La directa participación en la terminación de la obra del Evangelio constituye un gran privilegio. Esta certidumbre preciosa para “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús”, fue vigorizada en el espíritu de los que participaron en la clase de “Orientación Profética en el Movimiento Adventista” dictada durante el Curso de Extensión ofrecido por la Universidad Andrews en el Instituto Adventista de Enseñanza, San Pablo (Brasil), en enero y febrero de este año. El pastor Arturo L. White manifestó erudición y al mismo tiempo sencillez en la materia que dictó. Reveló que posee un profundo conocimiento de la vida y experiencia de la mensajera de la iglesia remanente, Sra. Elena G. de White, abuela suya.

El curso de “Orientación Profética” excedió las expectativas más optimistas, y causó en nosotros una excelente impresión. La finalidad inmediata se logró completamente, y los resultados mediatos han de manifestarse mediante el poderoso influjo y la inspiración que 140 obreros están ejerciendo en sus iglesias. Sólo la eternidad revelará en su plenitud el torrente de beneficios proporcionados a la familia adventista.

Como ministros que actuamos en la causa divina, ahora estamos mejor familiarizados con la vida de fervorosa labor cristiana y la historia profundamente humana de Elena G. de White. Ponderando su conducta, consejos y fecunda producción, nos damos cuenta de que la sierva del Señor sentó un poderoso argumento en favor del don profético manifestado en su persona, pues, lejos de permanecer en las alturas del apostolado intelectual, descendió al terreno de las realizaciones prácticas c impulsó mediante su ejemplo personal los preceptos básicos del cristianismo. Ahora conocemos las críticas, casi todas fundadas en el preconcepto y la mala fe, que ha suscitado la oposición de adentro y de afuera, en su intento por minar nuestra fe en el espíritu de profecía. Cuando se someten los hechos a una investigación exacta y sincera, las críticas y las acusaciones se deshacen como por encanto. Salimos de esta tarea con una convicción más firme de que la Hna. White fué una mensajera del Señor.

Muchas personas que observan el progreso alcanzado por nuestra denominación en poco más de un siglo de existencia, se sorprenden a causa del formidable avance de la obra adventista, y son incapaces de explicar la causa. En el pasado, cuando vivían los pioneros, los observadores los consideraban dirigentes de gran ambición y amplitud de espíritu, y les atribuían una capacidad superior, pero anticipaban la desintegración de la organización adventista no bien desaparecieran aquellos dirigentes. No se percataban de que el honor pertenece a Dios, cuya mano firme, desde el principio, ha guiado esta obra.

Quienes seguimos el curso de “Orientación Profética” tenemos sobrados elementos de juicio para dejar sentado claramente que el secreto del éxito que ha acompañado a este movimiento consiste en que el Señor nos ha aconsejado directamente mediante el don profético. Ha conducido los pasos de su iglesia, ha exhortado a sus hijos y protegido a su pueblo. El Señor no sólo envió informaciones concernientes a acontecimientos futuros. Hemos -sido conducidos a través de un camino señalado por el mensaje profético, y repetidas veces fuimos salvados, maravillosamente, de crisis que se mostraban amenazadoras, porque el Señor nos envió sus instrucciones.

Podemos resumir con una sola palabra nuestras impresiones acerca del curso de “Orientación Profética”, y ésta sería: Gratitud. Gratitud hacia el buen Dios que ha cuidado a su iglesia con tanta solicitud, y que promete cuidarla hasta el fin. Gratitud hacia nuestros dirigentes que han comprendido el alcance de revelaciones tan preciosas y han hecho posible que nosotros también las conociésemos.

Sobre el autor: Evangelista de la Misión Nordeste del Brasil