Vivimos en la época de los viajes espaciales, de las velocidades supersónicas, y de numerosas maravillas producto del genio inventivo del hombre. Es una época de visiones y sonidos insólitos; de platos voladores y extrañas voces del espacio. También es ésta una época de preparación bélica y de horribles armas destructivas. Es un tiempo grandioso y terrible. “En estos tiempos peligrosos no debiéramos dejar sin probar ningún medio de advertir a la gente”(Evangelista, pág. 63).

Las ciudades de la tierra están frente a la destrucción que les traerá el futuro inmediato, y debemos atender al llamado de “hacer nuestra parte para amonestar a estas ciudades. El mensaje de advertencia debe alcanzar a la gente que está lista para perecer, desprevenida, perdida.

¿Cómo podemos demorar?” (Id., pág. 62). En la siguiente declaración se advierte la gran urgencia de la obra que debe hacerse: “Noche tras noche permanezco desvelada, debido a esta preocupación que pesa sobre mí a causa de las ciudades que están sin amonestar” (Ibid.).

Al escribir acerca de la obra final y los terribles juicios de Dios que están por caer sobre las ciudades, la Hna. White dice: “Debemos hacer planes para poner en estas ciudades a hombres capaces que puedan presentar el mensaje del tercer ángel en una forma tan enérgica que penetre hasta el corazón” (Testimonies, tomo 9, pág. 99).

Al trabajar en la obra evangélica en las grandes ciudades, es imperativo que salgamos de la rutina. Con numerosas atracciones que retienen el interés de la gente, con multitudes infatuadas por la televisión, el cine y otros placeres excitantes, el evangelista es desafiado a proclamar un mensaje que asombrará a los oyentes y romperá la atadura que tan fuertemente los une al mundo.

La primera y principal clave para el éxito en captar y retener la atención de la gente consiste en ser investido con el poder del Espíritu Santo y en “presentar el mensaje del tercer ángel en una forma tan enérgica que penetre hasta el corazón”. Debiera haber tal poder que asista a la predicación que induzca a la gente a exclamar: “Hermanos, ¿qué debemos hacer?”

Cuando este poder procedente de Dios acompañe a la predicación de la Palabra, no habrá problema para conseguir y retener a un auditorio.

La segunda clave del éxito en conseguir y retener el interés consiste en tener un programa bien organizado. La gente que asiste en primer lugar debiera percatarse de la presencia de Dios, y en segundo término debiera sentir que el programa a sido bien planeado. ¿Nunca deberían ver al predicador y sus ayudantes corriendo de un lado para otro, atolondrado?, haciendo cosas que habrían podido ser hechas con anterioridad.

Nada debería haber que cause la impresión de ser ridículo y mal planeado. Todo debiera estar en orden, y el ambiente mismo debiera inducir a sentimientos de santidad.

La tercera clave para alcanzar el éxito en mantener la asistencia se encuentra en el empleo de una variedad de métodos. Se nos ha dicho: “De los métodos de trabajo de Cristo podemos aprender muchas lecciones valiosas. Él no se atenía a un sólo método” (Evangelism, pág. 123). Los evangelistas debieran esforzarse por vencer lo monótono. La insistencia en una misma cosa, independientemente de lo buena que sea. producirá una pérdida de interés. Siempre debiera mantenerse a la gente en una actitud de expectativa. El evangelista debiera variar sus métodos de noche a noche, y registrar el factor que produce sorpresa en el público.

Si tiene la costumbre de hacer las cosas de una sola manera, la gente sabrá lo que le espera en la reunión siguiente, y preferirá quedarse en casa.

Los evangelistas harían bien en meditar en este consejo: “En las ciudades de hoy, donde hay tanto para atraer y agradar, la gente no puede interesarse por medio de esfuerzos comunes. Los ministros puestos por Dios encontrarán que es necesario desplegar esfuerzos extraordinarios a fin de captar la atención de las multitudes.  Deben hacer uso de todos los medios que puedan idearse para hacer que la verdad aparezca clara y distintamente” (Testimonies, tomo 9, pág. 109).

En tanto que no hay sustituto para la buena predicación llena del Espíritu para mantener la asistencia de la gente, hay algunos auxiliares que ayudan a regularizar la asistencia. Por cierto, que no emplearemos todos estos auxiliares en una sola campaña, sino que los variaremos de acuerdo a las circunstancias. A continuación, presentamos algunos de tales auxiliares.

Plan de ofertas gratuitas

a) Premios para la fidelidad en la asistencia.

Esto incluye Biblias, libros religiosos, juegos bíblicos. cuadros religiosos y cuadritos con inscripciones de versículos bíblicos. Algunas de estas cosas pueden conseguirse en cantidad y a bajo costo.

b) Premios por llevar a otras almas reuniones. Una hermosa Biblia blanca puede ofrecerse a los que lleven a diez personas. Un buen libro a los que lleven a cinco y un libro menor a los que lleven a dos. También resulta agradable obsequiar un librito. Como El Camino a Cristo o un cuadro de Cristo, a los que acuden por invitación. Los que invitan debieran deberían decir a sus invitados que recibirán un obsequio en la reunión.

Actividades preliminares para crear interés en la asistencia

a) Películas.

b) Proyecciones en colores de viajes.

c) Buzón de preguntas.

d) Programa de preguntas. Este se realiza con ayuda de un micrófono transportable, que es llevado entre el auditorio por ayudantes. El animador del programa formula preguntas muy sencillas a los que se ofrecen a contestar, y les obsequia un libro si responden correctamente.

Si yerran la respuesta, de todos modos se les da un obsequio.

e) Actividades musicales.

f) Charlas sobre salud, y demostraciones.

Noches especiales

a) Temperancia. En esta noche debe presentarse una conferencia sobre temperancia, dada por un médico o por el ganador de algún concurso de temperancia. Es una buena oportunidad para proyectar la película Uno en Veinte mil.

b) Libertad religiosa. Puede presentarse un programa destinado a exaltar el valor de la libertad, ejemplificando con la vida de hombres destacados de la nación que lucharon por este ideal.

c) Noches para la juventud. El sermón debe dirigirse a los jóvenes. Pueden presentarse cantos y partes musicales realizados por jóvenes. Algunos jóvenes pueden dar testimonio de su experiencia cristiana.

d) Noches de la familia. En estas ocasiones podría darse obsequios a los anciano, a la familia más numerosa. a la pareja casada más joven, etc.

Empico de obsequios cada noche

a) Para los que llegan primero a la reunión.

En la noche inicial, pueden distribuirse cuadros de Cristo u otro obsequio a los primeros cien o doscientos que entren en el salón (por supuesto que esto dependerá de la capacidad del salón).

b) Para los que ocupen determinados asientos. De antemano se señalan diferentes asientos.

c) Para la madre más anciana o joven.

d) Para la madre de la familia más numerosa.

e) Para el que viajó desde más lejos para asistir.

f) Para todos los que hayan traído sus Biblias.

Obsequios para los que asistan a clases especiales

a) Clase bautismal. Generalmente se le da el nombre de clase bíblica especial. Hay varias maneras de iniciarlas, pero uno de los medios más eficaces para conseguir alumnos consiste en ofrecer un atractivo certificado a los que completen el curso. A todos les agrada obtener un diploma, y además no cuestan mucho.

b) Escuela sabática evangelística. Es muy importante que el evangelista consiga que la gente asista a la escuela sabática y a la iglesia después que haya predicado acerca de la observancia del sábado. El debiera enseñar en una clase de la escuela sabática, y darle el nombre de clase bíblica especial para visitas. Cuando invita a la gente a asistir a su clase, puede ofrecerle el obsequio de un libro, como incentivo.

Para concluir, diré que la propaganda debidamente realizada también es importante para estimular la asistencia a las reuniones. Pero esto constituye un tema aparte. Sin embargo, nos apresuramos a decir inequívocamente que la mejor propaganda es la que se hace de viva voz. Si la gente que asiste a vuestras reuniones queda impresionada, querrá llevar a otros. Si las personas que van no quedan impresionadas, toda la propaganda del mundo no servirá de nada.

Sobre el autor: Evangelista de la Unión del Pacífico Norte, EE. UU.