Impureza sodomita. – ¡Oh, cuán disgustado está Dios con los esfuerzos tímidos, carentes de vida y de Cristo llevados a cabo por algunos de los que profesan ser sus siervos! La obra de Dios debe ser llevada hacia adelante y hacia arriba con firmeza. Y ello no podrá lograrse a menos que la sensualidad que corrompe el ser entero sea separada de la experiencia religiosa. Esta tarea tiene que ser realizada. Los miembros de la iglesia necesitan orar, ayunar y luchar con firmeza para vencer por medio de la sangre del Cordero y la palabra de su testimonio. En ocasión del juicio ejecutivo de Dios, ni una partícula de impureza sodomita escapará de la ira de Dios. Los que no se arrepientan y abandonen toda impureza, caerán con los impíos.
Los que lleguen a ser miembros de la familia de Dios y constituyan el reino de Dios en la tierra renovada, serán seres santos, no pecadores (véase Isa. 30:1-3,8-16).
Las personas que han recibido mucha luz y la desatienden, se hallan en una condición peor que la de las que no han recibido tanta ventaja. Se enaltecen a sí mismas, no al Señor. El castigo que se infligirá a los seres humanos será, en cada caso, proporcional a la deshonra que le hayan causado a Dios por haber seguido un curso que expone a Cristo a la vergüenza pública. -Carta 159, 1901.
Las pasiones más bajas del corazón humano. -La complacencia en las cosas ilícitas ha llegado a constituirse en un poder para depravar a la humanidad, empequeñecer la capacidad mental y pervertir las facultades del ser. El estado de cosas existente en nuestros días es exactamente el mismo que prevaleció antes del diluvio y la destrucción de Sodoma. La disipación está aumentando en nuestro mundo. A lo largo de las calles se colocan carteles con motivos indecentes con el propósito de seducir los ojos y depravar la moral. Estas presentaciones son de un carácter tal que excitan las más bajas pasiones del corazón humano por medio de la imaginación corrupta. Y esa imaginación corrupta es seguida por prácticas sucias, semejantes a aquellas en que se complacían los sodomitas. Pero lo más terrible es que el mal es llevado a la práctica bajo un ropaje de santidad. A menos que nuestros jóvenes se protejan tras las barricadas de la verdad, serán contaminados, sus pensamientos serán degradados y su alma manchada. -Carla 1, 1875.
El pecado de Sodoma en nuestros días. -No ignoramos que la caída de Sodoma se debió a la corrupción de sus habitantes. Aquí el profeta ha especificado los males particulares que llevaron a la inmoralidad. Ahora vemos que existen en el mundo los mismos pecados que hubo en Sodoma, y que trajeron sobre ella la ira de Dios, incluso su completa destrucción. -HR, Julio de 1873; (4CBA 1183).
Extraño abandono de los principios. -¿Acaso no suceden cosas a nuestro alrededor que nos revelan los peligros que acosan nuestra senda? Por doquiera se ve la ruina de la humanidad, altares familiares desintegrados, familias desechas. Existe un extraño abandono de los principios, las normas de la moralidad han sido rebajadas, y la tierra se apresura a ser como Sodoma. Las prácticas sodomitas, que atrajeron los juicios de Dios sobre el mundo y causaron el diluvio y la destrucción de Sodoma por fuego, aumentan rápidamente. Nos acercamos al fin. Dios ha soportado bastante la perversidad humana, pero su castigo no es menos cierto. Los que profesan ser la luz del mundo deben separarse de toda iniquidad. —RH, 10 de noviembre de 1894.
La impureza se halla muy extendida, aún entre el profeso pueblo de Cristo. La pasión se ha desenfrenado; las propensiones animales ganan fuerza por la complacencia, mientras que las facultades morales se van tornando constantemente más débiles… Los pecados que destruyeron a los antediluvianos y las ciudades de la llanura se practican hoy, no solamente en las tierras paganas y entre los que profesan el cristianismo popular, sino también entre algunos de los que aguardan la venida del Hijo de hombre. Si Dios presentara ante nosotros esos pecados como él los ve, nos llenarían de vergüenza y terror. -5T 218.