ángeles son fieles príncipes de Cristo, el Rey de gloria. El viene a esta tierra, destruye la Babilonia mística y rescata a su pueblo que iba a ser destruido y eliminado de sobre la tierra.

Lo que Ciro hizo por el Israel literal, es lo que Cristo realizará por sus escogidos. Destruirá la Babilonia mística y librará su pueblo de su dominio. (Véase SDA Bible Commentary, Isa. 44:28.)

El Comentario Bíblico Adventista y el problema en estudio

Vamos a citar el Comentario Bíblico Adventista para dar conclusión a esta parte de nuestra investigación. Estamos de acuerdo con la posición más lógica y cristocéntrica que presenta.

“El significado del término Éufrates debe determinarse guiándose por el contexto, que revela que el término Babilonia se usa exclusivamente como símbolo del cristianismo apóstata… Histórica y geográficamente, el río Éufrates literal fue el río de la Babilonia literal (Jer. 51:12, 13, 63, 64). Tratándose de un río perteneciente a la Babilonia mística, ‘la gran ciudad’, el Éufrates estaría aquí completamente despojado de su anterior significado literal, geográfico, y debería entenderse simbólicamente. Las aguas del Éufrates serían así las ‘muchas aguas’ del capítulo 17:1-3, 15, sobre las cuales se sienta la Babilonia mística, los ‘moradores de la tierra’ a quienes ha ‘embriagado con el vino de su fornicación’ (caps. 17:2; 13:3, 4, 7, 8, 14, 16).

“Los ‘reyes del oriente’ representan a Cristo y los que le acompañan. Este punto de vista basa la expresión ‘reyes del oriente’, como otras expresiones simbólicas de Apocalipsis 16: 12, en el incidente histórico de Ciro que conquistó a Babilonia y luego libró al pueblo de Dios, los judíos, para que regresasen a su tierra nativa” (SDA Bible Commentary, tomo 7, págs. 843, 844).

Por otro lado, tenemos hermosos y positivos pensamientos en los escritos del espíritu de profecía que expresan que muy pronto todo el mundo dirigirá sus ojos al oriente de donde vendrá Cristo con sus ángeles.

“Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de oscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del Hombre. En silencio solemne la contemplan mientras ya acercándose a la tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador. Ya no es ‘varón de dolores’, que haya de beber el amargo cáliz de la ignominia y de la maldición; victorioso en el cielo y en la tierra, viene a juzgar a vivos y muertos. ‘Fiel y veraz’, ‘en justicia juzga y hace guerra’. ‘Y los ejércitos que están en el cielo le seguían’” (El Conflicto de los Siglos, págs. 698, 699).

Entonces, Apocalipsis 16:12 no apunta a reyes terrenales sino al cumplimiento de ese mensaje glorioso de esperanza para la iglesia de Cristo, la venida del Señor, la luz del mundo, el Sol de justicia, y el Rey de reyes y Señor de señores. También Apocalipsis 19 presenta la venida de Cristo y de sus ángeles, y la destrucción de los poderes de la tierra (Apoc. 19:11-21.) Esta lucha es el Armagedón bíblico, la lucha entre el cielo y la tierra.

IV. El Armagedón

Las Sagradas Escrituras identifican claramente los ejércitos que actuarán en este colosal conflicto, el Armagedón (Apoc. 16:13-16.) Asimismo, nombra sus líderes agregando por qué se peleará esta batalla, cuándo y dónde ocurrirá el enfrentamiento y cuál será el desenlace.

Pero Satanás, con un gran despliegue de fuerzas y engaños, está logrando que muchos de los que militan entre el pueblo remanente no den la suficiente importancia a este problema, y ha sugerido interpretaciones erróneas de esta profecía en su afán de ocultar la verdad. Sin embargo, aquellos que aman y conocen a su Señor y a su Palabra inspirada están calificados para comprender los secretos del Apocalipsis, el más maravilloso libro de las Escrituras.

Notemos que justamente en el centro del mensaje en estudio, el Señor dice: “He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Apoc. 16:15).

“Este mensaje se dirige a los seguidores del Señor Jesús, quienes saben cómo velar y orar (Mar. 13:33-37). Ellos conocen también la importancia del estudio de la Biblia concerniente a la justificación por la fe y la expiación de Jesús” (Louis F. Were, The Battle of that Great Day of God Almighty, pág. 3).

Por eso este tema del Armagedón debe estudiarse con oración, pues es profundamente espiritual.

Es una clara regla de interpretación, que las naciones del mundo son mencionadas en las profecías de la Palabra de Dios solamente cuando interfieren de alguna manera la vida del pueblo de Dios. Asimismo, el libro del Apocalipsis fue escrito para confortar y guiar al pueblo de Dios. (Ver Apoc. 2:16; 1:11.) Entonces, el Armagedón se menciona solamente por su conexión con el pueblo de Dios. Y así como la iglesia de Dios no está localizada solamente en Palestina sino en todo el mundo, es evidente que este grandioso conflicto, tan gráficamente mencionado por la Palabra inspirada, no se refiere a una batalla militar que se librará en Palestina.

“La tierra será el campo de batalla, la escena del conflicto y la victoria finales” (Elena G. de White, Review and Herald, 13-5-1902).

“Al interpretar esta profecía en términos de guerras de naciones en Palestina, los hombres sirven los propósitos de Satanás, pues minimizan la grandeza de este magno acontecimiento que traerá el fin de la historia de este mundo de pecado” (Louis F. Were, The Battle of that Great Day of God Almighty, pág. 4).

Es una inconsecuencia interpretar al río Éufrates de Apocalipsis 16:12 simbólicamente y el Armagedón (vers. 16) en forma literal, identificándolo con el valle de Meguido, ya que estas dos referencias geográficas están mencionadas en la misma profecía. Todos los nombres de lugares geográficos mencionados en las profecías son empleados simbólicamente y en conexión con la gran lucha mundial entre Cristo y el Anticristo, Satanás.

Ejemplo: Sodoma y Gomorra, Egipto, Jerusalén, Valle de Meguido, Valle de Josafat, etc. No podemos interpretar estos lugares en forma literal en las profecías apocalípticas.

Las profecías pueden ser entendidas solamente mediante la luz que alumbra de la cruz del Calvario. Correctamente entendida la Biblia entera es “la revelación de Jesucristo” como Salvador de aquellos que ponen su confianza en él, el destructor del mal.

El Armagedón señala a Jesucristo, no a Rusia, ni a las naciones orientales. Cristo será el libertador del pueblo de Dios y el destructor de sus enemigos. Cristo es el líder del Armagedón, y sus ejércitos serán victoriosos contra las huestes del mal que combaten contra el pueblo santo.

El significado etimológico del término Armagedón

El término Armagedón está formado por dos palabras hebreas:

Har = Montaña.

Magedón — Este término ha sido identificado con el Valle de Meguido.

Meguido:

Meguido fue en un tiempo una verdadera fortaleza. Salomón tenía allí un verdadero centro militar, caballería para sus carros de guerra. Allí, junto a las montañas de Meguido está el Valle de Esdraelón o Jezreel, donde se libraron grandes batallas. La primera batalla registrada en la historia que se haya librado en este lugar ocurrió en el año 1842 AC, cuando Tutmosis III derrotó una alianza de reyes palestinos y sirios y conquistó así a Meguido después de un sitio de 2 meses. (George Eldon Ladd, A Commentary on the Revelation of John, pág. 216.)

En la versión griega del Antiguo Testamento, que se conoce como Septuaginta, la expresión que se usa para traducir “Valle de Meguido” es: pedíon ekkoptomenou que significa “valle del asesinato”.

En Zacarías 12:11 se hace referencia al valle de Meguido: “En aquel día habrá llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido”.

Podemos decir, entonces, que la palabra Armagedón tiene el significado de “valle del asesinato”. Diríase que hay un claro contraste entre el Armagedón, el valle del asesinato y el monte de Sion, monte de la Salvación. Es decir, en un grupo estarán los impíos para ser destruidos por la gloria del poder de Cristo, y en el otro grupo la iglesia del Dios vivo, seguros y firmes en medio de la tormenta y la destrucción, quienes serán trasladados por el Señor en su segunda venida. (Juan 14:1-3; 1 Tes. 4:13-17.)

Además, el pensamiento de Zacarías 12:11-14, que hace referencia a la lamentación de los linajes de la tierra, es el mismo que usa nuestro Señor Jesucristo en los siguientes pasajes: “Entonces se lamentarán todas las tribus” (Mat. 24:30).

“Todos los linajes de la tierra se lamentarán” (Apoc. 1:7).

El Señor da a sus palabras un alcance mundial, al referirse a la destrucción de los impíos en su segunda venida. Entonces es claramente cristocéntrica la interpretación según la cual Armagedón, como valle del asesinato o la destrucción, se refiere a la destrucción de los enemigos de Dios, en ocasión de la segunda venida de Cristo. (Véase término “Armagedón” en el SDA Bible Dictionary, págs. 71, 72.)

Dos ejércitos y todo el mundo comprometidos en Armagedón

Es claro entonces que, así como el “monte de Sion”, “la Iglesia del Dios vivo”, está en todo el mundo, así también el Armagedón abarcará el mundo entero. Cristo intervendrá con su gloria y sus ángeles para liberar al pueblo de Dios que está bajo la amenaza de muerte, y con ello también destruirá al mundo infiel que lucha contra él en la persona de sus fieles.

Sobre el autor: Director de la Asociación Ministerial de la Unión Chilena.