¿Es confiable la posición de que la bestia de Apocalipsis 13:11 surge de un desierto escasamente poblado? ¡Sí!, pero por razones distintas de las que habían imaginado. Cuando nos relacionamos con el Apocalipsis, descubrimos que la evidencia más sólida proviene del libro mismo.

Los adventistas creen que la segunda bestia de Apocalipsis 13, aquella semejante a un cordero que surge de la tierra, representa al protestantismo apóstata, la unión de la iglesia y el estado y más específicamente, los Estados Unidos de América. A fin de establecer esta posición los comentaristas adventistas del Apocalipsis, desde Urías Smith en adelante, han argüido que puesto que el mar en Apocalipsis 13:1 representa el lugar de habitación de los hombres, i. e. Europa y Roma, la tierra en Apocalipsis 13:11 debe representar lo opuesto, es decir, un desierto deshabitado (o escasamente poblado).

La interpretación del símbolo “mar” como pueblos y naciones está firmemente cimentada en Apocalipsis 17:15. Pero la interpretación del símbolo “tierra” no tiene el mismo apoyo. Más bien, se ha basado en lo que me parecen conjeturas y suposiciones y no en una sólida hermenéutica bíblica. Por ejemplo: “La primera bestia salía del ‘mar’ y la segunda de la ‘tierra’. El mar representa a ‘pueblos, multitudes, naciones y lenguas’ (Apoc. 17:15), una descripción muy real de Europa donde surgió la bestia papal. La tierra debe representar, no a un país super poblado por diversas naciones, sino escasamente poblado y una región apartada”.[1]

“Cuando en profecías que están estrechamente relacionadas la ‘tierra’ se contrasta con el ‘mar’, y el ‘mar’ representa a vastas multitudes, percibimos que ‘tierra’ representa a una región escasamente poblada”.[2]

Mi propósito en este artículo no es probar o refutar que la bestia semejante a un cordero representa a los Estados Unidos de América. Lo que espero es avanzar un poco más en el desarrollo de una hermenéutica para la interpretación de estos versículos, que no viole los principios del simbolismo bíblico, la estructura literaria del Apocalipsis ni las intenciones originales de su autor. Es más, creo que este enfoque hermenéutico más sólido no sólo conduce a la misma conclusión, sino también a una confianza mayor en nuestro medio y a una mayor aceptación de esa conclusión por parte de los no creyentes.

Cuando nos relacionamos con el Apocalipsis, descubrimos que la evidencia más sólida proviene del libro mismo. Después del Apocalipsis debemos consultar el Antiguo Testamento, especialmente los pasajes apocalípticos, puesto que el último libro de la Biblia es particularmente dependiente del simbolismo del Antiguo Testamento.[3] Necesitamos consultar también las obras apocalípticas no canónicas que influyeron sobre el estilo literario de Juan y que nos dan ideas relativas a la forma de interpretar los símbolos que usó.[4]

El mar y la tierra en Apocalipsis

La primera pregunta que suscita la posición adventista tradicional es, ¿podemos basar la interpretación de “tierra” de Apocalipsis 13:11 apoyándonos en el significado de “mar” de 13:1? ¿Intentó Juan dar la idea de términos o conceptos opuestos, como suponen los adventistas, o pueden la “tierra” y el “mar” juntos simbolizar a todas las civilizaciones?

En Apocalipsis 17:15 un ángel explica que el símbolo “aguas” en la visión descrita en 17:1 significa “pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas”. En tanto aceptemos que el símbolo “aguas” (hudor) puede ser usado como “mar” (thalassa) tenemos apoyo para nuestra interpretación de 13:1. Pero en todos los demás lugares donde “mar” aparece en Apocalipsis se refiere a un lugar deshabitado (Apoc. 8:9, 10:6, 16:13). En todos ellos los habitantes del mar se mencionan en estrecha conexión con los de la tierra (a menudo confrontando el mismo destino, como en 16:1,3).

Al analizar los textos del Antiguo Testamento que se usan como apoyo de nuestra interpretación, encontramos que sólo Daniel 7:2 se refiere al mar. Los otros, Isaías 8:7 y 17:12; y Jeremías 46:7, 8 se refieren a las aguas en particular, las aguas crecientes de un río desbordado, que simbolizan a un ejército invasor. Isaías 17:12 habla de la multitud que hace un ruido semejante al mar; siendo esto, probablemente, el origen del símbolo.

Si bien sólo Daniel 7:2 apoya la interpretación de mar, como distinto a aguas, para significar naciones y pueblos, este texto tiene fuertes vínculos con Apocalipsis 13. Se ha demostrado con frecuencia que la primera bestia de Apocalipsis 13 es una combinación de las cuatro bestias de Daniel 7.[5] En consecuencia aquí podemos basar una posición razonable y defendible.

Pero no existe tal evidencia bíblica para apoyar nuestro razonamiento sobre Apocalipsis 13:11. Si aceptamos que Apocalipsis 17:15 y Daniel 7:2 pueden usarse para interpretar Apocalipsis 13:1, ¿podemos ir más adelante y suponer que la segunda bestia que surge es automáticamente lo opuesto de “pueblos, naciones, muchedumbres y lenguas”? ¿Hemos “probado” con esta suposición que es un desierto apacible y escasamente poblado? Es posible que sí, para satisfacción de algunos. Pero los eruditos que están familiarizados con el uso de los términos involucrados probablemente alberguen serias dudas.

Una declaración como “puesto que ‘mar’ representa pueblos y naciones… puede concluirse, razonablemente, que ‘tierra’ representa una región escasamente poblada”,[6] no puede sostenerse sin una evidencia contundente de que es correcta e irrebatible. Con el propósito de comprender mejor la terminología y el simbolismo que estamos analizando, necesitamos extender nuestro estudio a otra palabra griega significativa: gae, que se ha traducido como “tierra” tanto en Apocalipsis como en otros escritos apocalípticos y proféticos.

Gae aparece 70 veces en Apocalipsis, incluyendo las siete veces que aparece en el capítulo 13. Cuando menos la mitad de ellas se refiere a la tierra que habitan los seres humanos. De éstas, 11 tienen gae y katoike (morar) en la misma frase, generalmente tous katoikountas epi tes ges (los moradores de la tierra) como en Apocalipsis 11:10. Aparecen también muchas referencias a los reyes y gobernantes de la tierra, refiriéndose a una sólida estructura social y no a un territorio virgen. Ninguna de las referencias describe a gae como un desierto escasamente poblado.

En Apocalipsis 13:3 el significado de gae es exactamente lo opuesto a un desierto escasamente poblado, porque “se maravilló toda la tierra en pos de la bestia”. El versículo 8 dice “y la adoraron todos los moradores de la tierra”, y el versículo 12 “ten gen kai tous en autei”, literalmente, la tierra y los que están sobre ella.

El marco literario de Juan

Dije un poco más arriba que la posición adventista tradicional podía fortalecerse usando los principios hermenéuticos correctos. ¿Cómo? La única posibilidad es que hay algunos indicadores ocultos, comprendidos sólo por los lectores originales de Juan, para mostrar que en el versículo 13 tierra tiene el significado opuesto del que tiene en el resto del capítulo y en todo el libro de Apocalipsis. Ese indicador es el que debemos localizar.

Cuando nos relacionamos con los símbolos y los pasajes simbólicos de la Escritura, creemos que el escritor está tratando de ilustrar una verdad espiritual. No obstante, si bien la verdad espiritual puede tener una aplicación universal, el símbolo que usa puede no tenerlo. Y debe, por necesidad, provenir de su propio marco cultural. De manera que, para apreciar completamente la verdad espiritual, necesitamos comprender lo que el símbolo significaría para el autor y su primera audiencia.

Los símbolos que usa el Apocalipsis dependen en gran medida tanto del Antiguo Testamento como de la literatura apocalíptica judía. También estamos conscientes de la conexión que existe entre Daniel y Apocalipsis 13. ¿Podemos hallar un significado simbólico para tierra en las fuentes literarias que proporcionaron a Juan la riqueza figurativa y simbólica de su libro?

Daniel usa la raíz hebrea y aramea ‘rs para “tierra” dieciocho veces en su libro, y diez de estas referencias se refieren a la gente que mora sobre la tierra. Ninguna alude al desierto. También notamos que, en el resto de la literatura apocalíptica y profética del Antiguo Testamento, la tierra se considera como la morada del hombre. Se usa también para referirse simplemente a Israel o Palestina. Lo propio ocurre en la literatura apocalíptica intertestamentaria. Tierra significa el lugar donde mora el hombre. De modo que, aisladamente, la palabra tierra no conlleva ningún significado simbólico ni para Juan, ni para sus fuentes.

Sin embargo, es en la literatura apocalíptica intertestamentaria donde hallamos una clave para interpretar el mensaje críptico de Juan en Apocalipsis 13:11. J. M. Ford señala que: “El capítulo 13 introduce otra creencia judía asociada con la era de la venida del Mesías, es decir, las actividades de Leviatán y Behemoth… bestias gigantes o monstruos descritos en Job 40 y 41 “.[7]

Hay una serie de referencias a estos dos monstruos en varias obras apocalípticas judías, en un Apocalipsis cristiano y, más significativamente, en el Antiguo Testamento. Muchos comentaristas creen que las bestias de Apocalipsis 13 son parientes distantes del Leviatán y el Behemoth de Job”.[8] Si este es el caso, necesitamos examinar estos mitos como ocurre en la literatura bíblica y en la intertestamentaria.

El uso que hace San Juan de Leviatán- Behemoth en Apocalipsis 13

Job 40: 15-24 es la única referencia bíblica a Behemoth, animal de la tierra semejante a un buey. Sin embargo, Leviatán, aparece en Job 41:1-34; Isaías 21:1; 27:1; Salmos 74:12-14; 104:26, y es una fiera enorme, bestia marítima que echa fuego por la nariz, que es orgullosa y soberbia como la bestia de Apocalipsis 13. También es un dragón de muchas cabezas que el Señor matará en el día de la liberación de Israel (Sal. 74:74; Isa. 27:1). Los escritores proféticos judíos hicieron uso indiscriminado y abundante del lenguaje figurado con que se describen a estas dos bestias míticas. En los apócrifos aparecen unidas de alguna manera, como en Apocalipsis.

El cuarto libro de Esdras 6:49-52 describe a Leviatán y Behemoth como monstruos marinos anteriores a la creación y que recibieron su nombre de Dios en el quinto día de la creación. En el tercer día, según este pasaje, Behemoth fue arrojado a la tierra seca y vivió en medio de mil colinas porque el agua que quedaba no alcanzaba a contener a las dos bestias.

En 1 de Enoch 60 se registra una historia similar, y un detalle adicional que es muy importante para nuestra comprensión de Apocalipsis 13. Allí, Behemoth “ocupaba con su pecho un desierto desolado llamado Duidan que estaba al este del Jardín donde moran los elegidos y los justos” (vers. 8). Es significativo que 2 Baruch 29:4 declara que “Behemoth será revelado en su lugar y Leviatán ascenderá del mar”, exactamente como en Apocalipsis 13.

Pope traza, en su comentario sobre Job,[9] el origen de Behemoth a través de los mitos ugaríticos hasta la epopeya de Gilgamesh. Todos estos mitos presentan a Behemoth como una bestia devoradora, y siempre es un animal terrestre con cuernos como los de Apocalipsis 13:11.

Milik, en su comentario sobre Enoch, también traza el origen de Behemoth hasta la epopeya de Gilgamesh. Tras analizar las montañas gemelas y el oscuro desierto de Duidan descrito en Enoch 10:4, declara: “En la era cristiana el autor del Libro de las Parábolas también sitúa en la misma región (Deddain) al monstruo macho con el nombre de Behemoth”.[10] De modo que Juan no estaba solo entre los escritores cristianos primitivos al hacer referencia a este material.

De hecho, el uso de material mítico era bastante común entre los cristianos primitivos. (Una criatura como el Leviatán aparece en el Pastor de Hermas.[11]) Por supuesto, Jesús mismo usó material mítico, con buenos resultados, en la parábola del Rico y Lázaro (Luc. 16). Pero sabemos que la comprensión del origen de la historia es necesaria para situarla y hacerla creíble en el sistema de creencias cristianas. Lo propio es verdad para nuestra comprensión de la bestia semejante a un cordero de Apocalipsis 13.

Conclusión

La palabra tierra no tiene aplicación simbólica consistente en el Apocalipsis como lo tienen las palabras cuernos, estrellas, el Cordero, y otras más. De modo que para encontrar el significado de Apocalipsis 13:11 debemos ir más allá del contexto inmediato, al material literario con el cual estaban familiarizados los lectores de Juan. En el Antiguo Testamento y la literatura apocalíptica encontramos que éste era el antiguo mito ugarítico de Behemoth y Leviatán. Este mito era bien conocido para los judíos del primer siglo a través de la literatura apocalíptica,[12]y probablemente sabían que la primera bestia surgió de un mar muy poblado, y la segunda de un lejano desierto escasamente poblado.

A causa de esto, es posible que los primeros lectores de Juan hayan reconocido que estaba usando los bien conocidos símbolos del mito de Behemoth y Leviatán de Job y otras fuentes para enseñar una lección espiritual. Las conexiones con la tierra en Apocalipsis 13:11 y el desierto de Duidan (o Deddain) en el cual fue arrojado Behemoth, señalan el camino de las implicaciones originales de Juan.

Si deseamos continuar con nuestra posición tradicional con respecto a que “tierra” es un desierto (y finalmente los Estados Unidos) en Apocalipsis 13:11, deberíamos abandonar nuestro antiguo argumento que simplemente contrasta tierra con mar. Pero no necesitamos abandonar las implicaciones de la profecía. Porque es claro que las figuras y símbolos del Apocalipsis surgen de mitos bien conocidos, establecidos desde la antigüedad como una metáfora en el pensamiento religioso judío, para expresar su mensaje profético. En esta leyenda, la segunda bestia era gobernante del desierto de Duidan. Por tanto, en Apocalipsis 13:11 el lugar de donde surge la bestia es un desierto escabroso y deshabitado. Sólo recurriendo a la figura de Behemoth – Leviatán podemos mostrar que Juan quiso expresar algo diferente con “tierra” en Apocalipsis 13:11, de lo que quiso decir en el resto de su libro.

Aplicando eso a nuestra visión historicista de la profecía, debemos señalar a una nación que se levanta de una tierra desértica durante el tiempo de la supremacía papal. Dejo eso para nuestros historiadores.

¿Es confiable la posición de que la bestia de Apocalipsis 13:11 surge de un desierto escasamente poblado? ¡Sí!, pero por razones distintas de las que habían imaginado. Cuando nos relacionamos con el Apocalipsis, descubrimos que la evidencia más sólida proviene del libro mismo.

Sobre el autor: es un ministro ordenado de la Asociación del Sur de Inglaterra de los Adventistas del Séptimo Día.


Referencias:

[1] R. A. Anderson, Unfolding the Revelation (Mountain View, California: Pacific Press Publishing Assn., 1974), pág. 138.

[2] C. M. Maxwell, God Cares, tomo 2, “The Message of Revelation” (Boise, Idaho: Pacific Press Publishing Assn., 1985), pág. 341; la cursiva es nuestra.

[3] Véase, por ejemplo, R. H. Charles, The Revelation of John, International Critical Commentary (Edimburg, Scotland: T. & T. Clark, 1971), pág. 1xv.

[4] Algunos escritores más modernos sobre el Apocalipsis reconocen su deuda respecto a la literatura apocalíptica. Véase, por ejemplo, J. M. Ford, Revelation (New York: Doubleday and Co., 1975), pág. 27.

[5] Véase Anderson, págs. 122, 123; y L. Morris, Revelation TNTC (London, England: Tyndale Press, 1972), pág. 165.

[6] “Out of the Earth” (Apoc. 13:11), SDA Bible commentary, tomo 7, ed. F. D. Nichol (Washington, D. C.: Review and Herald Publishing Assn., 1980), págs. 819, 820.

[7] Ford, pág. 217.

[8] J. Sweet, Apocalipsis, (Philadelphia, Pensilvania: Westminster Press, 1979), pág. 215.

[9] M. H. Pope, Job, AB (New York: Doublay and Co., 1975), págs. 321, 322.

[10] J. T. Milik, The Book of Enoch (Oxford, England: Clarendon Press, 1976), pág. 30. 

[11] E. Hennecke, New Testament Apocrypha, tomo 2 (London England: SCM Press, 1973), págs. 631-638.

[12] Véase A. Y. Collins, Crisis and Catharsis: The Power of the Apocalypse (Philadelphia. Pensilvania: Westminster Press, 1984), pág. 148f. Collins dice que los símbolos de monstruos de tierra y mar eran símbolos políticos comunes en el primer siglo.