Un proyecto para comprometer a la juventud con la misión de la iglesia.
De acuerdo con Elena de White, “hay muchas actividades en las cuales los jóvenes pueden hallar oportunidad de realizar tareas útiles. Organícense en grupos para el servicio cristiano, y la cooperación será para ellos una ayuda y un estímulo” (La educación, p. 269).
¿Ha imaginado alguna vez una revolución espiritual que tenga como protagonista a nuestra juventud? Ella representa el 63 por ciento de los miembros de la Iglesia Adventista en Sudamérica y, a veces, me quedo pensando, orando y pidiendo a Dios que, en su infinita sabiduría, nos dé una estrategia evangelizados para desafiar y comprometer a nuestros jóvenes en la misión de la iglesia.
Con este objetivo en mente, enfrentamos algunos desafíos modernos como, por ejemplo: ¿Cómo es posible usar Internet, o Youtube, Messenger o Facebook de manera segura y eficaz en la predicación del evangelio? ¿Cómo hacer para que nuestros jóvenes vuelvan a tener interés por la Biblia y, consecuentemente, la estudien diariamente? ¿Cómo podemos llevar a cada adolescente y joven a sentir interés por la misión de predicar el evangelio a un mundo altamente secularizado, individualista y hedonista, en el que en todo momento se siente el “olor” de la sensualidad en el aire?
Creo firmemente que, si bien los recursos modernos de la cibernética facilitan las relaciones virtuales entre los adolescentes, ellos no pueden suplir la necesidad de cariño y afecto que solo el contacto personal puede satisfacer en su totalidad. Necesitamos crear o reinventar una red personal de relaciones para los jóvenes, a la que podemos denominar “Grupos pequeños para jóvenes”.
La salida
No hace mucho tiempo, tuve la oportunidad de conversar con tres líderes de Grupos pequeños para jóvenes en las regiones nordeste y sur del Brasil: Robertson Dias, de Recife, PE; Jéssica Oliveira, de Lauro de Freitas, BA; y Cláudio Santos, de Porto Alegre, RS. Durante el diálogo, noté que, si bien
vivían en regiones bien distantes una de la otra, los tres líderes mantienen algunos principios en común. También quedó en claro que el Espíritu Santo los guía, los orienta y los llena de entusiasmo en la formación de nuestra red de relaciones interpersonales para jóvenes, los Grupos pequeños.
Veamos, entonces, los principios afines entre ellos:
Pasión por lo que hacen. Para que sea funcional esta red de relaciones entre los jóvenes de Sudamérica, es imperioso contar con jóvenes apasionados por el liderazgo de Grupos pequeños. Los tres líderes mencionados “respiran y transpiran” entusiasmo por el servicio prestado a la causa de Dios.
Mentalidad confesional. Es decir, independientemente de quién sea el pastor, ellos continúan amando el trabajo y dedicándose a él, teniendo en vista el progreso de la misión que nos fue confiada por el Señor Jesús. Trabajan “a tiempo y fuera de tiempo”. La gran motivación que los impulsa es preparar a otros jóvenes para servir a Cristo y a los semejantes.
Apoyo pastoral. Todos ellos fueron unánimes en afirmar que, si el pastor de iglesia o de distrito no cree en el trabajo y lo apoya, participando personalmente de los Grupos pequeños de jóvenes, de poco valdrá el empeño de ellos. Por eso, es oportuno recordar que, como pastores, debemos apoyar integralmente el proyecto, “ponernos la camiseta” de ese movimiento.
Opción por la humildad. Los líderes entrevistados revelan una disposición inmensa por continuar aprendiendo, a fin de servir cada vez mejor a la causa de Cristo. Quieren sumar, agregar valores morales, espirituales y sociales, teniendo como blanco la transformación de la comunidad en que viven.
Beneficios
Enfatizando nuestro lema: “Grupos pequeños, grandes bendiciones”, pedí que los tres líderes entrevistados enumeran algunos beneficios que los Grupos pequeños de jóvenes pueden propiciar a la iglesia. Fueron señalados los siguientes:
Crecimiento espiritual. El trabajo del Grupo pequeño juvenil acerca a los jóvenes a Dios. Eso significa crecimiento de la espiritualidad, porque cada joven estrecha su relación con Jesús a través del estudio sistemático de la Biblia. De hecho, el cristianismo no es más que una relación íntima y profunda con Jesús. Consecuentemente, hay un mayor compromiso con las tareas espirituales requeridas de cada joven. Estas tareas son elaboradas de tal manera, que los jóvenes desarrollan el hábito de la comunión con Dios, estudiando la Biblia y practicando la oración intercesora.
Un ejemplo de esto es la tarea en la que cada participante debe tener su agenda de oración, con nombres de las personas por las que intercede durante la semana. Son personas por cuya salvación el Grupo trabaja, o puede ser un miembro del mismo Grupo.
Fortalecimiento fraternal. Hay una constante interacción social y espiritual entre los jóvenes porque, en general, parecen sentirse más a gusto, si abren su corazón a otro joven en lugar de a un adulto. El lenguaje es el mismo, y los intereses sociales, intelectuales y espirituales son casi los mismos también. Esta segmentación etaria es la clave para el éxito del Grupo pequeño juvenil.
Reavivamiento del sentido de misión. El Grupo pequeño mantiene a los jóvenes activos en la iglesia. Esto se debe al hecho de que, durante la semana, participan constantemente de las tareas espirituales que se les piden. Así, el compromiso con la misión se hace más fácil, lo que contribuye a que tengamos iglesias vivas y activas en la comunidad en que están insertas.
Un aspecto que no puede ser pasado por alto es que, de los tres líderes, dos tienen el viernes de noche como día oficial de reuniones. El promedio de duración del encuentro es de una hora y media, y cincuenta minutos son dedicados al estudio de las Escrituras. El formato de los estudios utilizados en los Grupos pequeños de jóvenes casi siempre se adapta del modelo de los adultos. Algunos elaboran su propio modelo de estudio, de acuerdo con los intereses y las necesidades de las personas. La asistencia promedio es de veinte jóvenes, de los que tres todavía no son bautizados.
Creo que si tuviéramos en nuestras iglesias esos Grupos pequeños de jóvenes durante la semana, y de acuerdo con la peculiaridad de cada Grupo, ciertamente estarían repletas durante los cultos del sábado y entre semana.
“No imaginéis que podréis despertar el interés de los jóvenes yendo a una reunión misionera y predicando un largo sermón. Idead modos por los cuales pueda despertarse un vivo interés. De semana en semana, deben los jóvenes traer sus informes, contando lo que han tratado de hacer para el Salvador, y qué éxito tuvieron. Si la reunión misionera fuese trocada en ocasión de dar semejantes informes, no sería monótona, tediosa ni desprovista de interés. Sería muy interesante, y no le faltaría asistencia” (El servicio cristiano, p. 262).
Pastoreo mutuo. En el Grupo pequeño de jóvenes, el problema de un miembro se convierte en el problema de todos. Y eso se llama empatía, amor fraternal, interés por el otro. Esa era la esencia del modus operandi de la iglesia cristiana primitiva. “Todos los que habían creído estaban juntos, y tenían en común todas las cosas; y vendían sus propiedades y sus bienes, y lo repartían a todos según la necesidad de cada uno” (Hech. 2:44, 45). Esa iglesia amorosa, generosa y simpática también puede ser llamada “la iglesia del amor”, del socorro mutuo, o la iglesia en que “no había entre ellos ningún necesitado; porque todos los que poseían heredades o casas, las vendían, y traían el precio de lo vendido, y lo ponían a los pies de los apóstoles; y se repartía a cada uno según su necesidad” (Hech. 4:34, 35).
Formación de nuevos líderes. A los beneficios enumerados hasta aquí, podemos agregar el establecimiento automático de una escuela práctica y económica de formación de líderes jóvenes. Cada joven tendrá su responsabilidad en la iglesia. Así, se hace más fácil pastorear el distrito.
“Jóvenes y señoritas, ¿no podéis formar grupos y, como soldados de Cristo, alistaros en la labor, poniendo todo vuestro tacto, y capacidad y talento al servicio del Maestro, para que podáis salvar almas de la ruina? Organícense grupos en todas las iglesias para hacer esta obra. (…) ¿Se organizarán los jóvenes y señoritas que realmente aman a Jesús como obreros, no sólo para trabajar en favor de los que profesan ser observadores del sábado, sino también de aquellos que no son de nuestra fe? (ibíd., p. 44).
Desafiemos juntos a cada joven que todavía no participe de un Grupo pequeño a comprometerse con este proyecto. No tenemos tiempo que perder. Comencemos por el entrenamiento constante de nuevos líderes para Grupos pequeños de jóvenes. Después, proveámosles material específico, de acuerdo con las necesidades y los intereses peculiares. Luego, vamos a acompañarlos paso a paso, decisión por decisión, lección por lección. Dejemos los resultados en manos de Dios. Ciertamente, serán abundantes.
Sobre el autor: Director del Ministerio Joven de la División Sudamericana.