Lo que se hace con el primer capítulo de la Biblia determina lo que se hará del con el resto de ella.
En un esfuerzo por alinear el relato bíblico de los orígenes con la comprensión científica de la realidad, varios estudiosos han propuesto interpretaciones simbólicas, espiritualizantes o metafóricas[1] de Génesis 1. Se sugiere, por ejemplo, que los días de la Creación no habrían sido literales, de 24 horas, sino largos períodos o días de revelación. Estas posturas exegéticas, en relación con Génesis 1, han ejercido una gran influencia en el debate entre la Creación y la Evolución.
Los estudiosos evangélicos que interpretan el texto bíblico desde una perspectiva histórico-crítica, entre los que se incluyen los católicos y los protestantes liberales, normalmente adoptan la postura filosófica denominada creacionismo progresivo,[2] o evolucionismo teísta.[3]
Más recientemente, el así llamado “diseño inteligente”[4] ha recibido mucha aceptación en algunos círculos. Estos intentos eruditos de lidiar con los aspectos científicos y teológicos de los orígenes suscitan cuestiones relacionadas con la coherencia y la consistencia de la revelación bíblica como un todo.
Intención original y relevancia teológica
La discusión sobre la interpretación de Génesis 1 gira alrededor de dos puntos fundamentales. El primero se relaciona con la intención primara del autor bíblico. Es necesario determinar si los varios elementos allí contenidos intentan comunicar informaciones factuales sobre la Creación o si solo intentan expresar una verdad general acerca de Dios como Creador, en términos metafóricos. El segundo punto se refiere a cuestiones teológicas más amplias, que inciden sobre cómo debe ser interpretado el relato, al igual que sus implicancias teológicas.
Algunos eruditos defienden que el relato de la creación de Génesis 1 no intenta comunicar informaciones factuales sobre los orígenes, sino que expresa, en forma de parábola, una confesión de fe en Dios como Creador.[5] Se sugiere, así, que ese relato, destituido de cualquier preocupación científica, se preocupa solo por el “quién” y el “por qué” de la Creación, mientras que a la ciencia le cabe investigar el “cómo”. En la opinión del teólogo evangélico Clark Pinnock, el propósito central del relato “es enseñar ciertas verdades teológicas subyacentes al pacto de Dios con Abraham y su simiente”.[6]
Pero hay notables eruditos críticos que afirman que Génesis 1, originalmente, también intentó comunicar conocimiento factual o científico en el lenguaje de la época. Gerhard von Rad, erudito alemán, en su comentario del libro del Génesis, sustenta que el autor bíblico tuvo la intención de que su relato fuera entendido literalmente.[7] Más recientemente, Terence Fretheim señaló que los escritores bíblicos utilizaron el conocimiento del mundo natural que les estaba disponible en su cultura.[8] Fretheim declaró que, “a pesar de las alegaciones contrarias (frecuentemente con el interés de combatir el fundamentalismo), estos textos indican que los pensadores de Israel buscaban cuidadosamente responder las preguntas acerca del cómo de la Creación, y no solo las preguntas acerca de quién y por qué”.[9] Nótese que, tanto von Rad como Fretheim, son eruditos histórico-críticos y que, por lo tanto, no tendrían ningún problema en aceptar una posición evolucionista acerca de los orígenes. Pero, al encontrarse con el relato de la Creación del Génesis, honestamente reconocen que el autor bíblico intentó que su relato fuera entendido literalmente.
Un examen detallado de algunos aspectos de Génesis 1 indica la intención de comunicar información factual. Por ejemplo, los días de la Creación contienen viarias evidencias de que deben ser comprendidos literalmente. Sobre la base de argumentos léxicos, semánticos, gramaticales y contextúales, Gerhard Hasel mencionó varias líneas de evidencia que corroboran la interpretación literal de los días de la Creación.[10] El hecho del lapso, de que el tiempo indicado por “día” (yom) en Génesis 1 esté dividido en tarde y mañana, juntamente con la calificación de ese término por un numeral- lo que en la Biblia hebrea indica un día de 24 horas- implica que el autor bíblico intentó que su relato fuera entendido literalmente. Cabe resaltar, también, que textos subsecuentes del canon bíblico presumen la Creación en días literales de 24 horas. Las instrucciones con respecto a la observancia del sábado en Éxodo 20:9 al 11 y 31:15 al 17, por ejemplo, interpretan que los seis días de la Creación son secuenciales, cronológicos y literales.[11]
Argumentando contra la interpretación factual del relato de la Creación, algunos estudiosos sugieren que la estructura literaria de Génesis 1 revela un propósito artístico que excluiría o, en la mejor de las hipótesis, reduciría bastante el tenor histórico del relato de los orígenes. Tal posición refleja la tendencia de algunos estudiosos a tratar con la literatura bíblica como si fuera ficción. A pesar de todo, cabe señalar que no todos los críticos literarios concuerdan con tal dicotomía.[12] Meir Sternberg, por ejemplo, señala que “no hay universales de formas históricas o Acciónales”[13] y reconoce la “determinación de la Biblia de santificar y compeler la creencia literal en el pasado”.[14]
Hechas estas consideraciones, se puede observar algunos aspectos estructurales del relato de la Creación, al igual que sus implicancias teológicas. Se percibe que el texto se mueve de lo que está más distante a lo que está más próximo y más semejante a Dios (Gén. 1:26). Hay un movimiento de las cosas inanimadas hacia las animadas, de la tierra “desordenada y vacía” hacia el descanso del sábado.[15] Reforzando la belleza estructural del texto, hay dos tríadas que fueron los seis días de la Creación. La primera tríada revela que Dios realiza una obra de división y separación, creando los varios espacios y las regiones que serán llenados en la segunda tríada. Tres paneles conectan las dos tríadas de tal forma que los elementos creados en el primer día corresponden a los del cuarto día; del segundo día, a los del quinto; y del tercero, a los del sexto día. Cada tríada comienza con la luz y termina con una doble Creación.[16] Y los tres paneles presentan una progresión espacial del cielo (primer y cuarto días) hacia las aguas (segundo y quinto días), y hacia la tierra (tercer y sexto días). Finalmente, la semana concluyó con el séptimo día, que al no tener otro día que le corresponda permanece distinto de los demás como día santíficado y bendecido para el descanso.
Nótese que la regularidad y la simetría de la estructura literaria de Génesis 1 utilizan una fórmula modelo que describe la acción realizada cada día, conforme a la siguiente tabla elaborada por William David Reyburn y Euan McG. Fry.[17]
Al reflexionar acerca de la simetría y la belleza poética de la narración de la Creación, Richard Davidson declaró: “De acuerdo con Génesis 1, la obra de Dios representa nada menos que un poema divino escrito en la estructura del espacio. De la misma manera en que Dios habla por medio de la poesía en la Escritura, en el principio creó a través de belleza poética”.[18]
Por otro lado, es interesante señalar que la precisión estructural del relato no sigue una predeterminación mecanicista.[19] En varios lugares, surgen elementos imprevisibles que violan la lógica estructural de la narración. En primer lugar, se nota que el texto narra dos clases de acciones. La primera clase solo declara: “Y así fue”; o “y fue la luz”. La segunda clase es más extensa, y relata alguna acción específica de Dios al hacer, crear o separar. Esa clase ocurre en lugar de la primera, o sencillamente la complementa.
En segundo lugar, se percibe que algunos elementos están faltando. Solo el primer día y el tercero contienen todos los elementos estructurales. El segundo día no contiene evaluación; y el cuarto día no contiene la designación. La ejecución y la designación están ausentes en el quinto día, mientras la última también falta en el sexto día. En tercer lugar, si se observa las dos tríadas, se nota que la distinción “separación versus llenado” no es absoluta, pues los vegetales (llenado) pertenecen a la primera, mientras las luminarias (separación) están localizadas en la segunda.
En cuarto lugar, se percibe una complejidad adicional en el hecho de que el relato de la Creación en seis días contiene ocho obras creativas. Si se analiza la estructura descriptiva de cada una, llegamos al siguiente cuadro elaborado por Middleton.[20]
- = mandamiento (“Sea…”);
- = ejecución (“y fue la luz”, “Y fue así”);
- = evaluación (“Y vio Dios que era bueno”);
- = acción (“y separó Dios la luz de las tinieblas”); x = elemento ausente o fuera de lugar;
- a, b = variación interna dentro de un elemento modelo.
Se perciben varias irregularidades en esta estructura. Mientras que el orden de los elementos está invertido en algunos casos, en otros está ausente o modificado. El relato de la cuarta obra no registra una acción de Dios, y sí de una criatura, la Tierra. En el nivel gramatical, también aparecen algunas variaciones predecibles. Así, el primer día de la Creación es calificado por un numeral cardinal, al contrario de los siguientes seis días. El sexto día y el séptimo están acompañados por un artículo (el sexto día; el séptimo día). Además, la distribución de los verbos bara’ y ‘asah en el relato parece ser aleatoria.
A media que se analiza el relato de la Creación (Gén. 1:1-2:3), se percibe que una serie de complejidades va surgiendo. Los varios elementos que forman la estructura narrativa, si bien son predecibles en un primer nivel de lectura, se hacen más complejos en sus detalles, presentando anomalías no predecibles. Un examen atento del relato en sus detalles revela que el universo predecible de Newton, aparente en la superficie narrativa, cede su lugar a una percepción más en consonancia con el principio de indeterminación postulado por la física moderna. Así, el relato de la Creación de Génesis 1 parece reflejar un universo dinámico, en consonancia con algunos postulados de la nueva física.[21]
El relato, formal y estilizado en la superficie, se hace complejo e impredecible en los detalles, en una combinación que de alguna forma parece atentar contra su facticidad. Lejos de ser contradictorias, las dimensiones estéticas y las complejidades de Génesis l se combinan para reforzar y enriquecer el relato de la Creación, sugiriendo la facticidad y la singularidad de la obra creadora de Dios. La dimensión estética provee percepciones teológicas y artísticas de la sinfonía cósmica de la Creación y del carácter del Creador. Al mismo tiempo, las complejidades del relato sugieren su historicidad y fundamentan las percepciones estéticas y teológicas en el ámbito de la realidad. Un relato ficticio no tendría legitimidad para informarnos de dónde venimos, ni autoridad para determinar qué rumbo seguir, y carecería de credibilidad para revelar hacia dónde vamos.
Implicaciones teológicas
Para extraer las implicaciones teológicas de una interpretación simbólica de Génesis 1 para la teología adventista, escogemos como muestra los siguientes tópicos o temas doctrinales: matrimonio, sábado, salvación y escatología. Sugerimos que las conclusiones acerca de estos tópicos se aplican a otros aspectos de la teología adventista, incluso las 28 creencias fundamentales.
Matrimonio. La visión bíblico-cristiana de la unión matrimonial monogámica heterosexual, permanente y exclusiva, se sustenta en la historicidad de Génesis 1 y 2. En su confrontación contra los fariseos, Jesús declaró: “Por la dureza de vuestro corazón Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres; más al principio no fue así” (Mat. 19:8). Al fundamentar su argumento en que la permanencia de la unión matrimonial se remontaba al “principio”, Jesús remite a sus interlocutores al relato de los orígenes y, al mismo tiempo, presume la confiabilidad histórica de ese relato. Una interpretación no factual de Génesis 1 y 2 destruye el argumento de Jesús y abre las puertas a una visión relativista del casamiento.[22]
Sábado. El mandamiento del sábado se ancla en la realidad de una Creación en siete días literales. Si se renuncia a la interpretación literal de Génesis 2:1 al 3, desaparece la motivación para
guardar el sábado, expresada en Éxodo 20:9 al 11. Como afirmó Richard Davidson, “la Creación provee el fundamento supremo para la observancia universal y eterna del sábado en nuestro planeta. El sábado es un memorial de la Creación y su significado está ligado a la Creación”.[23]
Pero no es solamente la legitimidad del cuarto Mandamiento lo que deriva del orden de la Creación. Los demás mandamientos de la Ley de Dios, con sus demandas morales y éticas, se fundamentan en el hecho de que Dios es el Creador, y que el ser humano fue creado a su imagen y semejanza. Si el mundo llegó a la existencia mediante un proceso evolutivo que llevó millones o miles de millones de años, se desmorona el fundamento bíblico para la santificación del séptimo día de la semana.
Así, ya no sería posible recurrir a Génesis 2:1 al 3 para sustentar la importancia del sábado sobre la base del orden de la Creación. El sábado y los demás Mandamientos se convertirían en un mero producto de las convenciones religiosas y sociales, ya no apoyadas por la revelación divina, sino por la tradición y la conveniencia humanas.
Salvación. La doctrina bíblica de la salvación presupone la caída del ser humano en el pecado, y la consecuente entrada de la muerte en las esferas de la Creación. El plan de salvación consiste en la obra de Dios de restaurar y redimir a los seres humanos y a la naturaleza a su condición original, que termina con la erradicación de la muerte. Tal visión del plan de Dios es coherente con el relato del Génesis, que retrata que, originalmente, la muerte estaba ausente en el mundo, tanto en los animales como en los seres humanos. Nótese que la alimentación provista a los animales y a los seres humanos era vegetariana, indicando que incluso el reino animal estaba libre de la muerte. La intención divina revelada en las Escrituras es la restauración de esa condición original.
En contraste, el creacionismo progresivo y el evolucionismo teísta adoptan la presuposición de que la muerte -de las criaturas inferiores o de los seres humanos- forma parte del proceso mediante el cual Dios, o una inteligencia superior, trajo el mundo a la existencia. No es difícil notar el impacto de esta visión sobre la doctrina bíblica de la salvación y de la redención. Si la muerte es el instrumento para los procesos evolutivos empleados por Dios, es difícil entender cómo Pablo puede declarar que la muerte es el último enemigo en ser destruido (1 Cor. 15:16). Como declaró Baldwin, “si la muerte existió antes que Adán, entonces Cristo, en última instancia, no redimió a nadie de un destino que no era un aspecto de la vida antes del pecado de Adán”.[24]
Escatología. La escatología retratada en las Escrituras sustenta que Jesús volverá en breve para buscar a los salvos, y Dios recreará la tierra para que sea la eterna morada de los redimidos, en una condición en que el pecado y la muerte ya no existirán más. La primera Creación provee el lenguaje y la base teológica para la certeza de una nueva Creación, tal como es indicado en los paralelos entre, por ejemplo, Génesis 1, 2 yApocalipsis 21 y 22. Ante esto, se podría inquirir cómo se explicaría la nueva Creación desde la visión evolucionista. Si fueron necesarios miles de millones de años para producir la primera Creación, que según algunos todavía está en evolución, ¿cuántos miles de millones de años necesitará Dios para crear los cielos nuevos y la Tierra Nueva? Es difícil imaginar cómo la segunda venida de Cristo podría encuadrarse en una cosmovisión evolucionista.
La única opción viable
Sobre la base de estas consideraciones, concluimos que el autor bíblico tuvo la intención de que su relato fuera entendido con una narración real, factual e histórica de los orígenes, y que así fue entendido por los demás escritores bíblicos, que al citar o aludir al relato de la Creación, presuponen una interpretación literal de este relato. Así, las interpretaciones que no son histórico-factuales de los dos primeros capítulos de la Biblia exigirían, por un asunto de consistencia, una reinterpretación de las doctrinas fundamentales del cristianismo y, por consiguiente, de la Iglesia Adventista. Como fue ejemplificado, el matrimonio, el sábado, la salvación y la escatología perderían su legitimidad bíblica.
Desde el punto de vista de este artículo, solo hay dos alternativas mutuamente excluyentes: la aceptación del relato de la Creación conforme a su intención original, como revelación factual, histórica, de algo que ocurrió como está escrito, tal como fue aceptado por Jesús y los demás escritores bíblicos; o se descarta la facticidad de la Creación y, como lo ejemplifican las confesiones religiosas y los eruditos bíblicos liberales, hundirse en un mar de relativismo. Considerando que lo que se hace con el primer capítulo de la Biblia determina lo que se hará con el resto de ella, para la teología adventista, la única opción viable es entender Génesis 1 como Jesús y los apóstoles lo hicieron.
Referencias
[1] Marvin L. Goodman, Grace Journal 14:1 (1973), pp. 25-38.
[2] El creacionismo progresivo es una teoría según la cual Dios creó comenzando de nuevo muchas veces y en intervalos ampliamente separados. Ver Hollis D. Tidmore, Faith and Missions 17, n° 3 (2000), p. 79
[3] “El evolucionismo teísta enseña que, si bien las diferentes especies surgieron a través de un proceso evolutivo, Dios supervisó el desarrollo de la vida” (Stanley Grenz, David Guretzki y Cherith Fee Nordling, Pocket Dictionary of Theological Terms [Downers Grove, II: InterVarsity Press, 1999], p. 112).
[4] L. James Gibson, Origins 25:2 (1998), pp. 51- 54.
[5] John C. L. Gibson, Genesis (Louisville: Westminster John Knox I Press, 1981), t. 1, p. 5ss.
[6] Clark H. Pinnock, Interpretation 43, n° 2 (1989), p. 148.
[7] Gerhard von Rad, Genesis: A Commentary I (Philadelphia: Westminster Press, 1972), p. 65.
[8] Terence E. Fretheim, God and World in the Old Testament: A Relational Theology of Creation (Abingdon Press, 2005), p. l27.
[9] Ibíd., p. 28
[10] Gerhard F. Hasel, Origins 21, n° 1 (1994), t. 5, p. 38.
[11] Ibíd.
[12] Grant R. Osbome, The Hermeneutical Spiral: A Comprehensive Introduction to Biblical Interpretation (Downers Grove, II: InterVarsity, 2006), p. 200
[13] Meir Stemberg, The Poetics of Biblical Narrative (Blomington, IN: Indiana University Press, 1987), p. 30.
[14] Ibíd., p. 32.
[15] Clark H. Pinnock, ibíd., p. 149.
[16] Thomas Whitelaw, The Pulpit Commentary: Genesis (Bellingham, WA: Logos Research Systems, 2004), p. 9.
[17] A Handbook on Genesis (Nueva York: United Bible Societies, 1997), p. 26.
[18] Richard M. Davidson, A Love Song for the Sabbath (Hagerstown MD: Review and Herald Publishing Association, 1998), p. 26
[19] J. Richard Middleton, Sacred Text, Secular Times: The Hebrew Bible in the Modern World (Omaha, NE: Creighton University Press, 2000), pp. 47-85.
[20] Ibíd., p. 68.
[21] William E. Brovvn, Journal of the Evangelical Theological Society 33 (1990), t. 33, pp. 477-487.
[22] John T. Baldwin, Origins 18, n°2(1991), pp. 53-65.
[23] Richard M. Davidson, ibíd., p. 46
[24].John T. Baldwin, ibíd.