El tema del discipulado ha ganado cada vez más espacio en las discusiones referentes al desarrollo de la iglesia. Mucho se ha escrito y no faltan ideas sobre lo que puede o debe ser hecho. Sin embargo, no todo lo que se escribe es fácil de aplicar en nuestra vida cotidiana. A veces, faltan ejemplos reales, adecuados a la realidad pastoral. Con el objetivo de suplir esta necesidad, en esta edición, Ministerio presenta una entrevista con el pastor Cid Gouveia, líder del distrito de Alecrim, en Natal, Estado de Rio Grande do Norte, República del Brasil. Él se ha dedicado a establecer el proceso de discipulado en sus congregaciones, y su buena experiencia ha inspirado a otros compañeros de ministerio a hacer lo mismo. El pastor Cid Gouveia es natural de Caruaru, en el Estado de Pernambuco. Graduado en Teología por la Facultad Adventista de Bahía, inició su trabajo ministerial en 1999 como profesor de Religión en el Colegio Adventista do Arruda, en la ciudad  de Recife, capital del Estado de Pernambuco. Al año siguiente asumió la función de pastor distrital en la ciudad de Afogados da Ingazeira, en la zona rural del mismo Estado.  Desde entonces, él ya pasó por seis distritos. Además de su graduación en Teología, tiene un posgrado en Misiología, es Magíster en Teología y cursa el Doctorado en Teología aplicada, en la Universidad Peruana Unión. El pastor está casado desde 2001 con Rejane Lucena Gouveia.

Ministerio: ¿Qué lo llevó a estudiar respecto del discipulado y los Grupos pequeños?

Pastor Gouveia: En 2008, en la Facultad Adventista de Bahía, tuve clases sobre discipulado con el doctor Emílio Abdala, que inmediatamente llamaron mi atención. Como pastor distrital, siempre noté que las dificultades de las iglesias, la mayoría de las veces, no se relacionaban con la falta de conocimiento ni con problemas con los métodos de trabajo. Generalmente, esta- ban relacionadas con personas que tenían problemas de madurez espiritual y para relacionarse con las personas, o poseían una cultura eclesiástica local que trabajaba en contra del cumplimiento de la misión. Eso no podría ser solucionado con eventos o con estrategias teóricas. En aquellas clases comprendí que solo el discipulado podría traer una respuesta satisfactoria a los anhelos de mi vida ministerial, pues tiene como foco la madurez espiritual del cristiano. Después de eso, comencé a estudiar el asunto y organicé un método de discipulado para la realidad de la Iglesia Adventista. Como una de las áreas del discipulado tiene que ver con la vida en comunidad, la conexión con los Grupos pequeños fue absolutamente natural. A pesar de estudiar este asunto desde antes de 2008, recién después de aquel momento académico fue cuando comprendí más sobre el discipulado y pude entender mejor el papel de los Grupos pequeños en ese proceso.

Ministerio: Por favor, cuente un poco sobre el trabajo que usted está desarrollando en su distrito pastoral.

Pastor Gouveia: Desde 2013 vengo desarrollando un método de discipulado que tiene como base el grupo prototipo. Elegimos una iglesia y, entre sus líderes, seleccionamos entre doce y quince personas para acompañarlas durante un año, estudiando sobre comunión, relaciones interpersonales y misión. La gran diferencia está en la práctica, en el acompañamiento y en el cambio de vida. Por ejemplo, cuando estudiamos sobre la oración, practicamos los principios de oración en la reunión y, durante la semana, por medio de las redes sociales, incentivamos el ejercicio diario del principio enseñado hasta que este sea incorporado en la vida de la persona. Recuerdo el caso en el que practicamos la reflexión bíblica en un grupo prototipo, en una de las iglesias que pastoreaba. Había una joven que tenía problemas de ansiedad y, a raíz de eso, no conseguía avanzar en sus estudios. Para ella fue un desafío reflexionar en las Sagradas Escrituras. Sin embargo, recientemente fue aprobada en el examen de ingreso de la Universidad Federal (Nacional) y me mandó un mensaje de agradecimiento por la ayuda prestada en el proceso del discipulado. He visto muchos casos semejantes a este en los grupos que se organizan para formar discípulos. Miembros con más de veinte años de iglesia que no oraban de la manera correcta tenían problemas psicológicos, sufrían por su inmadurez relacional y espiritual; pero experimentaron una revolución por medio del discipulado. En última instancia, el discipulado no es tanto una cuestión de transmisión de contenido, sino de práctica, de hacer de la teoría un estilo de vida.

Ministerio: ¿Cuál es su evaluación del trabajo hasta el momento? ¿Cuáles son las principales conquistas alcanzadas?

Pastor Gouveia: Divido las principales conquistas en dos áreas. La primera se relaciona con el impacto del discipulado en la transformación de la vida de las personas. Es impresionante ver a líderes que no tenían ningún compromiso volver a sentir placer al trabajar para la iglesia; miembros antiguos de la comunidad venciendo vicios y debilidades que los acompañaban desde hacía muchos años, y grupos que eran desunidos comenzar a vivir como una verdadera comunidad. A veces pensamos mucho en eventos, métodos de trabajo y transmisión de contenido adecuado como medios de transformación. Sin embargo, solamente las personas transformadas son capaces de transformar. Incluso antes de avanzar a la segunda fase del proceso, el discipulado aplicado en toda la iglesia, el impacto causado en los líderes que participan del prototipo promueve la mejoría de todos los índices de la congregación. Y esa es la segunda área, el crecimiento de la iglesia de un modo general. Todas las comunidades en las que he desarrollado el proceso de discipulado experimentaron crecimiento en el número de bautismos, en las finanzas y en la movilización para el trabajo misionero. Apenas como ejemplo, algunas iglesias doblaron sus ingresos financieros, el número de bautismos naturales y hasta tuvieron que trabajar con el desafío de tener ¡un exceso de líderes!

Ministerio: ¿Cuáles son las mayores dificultades? Y ¿qué ha hecho usted para superarlas?

Pastor Gouveia: Creo que existen dos grandes desafíos. El primero se refiere al cambio de paradigma que el discipulado provoca en la iglesia. En las congregaciones que he tenido la responsabilidad de pastorear, observé que había un paradigma de trabajo repleto de eventos, superficialidad en las relaciones y vida parcelada; es decir, una práctica del cristianismo que muchas veces se restringe a la iglesia y a los eventos organizados por la congregación. El discipulado viene a desafiar todo eso. Como consecuencia, surge mucha resistencia por parte de algunos hermanos, principalmente de aquellos que se asustan con el hecho de que lo más importante es la transformación interior y no, simplemente, la creación de un nuevo método de trabajo o la participación en un nuevo evento. El segundo desafío está relacionado con las limitaciones propias de cada distrito. Es desafiante equilibrar el discipulado con la administración general de las actividades ministeriales; para superar esas dificultades, he presentado el paradigma del discipulado con tranquilidad, intentando respetar el tiempo de asimilación de cada miembro. En relación con el distrito, mi foco ha sido hacer discípulos en una iglesia por vez.

Ministerio: ¿Cuál es el papel del pastor en una iglesia que prioriza el discipulado? Y ¿cuál es el papel de los demás líderes de esa misma congregación?

Pastor Gouveia: En este proyecto, ¡el papel del pastor es fundamental! Él necesita transmitir la visión y conquistar a las personas para esta visión; y esto no se consigue apenas con discursos. Es importante mostrar que el discipulado afecta su propia vida. Ese es uno de los grandes desafíos. Todo el mundo puede mandar a los demás a hacer algo, pero en el discipulado es necesario hacerlo juntos. Una de las cosas más difíciles para mí en este proceso fue entender que yo no podría ser solamente un profesional, sino que tendría que abrir mi corazón, compartir mis luchas y mis dificultades, con la intención de incentivar al grupo en ese sentido. Terminé siendo una de las personas más impactadas en esa caminata. En relación con los otros líderes de la iglesia local, así como el pastor, ellos deben ser formadores de discípulos para toda la iglesia. Al recibir esa visión, deben reproducirla delante de todos los demás.

Ministerio: ¿Cómo integrar a los Grupos pequeños, a las unidades de acción de la escuela Sabática y a los diferentes departamentos o ministerios de la iglesia de manera que contribuyan con un proceso sólido de discipulado?

Pastor Gouveia: Principalmente debemos entender que el discipulado no tiene como foco principal la creación de nuevas estructuras confesionales ni en la congregación; el foco está en el cambio interno de las personas. Si nos preocupamos por las estructuras sin transformar la vida de las personas, creamos estructuras vacías. En realidad, el discipulado unifica y fortalece esas estructuras. Generalmente hemos usado a la unidad de acción de la Escuela Sabática como punto de partida, colocando líderes que pasaron por el proceso de discipulado para que las dirijan. De esa manera, ellos trabajan para que la unidad de acción sea más que un grupo de personas que estudia la lección el sábado por la mañana, sino que se reúnan durante la semana en un Grupo pequeño relacional. En relación con los otros departamentos de la iglesia, entendemos que el cambio no es tanto en la estructura, sino más bien en la manera en que ellos funcionan. Por ejemplo, en cierta congregación las parejas misioneras son atendidas por la unidad de acción, con la finalidad de que reciban apoyo espiritual y capacitación. La Escuela Sabática, con su visión en la formación de discípulos, se transforma en un centro de discipulado para toda la iglesia, a partir de la unidad de acción o del Grupo pequeño que se reúne el sábado por la mañana.

Ministerio: Los Grupos pequeños ¿son imprescindibles para un buen proceso de discipulado o pueden ser sustituidos por otras prácticas?

Pastor Gouveia: Depende de lo que se entienda como Grupo pequeño. Si es considerado solamente como una estructura o una reunión los viernes por la noche, su papel es discutible. Sin embargo, si el Grupo pequeño es visto como una comunidad que practica valores como transparencia y ayuda mutua en la edificación espiritual y en el cumplimiento de la misión, este es imprescindible. De hecho, todos nosotros necesitamos pertenecer a una comunidad, y el poder del grupo, en el sentido de ayudar en el crecimiento de una persona, es notable. He visto cristianos abandonar malos hábitos de muchos años, simplemente por compartir esa debilidad con el grupo y sentirse aceptado, a pesar de sus fallas. Y para que la comunidad tenga profundidad en sus relaciones, esta no puede ser grande, debe ser pequeña.

Ministerio: Para algunas personas, el entrenamiento convencional es sinónimo de discipulado. eso ¿es correcto?

Pastor Gouveia: Muchas veces existe un foco muy fuerte en la transmisión de contenido en el entrenamiento. Alguien habla desde el frente de la sala, mientras el público, sentado, escucha. Evidentemente, ese abordaje forma parte del proceso, pero no es todo. Nuestros entrenamientos necesitan tener un énfasis mayor en la práctica y en el acompañamiento posterior. Por ejemplo, una congregación que estaba en el proceso de discipulado decidió capacitar a los maestros de Escuela Sabática. ¿Cómo fue realizado este proceso? Reunimos a los maestros, realizamos el entrenamiento y después les pedimos que ellos condujeran la lección de un determinado grupo, responsable por evaluar sus puntos fuertes y sus puntos débiles, indicándoselos luego con la intención de perfeccionarlos. En la secuencia, los maestros fueron acompañados durante tres meses en las unidades de acción, recibiendo evaluaciones continuas. ¿Cuál fue el resultado? Mejoras reales en la manera de enseñar. Ese es el entrenamiento ideal para una iglesia formadora de discípulos. En el discipulado, cambiamos eventos por procesos, apariencia por carácter y reuniones por trabajo individualizado. En el discipulado medimos el éxito de una iglesia no por sus números, sino por las vidas transformadas; aunque reconocemos la importancia de los indicadores numéricos.

Ministerio: ¿Qué papel cumple el evangelismo público en una iglesia formadora de discípulos?

Pastor Gouveia: El evangelismo público tiene un papel fundamental. Sin embargo, en el contexto del discipulado, necesita ser redefinido para que no sea solamente un evento con una duración de entre 21 y 30 días, sino que se transforme en un proceso. Cuando hacemos evangelismo en una iglesia formadora de discípulos, lo más importante no es tanto bautizar al final de la serie de reuniones, sino crear una red de contactos que debe mantenerse en el tiempo. Recuerdo el caso de una campaña evangelizadora que tuvo pocos bautismos al inicio. Sin embargo, como la iglesia tenía una red de Grupos pequeños que participó activamente en aquella serie, varios interesados se afirmaron en los Grupos pequeños, y el número de bautismos terminó siendo mayor con el paso del tiempo. El evangelismo público debería ser un estilo de vida para la iglesia y concentrarse no apenas en la serie de cosecha, sino también en las conexiones con la comunidad local, vínculos importantes que necesitan mantenerse a lo largo del tiempo.

Ministerio: ¿Qué es lo que usted les sugiere a los pastores y a los líderes que desean experimentar ese proceso de discipulado?

Pastor Gouveia: Primero, ellos deben estudiar materiales disponibles sobre el tema. Después, deben trabajar con un grupo de personas que sea capaz de transformar a la iglesia. ¡Eso es muy importante! Necesita ser un grupo que tenga cierto grado de influencia positiva en la congregación. No puede ser demasiado pequeño, al punto de que no consiga impactar, ni extremadamente grande, que se transforme en un proceso superficial. A partir de mi experiencia, debe ser un grupo de entre 12 y 18 personas, que representen a los diversos segmentos internos de la congregación. Con ese grupo se debe tener una ruta de discipulado ya definida, compartir almuerzos e invertir en momentos significativos, hasta que esa convivencia sea una influencia para todos, de tal manera que cada miembro sea capaz de reproducir lo que aprendió. En la secuencia, esos líderes deben ser colocados en los puestos de liderazgo de las unidades de acción/Grupos pequeños, con la finalidad de que repitan la experiencia vivida, ahora siendo ellos los formadores de discípulos. Finalmente, se debe crear un grupo permanente de discipulado para los nuevos miembros (personas que vienen de otras iglesias, sin la visión formadora de discípulos) y recién convertidos. Es necesario destacar que esa reunión no debe ser simplemente para transmitir contenido, sino que necesita ser experimental y práctica, adaptada a la realidad de cada congregación. Todos nosotros debemos empeñarnos en el discipulado, no como algo opcional sino como una gran necesidad para la iglesia en estos días.