El Dr. Donald McGavran es ampliamente reconocido como fundador del moderno movimiento del Crecimiento de la Iglesia. Stan Hudson, alumno del Doctorado en Ministerio en el Fuller Teológica! Seminary [Seminario Teológico Fuller], entrevistó al Dr. McGavran acerca de cómo se ubica la Iglesia Adventista del Séptimo Día en este movimiento, y qué podemos aprender de él.

Hudson: Dr. McGavran, ¿qué es la iglesia, en realidad? ¿Cuál es su principal tarea?

McGavran: El Nuevo Testamento dice que la iglesia está aquí como una comunidad de creyentes, continuando en la predicación y enseñanza de los apóstoles, en las oraciones, en el partimiento del pan. Es el cuerpo de Cristo, y está para hacer la obra de Cristo.

Hudson: ¿Cuál es la obra de Cristo?

McGavran: La obra de Cristo es muy grande. Es vivir santamente, es adorar a Dios; es estar constantemente preocupado por hacer todo lo que el Señor hizo.

Algo prominente entre las muchas cosas que Él hizo, fue buscar y salvar al perdido. Cualquier iglesia que no se ocupe constantemente en buscar y salvar al perdido es una iglesia inmadura. Si el Señor Jesús entrara en ella en forma humana, preguntaría: “¿Por qué no están haciendo lo que yo hice durante toda mi vida?”

Hudson: Una observación común con respecto al movimiento del Crecimiento de la Iglesia es que está demasiado preocupada por los números. ¿Estaría usted de acuerdo?

McGavran: Sí, yo debiera decir que está preocupada por los números en la misma forma en que cualquier madre está preocupada por los números. Si siete de los ocho hijos de una madre estuvieran perdidos y sólo uno fuera obediente y amante, ella no diría: “Bueno, por lo menos tengo uno. No me preocupan los otros. ¡No estoy interesada en números!” ¡Ni siquiera pensaría en decir esto! Tampoco la iglesia.

Hudson: Entonces, para ser fieles a la comisión de Cristo, ¿nosotros también debiéramos estar preocupados por los números?

McGavran: Estamos preocupados por los números. El número de los redimidos no es simplemente una mera cifra. El número de los perdidos tampoco es una mera cifra. Son los hijos de Dios. ¡Y los perdidos están allá, alimentando los cerdos!

Hudson: Entonces, un número es una persona.

McGavran: Sí, un número es una persona. Ahora, números en el otro sentido, que yo desee que mi iglesia sea más grande que su iglesia, como para que mi nombre crezca dentro de la denominación; eso, por supuesto, es reprensible.

Hudson: Podemos ir en la otra dirección y decir: “Dejaremos todo al Señor; estaremos ocupados hasta que Él venga”, y no nos preocupemos para nada de los números.

McGavran: No, no creo que podamos. El claro testimonio de toda la Biblia es que Dios desea que toda la gente de la tierra se salve. Los que defienden el Crecimiento de la Iglesia simplemente están diciendo: “Dios lo está haciendo por medio de nosotros. Dios nos dice que hagamos esto. ¿Quiénes somos nosotros para decir, ‘no lo haremos, Señor’?”

Hudson: Uno de los aspectos controvertidos del movimiento del Crecimiento de la Iglesia ha sido el énfasis en la “unidad homogénea”. ¿Podría usted definir ese principio y decirnos cómo se relaciona con el crecimiento de la iglesia?

MacGavran: Hace unos años estaba hablando con un pastor adventista en Filadelfia. Él me estaba contando que en Pennsylvania los adventistas crecían muy bien cerca de cien años atrás y que en los últimos treinta o cuarenta años, su crecimiento se ha limitado a los que nacen en la iglesia. Él tenía el gran problema de cómo alcanzar las multitudes “allá afuera”, aquellos que no están en contacto con los adventistas.

Incrementar el crecimiento de la iglesia por el crecimiento de los niños cristianos es bueno, pero muy limitado. Si los únicos cristianos sobre la tierra fueran los descendientes de los doce apóstoles, ¡tendríamos una iglesia más bien pequeña! Debemos continuamente extendernos hacia afuera.

Ahora, estas multitudes allá afuera no existen sólo como gente. Existen como unidades separadas. Son franco-canadienses o inmigrantes portugueses o negros, o chicanos, o colombianos, o chinos o japoneses. Y cada uno de los grupos que acabo de mencionar tiene a su vez muchas subsecciones. Hay muchos tipos de japoneses: japoneses de clase obrera, japoneses altamente educados, y como éste caso muchos otros.

Esa es la razón por la que las Escrituras dicen que debemos ser discípulos panta ta ethne. (Estoy citando Mateo 28:19.) Panta significa “todo”; ta ethne, “unidades étnicas” de la humanidad. De esta forma, el principio de la unidad homogénea dice que simplemente hay una cantidad de unidades étnicas por allí. Nosotros como cristianos debemos reconocer que están allí. Debemos ver las diferentes piezas del mosaico de la humanidad. Debemos traer todas las ethne a Cristo. Él lo ordena.

Hudson: ¿Cómo se realiza esta tarea en una estrategia de distensión?

McGavran: Cada ethnos no es tan sólo una unidad de la humanidad. Cada una es una unidad de algún segmento definido de la sociedad. A veces es una unidad racial, a veces una unidad lingüística.

Si usted fuera a gente de habla francesa en Louisiana y les predicara en inglés, ellos no lo entenderían. Si usted los invitara a una iglesia donde sólo se habla inglés, no se sentirían en casa. Pero si usted comenzara una iglesia en la cual se hable francés acadio, y donde la mayoría de la gente son franceses acadios, y donde hay diáconos y ancianos y pastores franceses acadios, se sentirían precisamente en casa. En esa iglesia, las posibilidades para que ellos se conviertan en cristianos son mucho mayores. Esto es lo que dice el principio de la unidad homogénea.

Un africano ha escrito recientemente un libro que se llama A Place to Feel at Home (Un lugar para sentirse en casa). ¿De qué supone usted que habla? ¡De la iglesia! La iglesia es un lugar para sentirse en casa. Pero si usted va a una congregación compuesta de gente de un tipo totalmente diferente, es probable que no se sienta en casa.

Hudson: Dirijámonos por un momento al escenario de la misión mundial. Con su conocimiento del sistema de misiones adventistas en todo el mundo, ¿cómo calificaría usted su efectividad? ¿Qué ve usted como su fortaleza y debilidades?

McGavran: Su efectividad difiere muy grandemente de la misión de la iglesia local de que se trate y la sociedad que confronte. ¡La Iglesia Adventista del Séptimo Día es la iglesia protestante más grande de las Filipinas, sin excepción! Y al acercarse a gente nominalmente católica, lo que ha enseñado se ha ajustado muy bien a su sistema de pensamiento.

Por otro lado, en la India no está trabajando entre católicos. Está evangelizando a hindúes y animistas musulmanes. Y allí no han tenido mucho éxito. No ha tenido más éxito que nueve décimas de las otras misiones. Y en verdad, no pienso que los adventistas del séptimo día en la India hayan dado origen a un movimiento en ningún lugar.

De manera que me sentiría inclinado a decir que las misiones adventistas del séptimo día, como todas las misiones, deben dedicar mucho tiempo e invertir mucho dinero estudiando las poblaciones que evangelicen. ¿Quiénes se están haciendo cristianos? ¿Por qué se están haciendo cristianos? ¿Qué métodos está Dios bendiciendo para la conversión de los hombres, y qué métodos El claramente no está bendiciendo?

También pienso que las misiones adventistas del séptimo día debieran ser aconsejadas a hacer un cuidadoso gráfico de crecimiento de las iglesias existentes. ¿Están creciendo las iglesias? ¿Cómo están creciendo? ¿Están creciendo agregando hijos de adventistas? ¿Están creciendo por conversiones? ¿O están creciendo porque adventistas ganados en áreas rurales se trasladan a las ciudades? ¿Están siendo ganados nuevos miembros del animismo o del budismo o del islam?

Las misiones están necesitando desesperadamente luz en cuanto a lo que Dios está realmente bendiciendo y a lo que Él no está bendiciendo. Ahora, el crecimiento de la iglesia no es nada más que el estudio de lo que Dios está haciendo para esparcir el Evangelio. En lugar de estudiar para descubrirlo, muchos misioneros hacen lo que hacían en América. “Eso es lo que funcionaba bien allá. ¡Esto es lo que hacen los buenos adventistas!” Entonces salen y hacen lo mismo, ¡y no funciona! Y quedan año tras año, a veces década tras década, pero hay muy poco crecimiento de la iglesia.

Por supuesto, existen esos lugares donde ninguna denominación crece, donde la obra misionera está golpeando puertas cerradas. Y continuará de esa forma por un tiempo previsible. Allí la tarea es sembrar la semilla, no cosechar.

Hudson: ¿Por ejemplo, en alguno de los países musulmanes?

McGavran: Si usted estuviera en Arabia Saudita, su tarea allí sería simplemente llamar a puertas cerradas, ¡y gracias a Dios si está vivo al día siguiente!

Hay lugares así, y allí debe oírse el Evangelio. Debemos enviar misioneros a esos sitios, pero no debemos concentrarlos en ellos. Debemos concentrar misioneros donde Dios está bendiciendo la obra.

Mi consejo a las misiones adventistas sería: estudien el campo muy bien y concéntrense en donde Dios ha abierto las puertas.

Hudson: Tradicionalmente, y con el objetivo de evangelizar, las misiones adventistas se apoyaron fuertemente en nuestra red mundial de servicio médico y a nuestro sistema educativo (el mayor sistema educativo protestante en el mundo). ¿Considera usted todavía que estos son medios efectivos para esparcir el Evangelio?

McGavran: Son buenos “abridores de puertas”. Pero como regla general, en si mismos, no son comunicadores del evangelio. Entonces diría: Gracias a Dios por ello, pero asegúrense de que donde está funcionando una buena obra médica, y el hospital adventista del séptimo día es conocido en el lugar, que se establezca también un programa vigoroso e innovador, de efectiva evangelización.

Hudson: ¿Necesita todavía el mundo misioneros “de ultramar”?

McGavran: Oh, sin duda. Ahora, “de ultramar” no significa sólo misioneros de América y Europa. Las iglesias de feligresía negra están enviando misioneros de África, los japoneses están enviando misioneros, y los coreanos también; y todo eso está muy bien. Pero en el futuro previsible, los misioneros de América debieran estar multiplicándose.

Hay todavía, sabe usted, tres mil millones que tienen que creer. La mayoría nunca han escuchado hablar de Jesús, o han escuchado de El en una forma que no los lleva a la aceptación. La necesidad de misioneros continuará.

Uno de las grandes opiniones equivocadas en la actualidad es: “Hemos conseguido establecer una iglesia joven allí en el campo misionero, gracias a Dios; dejaremos todo en manos de esta iglesia joven. Ellos no necesitan nada. Son gente maravillosa. Hablan su idioma, están en casa allí. Pueden hacer una labor mejor que la que podría hacer un misionero. Los dejaremos solos”.

¡Este es el consejo de Satanás!

Los cristianos de ultramar son gente maravillosa, están haciendo un muy buen trabajo. Tengo el más alto respecto por ellos. Tan pronto como se logra fundar un puñado de iglesias, que se soportan a sí mismas, y que pueden cuidar por sí mismas, los misioneros pueden ser retirados. Pero lo que se necesita es salir hacia la gente que no ha oído. Debemos entrar en nuevas unidades de la sociedad.

Hudson: Volvamos al escenario local y al crecimiento de la iglesia. Hablemos en cuanto a la situación en una iglesia local en Estados Unidos, por ejemplo. ¿Puede cualquier iglesia crecer?

McGavran: No, no es que cualquier iglesia puede crecer. Algunas iglesias que por diferentes razones están en situaciones extremadamente difíciles o se han metido a sí mismas en problemas desesperados, no pueden crecer. Pero habiendo dicho esto, diría que la mayoría de las iglesias pueden crecer. La razón por la cual muchas iglesias no están creciendo es que no se están extendiendo. Sus miembros son gente amante e interesada en la gente, y forman un grupo interno muy estrecho. Disfrutan mucho entre ellos, y se preocupan mucho el uno por el otro. Están involucrados internamente. Pero no se extienden afuera. Otra gente como ellos llega a tales iglesias y dice: “Bueno, aquí no pertenecemos”. Aun cuando los diáconos les estrechen la mano en la puerta y les digan: “¡Vuelvan otra vez!”, los de afuera son todavía de afuera.

Hudson: Que sea una iglesia amante, ¿significa, necesariamente, que la suya sea una iglesia creciente?

McGavran: No, porque la mayoría del amor está dirigido a gente que nos ama. De esta forma, una iglesia amante tiende a ser una iglesia que crece hacia adentro. Ahora, lo que necesitamos es una iglesia amante que ame a los de afuera y se asegure que los visitantes lleguen a ser presentados a los grupos con los que se sienten cómodos, y donde gusten de otra gente y otra gente guste de ellos. Esto es esencial.

Hudson: Digamos que soy el pastor de una iglesia que no está creciendo. ¿Cuáles son algunos de los pasos que puedo tomar para ayudar a resolver esto?

McGavran: Hay una buena cantidad de pasos que se deben dar. Esto, nuevamente, depende bastante de las circunstancias. Pero, en general, diría que todos pueden hacer cuatro cosas:

Primero, la Biblia debiera ser predicada en forma tal que ponga el ardiente deseo de Dios hacia sus hijos perdidos sobre los corazones de los miembros. Ellos deben creer que esa gente allá afuera está perdida. Es fácil decir, pero es difícil creer. “¿Qué, mi vecino? Él es un hombre muy bueno. Me presta su cortadora de césped cuando la mía se descompone. Me lleva al trabajo cuando mi auto no arranca. Él no va a la iglesia, ¡pero no puede estar perdido!”

Esa posición secular americana debe ser combatida predicando la Biblia. Sea que se trate de mi vecino o de mi hijo o hija, sea que se trate de la gente de la vereda de enfrente o en la otra parte de la ciudad, si no creen en Jesucristo como Señor y Salvador, no están bautizados en su nombre, no son miembros confiables ni útiles a su iglesia; están perdidos.

Hudson: Esto necesita ser predicado.

McGavran: Eso necesita ser predicado y enseñado para que la gente realmente lo crea.

El segundo punto es que debemos crear una fuerza de choque, una fuerza evangelizadora. Si dejamos todo al pastor ¡es probable que no ocurra! Necesitamos que la gente salga a caminar por las calles, a golpear las puertas y a comenzar estudios bíblicos en los hogares en los que, por lo menos, el 50% de la gente no sean miembros de nuestra iglesia.

Mi colega, el Dr. Peter Wagner, dice que debe tratarse de reclutar el 10% de la iglesia como la fuerza evangelizadora. Entrénese a estos miembros en la evangelización. Permítase que se reúnan regularmente como equipo para hablar de sus victorias y derrotas. Discutirán formas de presentar el Evangelio que sean efectivas y aquellas que han encontrado inefectivas. No sé si 10% es una buena cifra o no. ¡Pero por lo menos un 10%!

En el Nuevo Testamento, cuando los cristianos fueron desalojados de Jerusalén, todos salieron a predicar el Evangelio. Puede que no consigamos que en la mayoría de las iglesias “todos” salgan a predicar, ¡pero puede ocurrir! De cualquier forma, el ideal es una fuerza que salga a evangelizar.

Hudson: Entonces, lo segundo es movilizar una fuerza evangelizadora.

McGavran: Sí, edificar, entrenar y mantener trabajando esa fuerza evangelizadora.

Lo tercero es estudiar la comunidad para contar quiénes son receptivos, de tal forma que nadie esté desperdiciando sus esfuerzos. Hay gente que no es sensible. Identifiquémoslos y no perdamos mucho tiempo con ellos. ¡Ganemos a los “ganables” mientras que son “ganables”! Este es el tercer punto.

El cuarto diría que es hacer surgir nuevas iglesias. Al estudiar las denominaciones en los Estados Unidos encuentro que el estado estacionario comienza cuando no hay surgimiento de iglesias. Y el crecimiento continúa vigorosamente mientras están haciendo nuevas iglesias.

Ahora, las iglesias nuevas y conflictivas son un problema. Pero también lo son los bebés conflictivos. Y, sin embargo, no hay forma de lograr hombres destacables sin tener bebés traviesos que son problemas. Es así. Y a menos que hagamos surgir muchas nuevas iglesias no vamos a tener el tipo de crecimiento que deseamos obtener.

Hudson: ¿Debiera una iglesia que desea crecer concentrarse en su propio crecimiento, o debiera estar intentando crear nuevas iglesias? ¿O ambas cosas?

McGavran: Ambas cosas. Yo diría que si la fuerza evangelizadora sale, ganará algunos vecinos para la iglesia. Pero también ganarán a algunas personas que tienen que venir desde 15 o 30 kilómetros hasta la iglesia. Y si tienen un grupo de gente aún a 8 kilómetros de la iglesia, y ellos están asistiendo, ¿por qué no comenzar una iglesia allí? Sería más fácil para la nueva iglesia ganar a la gente que tiene que caminar cinco cuadras hasta la iglesia que ganar a los que tienen que viajar 5 kilómetros hasta la iglesia. Ahora, la objeción es que necesitamos algunas iglesias grandes y bien ubicadas a las cuales la gente les guste venir.  Los americanos son gente muy avanzada, ¡y les gustan las cosas lindas! Y cuando van a la iglesia, no quieren escuchar un sermón pobre, quieren escuchar un sermón bueno. Les gusta un servicio que transcurra ordenada y serena mente. Les gusta reunirse en un santuario cálido que no esté demasiado congestionado. ¡Todo esto es cierto! Pero por otro lado, la información es muy firme en el sentido de que cuando una denominación se concentra en sólo crear hermosas iglesias, entra en su fase de meseta o estancamiento.

No hay nada más efectivo que comenzar nuevas iglesias. Algunas de ellas morirán. Pero no demasiadas. Las iglesias pequeñas son fuertes, y resolverán sus propios problemas.

Hudson: ¿Diría usted que el futuro éxito de la iglesia depende en un grado importante de su habilidad para crear nuevas iglesias?

McGavran: Ciertamente éste es un factor. No lo haría el único factor.

Hudson: Dean Kelley ha dicho que el hecho de tener doctrinas características o inusuales, como el sábado, por ejemplo, puede no ser un obstáculo sino realmente una ayuda en el crecimiento de la iglesia. ¿Le interesaría comentar sobre ésto?

McGavran: Si la iglesia está encerrada en sí misma, y los adventistas del séptimo día son conocidos como esa gente peculiar que se reúne en sábado, entonces guardar el sábado es un obstáculo. Si, por el otro lado, la iglesia está creciendo, y la gente está encontrando nueva vida (deja sus pecados y viene a Cristo) y mucho gozo en el Señor, entonces, pienso que el hecho de que se estén reuniendo en sábado, y que definan el reunirse en sábado como lo que el Señor mismo y sus apóstoles hicieron, y como una de las obediencias que es requerida, ayudaría al crecimiento.

Hudson: Una última pregunta: En una clase reciente del Crecimiento de Iglesia aquí en Fuller, presentada por su colega, C. Peter Wagner, la mayor representación de denominación alguna fue adventista (siete de un grupo de cincuenta). ¿Por qué es que el movimiento del Crecimiento de la Iglesia ha despertado tanto interés entre los adventistas?

McGavran: Supongo que es porque la Iglesia Adventista es obediente. Y cuando los miembros leen las Escrituras se dicen a sí mismos: “Nosotros no podemos ser cristianos obedientes sin estar interesados en el crecimiento de la iglesia. No podemos ser cristianos obedientes sin buscar al perdido. No podemos ser cristianos obedientes sin llevarlos a aceptar a Jesucristo, ser bautizados, y continuar como miembro del cuerpo”.

Probablemente esa sea la razón.