Creo en la utilidad del evangelismo de la escuela sabática; creo en el evangelismo de la Sociedad Dorcas; creo en el evangelismo laico; y creo que todavía hay lugar para el evangelismo público dentro de nuestro movimiento.

Actualmente nos empeñamos en discutir acerca de las ventajas y las desventajas del esfuerzo de tres semanas, del esfuerzo de tres meses, del esfuerzo de seis meses, de la reunión del domingo de noche, del esfuerzo en el cine, del esfuerzo en un salón alquilado, y del esfuerzo en la iglesia. Hace unos años, Pablo Campbell y yo llevamos a cabo diez esfuerzos en California central. Nueve de ellos los realizamos en iglesias nuestras, algunas de las cuales eran muy pequeñas, y bautizamos a 235 personas con muy pocos gastos. De manera que sabemos que éstos son fructíferos.

El mérito de cualquier método sobre otro no debiera preocuparnos tanto como el hecho de que cada año debiéramos decidirnos por algún método y realizar algo de evangelismo. Como yo también he sido pastor, sé muy bien que los pastores están ocupados en casar gente, en enterrar gente, en enderezar a la gente, etc., hasta que el diablo les hace creer que no queda tiempo para celebrar reuniones para el público. Además, podrá decir alguno, supóngase que lo intentamos y nos va mal, ¿cómo quedamos? Frecuentemente, la mayor razón por la cual no hacemos más evangelismo es la enfermedad que llamaré inercia perniciosa, y temo que todos nosotros en un tiempo u otro hayamos estado afectados por ella. Cuando padecemos de ella, decimos que el tiempo es demasiado caluroso o frío; o que no tenemos ayuda suficiente; o que no tenemos un local adecuado donde celebrar las reuniones. Cuando termina una campaña de la iglesia, pronto comienza otra. Ah. sí. la inercia perniciosa es una enfermedad que puede afectar tanto la mente como el cuerpo.

A un joven graduado se le asigna un distrito. De inmediato sus compañeros de clase se sienten fracasados si no se les asignan prontamente otros distritos. A otro joven promisorio se lo hace director departamental, y sus compañeros se sienten celosos y piensan que también a ellos debe dárseles un departamento.

Hermanos, quisiera que el Señor nos concediera la gozosa comprensión de que la obra más grande de todas es la de salvar almas, la de estar en la línea- de combate, luchando por Dios.

Y añado; Quiera él Señor bendecir a los hombres que están empeñados en la ganancia de almas, aunque sea mediante el esfuerzo de tres días, tres semanas o tres meses.

Recuerdo, en relación con esto un caso de la anciana madre que era invitada ríe honor de un banquete. Después de la comida, el maestro de ceremonias se levantó y dijo: “Tenemos el agrado y el honor de tener entre nosotros esta noche a la Sra. Fulana. Ella nos hablará acerca del arte de criar a los hijos”. La Sra. Fulana se levantó y dijo: “Yo solamente he tenido once hijos. No entiendo nada de ese arte”, y se sentó. Después de realizar unos cincuenta esfuerzos cuya extensión va de tres semanas a seis meses de duración, creo honestamente que sé muy poco acerca de cómo se ganan las almas. Sin embargo, de una cosa estoy seguro, y. es del hecho de que en diversos lugares cada vez resulta más difícil ganarlas; y ésta es una de las razones por las cuales deberíamos tener más hombres trabajando en la obra evangélica.

Hablando ahora del esfuerzo prolongado, de tres o seis meses, hay varias razones que lo favorecen.

1. Fortalece en la fe a nuestros propios miembros.

2. Forma miembros firmes y bien fundamentados.

3. Muchos de nuestros mejores candidatos se deciden a unirse a la iglesia durante la segunda mitad del esfuerzo. Algunas excelentes personas necesitan mucho tiempo para decidirse a realizar un cambio tan importante en su vida.

4. La segunda mitad de la serie fortalece a aquellos que se unieron a la iglesia en la primera parte. Una de las mejores maneras de realizar esto, creo yo, consiste en llevar a cabo la clase bíblica del sábado de mañana. Después de presentar el mensaje del sábado en nuestras reuniones, invitamos a los interesados a nuestra Clase Bíblica Profética que se llevará a cabo el sábado siguiente a las 9.15 de la mañana. Esta clase se continúa durante veinte o veinticinco semanas consecutivas con resultados excelentes. Utilizamos una sala amplia donde hay un piano y un pizarrón. Siempre tenemos un servicio de canto. Luego tenemos oraciones, música, relatos misioneros, ofrenda para las misiones, más música, y luego el estudio de la lección. La primera tarea dada a los miembros es la de aprender los libros de la Biblia. Luego entregamos papelitos con textos, e invitamos a damas y caballeros a competir para ver quién los encuentra primero. Generalmente todos llevan una Biblia, pero en caso de necesidad, facilitamos un ejemplar a quien no tiene. Presentamos todas nuestras doctrinas fundamentales durante esta serie de clases bíblicas. En el pizarrón ponemos los textos analizados para que los copien quienes deseen hacerlo. Los que se bautizan han escuchado el mensaje, no sólo en las reuniones de la noche, sino también durante las clases bíblicas de los sábados. Muchos de los que asisten el sábado de mañana, también se quedan para el segundo servicio, de manera que están bien informados acerca de la Biblia y de su mensaje para esta hora.

Yo creo que si, como evangelistas y pastores adoptamos algún método como éste, no sólo ganaremos gente para Cristo, sino que también haremos de ellos observadores del sábado adventista.

En nuestras reuniones ofrecemos música abundante, y también películas movibles y vistas fijas en colores —lo mejor que podemos obtener. Sin embargo, creemos que nuestra clase bíblica del sábado de mañana es el plan evangelístico más eficaz como instrumento completo ganador de almas.

Para terminar, repito: hagamos planes para realizar alguna clase de evangelismo durante este año, y todos los años hasta que venga el Señor. Olvidemos las excusas del diablo —la multiplicidad de detalles que algunas veces parece tan agobiadora. Olvidemos nuestra inercia perniciosa y tengamos esfuerzos de tres, seis, diez o doce semanas, o de seis meses pero ¡hagamos algo! Alguien dirá: “Hace mucho que he estado tratando de hacer algo”. Dwight L. Moody cierta vez asistía a una convención de escuelas dominicales, cuando se presentó una idea particularmente buena. Se volvió hacia el presidente, y dijo: “¿No es esta “una buena idea? ¿Qué piensa acerca de ella?” El presidente replicó: “Hemos estado apuntando a eso durante dos años”. El Sr. Moody exclamó: “¿Apuntando? ¿Durante dos años? ¿No cree Ud. que ya es tiempo de que hubieran disparado?” Posiblemente esta oportuna ilustración inspirará a los obreros vacilantes y los decidirá a lanzar alguna clase de esfuerzo salvador de almas a pesar de los numerosos obstáculos con que tropieza el evangelismo moderno.

Sobre el autor: Evangelista de la Unión del Pacifico Norte, EE. UU.