Cómo liderar a tu equipo de manera efectiva
El liderazgo va más allá de simplemente decirle a alguien qué hacer. Se trata de ser un canal de orientación, conocimiento técnico y testimonio. Este papel complejo y multifacético plantea una pregunta intrigante: ¿Cómo pueden los líderes nuevos y antiguos lograr este nivel de influencia de manera efectiva? ¿Qué valores fundamentales deberían encarnar los líderes?
Este artículo explora cómo el liderazgo eficaz va más allá de las tareas y responsabilidades laborales y enfatiza la importancia de la autenticidad, la sabiduría y la fe al liderar un equipo.
Sé tú mismo
Algunos líderes intentan crear una imagen que agrade a todos: asumen posturas ficticias y pretenden ser algo que no son. Cambian la entonación de su voz, gesticulan de forma inusual o imitan a alguien a quien admiran. Estos líderes inseguros buscan subterfugios para acercarse al ideal que creen que se espera de ellos. Sin embargo, no puedes fingir para siempre. Con el tiempo, el personaje creado acaba disolviéndose. Por tanto, el camino más seguro es la autenticidad.
En la búsqueda de la autenticidad, el primer paso es el autoconocimiento. Es fundamental comprender que eres único en tu forma de ver e interpretar el mundo, así como son únicas tus fortalezas, debilidades y conocimientos. El segundo paso es crear el hábito de observar todo con atención, escuchar atentamente, ser honesto con lo que no sabes, salir de tu zona de confort, profundizar en el conocimiento técnico e interpersonal de tu área de especialización y fijar metas para tu crecimiento personal.
De esta manera, encontrarás un estilo de liderazgo fiel a ti mismo. También es importante resaltar que el desarrollo personal de un líder es gradual y, en este proceso, no es posible complacer a todos.
Mantener la actitud mental correcta
Los desafíos pueden generar frustraciones, por lo que es importante que el líder mantenga una actitud mental correcta. Pero ¿qué significa esto? Es una tendencia o forma de ver las cosas. Las actitudes mentales pueden ser buenas o malas, amplias o limitadas. David Novak cuenta la siguiente historia: “Dos fabricantes de calzado llegaron a un nuevo país en un intento de expandir su negocio. Al notar que los lugareños no llevaban zapatos, uno de ellos exclamó: ‘Aquí no hay mercado. Esta gente no usa zapatos’. El otro dijo: ‘Aquí hay un mercado enorme. Nadie tiene zapatos’ ”.[1] Esto ilustra cómo una misma situación puede generar diferentes actitudes, según la actitud mental.
Se necesita esfuerzo para tener actitudes mentales buenas y amplias, especialmente en medio de la adversidad. Podemos decir que una actitud mental correcta está íntimamente ligada a la devoción y confianza en Dios. En la Biblia encontramos varios ejemplos de líderes con diferentes actitudes mentales. En Números 13 y 14 registra el envío de doce hombres para espiar la tierra de Canaán. Diez de ellos informaron con temor: “Llegamos al país a donde nos enviaste, que ciertamente mana leche y miel. Este es su fruto. Pero el pueblo que habita esa tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas. […] No podremos subir contra esa gente, porque son más fuertes que nosotros” (Núm. 13:27-31). Por otro lado, Josué y Caleb dijeron: “El país que fuimos a reconocer es en gran manera bueno. Si el Señor se agrada de nosotros, nos introducirá en esa tierra que mana leche y miel y nos la entregará” (Núm. 14:7, 8).
Los doce hombres vieron la misma tierra, las mismas ciudades, la misma gente. ¿Qué causó que sus informes fueran tan diferentes? La actitud mental. Pregúntate: ¿soy capaz de ver más allá de los obstáculos? ¿Mi actitud mental me ayuda a ser un mejor líder, me motiva o me impide alcanzar logros?
Crear una cultura de “ganar juntos”
La cultura de “ganar juntos” es un mecanismo fundamental para el compromiso de un equipo en el que todos son interdependientes. Para que se establezca esta cultura es necesaria una visión de liderazgo relacional.
Escribiendo a un líder, Elena de White llamó la atención sobre el hecho de que sus capacidades se veían obstaculizadas por la tendencia a considerarse autosuficiente: “El Señor desea que usted se vincule con sus colaboradores. No debe encerrarse en sí mismo. […] No ha de tener usted ninguna cámara secreta, cerrada a quienes tienen tanto interés en la obra como el que usted tiene”.[2]
Si bien el líder tiene la responsabilidad de establecer el rumbo, también debe involucrar a sus seguidores en la definición de objetivos, estrategias y toma de decisiones. “En nuestros planes para llevar adelante la obra, nuestra mente debe combinarse con otras mentes”.[3]
Cuando el líder asimila esta visión, se refleja directamente en la capacidad de ver, comprender y aceptar las opiniones de los demás, hasta el punto que, en algunos casos, permitirá que prevalezcan mejores opiniones sobre las suyas propias. De este modo, se establece un sentido de confianza mutua dentro del equipo, lo que permite una franqueza constructiva, objetivos compartidos, reflexión, resiliencia y claridad en los roles y objetivos. No se trata de uniformidad de opinión, sino de espíritu de unidad y armonía, a pesar de las diferencias (cf. 1 Cor. 12:12, 13; Hech. 2:44).
Dar el debido reconocimiento
El líder que quiera motivar, involucrar y alcanzar objetivos también debe priorizar el “reconocimiento”. Esto ayuda a generar compromiso, productividad e inspiración, además de promover un sentido de propósito. “Que sus colaboradores noten que usted los considera valiosos”.[4]
Algunos podrían imaginar que reconocer el trabajo de alguien requiere dar una recompensa elaborada o costosa. Sin embargo, esto puede variar desde premios formales hasta gestos simples, como celebrar un hito o enviar una nota de agradecimiento pública o privada. Lo esencial es que sea auténtico, significativo y merecido.
En la parábola de los talentos vemos que los servidores fieles reciben reconocimiento por su fidelidad. “siervo bueno y fiel” (Mat. 25:21). La aprobación no fue proporcional a la cantidad de ganancias, sino a la lealtad demostrada. La expresión “sobre mucho te pondré” (Mat. 25:21) muestra que la recompensa por el servicio fiel es la ampliación de la oportunidad de servir. Por lo tanto, “Hónrese a quienes merecen ser honrados, aquellos que han trabajado bajo circunstancias difíciles, […] que han sido usados por Dios como soldados para impulsar su obra”.[5]
Cultivar una buena comunicación e interacción
A. Boeker era gerente de una fábrica de alimentos en el Sanatorio Santa Elena, en los Estados Unidos, a principios del siglo XX. En 1901, Elena de White le envió una carta que decía: “Usted se encuentra en peligro. Es necesario que le diga que deshonra a Cristo por las ásperas palabras que emplea. […] No se ha de tratar a nadie de manera dura y dominante. Puede usted pensar que este modo de conducirse y de hablar corregirá males, pero descubrirá que los aumenta”.[6]
La consecuencia más catastrófica de la falta de comunicación e interacción correctas es la deshumanización de las relaciones. Cuando el líder actúa con dureza, rudeza y actitudes dictatoriales, sus seguidores se sienten deshumanizados, como meras “unidades de productividad” para alcanzar metas. Sienten que no pueden hablar ni ser escuchados.
Como sugiere María Rita Gramigna, para cultivar una buena comunicación e interacción, el líder debe: (1) aprender a escuchar e interesarse en lo que dicen los demás; (2) buscar información y hacer preguntas en caso de duda; (3) reaccionar de manera natural a la retroalimentación, aunque esta incluya críticas; (4) dar retroalimentación con propiedad, cortesía y respeto; y (5) buscar acercarse a las personas de una manera receptiva y flexible.[7]
La comunicación y la interacción van más allá del simple acto de hablar. Incluyen gestos, actitudes, expresiones faciales y comportamientos que pueden influir positiva o negativamente en la vida de los interlocutores.
Conclusión
La calidad del liderazgo es fundamental para el éxito de cualquier equipo, ya sea en tiempos de calma o de tormenta. Al incorporar valores como la flexibilidad, la escucha activa y la búsqueda continua de sabiduría, los líderes pueden crear entornos atractivos y productivos. Reconocer el valor de los miembros del equipo y promover una comunicación clara y respetuosa son elementos esenciales para fortalecer las relaciones y lograr objetivos comunes.
En última instancia, depender de Dios y buscar su guía son cruciales para enfrentar los desafíos del liderazgo. Como nos enseña Santiago 1:5, la verdadera sabiduría proviene de Dios, y es él quien nos permite liderar con integridad y eficacia. Por tanto, los líderes que combinan autenticidad, sabiduría y fe están mejor preparados para guiar a sus equipos hacia la realización mutua.
Sobre el autor: Pastor en Quirinópolis, Goiás
Referencias
[1] David Novak, Levando as Pessoas Com Voce (Alta Books, 2020), p. 27.
[2] Elena de White, Principios para lideres cristianos (ACES, 2020), p. 278.
[3] White, Principios para lideres cristianos, p. 279.
[4] White, Principios para lideres cristianos, p. 279.
[5] White, Principios para lideres cristianos, p. 213.
[6] White, Principios para lideres cristianos, pp. 247, 248.
[7] Maria Rita Gramigna, Gestao Por Competencia (Books, 2017).