La Iglesia confronta problemas

            Hablando en 1915 de los escritos de Elena G. de White, particularmente de la manera como se preparaban algunos de sus libros, W. W. Prescott, por entonces secretario consejero de la Asociación General, escribió: “Pienso… que nos estamos yendo hacia una crisis, la que habrá de llegarnos tarde o temprano, y tal vez antes de lo que pensamos”.[1]

            Sobre el mismo tema comentaba L. E. Froom en 1930 en una carta a W. C. White, luego de expresar su alegría por el libro que el pastor A. G. Daniells habría de comenzar a escribir en breve sobre Elena G. de White:[2]

            “Es mi solemne convicción… que una de las mayores crisis que confrontará este movimiento está delante de nosotros, antes de que lleguemos a una comprensión sólida, racional -basada en la Escritura y en la historia-, del lugar, carácter, autoridad y relación del Espíritu de Profecía con este movimiento. Desafortunadamente hay gente de mente estrecha que cree en la inspiración verbal de todo lo que la hermana White ha escrito, más bien que en una inspiración de las ideas; que afirma lo que ella misma nunca afirmó, cuyas actitudes son tan rígidas y arbitrarias que temo que, cuando algunos de esos hombres sean confrontados con sus ideas, se inclinarán a tirar todo por la borda como ya lo han hecho algunos en el pasado”.[3]

            Prescott, que fuera partidario de la inspiración verbal, fue uno de los que habría sido sacudido y se habría desorientado un poco al fin de su carrera según lo revelan otros párrafos no citados de su carta de 1915. Elena G. de White, por su parte, había hecho la siguiente declaración en 1890:

            “El último engaño de Satanás consistirá en convertir el testimonio del Espíritu de Dios en algo ineficaz… Satanás trabajará ingeniosamente con métodos distintos e instrumentos diferentes para desarraigar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero”.[4]

            Ese tiempo del cual hablaron W. W. Prescott, L. E. Froom y E. G. de White parece ser el nuestro, a juzgar por la agitación que, no sólo dentro sino también fuera de la Iglesia, ha estado produciéndose últimamente. Quien esto escribe ya ha reunido unos 30 artículos que sobre el particular y otros asuntos teológicos que afectan a la Iglesia han sido publicados en revistas teológicas, diarios y otras publicaciones en los últimos seis meses, sólo en los Estados Unidos. El asunto no es nuevo. Simplemente ha irrumpido una vez más. Pero ahora movido por hombres que, al menos al principio, declaran no haber abandonado su fe en el movimiento adventista.

Aparece un importante documento de 1919

            Del 10 al 19 de julio de 1919 se llevó a cabo en Takoma Park, Washington, un importante concilio bíblico. Al mismo siguieron las reuniones del Concilio de Profesores de Historia y Sagrada Escritura, que duró unas tres semanas. En este último estuvieron presentes unos 28 profesores, y el total superó los 50 asistentes, tomando en cuenta administradores, redactores y otros miembros de la Asociación General.

            Las discusiones de ambos concilios fueron registradas en casi todos sus detalles. Las 1.308 páginas de transcripciones durmieron plácidamente hasta diciembre de 1974 cuando el Dr. F. D. Yost, director del Archivo de la Asociación General, las localizó mientras clasificaba diferentes materiales en depósito. Nada sabían del documento los actuales administradores de la Asociación General, en cuyos dominios se hallaban, y mucho menos el White Estate. Ninguno de los hombres que operaban por entonces los depósitos de materiales de Elena G. de White, D. E. Robinson y C. C. Crisler, estuvieron presentes en los referidos concilios.[5]

            El documento consta de 2.494 páginas de transcripción estenográfica. En verdad, 1.308, puesto que hay una duplicación del material. El mismo revela que las discusiones, dirigidas por el presidente de (a Asociación General, pastor A. G. Daniells, fueron libres, abiertas y francas. Hay quienes afirman actualmente que, si por entonces se hubiera dado publicidad a los asuntos discutidos, se hubiera aminorado considerablemente el problema que ha vuelto a consideración en nuestros días. Las ideas que primaron fueron:

  1. La adhesión a la posición de la inspiración verbal, seguida tácitamente por algunos de los profesores de Biblia, crea problemas. Los alumnos han captado la idea y un cambio repentino puede afectarles en sus ideas respecto de la autoridad de los escritos de Elena G. de White. El problema debe ser confrontado, o se seguirá como se ha estado enseñando.
  2. La manera como algunos libros de Elena G. de White han sido preparados no armoniza con la teoría de la inspiración verbal. Tal es el caso de materiales de otros autores que aparecen, por ejemplo, en El Conflicto de los Siglos, The Life of Paul; las correcciones gramaticales, ortográficas y editoriales de que fueron objeto, particularmente, por sus asistentes literarios. Y tampoco armoniza con el hecho de que a algunos obreros se les pidiera que revisaran las obras antes de su publicación. Si la inspiración fuera verbal, ello no hubiera correspondido.
  3. La Biblia es el más apropiado intérprete de sí misma. Los escritos de Elena G. de White no son el único intérprete de las Escrituras. Esa fue la práctica y posición de los pioneros. Ello no descarta la importancia del don profético manifestado en la Iglesia para la comprensión de asuntos bíblicos. (Daniells y Prescott citan casos específicos de sus experiencias personales en relación con excelente interpretación tomada de Elena G. de White.) “Ella nunca declaró ser una maestra de teología dogmática”.
  4. Elena G. de White nunca se consideró una autoridad en historia. Sus afirmaciones sobre el particular no debieran ser utilizadas para definir asuntos de la historia. No hay infalibilidad en sus afirmaciones.[6]

El problema en nuestros días

            Harold Weiss y Roy Branson, por entonces profesores asistentes del Seminario de la Universidad Andrews, lanzaron tres ideas básicas en 1970: 1) Es esencial para la Iglesia establecer de una manera objetiva la naturaleza de lo que Elena G. de White ha escrito. 2) Hay que establecer la relación entre lo que escribieron Elena G. de White y autores contemporáneos o anteriores. 3) Es necesario analizar cuidadosamente el desenvolvimiento de sus escritos en su propio tiempo y posteriormente. Los eruditos y teólogos de la Iglesia dieron consideración a estos asuntos.

            En 1976 salió al público el libro de R. L. Numbers, A Prophetess of Health, que volvió a agitar el problema. La tesis básica de Numbers es que Elena G. de White fue el producto de su tiempo. Ella simplemente refleja, en el campo de la salud, las ideas de autores contemporáneos como Larkin, Coles, Trall, Jackson, Graham, etc. Como tesis secundaria, habla de “traumas”, inconsistencias y ambición de estatus y poder presentes en Elena de White. Los círculos de la Iglesia reaccionaron por lo menos de tres maneras: Una, altamente emocional: la obra dañará a la hermandad, decían. Ello no se produjo. La otra, representada por un grupo minoritario liberal, dio la bienvenida a la obra como si fuera la espoleta de un tipo de “liberación” que querían que se produjera. Y la tercera fue la manera madura y tal vez fría de aceptar el problema, como se aceptaron en el pasado los cargos formulados desde afuera. Dos convicciones daban base a esta forma de pensar: el Movimiento Adventista es de origen divino y bíblico, y Elena G. de White ha demostrado ser un instrumento de consolidación de la Iglesia como ningún otro.[7]

            Las escaramuzas no han cesado. De vez en cuando surgen nuevos ataques.[8] Es que estamos en el conflicto milenario entre el bien y el mal. El diablo está airado contra el pueblo que sostiene en alto la norma divina del juicio y que se halla, además, iluminado por el don profético respecto a sus movimientos en la etapa final de la lucha.

            La revista Spectrum, que surgió en 1970 y que pretende estar animada del propósito de examinar en forma crítica los más variados asuntos que atañen a la Iglesia y a la vez participar a la comunidad intelectual de los mismos, canaliza la obra de mucha gente inquieta, negativa o positivamente. Su blanco es: investigación y diseminación sistemática. Está abierta a los intelectuales y liberales de la Iglesia más dados a la erudición que a la preocupación pastoral de la grey o a la evangelización de las masas. Como este tipo de tarea desvía la atención de la Iglesia de su sentido de misión concentrándola en sí misma, termina más bien debilitándola que fortaleciéndola.

Un pastor adventista levanta el problema

            Walter Rea, 58 años, pastor de la Iglesia de Long Beach (California) hasta la última parte del año pasado (cuando se le retiraron sus credenciales), comenzó a lanzar públicamente -particularmente en círculos de obreros-, y por la prensa luego, los siguientes cargos en contra de Elena G. White:

  1. Elena G. de White fue una plagiada, pues copió mucho de lo que aparece en sus obras principales. Nunca se podrá saber a ciencia cierta de cuánto material de otros se apropió ella en verdad, puesto que ha parafraseado extensamente, más que copiado literalmente. Rea declara que el material de otros que aparece en sus obras sería por lo menos un 80%.
  2. Los ayudantes literarios de Elena G. de White sabían bien cómo se hacían sus libros, pero lo encubrieron todo. Lo propio ha estado haciendo la Asociación General y el White Estate.
  3. Elena G. de White engañó intencional- mente a la gente diciendo que lo que escribía procedía de Dios, cuando en verdad lo tomaba de otros autores.
  4. La tendencia actual de la Iglesia Adventista es la de hacer de Elena G. de White “un mito y un ídolo”. “Ella ha sido virtualmente canonizada”.
  5. Tanto Elena G. de White como su esposo hicieron de la producción literaria de ella una empresa para hacerse de dinero.

            Siendo que Rea afirmaba que El Deseado de Todas las Gentes, por ejemplo, había sido un plagio, básicamente, de The Life of Christ de W. Hanna, se les pidió a los doctores y pastores Raymond F. Cottrell y W. Specht que realizaran estudios comparativos entre el DTG y el libro de Hanna, lo cual resultó en un informe de más de 120 páginas.[9] Las conclusiones básicas fuéron las siguientes:

  1. No existe paralelo alguno entre Hanna y Elena G. de White en los tres primeros capítulos.
  2. No existe en el DTG declaración alguna copiada palabra por palabra de Hanna.
  3. Lo que sí existe es una similitud de palabras, líneas de pensamiento, fraseología y secuencia de ideas entre el DTG y el libro de Hanna.
  4. La idea de una controversia entre Cristo y Satanás, presente en toda la “Serie Conflicto” escrita por Elena G. de White, no está presente en Hanna: es única en ella. El propósito de los libros de Hanna y de Elena G. de White es diferente según lo que expresan ambos autores en sus introducciones.
  5. La originalidad no es esencial en la inspiración, puesto que ésta no es mecánica o verbal. El uso de líneas de pensamiento e ideas similares es problema únicamente para quienes presuponen que la inspiración es verbal, o que confunden la revelación (recepción de lo desconocido), con la inspiración (transmisión de una manera confiable y con los elementos y disposición de lenguaje y cultura del instrumento humano).

            Los trabajos de Cottrell y Specht fueron realizados por pedido del White Estate. Actualmente, el Dr. Fred Veltman[10] se halla embarcado en un proyecto que le tomará unos dos años. Hará un estudio comparativo y a fondo del uso de otros autores por parte de Elena G. de White. El estudio ha sido propiciado por la Asociación General y será financiado por la misma.

            El Conflicto de los Siglos contiene muchas citas, particularmente de historiadores. Esto es un hecho bien conocido. Nichols afirma que un 12% del libro lo constituyen citas de diferentes autores.[11]

            La inspiración, autoridad, originalidad y relación con la Biblia de los escritos de Elena G. de White han sido motivo de discusión por parte de algunos individuos desde el comienzo de la manifestación del don. Y muy especialmente por parte de quienes llegaron a disentir con las doctrinas o acciones administrativas de la Iglesia.[12]

Desmond Ford concentra la atención de la Iglesia

            Por años The Ministry publicó artículos de Desmond Ford, quien enseñó Sagrada Escritura en el Colegio Avondale, y fue jefe del Departamento de Enseñanza de Biblia de la institución. Las ideas que expresaba no sonaban tanto como las de un disidente sino como las de un estudioso que se esforzaba por comunicar nueva luz. Pero llegó el día cuando sus declaraciones tomaron otro cariz. Australia solicitó la colaboración de la Asociación General para darle una oportunidad en los Estados Unidos. Sin la intención de hacerlo, se trasplantó el problema a un suelo bastante propicio para la crítica: las comunidades más intelectuales de la iglesia localizadas en la costa occidental norteamericana.[13]

            El 27 de octubre de 1979, en un “forum” llevado a cabo en el área del Pacific Union College, donde ahora enseñaba Ford, éste lanzó algunas ideas que precipitaron la crisis que terminó con su exclusión del ministerio, algún tiempo después del trascendente cónclave de Glacier View Ranch, en el estado de Colorado.

            Unos 120 teólogos, pastores, administradores, redactores y profesores de Sagrada Escritura participaron de las discusiones.[14] Los asuntos fundamentales fueron básicamente dos: la doctrina del Santuario y la naturaleza de los escritos de Elena G. de White.

            Ford sostiene que Elena G. de White no es autoridad en doctrina ni en interpretación profética. Sus escritos (que él considera como muy buenos para la Iglesia y algunos de ellos para su propia vida), son de carácter pastoral. No son, pues, apropiados para definir asuntos de doctrina tales como el Santuario, el juicio investigador o el concepto de la purificación del Santuario celestial como lo hemos estado enseñando los adventistas. Tampoco lo son para la interpretación profética. El Conflicto de los Siglos no tiene otro valor que el de presentar la interpretación profética de los pioneros. Ellos se equivocaron y, por lo tanto, ella también se equivocó al presentar las interpretaciones de aquéllos. Cuando Elena G. de White dice “yo vi” o “me fue mostrado”, simplemente presenta su opinión personal en lo que sigue a esas declaraciones.

            En 1883 la sierva del Señor publicó en Review and Herald un interesante y extenso artículo sobre las críticas de las cuales era objeto. Citamos a continuación algunos párrafos:

            “Hermanos, no tengáis temor de que me descorazonaré por los crueles ataques de mis enemigos. Los espero en mayor medida, y me maravillo de que no hayan sido más frecuentes… Debemos esperar una mayor oposición de la que hemos experimentado hasta ahora. Hemos oído el gruñido del dragón. Este se tornará en rugido. Todavía no hemos aprendido el significado de las palabras de Juan: ‘Entonces el dragón fue airado contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra los otros de la simiente de ella, los cuales guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo’”.[15]


Referencias

[1] W. W. Prescott, carta a W. C. White, 6-4-1915. White Estate Document, File N° 198.

[2] Se trata de El Permanente Don de Profecía (En inglés, The Abiding Gift of Prophecy). Salió al público en 1936.

[3] L. E. Froom, Carta a W. C. White, 28 – 9 – 1930.

[4] 2 MS, pág. 89.

[5] RH, 14 – 8 -1919. Las discusiones sobre inspiración de la Biblia y los escritos de E. G. de White se llevaron a cabo los días 30 de julio y 10 de agosto. El título del documento es: “El uso del espíritu de profecía y su relación con la Biblia”. White Estate Document, N° 920.

[6] Sobre infalibilidad: “Sólo Dios y el Cielo son infalibles”. “Acerca de la infalibilidad, nunca pretendí tenerla” (1MS, pág. 42.) “No he pretendido infalibilidad ni siquiera perfección del carácter cristiano. No estoy libre de errores en mi vida. Si hubiera seguido más de cerca a mi Salvador, entonces no tendría que lamentar mis desemejanzas con su querida imagen” (Carta 27, 1876).

[7] A. L. White preparó un trabajo de 127 páginas refutando a Numbers, y el Patrimonio White, otro de 23 páginas. Como reacción de la Iglesia en contra de la crítica a Elena G. de White, han salido a luz varios libros apologéticos. Algunos de ellos son: H. A. Branson, In Defense of the Faith – Reply to Canright; RH, 1933; F. M. Wilcox, The Testimony of Jesus: A Review of the Work and Teachings of Mrs. Ellen G. White, RH, 1934. (Publicado en castellano y en portugués.) F. D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics, RH, 1951.

[8] Por razones de espacio omitimos las referencias a otros trabajos críticos de los últimos 10 años. Spectrum publicó un resumen de los mismos en su edición de marzo de 1980.

[9] R. F. Cottrell fue jefe asociado de redacción de la Review and Herald, y tuvo una actuación similar en la preparación del Comentario Bíblico Adventista. W. Specht fue profesor de Teología del Seminario de Andrews Univer- sity. Ambos están retirados del servicio activo.

[10] El Dr. F Veltman es jefe del Departamento de Teología del Pacific Unión College, de Angwin, California.

[11] Francis D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics, pág. 420. (Ver introducción al CS, pág. 14.)

[12] En lo pasado lo hicieron D. M. Canright, J. H. Kellogg, L. D. Conradi, A. F. Ballenger, A. T. Jones, y otros Actualmente sobresalen R. Brinsmead, W. Rea y D. Ford.

[13] Sudamérica estuvo representada por 11 delegados que sirven no sólo en su territorio sino fuera de él. Ellos fueron: A. Dupertuis, W. Endruweit, D. Gullón, S. Japas, E. Pereyra, T. Sarli, S. Schmidt, y M. Veloso. No pudieron asistir M. Nigri, E. de Oliveira y J. Wolff.

[14] El Ministerio Adventista dedicó una edición doble al problema creado a la Iglesia por D. Ford. Contiene informaciones, los documentos emitidos y comentarios críticos de las posiciones de Ford. La Comisión Revisora del Santuario se reunió en Glacier View Ranch, Colorado, del 10-15 de agosto de 1900.

[15] RH, 28 – 8 – 1883.