¿Que los hace permanecer en la iglesia? ¿Que los hace salir?

No todos los hijos de pastores deciden permanecer en la iglesia.

Para saber por qué, envié una encuesta a 900 hijos de pastores (HPs) que ya eran adultos. Seiscientos respondieron. Yo dividí esas respuestas en dos grupos: uno compuesto por los que no querían identificarse como adventistas, aunque algunos de ellos se llamaban Cristianos; y otro grupo de los que todavía permanecen como miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Dia. Analice las respuestas para identificar posibles temas que me ayudaran a entender por qué algunos HPs dejan la iglesia y otros permanecen en ella.

Muy interesante me resulto descubrir que los temas tenían mucho ms que ver con las percepciones de sus padres y las practicas que utilizaron al criarlos y no tanto con la iglesia como un todo.

Los HPs que permanecieron: fortaleza paternal

^Como perciben a sus padres los HPs que permanecieron en la iglesia? Mi encuesta revelo cinco percepciones generales. No son, de ninguna manera, exhaustivas.

Amor y apoyo paternal. Cuando se les pregunto cual consideraban que era la mayor influencia en sus decisiones religiosas, el amor y el apoyo paternal fue lo que más se mencionó. Un HP menciono: “Mi madre y yo raramente nos mirábamos directamente a los ojos. Pero yo era tan importante para ella que siguió luchando para mantener nuestras relaciones aun cuando yo era demasiado terco e inmaduro. Finalmente mi madre gano la batalla, y ahora estamos más unidos que nunca. Si mi madre no perdió la esperanza en mí, tampoco Dios la perderá”. He aquí una persona que pudo transferir el amor y la paciencia de sus padres para comprender a Dios. El amor y el apoyo paternal pueden expresarse en muchas formas. Una de ellas es dedicar tiempo para estar juntos. Un padre estableció la prioridad de estar en la casa durante las mañanas para jugar con sus hijos preescolares. Otro hizo del desayuno un tiempo especial para que toda la familia estuviera reunida. Otros más tuvieron vacaciones especiales en familia que todos esperaban con ansia.

Libertad de elección. Un segundo factor importante en la permanencia en la iglesia es la libertad que los padres-pastores dieron a sus hijos para hacer sus decisiones. Sin forzar sus opiniones o ideas, sino guiándolos con gentileza cuando se hizo necesario, los padres alentaron a sus hijos a ser ellos mismos, hacer decisiones, y desarrollar sus propias relaciones personales con Jesús. Un joven dijo: “Mis padres fueron maravillosos y consistentes modelos para mí. Me permitieron hacer mis propias decisiones, aunque me daban una fuerte dirección en la vida. Su enfoque era firme pero caballeroso. Nunca sentí la necesidad de rebelarme porque no me imponían sus creencias. He podido desarrollar mis propias relaciones con Dios y reconocer el valor de la forma en que me criaron”.

El desarrollo de la estima propia, es otrofactor que citaron los HPs que permanecieron en la iglesia. “Mis padres no son perfectos”, dijo uno, “pero sé que podía contar con ellos. Siempre me hicieron sentir amado y más importante que todo lo demás, incluyendo los programas de la iglesia. Mi padre me dedico tiempo. Tales actos me dieron una buena imagen de Dios como mi Padre celestial. Yo los amo a los dos”. Estos padres tuvieron la capacidad de trazar una línea definitiva entre el trabajo y el hogar. Las demandas de la iglesia no interfirieron con la comunicación y la compañía de los hijos.

Modelos genuinos. Los HPs que expresaron pensamientos positivos hacia la iglesia recordaron a sus padres como modelos de una vibrante, genuina y creciente relación con Dios. Sentían que la religión de sus padres no era algo que se ponía y se quitaba según la ocasión sino que practicaban lo que predicaban. No había hipocresía en su fe, y su vida no era una fachada. Todo era real. Aun cuando las cosas no fueran fáciles ni perfectas en la iglesia, estos padres admitían las fallas y alentaban a sus hijos a poner su vista en Cristo.

Un HP relató como su padre encontró finalmente el evangelio. El joven tenía 16 años. Vio a su padre cambiar y crecer en su relación con Dios. La apertura de su padre al cambio y crecimiento fue una experiencia positiva y transformadora para sus hijos adolescentes.

Una hija de pastor agradeció las oraciones de su padre y la consistencia de su madre. “Mi papa”, dijo ella, “dedicaba horas a orar por mí. Cuando yo me sentía tentada a cometer un error, no podía, porque yo sabía que mi padre estaba orando por mí. Yo encontraba fortaleza en eso. Mi madre era una persona consistente. Juntos me mostraron una religión genuina, verdadera y funcional”.

La comunicación abierta me ayudo a apreciar los valores religiosos.

“Hablábamos muchísimo”, dijo un HP que continúa amando la iglesia. “Como familia discutíamos toda suerte de cosas. Durante las horas de las comidas, el juego, los cultos, y en cualquier ocasión, había comunicación abierta en nuestra casa. Eso facilitaba nuestra apreciaci6n de los valores religiosos que mi padre predicaba”. Otro HP, al describir lo que hacía que su hogar fuera positivo, dijo: “El hecho de que yo pudiera hablarle a mi padre en cualquier tiempo, y que el nunca estuviera demasiado ocupado para escuchar mis preocupaciones. Incluso no acepto algunos llamados por causa de nosotros, su familia”. La comunicación derriba las barreras y construye relaciones positivas.

HPs que se descarriaron: fallas paternas

¿Cuáles fueron algunas de las percepciones de los HPs que decidieron no formar parte de la Iglesia Adventista del Séptimo Dia en la cual crecieron? Cinco percepciones fueron las más comunes. Y una vez más estas se reflejaron más en sus padres que en la iglesia.

Expectativas. Los HPs que abandonaron la iglesia mencionaron muchas veces las expectativas extras que sus padres y la congregación colocaban sobre ellos. Estas expectativas, por lo general, iban unidas con un hogar excesivamente estricto, en el cual la religión se imponía y en el cual había poca libertad. La familia estaba construida alrededor del comportamiento externo.

Un HP evaluó a su padre así: “Mi padre era demasiado rígido; no podíamos ni siquiera visitar otra iglesia adventista de la zona con nuestros amigos a menos que fuera un requerimiento de la escuela. También era excesivamente estricto; nosotros eramos ‘el ejemplo’. Él hacia todas las decisiones que deberíamos haber hecho nosotros, asfixiando mi propio crecimiento hacia la independencia y la confianza”. Una adolescente, hija de pastor, hubiera deseado que sus padres fueran mas suaves con ella.

“Yo era una estudiante que debía sacar diez de calificación. Jamás me metía en problemas. Pero siempre que hacía algo que ellos no aprobaban, caían con todo su peso sobre mí. No se me permitió descubrir a Dios. La religión se me impuso por la fuerza, al grado de que llego un momento en que no podía hallar la diferencia entre creer y pretender”.

Autoritarismo. Las expectativas extras y la actuación perfecta que se les requería a estos hijos de pastores, les hizo sentir que Dios no podía aceptarlos, amarlos y salvarlos, si su comportamiento no estaba a la altura de sus requerimientos. “Sencillamente no pude sobrellevarlo”, dijo un hijo de pastor. “Fue una forma dura y dictatorial. Todo ‘lo recto’ me fue impuesto y todo error percibido castigado. Yo sé que Dios no es un dictador tratando de atraparlo a usted en una falta”. Otro dijo: “Crecí con autoritarismo. Una nube negra pendía sobre mí en todo tiempo. Cada momento contaba para la eternidad, y yo era horriblemente consciente de mi vida en cada momento. Mi visión de Dios era que solo podía aceptarme cuando yo me comportara de cierta manera específica”.

Falta de prioridades. La mayoría de los HPs que abandonaron la iglesia percibían que sus padres colocaban las mayores prioridades sobre su trabajo antes que sobre su hogar y su familia. Se le dedicaba muy poco tiempo a la familia. Se les hizo sentir a los hijos que la iglesia debía venir primero. Un HP dijo: “Casi nunca veía a mi padre, y cuando finalmente llegaba a la casa, su papel era castigarme por lo que había hecho varias horas antes. Me hubiera gustado que mi padre hubiera situado nuestra familia en un nivel de igualdad con la iglesia. Nunca conocí a mi padre y todavía no lo conozco”.

Hipocresía. Los hijos de pastores que abandonaron la iglesia percibían la religión de sus padres como una hipocresía. Un hijo de pastor dijo que cuando su padre estaba en frente de los miembros de la iglesia era un modelo de cristianismo, bondadoso y amante. Pero cuando trataba con su esposa y sus hijos era impaciente, carecía de espíritu perdonador y era cruel.

Abuso. El abuso físico y mental en la niñez por padres pastores fue citado como un factor para que algunos de sus hijos abandonaran la iglesia. Algunos citaron experiencias desalentadoras con los miembros y con los dirigentes de la iglesia también.

Una lección que aprender

Estas historias tienen un sabor amargo, pero reflejan una situación real en nuestros hogares y en nuestras iglesias. Pueden ser útiles para las familias pastorales al relacionarse con sus hijos y para las congregaciones al relacionarse con los niños de la iglesia. Aunque los HPs no pueden defenderse de todas las presiones y experiencias negativas inherentes al pastorado, pueden minimizarse y las positivas acentuarse. De acuerdo con muchos HPs, el compromiso paternal de desarrollar una relación estrecha con ellos es altamente significativa. Ese compromiso significa que los pastores deberían hacer saber a sus hijos que a pesar de los asuntos importantes, impredecibles y urgentes del pastorado, toman tiempo para dedicar a sus hijos, poniéndolos primero en su orden de prioridades.

Los padres no deberían relacionar el comportamiento de sus hijos con sus roles pastorales o con su reputación, ni siquiera con la disponibilidad del amor de Dios. Un hogar dispuesto a la comunicación abierta, a la discusión y la exploración de ideas y creencias, dando a los niños la libertad de aprender acerca de ellos mismos y hacer decisiones apropiadas, incrementa la posibilidad de que los HP hagan decisiones en la vida religiosa y en la vida en general similares a las de sus padres.

Sobre el autor: Carole Brousson Anderson, Ph.D., es psicóloga practicante y esposa de pastor en Columbia Británica, Canada.