El pastor Federico I. Drexler, notable ministro de la Iglesia Bautista, expresaba algunas convicciones muy interesantes en un artículo que apareció en el periódico The Watchman Examiner y cuyo título era: “¿Es el bautismo una ceremonia atractiva o desagradable?” Recordaba lo que le sucedió al ex secretario de Estado del gobierno de los Estados Unidos, William Jennings Bryan, cuya familia había sido bautista por generaciones. Pero después de asistir a cierto servicio en que se bautizaba por inmersión, se apartó de la iglesia de su niñez y se unió a la Iglesia Presbiteriana.

Oigamos sus palabras: “Que la forma bíblica de administrar el bautismo nos haya producido la pérdida de tan gran hombre, es verdaderamente lamentable.” Y bien podemos nosotros preguntarnos cuántas personas se habrán mantenido lejos de nosotros por haber presenciado algo que los disgustó en lugar de ganarlos, durante nuestros bautismos.

Dice el Dr. Drexler más adelante: “Sin duda la causa no se encuentra en el rito mismo, en su forma o su significado, sino en la manera cómo lo lleva a cabo quien oficia. Hablando en general, la belleza del rito se realza o se pierde de acuerdo con la preparación que el pastor haya hecho para el caso y la manera cómo lo administra. Si carece de atractivo, se desnaturalizará su propósito y se obscurecerá la verdad evangélica que debiera ofrecer. De la misma manera como la comunión es atractiva, el bautismo puede realizarse en forma atractiva.

“Tres factores contribuyen a cumplir el propósito de este rito: (1) El bautisterio y lo que lo rodea; (2) la conducta del candidato en el bautisterio; (3) el método que emplea el pastor.

El bautisterio

 “Cuarenta años atrás, el bautisterio ubicado en la plataforma era lo común. Se hallaba tras el pulpito. En ocasión de un bautismo, se levantaba la alfombra, se quitaba el púlpito y las sillas del coro. Entonces se levantaba la tapa que generalmente servía de telón de fondo. Todo esto constituía una escena totalmente carente de atractivo. Muchas veces no había cómo calentar el agua.”

Luego continúa recordando lo que solía ocurrir en ese entonces, y muchos de nosotros podríamos decir cosas parecidas:

“Cuarenta años atrás, dejé el seminario de Crozer y con mi esposa nos dirigimos a Minot. estado de North Dakota, donde una iglesia había tenido el valor de invitarme a ser su pastor. Con el transcurso del tiempo varios conversos estuvieron listos para el bautismo. Estábamos en el mes de febrero y hacía frío. Se quitaron la alfombra y el púlpito y se puso el bautisterio al descubierto y de alguna manera lo llenamos de agua. Procuramos calentarla un poco, pero el agua caliente que traían los vecinos apenas hacía efecto. Era mi primer bautismo, y como no había recibido instrucciones en cuanto a la manera de realizarlo careció de atractivo y fue una desilusión.

“El bautisterio abierto significó un gran progreso. Se lo ubicó generalmente a un lado del púlpito, donde estaba siempre a la vista. Desde entonces, los cambios que se han introducido no han hecho más que perfeccionar este diseño. En los templos más modernos, se lo ha ubicado al fondo y más alto que el púlpito y la plataforma.”

Como nuestros hermanos bautistas, también hemos descubierto que ubicar el bautisterio en el fondo y más arriba que el púlpito tiene muchas ventajas. En nuestros templos más nuevos, especialmente en los grandes, hemos seguido este plan. El bautismo debe estar por encima de todo impregnado del espíritu del culto y el ubicar el bautisterio en esa forma permite que todos observen el servicio y participen plenamente de él.

El candidato

Más adelante, el escritor mencionado dice:

“El segundo elemento de un servicio bautismal atractivo es la preparación adecuada del candidato. En mi opinión, no es suficiente que sea bautizado porque ‘Jesucristo así lo ordenó.’ o porque ‘Jesús nos dio el ejemplo.’ Las Escrituras ofrecen una explicación inteligente de la razón por la cual Dios prescribió el bautismo por inmersión, y el candidato debería comprenderla claramente. No importa cuántas explicaciones y enseñanzas le haya dado previamente, tengo por norma hablar algunos minutos con él antes de entrar en el agua. Entonces le explico que el bautisterio no es sólo una tumba en la cual va a sepultar su antigua vida pecaminosa, sino que ahora él va a reproducir.  En vivida representación, la sepultura y retorno a la vida de su Señor. Con esta explicación e infundiéndole la seguridad que se deriva del hecho que ya he bautizado a muchas personas en mi vida, por lo que puede confiar en mí, por lo general su ansiedad se reduce al mínimo.”

El pastor

“Nos queda por considerar al pastor y la forma en que lleva a cabo la ceremonia. Es más común que el que bautiza reste hermosura y significado espiritual al bautismo que no el candidato. Por ejemplo, hay quienes lo sumergen con tanta violencia que como resultado se produce un gran movimiento de agua. En la ceremonia bautismal, todo acto debiera caracterizarse por la dignidad y la propiedad. Debería evitarse toda prisa, puesto que la ceremonia toma muy poco tiempo y su importancia merece que se le dedique todo el que necesite. Si se sumerge lentamente al candidato por lo general podrá sincronizar su mente y su respiración con el momento de la inmersión.

“De modo que con un bautisterio atractivo, con candidatos preparados y un pastor oficiante atento a las posibilidades de la ceremonia, los presentes recibirán buena impresión, los no bautizados solicitarán el bautismo y, si se ha orado mucho, alguien buscará al Señor Jesús y encontrará en él a su Salvador.”

Sobre el autor: Secretario adjunto de la Asociación Ministerial de la Asociación General.