NOTA EDITORIAL. En febrero de 1970 se llevó a cabo un seminario de liderazgo en Gearhart, Oregon, en el que se reunieron los pastores y directores de actividades laicas de la Asociación de Oregon. Se esperaba que los dirigentes laicos fuesen animados a asumir un papel más directo en la conducción de la iglesia local y una mayor responsabilidad en la presentación de nuestro mensaje. Después de ese seminario se realizó una serie de reuniones pastorales en varios lugares de la asociación. A cada una de esas reuniones fue invitado uno de los laicos que había asistido al seminario para que presentara sus observaciones y comentarios ante el seminario. El siguiente comentario es el de Leonardo Cason, un contratista de la construcción en la zona de Portland. Creemos que sus observaciones serán útiles, particularmente a nuestros pastores, puesto que abarcan sus responsabilidades y, ayudados por laicos consagrados, se comprometen más en la edificación de la iglesia y la ganancia de almas.

EL PROPÓSITO del seminario de liderazgo que pongo a su consideración fue doble:

1) Imponer a los dirigentes laicos de las distintas iglesias de algunos de los problemas a que hace frente la iglesia como un todo y los pastores en particular.

2) Establecer la buena disposición de parte de los líderes laicos para ayudar a 18 llevar la carga de los pastores de modo que éstos puedan disponer de más de su tiempo para el cumplimiento de sus responsabilidades principales.

  El primer propósito, concerniente a los problemas de la iglesia, fue presentado de una manera franca, y estoy satisfecho de que hayamos captado el mensaje. La iglesia tiene profundos problemas y las dudo de que nuestros líderes nos hayan llamado a Gearhart para discutir los problemas de la iglesia con la esperanza de encontrar en nosotros las soluciones. Lo que realmente deseaban discutir con nosotros se refería a ustedes —nuestros pastores y sus problemas. Este aspecto de la reunión es el que quiero comentar.

  Fue la charla del pastor Todorovich la que originó la discusión, introduciéndonos en el compromiso del pastor. El pastor Todorovich presentó a un hombre urgido y acosado en la conducción de sus actividades diarias; un hombre que va de una crisis a otra, de una junta a otra; un hombre que no tiene realmente tiempo para hacer la obra de un pastor. Evidentemente ustedes están sobrecargados. Necesitan ayuda.

LO AMAMOS Y DESEAMOS AYUDARLE-PERO

  Que quede en claro que nosotros los laicos tenemos en altísima estima a nuestros pastores. Lo amamos a Ud. y deseamos que se sienta feliz en su trabajo. No deseamos que se enferme del corazón o de los nervios. No queremos que llegue a sentirse desanimado en el ministerio o que piense que no es apreciado. Deseamos que disponga del tiempo para generar pensamientos altos y excelsos, para preparar sermones provechosos y para realizar hechos nobles y buenos.

  No hay duda de que los dirigentes laicos pueden ser de gran ayuda para usted. Tenemos habilidad en abundancia (por supuesto, estoy generalizando), porque sé que algunos líderes laicos han llevado a cabo casi todas las tareas de un pastor, incluyendo la preparación y presentación del sermón. La clave está en conseguir la cooperación de un grupo de gente que se siente libre para rehusarse.

  Nosotros estamos prestos a comprometer nuestra firme devoción a la causa, nuestra imperecedera lealtad a la iglesia y sus programas y esto lo hicimos en Gearhart. “Haremos todo lo que el Señor ha mandado”. ¿Suena familiar? Pero todos sabemos lo que sucede cuando nos apartamos una corta distancia o unas pocas semanas de nuestro compromiso. Tal vez la batalla no está del todo perdida, porque por lo menos reconocemos nuestra debilidad. Reconocemos también que nuestros fracasos aumentan el peso de la carga que usted lleva.

  Teniendo esto presente, ofrezco dos sugerencias simples originadas en la discusión del seminario.

PASTOR, ¿TIENE UN PROGRAMA?

  Primero, debe haber un programa. Debe ser un programa aceptable para usted, aunque provenga de los dirigentes de la Asociación General o quizá de su predecesor o tal vez sea un programa continuado de la iglesia. Sí usted no tiene un programa definido que su iglesia pueda seguir, prepare uno en seguida. Que sea un programa unificador de la iglesia. No emplee métodos dispersadores. Integre bajo una sola conducción todas las metas y campañas que se esperan de usted. La organización que existe en nuestras iglesias al presente es el mejor acceso para el control unificado, por medio del cual el pastor es la cabeza titular de la iglesia, y el primer anciano y la junta de ancianos bajo el atienden la iglesia y sus programas secundarios.

  Todos los programas están subordinados a la junta de ancianos y al anciano jefe. Este plan de organización existe en teoría; desafortunadamente, sin embargo, no siempre en la práctica. Demasiado a menudo resulta en una sociedad de debates de los ancianos dejando al pastor con la obra que debe ser hecha.

¿DELEGA RESPONSABILIDADES?

  El siguiente paso es verdaderamente crucial y es donde reside la mayor parte de sus fracasos. ¡Asigne tareas! Y que cada uno sepa cómo cumplirlas, cómo su trabajo se compagina con el resto del programa y cuáles son las metas que se espera que alcance. Luego debe saber si tuvo éxito o fracaso. Si usted trabaja con una junta de ancianos, ponga a cada anciano a cargo de un departamento y que ésa sea su responsabilidad. Si emplea otro sistema, esté seguro de que cada uno tiene su responsabilidad y sabe de qué es responsable.

  Cuando digo que asigne tareas, quiero decir todas las tareas. Esté seguro de que ha delegado todas las responsabilidades. Usted es el jefe de la iglesia y el trabajo de un jefe es ser jefe.

  Una vez librado de todas las menudencias de la iglesia estará en condiciones de concentrarse en aquellas funciones que debieran ser su primera responsabilidad.

  Sé que no he dicho nada nuevo, y que usted preguntará qué sucede cuando uno de esos dirigentes falla en cumplir y sus superiores esperan resultados de la gestión suya. Quiero recalcar que usted no debiera asumir esas tareas. Usted no debe hacer el trabajo —usted debe hacer que se haga. Esa fue la idea de los dirigentes laicos en Gearhart. Si los dirigentes laicos no hacen la obra, entonces ésta quedará sin hacer.

 Allí se pensó seriamente en que su trabajo como pastor tiene que ver mayormente con el corazón y no con la mecánica de la iglesia. Después de haber hecho su parte en organizar, asignar tareas e impartir instrucción, entonces su tiempo debiera dedicarse a cuidar del bienestar espiritual de sus miembros. Al seguir este plan usted probablemente se sorprenderá por el interés renovado de los líderes laicos en el bienestar de la iglesia, porque en última instancia la condición de su iglesia está determinada principalmente por la condición de sus miembros.

Sobre el autor: Miembro laico de la Asociación de Oregon.