Construyendo ministerios para las necesidades de la comunidad

El libro del Apocalipsis retrata al Espíritu y a la iglesia que invitan a las personas para que oigan el mensaje del evangelio y acepten a Cristo como Salvador (Apoc. 22:17). Esa invitación también puede ser analizada en el ámbito de la misión desde el punto de vista técnico, que implica métodos bíblicos personalizados, aprobados por el Espíritu Santo y usados por la iglesia, a fin de atraer a las personas a que experimenten las bendiciones y los deberes de la comunidad de Dios.

La invitación del Apocalipsis es confiada a los cristianos donde sea que ellos escojan compartir el evangelio. Normalmente, ese proceso de llamado es desarrollado dentro de la propia iglesia, donde la gracia de Cristo es estructurada y desarrollada por medio de ministerios diversos, creados específicamente para atender a las necesidades de la comunidad. Este artículo presenta una descripción de lo que es una casa-iglesia en el antiguo mundo grecorromano, especialmente en Roma, y la construcción de ministerios, aplicando a las iglesias de hoy la experiencia relatada en Hechos 6:1 al 3.

En la Roma antigua

Entre las diversas herramientas de divulgación a través de las relaciones interpersonales, muchos eruditos consideran las casas-iglesia como la médula de los métodos evangelizadores, donde el Espíritu y la iglesia transmiten la invitación de la salvación. Este concepto también es confirmado en el Nuevo Testamento (Rom. 16:5; 1 Cor. 16:19; Col. 4:15).[1] Esas herramientas también operan como instrumento de sustento misionero. Los grupos enlazaban y reunían a los creyentes, nuevos y antiguos, como una koinonía, propagando el mensaje de Dios.

La iglesia cristiana no fue la primera en crear Grupos pequeños como herramienta misionera. En verdad, los adeptos a las religiones de misterio de Dionisio y Mitra fueron los primeros en usar esa estrategia.[2] Desde el primer siglo hasta el cuarto d.C., el Mitraísmo, por ejemplo, realizaba sus reuniones en casas particulares, pequeños santuarios o templos en cavernas, llamados mithrae.[3] Se calcula que, solamente en Roma, había aproximadamente 680 o más de esos pequeños locales de reunión mitraica, dedicados a su dios sol. La mayoría de los participantes eran soldados romanos.[4]

En el primer siglo de Constantino, la casi inexistencia de templos cristianos públicos, así como en la Roma antigua y otras provincias, fue el muelle propulsor para la apertura de las casas-iglesia.[5] Otra posibilidad para la multiplicación de esa metodología en la comunidad judeocristiana en el territorio palestino está relacionada con la destrucción del Templo de Jerusalén. Esa construcción icónica era, de cierta forma, un polo de atracción para el encuentro espiritual de cristianos judíos, hasta que fue destruida en 70 d.C. (Hech. 2:46; 3:1-3; 5:20, 25; 21:26-29; 22:17; 24:12, 18; 26:21). Las casas-iglesia también eran un centro de preservación de los textos antiguos. Algunos de los hogares más grandes tenían bibliotecas particulares, donde se mantenían y se preservaban los manuscritos.[6] Más tarde, durante la persecución a los cristianos en el tiempo del emperador Diocleciano, en el 303 d.C., también se determinó la destrucción de esas colecciones particulares.[7]

Y hablando de templos paganos, solo en Roma había unos 31 predios dedicados a diversos dioses. Hasta cierto punto, la diversidad de dioses y de diosas contribuyó a que compartieran el sacerdocio entre los diversos templos. Durante el período imperial, un sacerdote romano podía ministrar cultos y rituales litúrgicos en templos de diferentes divinidades, sin ser considerado apóstata o hereje. A fin de cuentas, los templos públicos tradicionales conformaban un sistema de culto subordinado al Estado romano.

Algunos de esos templos tenían un modus operandi diferenciado cuando funcionaban a puertas abiertas. El templo de Janus, considerado el dios jefe del panteón romano, abría las puertas solo cuando los romanos estaban en guerra. Según la tradición, durante el período de la república antigua, después de la muerte de Julio César, un templo construido en su homenaje se mantenía con las puertas abiertas durante la mayor parte del tiempo, a fin de que todos los ciudadanos romanos pudieran ver la estatua construida en homenaje a él.[8] Por otro lado, los cristianos organizaban sus encuentros en casas pequeñas, centrándose en la comunión y el testimonio, siguiendo el ejemplo de las enseñanzas y la vida de Cristo. Ellos también utilizaban esos puntos de encuentro como lugares de culto durante la persecución y ante la inexistencia de templos. Hoy, las casas-iglesia forman parte del estilo de vida de muchas iglesias en todo el mundo.

De acuerdo con un informe de la Asociación General de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, hasta junio de 2012, había 73.526 iglesias y 67.276 grupos en todo el mundo.[9] En diciembre del mismo año, la División Sudamericana informó de la existencia de 11.614 iglesias y 13.167 grupos en su territorio. En términos porcentuales, en relación con el total de iglesias en el mundo, esta División posee poco más del 15,7% de iglesias. En relación con los grupos, la DSA tiene cerca del 17,2% del total existente en el mundo.[10] Esos lugares de culto tienen la gran responsabilidad de compartir el evangelio en su vecindario, en el barrio y en la comunidad.

El concepto de Grupos pequeños también puede ser adaptado por medio de diferentes ministerios semanales, capacitados por la operación del Espíritu Santo en el establecimiento de iglesias, facilitando la participación y el compromiso de muchos miembros.

Ministerio apostólico

Durante el primer siglo a.C., los templos paganos permanecían abiertos durante la mayor parte del día. En contrapartida, actualmente, muchas iglesias cristianas, incluyendo la Iglesia Adventista, abren sus puertas tres o cuatro veces por semana, a menos que haya alguna programación especial. Pero, una de las estrategias por las cuales las iglesias pueden alcanzar a sus respectivas comunidades es la elaboración de proyectos y ministerios que atiendan a las necesidades de esas comunidades. La iglesia es el lugar en que la formación de Grupos pequeños puede facilitar el contacto con las personas. Considerando que el ser humano sufre constantemente y lucha con alguna dificultad, una congregación local puede ofrecer durante la semana ministerios que proporcionen alivio y esperanza a las personas.

En la iglesia primitiva, eso resultó ser eficaz cuando la multiplicación de miembros se convirtió en un desafío que debía ser superado. Muchas viudas necesitaban de un ministerio volcado a sus necesidades (Hech. 6:1-5). La expectativa de vida se había acortado por causa de guerras, pestes, problemas de salud y otros factores. La mención de las viudas puede reflejar el alto índice de mortalidad entre los judíos durante el período helénico, por causa de esos factores. En esta antigua sociedad, “las muchachas eran, por lo menos, diez años más jóvenes que sus futuros esposos; y, algunas veces, entre la élite, incluso más, dado que estaban involucrados algunos intereses políticos”.[11]

En Hechos 6:1 al 3, se deben resaltar tres aspectos de asistencialismo a las viudas: (1) “Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría”; (2) para una “distribución diaria”, y (3) para “para servir a las mesas”. Ese servicio de caridad estaba destinado a la población más pobre de la comunidad.[12] El término “diario”, originalmente, aparece solo aquí en todo el Nuevo Testamento.[13] Esta única aparición del vocablo puede agregar cierta complejidad a la forma en la que se cree que ese asistencialismo era ejercido. La distribución diaria podía ser realizada para atender específicamente la necesidad momentánea, o a través de la organización de comidas comunitarias. Algunos autores favorecen esta última posibilidad.[14]

El hecho es que los pobres existirán siempre (Mat. 26:11). Por otro lado, el término “pobre” también es bíblicamente aplicado a la necesidad más profunda del ser, que indica el deseo por la salvación (Mat. 5:3; Apoc. 3:17). Algunas de las principales inquietudes del ser humano están relacionadas con la expectativa del futuro, la salud, la paz interior, la armonía familiar y otras, que solo serán suplidas en ocasión de la segunda venida de Cristo. Pero, la solución encontrada por los apóstoles puede ser adaptada a la realidad actual a través de la elaboración de un ministerio de asistencia a las comunidades donde las iglesias están localizadas. Se debe recordar que las características de las personas de la comunidad determinarán la estrategia de trabajo en cada caso.[15] Eso está en armonía con la metodología de enseñanza de Jesús: él atendía las necesidades de las personas, y luego las invitaba a seguirlo.[16]

Esa clase de ministerio no debe ser relegada por ningún otro medio de evangelización público o personal, sino que debe ser un instrumento que coadyuve a la eficacia de estos. Es importante recordar que Hechos 6:1 al 3 contiene la descripción de una situación históricamente contextualizada, específica de aquella época. El libro de los Hechos no es un manual de iglesia; retrata cómo el Espíritu estaba liberando a la comunidad cristiana primitiva del exclusivismo judaico, y promoviéndola como movimiento misionero sin fronteras. Así, la flexibilidad de la aplicación homilética del concepto de las casas-iglesia, en nuestros días, debe respetar ese proceso.[17]

Pasos estratégicos

Los escritos de Elena de White referentes a la misión, reflejan un abordaje integral de aquello que es más importante para que la iglesia se mantenga constantemente trabajando. Ella menciona que la iglesia debe ser enseñada a trabajar tanto para los de adentro como para los de afuera.[18] Habla de grupos establecidos con el fin de atender a propósitos diversos; al igual que sobre evangelismo integrado, donde todos los departamentos de la iglesia están comprometidos con el propósito para el que fueron establecidos.[19] Para ella, “educación”, “evangelismo”, “salud” y “mayordomía” son elementos importantes y necesarios para el cumplimiento de los propósitos de Dios.

Con esto en mente, sugerimos los siguientes pasos para la formación de ministerios en grupos que se desarrollen dentro del plan de iglesias abiertas:

• Escoger personas capaces y dispuestas a trabajar en el proyecto.

• Formar un equipo de trabajo.

• Desarrollar un plan de investigación y de visitación, a fin de conocer las necesidades de la comunidad.

• Definir cuántos y cuáles ministerios serán desarrollados.

• Orar a favor de los misioneros que atenderán el llamado a servir.

• Invitar a profesionales calificados para entrenar a los voluntarios en las diversas áreas de trabajo seleccionadas.

• Establecer seminarios u oficinas para desarrollar los ministerios.

• Realizar una nueva etapa de visitación a la comunidad, informando y divulgando la fecha de inicio, y los días de atención y de realización de los diversos seminarios.

• Establecer una estrategia para la continuidad.

Entre las sugerencias de temas para los seminarios, enumeramos: para embarazadas; para dejar de fumar; de cocina vegetariana; de control del estrés; sobre cómo enfrentar la depresión; sobre salud; de aconsejamiento familiar; para novios; contra la violencia y el abuso domésticos; para la tercera edad; de inglés u otro idioma; de alfabetización de adultos; y otros. Es indispensable que los cursos sean dictados por especialistas matriculados en las respectivas áreas. La introducción de temas bíblicos debería ser realizada de la manera más atractiva posible, y con la asistencia voluntaria de los participantes. El momento adecuado para esa introducción es variable. En algunos casos, son necesarios más tiempo y paciencia.

Posiblemente, las congregaciones mayores tengan facilidad para desarrollar un mayor número de ministerios, por causa de su capacidad física y de la disponibilidad de más profesionales especializados. Cada iglesia debe trabajar de acuerdo con su propia realidad; pero es cierto que, cuanto mayor sea el número de ministerios desarrollados, y durante más días, la iglesia permanecerá abierta durante la semana.

Finalmente, recuerde: estamos en guerra contra el mal. Las iglesias de puertas abiertas que ofrecen ministerios diversos pueden no solo ayudar socialmente a las personas, sino también a experimentar el amor de Cristo, a través de la bondad y el amor de los miembros locales. El Gran Conflicto está casi terminado. Las iglesias cristianas tienen abiertas sus puertas, porque estamos en guerra contra las fuerzas del mal y porque necesitamos ofrecer esperanza a las comunidades que nos rodean. Imagine qué sucedería si hubiese varios ministerios que funcionen en su iglesia. El desarrollo de ese emprendimiento exige un grupo de personas comprometidas que, en oración y con planificación, puedan identificar las necesidades comunitarias a su alrededor y abrirles las puertas de la salvación.

Sobre el autor: Profesor en la Facultad de Teología del Iaene, Cachoeira, Bahía, Rep. del Brasil.


Referencias

[1]  El concepto de “casa”, encontrado en otros pasajes del Nuevo Testamento (Hech. 2:46; 8:3; 20:20 y otros), también es empleado por algunos autores para designar y justificar la estrategia de casa-iglesia propiamente dicha. Por otro lado, en el caso de la persecución, apenas se puede aplicar a los cristianos que, de hecho, eran bien conocidos en sus respectivos vecindarios por causa de su estilo de vida, fe y servicios de caridad. Ese aspecto sería un modo fácil de localizar las casas y los lugares de habitación. Para un estudio más profundo del concepto de casas-iglesia, ver Chigwell Christian Fellowship en www.house -church.org

[2]  Bíblia Arqueológica NVI, “An Ilustred walkthrough Biblical History and Culture ‘Religions Mystery’” (Grand Rapids: Zondervan, 2005, 1921).

[3]  Lewis Mitopfe, “Archaeological indications on the origins of Roman Mithraism”, en Uncovering Ancient Stones: Essays in Memory of H. Neil Richardson (Eisenbrauns, 1994), pp. 147-158.

[4] Roger Beck, “The pagan shadow of Christ”, BBC, 17/02/2011, disponible en http://www.bbc.co.uk/history/ancient/romans/paganshadowchrist_article_01.shtml, accedido el 16/03/2013.

[5] Arthur G. Patzia, The Making of the New Testament: Origin, Collection, Text & Canon (Downers Grove: InterVarsity, 2011), pp. 26, 27.

[6]  Ibíd., p. 27.

[7]  Lee M. MacDonald, “The biblical canon: its origin, transmission and authority”, en Arthur G. Patzia, Ibíd., p. 27.

[8] H. H. Shullard, Festivals and Ceremonies of the Roman Republic (aspects of greek and roman life) (Cornell University Press, 1981), pp. 38-40, 52-58,

70, 71.

[9]  Statistics and Research of the General Conference of Seventh-day Adventists, 30/06/2012, disponible en http://SeventhDayAdventist.org

[10] División Sudamericana, en Adventist Church Management System, 12 de diciembre de 2012.

[11] Richard A. Horsley, Christian Origins. People’s History of Christianity (Mineápolis: Fortress Press, 2010).

[12]  F. F. Bruce, The Book of Acts (Grand Rapids: Eerdmans, 1988), pp. 119-121.

[13] Marvin R. Vincent, TDNT. 5 Pr. 2009.

[14] Gerhard Kittel, TDNT, reimpresión de 2006.

[15]  Elena de White, El evangelismo, p. 821, 822.

[16] A Ciência do Bom Viver, p. 143.

[17] Wilson Paroschi, VII Simpósio Bíblico-Teológico Sul-Americano: Teologia e Metodologia da Missão, editado por Elías Brazil de Souza, (CEPLIB, 2011), pp. 343-369.

[18] Elena de White, Testemunhos Seletos, t. 3, p. 84.

[19] Russell Burril, Como Reavivar a Igreja do Século 21 (Tatuí, SP: Casa Publicadora Brasileira, 2005).