AL ANALIZAR cómo Elena de White tomó ideas de otros autores, debemos ser conscientes de que los escritores bíblicos también se sirvieron abundantemente de obras no bíblicas. Esta práctica va mucho más allá de las ocasionales referencias que hace Pablo de los poetas r paganos como Epiménides (Tito 1:12), Arato (Hech. 17: 28) y Meandro (1 Cor. 15: 33).

Los evangelios y las fuentes

  Parece que los autores del Nuevo Testamento, y aun Cristo mismo, tomaron ideas -y muchas- de los temas de algunos escritos religiosos del período intertestamentario. Hoy denominamos a este tipo de literatura apócrifos (libros incluidos en el canon de la Iglesia Católica), y pseudoepigráficos (libros no incluidos entre los apócrifos, y que a menudo fueron escritos bajo el seudónimo de alguna figura veterotestamentaria, como por ejemplo Baruc o Enoc).[1]

  Es posible que Jesús hubiese tomado ideas del relato de Ahikar, escrito por el siglo V AC. La confesión del pródigo (Luc. 15:18,19) resulta muy parecida a las palabras de Natán, el hijo de Ahikar: “Padre, he pecado contra ti. Perdóname, y seré tu esclavo de aquí en más” (8: 24, del relato en armenio). Y la parábola de Cristo de la higuera estéril (Luc. 13:6-9) se parece al relato de Ahikar 8:35 (en sirio): “Hijo mío, tú has sido para mí como aquella palmera que creció junto al río, y echó todo su fruto en el río, y cuando su señor vino a cortarla, le dijo: ‘Déjame, sólo por este año, y te daré algarrobos’ ”.[2]

  Los testamentos de los doce patriarcas, del siglo II AC, al que el Nuevo Testamento paralela en muchos lugares, pudo haber influido en la parábola de Cristo de las ovejas y los cabritos: “Fui hostigado por el hambre, y el Señor mismo me alimentó. Estuve solo, y Dios me consoló. Estuve enfermo, y el Señor me visitó. Estuve preso, y Dios me mostró su favor; en cadenas, y me liberó” (Testamento de José 1:5, 6; cf. Mat. 25: 35, 36).

  Mateo 11: 28-30, el pasaje de la Escritura citado con mayor frecuencia por Elena de White (según mi cómputo), es como un eco de una alocución de Ben-Sira (c. 18 AC) que pone en boca de la Sabiduría personificada: “Vengan a mí, los indoctos, y aprendan en mi escuela… Pongan sus cuellos bajo su yugo, y permitan que sus almas reciban la instrucción y se encuentren cerca. Vean con vuestros ojos cómo trabajé poco, y encontré para mí mucho descanso” (Sirac 51:23-27).

  Hay otras enseñanzas de Cristo que también reflejan temas de Sirac, tales como el consejo de Ben-Sirac contra las oraciones repetitivas (7:14), que uno debe perdonar para ser perdonado (28:2), y que el vino antiguo es mejor que el nuevo (9:10). El relato de Cristo del rico insensato y de sus graneros (Luc. 12:16-21) encuentra un paralelo en Sirac 11: 18,19: “Hay un hombre que es rico por su diligencia y abnegación, y este es el galardón que se le otorga, cuando dice: ‘Encontré descanso, y ahora disfrutaré de mis bienes’. Pero no sabe cuándo vendrá su hora; dejará sus bienes a otros, y morirá”.

 También es posible que Cristo estuviese familiarizado con algunos escritos no judíos. La práctica de los cínicos de llevar sólo una capa, una bolsa y un báculo nos recuerda Marcos 6: 8. Cierta parte del sermón del Monte (Mat. 6: 26-30) se asemeja a un pasaje de un discurso de Diógenes (fundador de los cínicos, muerto c. 320 AC) registrado en Dio Chrysostom 1:429: “Consideren las bestias aquellas y los pájaros, están más libres de problemas que la vida del hombre, y son más saludables, fuertes y longevos, aunque no tienen manos ni inteligencia humana. Y además, para compensar esto y sus limitaciones, tienen una gran bendición: no tienen propiedades”.

 Estos ejemplos de los evangelios pueden multiplicarse. Muchas de las parábolas de Cristo son modificaciones de relatos de rabinos contemporáneos. (Véase el artículo de Robert Johnston, “Twisting Their Tales’’, Ministry, octubre de 1985, págs. 10, 11,28.) Alguna idea de la extensión de estos paralelismos puede extraerse de la obra de Strack y Billerbeck, que contiene una lista parcial de las mismas.[3]

  Un interesante comentario que hace Elena de White del uso que hizo Cristo de las fuentes arroja luz en cuanto al concepto de la autora de usar tan libremente las fuentes, sin otorgarles crédito: “Fue la obra de Cristo presentar la verdad en el marco del Evangelio y revelar los preceptos y principios que había dado al hombre caído. Cada idea que presentó Cristo era propia de él. No necesitó tomar prestados los pensamientos de nadie, porque era el originador de toda verdad. Podía presentar las ideas de los profetas y de los filósofos, y preservar la originalidad de él, pues era suya toda la sabiduría. El era el manantial, la fuente de toda verdad. Llevaba la delantera a todos, y por su enseñanza llegó a ser el dirigente para todos los siglos”.[4]

  Elena de White citó a otras fuentes mayormente en las obras históricas. En forma similar, las historias del Antiguo Testamento son obviamente compiladas de los anales de la corte. El empleo que Elena de White hace de las fuentes en los trabajos teológicos y proféticos es menos frecuente, pero quizá suscite más interrogantes en cuanto a la inspiración.

  Es interesante notar que Romanos, una epístola teológica, y el Apocalipsis, una visión profética, utilizan profusamente fuentes no canónicas. Y lo que emplean se encuentra en el marco de la teología y de la profecía, no de la historia. Por ejemplo, el argumento de Pablo en Romanos 1 a 9 en diferentes partes recoge ideas de la obra Sabiduría, del siglo I AC, que es un escrito apócrifo. Pablo escribió: “Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (Rom. 1:20). Compare sus palabras con éstas: “Pues de la grandeza y hermosura de las criaturas se llega, por analogía, a contemplar a su Autor. Con todo, no merecen éstos tan grave reprensión, pues tal vez caminan desorientados buscando a Dios y queriéndole hallar. Como viven entre sus obras, se esfuerzan por conocerlas, y se dejan seducir por lo que ven. ¡Tan bellas se presentan a los ojos! Pero, por otra parte, tampoco son éstos excusables” (Sabiduría 12: 5-8, BJ).

  Y Pablo dijo: “¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra” (Rom. 9:21). Compare nuevamente con: “Un alfarero trabaja laboriosamente la tierra blanda y modela diversas piezas, todas para nuestro uso; unas van destinadas a usos nobles, otras al contrario, pero todas las modela de igual manera y de la misma masa” (Sabiduría 15: 7, BJ).

 Pero es mucho más difícil aún comprender cómo un profeta pudo haber utilizado de fuentes no bíblicas cuando describe una visión personal de eventos futuros. Sin embargo, éste es un rasgo común de las presentaciones escatológicas inspiradas. Por ejemplo, Elena de White describe los eventos futuros que vio en visión en palabras extraídas de Sermons, la obra de Henry Melville.[5] El mismo fenómeno ocurre en el libro del Apocalipsis, donde encontramos que se utilizan más fuentes que en cualquier otro libro del Nuevo Testamento. Aunque Juan estaba escribiendo su propia visión, la literatura apocalíptica de su tiempo influyó claramente en su descripción de los eventos futuros. A veces ésto significa que Juan utilizó ideas apocalípticas comunes a su tiempo. Encontramos ejemplos de esto en los paralelismos entre el Apocalipsis y el libro de Esdras 4 (al que a veces de lo llama 2 Esdras), compuesto por el mismo tiempo que el Apocalipsis. Las almas que están bajo el altar y que claman por una vindicación (Apoc. 6:9-11) tienen un cercano paralelismo con Esdras 4 (4: 35, 36): “¿Acaso el alma de los justos no clama en sus cámaras por estas cosas, diciendo: ‘¿Cuánto tiempo permaneceremos aquí?’ ‘¿Y cuándo cosecharemos nuestro galardón?’ Y Jeremiel, el arcángel, les respondió y dijo:  ‘Cuando se complete el número de los que estén como ustedes’ ” (2 Baruc 23:4, 5 y Enoc 22: 3-7; 47: 4 contienen otras versiones de este  mismo tema.)

  Hay otros numerosos paralelismos. La primera visión de Elena de White, impresa en“Una palabra al ‘pequeño rebaño’ ”, también recibió la influencia de Esdras 4, porción que se encontraba en su Biblia. Por ejemplo, su declaración de que el Monte de Sión está rodeado por otras “siete montañas, en las que crecían rosas y lilas”[6] es similar a 4 Esdras 2:19. Otros paralelismos se encuentran en la descripción de la entrega de las coronas, [7]y en la última visión, las corrientes que cesan de fluir y las nubes oscuras.[8]

 Otras obras antiguas también nutren con sus imágenes al Apocalipsis. Toda la estructura de Apocalipsis 19:11-22:5 paralela en cierto grado a la estructura de la última parte del libro tercero de los Oráculos sibilinos (probablemente escrito entre el 163 y el 145 AC). Las líneas 635-651 de esa obra cuentan de reyes terrenales que se reúnen en un conflicto final en el que los cuerpos quedan insepultos para ser comidos por los pájaros y las bestias, y la tierra queda “sin sembrar y sin arar… durante una gran extensión de tiempo”. Las líneas 652-701 cuentan de la venida de Dios a la tierra, y que los impíos preparan un ataque “para destruir el recinto del gran Dios”, pero Dios habla, y lluvias de espadas de fuego caen sobre ellos. Las líneas 702-795 describen el galardón de los justos y las condiciones de la nueva era con palabras similares a Apocalipsis 21:4. Como Apocalipsis 21:8, las líneas 762- 766 nos advierten contra las abominaciones.

  El castigo de sangre de Babilonia por causa de haber derramado la sangre de los santos y de los profetas (Apoc. 16: 6; 17: 6; 18: 24), nos recuerda la profecía de Sibila, y dice que Babilonia se volverá a “llenar de sangre, igual que antes tú misma hiciste derramar la de hombres buenos y justos” (líneas 311, 312).

El Apocalipsis y 1 Enoc

  Hay muchas otras obras del período intertestamentario que influyeron en el Apocalipsis. Sin embargo, la más importante es una conocida como 1 Enoc (en etíope), cuya influencia en el Nuevo Testamento, según mi cálculo, sólo es superada por doce libros del AT. Más de ochenta de los cuatrocientos cuatro versículos del Apocalipsis demuestran alguna relación con esta obra. La primera sección del diagrama que acompaña este artículo ofrece algunas de las similitudes más destacadas.

  En ambas obras, todo lo que está en el mar muere (Apoc. 16:3; 1 Enoc 101:7); las almas/ espíritus de los justos muertos suplican por el juicio (Apoc. 6:9, 10; 1 Enoc 9:1-3; 22:5-7; 47:1, 2); los reyes y los poderosos se aterrorizan cuando ven que el Cordero/Hijo del hombre está sentado en su trono (Apoc. 6:15, 16; 1 Enoc 62:1-10); los impíos se inclinan delante del Señor y dicen algo semejante a no poder estar en pie (Apoc. 6:17; 1 Enoc 89:31); los impíos son atormentados con fuego en la presencia de los ángeles/elegidos (Apoc. 14:10; 1 Enoc 56:8; 48: 9) en un lago/río de fuego y azufre (Apoc. 21:10; 1 Enoc 17:5; 10:12-14; 67:4); y Dios/el Elegido mora con los hombres (Apoc. 21:3; 1 Enoc 45:4; 71:16) en un día eterno (Apoc. 22: 5; 1 Enoc 58:3-6).

 Ambos mencionan a los siete ángeles que están delante de Dios (Apoc. 8:2; 1 Enoc 90: 21; 81:5), el ángel que controla las aguas (Apoc. 16:5; 1 Enoc 69:22; 61:10; 66:2; 60:16), el número predeterminado de los elegidos para ser muertos (Apoc. 6:11; 1 Enoc 47: 4), una gran montaña ardiendo con fuego (Apoc. 8: 8; 1 Enoc 21: 3), y la preparación del río Eufrates para que lo crucen los reyes del oriente (Apoc. 16:12; 1 Enoc 56:5). Cada parte de la escena del juicio del “gran trono blanco” de Apocalipsis 20:11-15 encuentra su paralelo con 1 Enoc 47:3; 90:20-27; 51:1. Hay todavía dos breves paralelismos con el mensaje de Laodicea (Apoc. 3:14-21; 1 Enoc 97: 8; 62:14).

  Aunque muchas de las imágenes del Apocalipsis se pueden originar en el Antiguo Testamento, a menudo parece que Juan las extrae del libro de Enoc. Aunque los caballos blanco, bermejo y negro de Apocalipsis 6:2-5 probablemente fueron influidos por los caballos alazanes, overos y blancos de Zacarías 1:8, sin embargo, sus colores y el orden en el que aparecen son idénticos a los toros blanco, rojo y negro de 1 Enoc 89: 9. Y mientras que Apocalipsis 21:1 (“vi un cielo nuevo y una tierra nueva”) es similar a Isaías 65:17, aún se parece más a 1 Enoc 91:16. La bestia del mar y la bestia de la tierra de Apocalipsis 13:1, 11 respectivamente, fueron modeladas positivamente según el monstruo marino (leviatán) y el monstruo de la tierra (Behemot) de 1 Enoc 60: 7-10, aunque los detalles de la descripción de la bestia marina surgen de Daniel.

  Pero Juan no sólo describe sus visiones en palabras e imágenes que surgen de fuentes extrabíblicas. También cuando está describiendo sus propias reacciones ante las visiones que contempló puede estar sirviéndose de lo que conoció. Obsérvese, por ejemplo, cuán espontáneo es el relato en el que Juan intenta adorar al ángel (Apoc. 19:10; 22:8, 9). Se parece a un pasaje del Apocalipsis de Sofonías (posiblemente anterior): “Entonces desperté y me levanté y vi que un gran ángel estaba ante mí… Y cuando lo vi, me regocijé, porque pensé que el Señor Todopoderoso estaba delante de mí. Caí sobre mi rostro y lo adoré. Y-él me dijo: ‘Escucha. No me adores. No soy el Señor Todopoderoso, sino que soy un gran ángel, Eremiel, que estoy sobre el abismo y el Hades’” (6:11-15).

“Vi” y las fuentes

  Para algunas personas, el hecho de que en los escritos de Elena de White ocasionalmente se encuentre la expresión “vi” (aunque no muchas veces) seguida por alguna idea extraída de sus fuentes, les ocasiona un problema serio.[9] Sin embargo, encontramos paralelismos bíblicos para este tipo de uso de fuentes. Por ejemplos, las palabras de Cristo en la visión de Pablo: “Dura cosa te es dar coces contra el aguijón” (Hech. 26:14), es como el eco de una línea de la boca del impío Egisto, que aparece cerca del fin de la primera obra de la trilogía oresteana de Esquilo, Agamenón. (Egisto dice a Corifeo: “No lances coces contra el aguijón…”) Además, somos conscientes de que hay más ejemplos de este fenómeno en el Apocalipsis que en todos los escritos de Elena de White. (Las declaraciones que contienen la afirmación “vi” en la segunda sección del esquema comparativo que acompañan a este artículo ofrecen algunos ejemplos.)

  Ruego que se observe que mientras que existen paralelismos verbales entre 1 Enoc y Apocalipsis, también hay diferencias teológicas muy significativas. Nótese también que resulta improbable que Juan hubiese poseído una copia de 1 Enoc, o una copia del Antiguo Testamento, abiertas delante de él cuando escribió el Apocalipsis. El Apocalipsis contiene más de cincuenta alusiones a 1 Enoc y más de cuatrocientas al Antiguo Testamento, pero ninguna diferencia textual a ambos. Aparentemente las imágenes apocalípticas que se originaron en estas fuentes estaban sepultadas profundamente en la mente de Juan por lecturas anteriores, y modelaron su descripción del conflicto futuro entre el bien y el mal.[10]

  Como Juan el revelador, Judas fue evidentemente un devoto lector de 1 Enoc -esta obra tiene una influencia poderosa en su epístola. (Véase, por ejemplo, la tercera sección del diagrama que acompaña este artículo.) La referencia a los ángeles, al diluvio y a Sodoma como ejemplos de lo que sucede a los impíos, en los escritos de Judas y de 2 Pedro tiene una larga prehistoria en Sirac 16: 7, 8; El testamento de Neftalí 3: 3-5; Jubileos 16: 5, 6; 3 Macabeos2:3-5.11[11]

  No es exagerado decir que el Nuevo Testamento usa tantas fuentes y tan extensamente como lo hace Elena de White. Este artículo enumera sólo una fracción de los paralelismos conocidos entre el Nuevo Testamento y la literatura no canónica. Muchas otras posibles fuentes del Nuevo Testamento desaparecieron.

 No se debe olvidar que los escritos de Elena de White superan en proporción de cien a uno al volumen del Nuevo Testamento, por lo que podemos esperar una proporción similar de paralelismos

  En conclusión, vemos que la originalidad no es una de las pruebas de un profeta.[12]¿Dios no utiliza medios sobrenaturales para impartir ideas a los profetas que ellos pueden obtener por medios naturales. A menos que estemos dispuestos a descartar el Nuevo Testamento, sugiero que aceptemos el uso extenso de fuentes no inspiradas como un fenómeno típico de la inspiración.

Sobre el autor: es pastor en la Asociación Georgia – Cumberland, y escribe desde Ellijay, Georgia, EE. UU.


Referencias:

[1]  La fuente más común fue, hasta hace poco, R. H. Charles, The Apocrypha and Pseudepigrapha of the Oíd Testament in English With Introductions and Critical and Explanatory Notes to the Several Books (Oxford, Clarendon Press,

1913

[2]  t.. Ya aparecieron otras recientes versiones de los apócrifos (R.S.V., N.E.B., N.A.B., en inglés; y NBE, BJ, en

castellano). En materia de pseudoepigráficos, Charles ha sido superado por James H. Charlesworth, ed., The Oíd Testament Pseudepigrapha (Nueva York, Doubleday, 1983-1984), 2 t., este trabajo incluye 52 obras diferentes. 1 2 Los otros paralelos del Nuevo Testamento con esta obra incluyen Mateo 24: 49 (Ahikar 4: 15); 27: 5; Hechos 1: 18, 19; 1 Corintios 5: 11; 2 Timoteo 4: 17; y 2 Pedro 2: 22

[3] 4H. L. Strack y P. Billerbeck, Kommentar zum Neue Testament aus Talmud und Midrash (1922-1961). Esta obra ya se tradujo del alemán.

[4]  Elena de White. Mensajes selectos (Mountain View. Publicaciones Interamencanas, 1977), t. 1, pág 479. Véase también el Manuscrito 25, de 1890

[5] Henry Melville, Sermons(Nueva York, Stanford and Swords, 1844). Por una lista extensa de paralelismos, véase Ron Graybill, Warren H. Johns, and Tim Pomer, “Henry Melville and Ellen G. White: A Study

in Literary and Theological Relationships” (Washington, D.C., Ellen G. White Estate. 1982).

[6] Primeros escritos (MountainView, Publicaciones Interamericanas, 1962), pág. 19.

[7] 7 Ibid., pág. 16; cf. 4 Esdras 2: 42-47

[8] 8 Ibid., pág. 34; cf. 4 Esdras 6: 24; 15: 34, 35.

[9] Por ejemplo, en el informe de su diario fechado el 21 de noviembre de 1890, citó palabras que le habló a ella su guía mientras estaba en visión, y parafraseó la obra de Friedrich Krummacher, Elijah the Tishbit (New York, American Tract Society, s.f ), pág. 20 Ron Graybill compara  las dos en “E. G. White’s Literary Work: An Update”, una transcripción de sus conferencias de 1981 (Washington D.C., Éllen G. While Estate)

[10]  ¿1 Enoc copió de Apocalipsis en lugar de que Apocalipsis de 1 Enoc? Esto es altamente improbable El libro de 1 Enoc es una obra compuesta (es decir, diferentes partes escritas en distintos momentos por varios

autores). Las secciones más antiguas se pueden fechar en el tercer siglo AC Hubo alguna duda en cuanto a la possible fecha de la última parte del libro, las Parábolas, los capítulos 37-71. Como entre los manuscritos qumrámicos no se encontró ningún fragmento de las Parábolas, J. T. Milik concluyó que esta sección es un documento cristiano compuesto por el 270 DC. Esta opinión ha sido umversalmente desvirtuada por eruditos en libros pseudoepigráficos que, a su vez, ahora sostienen que las parábolas pudieron ser escritas entre 1 y 70 DC ó 70 y 135 DC. (Por un tratamiento más completo, véanse los artículos sobre 1 Enoc escritos por J. H. Charlesworth en New Testament Studies, t. 25, págs. 315-369.) De todos modos los capítulos 1-36 y 72-108 de 1 Enoc son más antiguos que el Apocalipsis, y los capítulos 37-71, posiblemente posteriores

[11] Judas y Pedro parecen haber tomado buena parte de sus relatos de 1 Enoc, especialmente, lo referente a la caída de los ángeles, o espíritus, guardados en oscuras prisiones subterráneas hasta el día del juicio, cuando serán castigados por haber abandonado su responsabilidad en el mundo superior y codiciado la condición humana. Profundamente analizado por Bo Reicke en su tesis doctoral, esta fue la explicación que prevaleció sobre 1 Pedro 3:18-20, 2 Pedro 2: 4-6, y Judas 6, 7, aun después de que apareció el monumental comentario de E. G. Selwyn sobre 1 Pedro. Por un excelente tratamiento evangélico de 1 Pedro 3: 18, véase

R. T. France, “Exegesis in Practice: Two Examples”, en I. Horward Marshall, ed., New Testament Interpretation: Essays on Principies and Methods (Grand Rapids, Wm. B. Eerdmans  Pub. Co., 1978), págs. 264-181

[12] Cualquier supuesta prueba de un profeta debe ser corroborada aplicándola a los profetas canónicos para determinar si es válida. Las pruebas éticas sugeridas (por ejemplo: “un profeta siempre dice la

verdad”), no importa cuán evidentes sean, pueden invalidarse si aun los mismos profetas canónicos no pueden soportar el peso de la prueba (cf. 12Sam. 16:2; 2 Sam. 17 (note el versículo 14); 1 Rey. 13: 18; 2 Rey. 6: 19; 8: 10; Jer. 38:24- 27; 2 Tes. 2: 11). El salmista fue asesino y adúltero. Sin embargo, sus escritos están en el canon. Salomón fue tras dioses ajenos (1 Rey 11:4) contraviniendo la prueba de Deuteronomio 13:1-3. De este modo, ni aun las pruebas bíblicas pueden ser confiables sin ciertas salvedades. La prueba del

cumplimiento de la profecía que aparece en Deuteronomio 18: 21, 22 debe entenderse con la salvedad del principio que  afirma que toda profecía es condicional (Jer. 18: 7-10), de otro modo los siguientes hombres serían falsos profetas: Moisés (compare Exo. 6: 8 con Núm. 14: 30-34; y Exo. 14: 13 con Deut. 28: 68); Natán (2 Sam. 7: 1-17), Elias (1 Rey. 21: 17- 29), Isaías (Isa. 38: 1-6), Jeremías (Jer. 33:17-21), Ezequiel (Eze. 5: 8-10 -después de los juicios ocurridos en su tiempo, Jerusalén nunca fue destruida nuevamente), Jonás (Jon. 3: 4, 10), y Pablo (Hech. 27: 10, 22).