Conoce cómo prevenir las principales causas de agotamiento entre los pastores.
Son frecuentes las estadísticas sobre burnout y las historias de los que abandonan el ministerio debido al agotamiento. Sin embargo, al hablar del asunto, intentamos aislarnos. “Eso no va a ocurrir conmigo. Yo soy diferente”. Esa actitud puede ser peligrosa, porque nos ciega a las señales de alerta y permite que el agotamiento se vuelva sutilmente en nuestra contra. En este artículo contamos nuestras historias, apuntamos a las causas del agotamiento, y explicamos el proceso que descubrimos para encontrar salud y esperanza. La historia de Moor provee el contexto de las primeras cuatro causas; y la de Kidder, para las últimas cuatro.
Un joven agotado
Poco tiempo después de iniciar el ministerio, dejé el trabajo pastoral para cursar una maestría. ¡Me sentí agotado en menos de tres años de pastorado! Pasé a formar parte del 33 % de los pastores que sufren de burnout en los primeros cinco años de su ministerio.[1] ¿Qué ocurrió?
Causa 1: Me desgasté trabajando sin descanso y, bien pronto, el ministerio consumió mis energías. Para mí, la iglesia era como si hubiese encontrado una bolsa de cinco quilos de papas fritas y las hubiese llevado a mi oficina. ¡Eso era todo lo que necesitaba! Me quedaba hasta tarde haciendo llamadas, preparando programas, elaborando sermones y presentaciones… Yo, mis papas fritas y mi ministerio. ¿Quién necesita horas de sueño regular cuando está realizando la obra del Señor? Después de casarme, mis hábitos no cambiaron mucho. Aun a las diez de la noche, si un miembro de iglesia me llamaba de nuevo, tenía que atender. No podía decir “no” al trabajo. Mi problema era la falta de límites.
Establecer límites es un factor clave en la prevención del burnout.[2] Sin límites, las personas que ejercen profesiones de ayuda al prójimo pueden quedar expuestas a riesgos peligrosos.
Causa 2: Las responsabilidades invadieron áreas esenciales de mi vida. Comencé a comprometerme en las exigencias de la iglesia y de la escuela, aconsejando a padres y a alumnos, dando estudios bíblicos, administrando ministerios y realizando otras actividades. Con todas esas responsabilidades, el tiempo diario para la oración, el estudio y la reflexión fue siendo sustituido por las actividades ministeriales. Y mi alma comenzó a sufrir. Estaba corriendo vacío, me faltaba la espiritualidad vibrante.
Diane Chandler señala la renovación espiritual como uno de los tres factores principales y cruciales para evitar el agotamiento.[3] A medida que disminuía mi conexión personal con Dios, las actividades desafiantes que acostumbraba realizar con el poder de lo Alto pasaron a ser hechas con mis propias fuerzas.
Causa 3: Las exigencias del trabajo también afectaron mis relaciones con amigos y familiares. Mis padres vivían a menos de diez minutos de distancia, pero mis visitas se espaciaban por meses. Aun cuando su iglesia me invitaba a oficiar en alguna ceremonia, no podía asistir porque “tenía” que estar siempre presente en mis congregaciones. Ellos no se enojaban conmigo. Todavía me aman Sin embargo, nunca podré corregir mi ausencia en su vida. No estuve allí para apoyarlos en momentos importantes.
La relación con mi esposa también sufrió. Muchas veces no le di la atención debida, hasta llegar a algún tipo de problema en la relación. Generalmente, las oportunidades de estar juntos eran en los eventos escolares o de la iglesia. Comenzamos a aislarnos de los amigos, y los que podrían haber sido nuestros amigos fueron confinados a grupos ministeriales. Asumí únicamente la responsabilidad de ser pastor de los amigos y, al hacerlo, terminé sintiéndome solo. Así, quedé carente de relaciones.
Las investigaciones señalan que “las relaciones fuertes, fuera del ambiente del ministerio, son importantes para promover la resiliencia pastoral”.[4] Necesitamos la intimidad de las relaciones.
Causa 4: Cuidaba dos iglesias que me apoyaban, pero, aun así, surgieron conflictos. Un miembro dijo que mi predicación bloqueaba al Espíritu Santo, otro me insultó con palabras vulgares a causa de una decisión que había tomado, y algunos otros sentían que era su deber ordenar dónde y cuándo debíamos estar mi esposa y yo. Hubo fricciones entre los miembros con relación al uso de la iglesia, a palabras que fueron dichas, falta de amor fraternal, decisiones equivocadas tomadas en la Junta… No estaba adecuadamente preparado para administrar todos aquellos conflictos. Muchos de ellos, simplemente, los dejé sin resolver. Y la tensión se apoderó de mí. Me faltó capacidad para gestionar los problemas.
Los conflictos en la iglesia se vuelven un factor significativo del agotamiento pastoral.[5] Muchas veces no son graves, pero esas pequeñas heridas y tensiones impactan negativamente a lo largo del tiempo.[6] Y el resentimiento aumenta.
Las luchas de un veterano
Actuaba como pastor hacía varios años. Cuando inicié mi ministerio, encontré un sistema que parecía estar funcionando. Mi pastorado era positivo y los administradores estaban felices con mi desempeño. Entonces, durante un feriado, fuimos con mi esposa a visitar a sus padres. Mientras manejaba, mi corazón comenzó a latir muy aceleradamente, tan rápido que tuvimos que parar. Mi esposa me llevó al hospital, pero no había señales de un ataque cardíaco ni derrame. Me diagnosticaron “estrés severo”. Recibí la noticia con tranquilidad, porque eso no parecía un problema de salud grave. Entonces, al día siguiente, ocurrió nuevamente. ¿Qué estaba causando este estrés? Busqué a un especialista en el asunto, y descubrí que estaba agotado, y que varios factores eran los causales.
Causa 5: En mi concepción de liderazgo pastoral, tenía que estar presente en todo. Pensaba que debía ser omnipresente. Trabajaba más de sesenta horas por semana y, muchas veces, utilizaba demasiado tiempo en actividades que no eran compatibles con mis habilidades. Creía que no necesitaba de ningún día libre y descuidaba la práctica bíblica del descanso.
Trabajar ininterrumpidamente cincuenta horas por semana o más es perjudicial para los pastores, porque tiende a llevarlos a sufrir “física, relacional y espiritualmente”.[7] Sin descanso, la probabilidad de agotamiento aumenta dramáticamente.[8] Además de las largas horas de trabajo, muchos pastores no separan espacio en sus agendas para dedicar tiempo al relajamiento.[9] Los pastores también se benefician con el día de descanso.[10]
Causa 6: Aunque había recibido una formación de calidad, todavía me sentía deficiente al elaborar proyectos, plantar iglesias o resolver conflictos, entre otras cosas. Deseaba desarrollar esas habilidades. Cierto día, el pastor administrador de mi campo me llamó, y nos invitó a comer a mi esposa y a mí. Imaginé que esa sería la oportunidad de obtener ayuda para resolver los problemas que estaba enfrentando en el ministerio. Pasamos un momento muy agradable, pero no escuché acerca de él nuevamente. Para ser justo, tan solo tener una reunión con un supervisor una vez es más apoyo que lo que muchos pastores reciben, pero necesitaba más. A mí, como a muchos otros pastores, me faltaba apoyo intencional y profesional.[11]
Los pastores no lo saben todo. El apoyo por parte de las instituciones de la iglesia, o fuentes externas tales como un consejero o un grupo de apoyo, pueden proveer orientación, formación e incentivo esenciales. Sin eso, los pastores se estancan. La rutina ministerial puede llevarlos a sentirse vacíos y oprimidos.[12]
Causa 7: Como pastor, me tocaba satisfacer las expectativas de las iniciativas o los proyectos de la sede regional y a la iglesia le tocaba ejecutar. La iglesia que pastoreaba fue primera en bautismos durante cinco años seguidos, pero no fue así el sexto año. Una tarde, recibí una llamada de un oficial de la Unión. Me preguntó si había algún otro bautismo para informar. No había ninguno. Sentí como si lo hubiese decepcionado. Si los miembros no pre- sentaban a otra persona, como líder me sentía en la obligación de hacer el trabajo para alcanzar nuestros objetivos. Yo no tenía la habilidad necesaria para bregar de manera saludable con las expectativas.
La dificultad para lidiar con las expectativas es uno de los factores más citados por los pastores que sufren de burnout.[13] La estructura del sistema eclesiástico tiene muchas expectativas en cuanto a sus ministros, y los pastores han sido víctimas de esas expectativas.
Causa 8: Las altas expectativas afectaron mi desempeño en el trabajo. También se convirtieron en un instrumento de medición para evaluar mi autoestima. Si la iglesia estaba bien, yo estaba bien. Si la iglesia estaba mal, me sentía descalificado. Si mi sermón era raso, yo era un fracaso. Mi identidad estaba relacionada con el éxito de la iglesia, en lugar de estar centrada en Cristo.
El “sentimiento de ineptitud” fue identificado como un factor significativo para el burnout. [14] No importa cuáles sean las causas específicas del problema de autovaloración, los complejos de ineptitud acabarán con la salud.
El tratamiento
Nosotros dos, Jonny y Joseph, llegamos a la conclusión de que estábamos agotados y necesitábamos ayuda. Independientemente de la historia, edad, experiencia o intenciones, el agotamiento golpea a la puerta de todos los pastores.[15] ¿Qué hicimos? Leímos libros, buscamos consejeros amigos, identificamos las causas y comenzamos a hacer cambios en nuestra vida. A continuación, presentamos una estrategia de tres pasos que resume nuestra experiencia y puede ayudarte a evitar o a tratar el burnout.
1) Cultiva la autoestima bíblica. Ya sea que nuestro valor venga de los demás, de la capacidad de concluir proyectos o de cualquier otra parte, esas fuentes nunca nos satisfarán. Dios quiere que nuestro sentido de valor venga de él. Fuimos creados por él, por eso dependemos del Creador para nuestra salud emocional. Hasta el mismo Jesús necesitó esa autoafirmación que le dio el sentido de identidad para cumplir su misión: “Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia” (Mat. 3:17).[16]
Reflexiona sobre tu identidad. En Dios, esta es más fuerte que cualquier otra identidad. Podemos ser despojados de fuentes comunes de identidad, como la herencia, logros, posiciones o posesiones. Sin embargo, de acuerdo con la Biblia, somos príncipes y princesas de Dios. Somos hijos amados del Rey y nadie puede quitarnos ese estatus divino. El Señor permitió que su Hijo fuese ofrecido como rescate por nuestros pecados, para que pudiéramos ser parte de su familia.
Recuerda que fuiste transformado (2Cor. 3:18), y que el Espíritu Santo puede renovar nuestra mente (Rom. 12:2). Estudia diariamente las Sagradas Escrituras, ora y escucha la voz de Dios.
2) Establece prioridades de acuerdo con la voluntad de Dios. Cuando nos identificamos como hijos e hijas de Dios, nuestras prioridades comienzan a cambiar. Esta transformación es fundamental para evitar o lidiar con el burnout, porque gran parte de él resulta de la elección indebida de prioridades. A pesar de tener la tentación de ubicar unas por encima de otras, su recurrente presencia en toda la Biblia demuestra que deben ser mantenidas en equilibrio. ¿Cuáles son las prioridades o ideales divinos para sus ministros?
Espiritualidad. El Señor desea tener una conexión íntima con nosotros. Enoc caminó con Dios. La finalidad del Santuario terrestre era que Dios estuviera con su pueblo (Éxo.25:8). Jesús mantuvo comunión íntima con el Padre (Luc. 5:16). Él también reconoció la búsqueda del Reino de Dios en primer lugar (Mat. 6:33). El Salvador estaba siempre ocupado, pero mantener su conexión con Dios lo protegió del agotamiento.[17]
Relaciones fraternales. Dios nos creó para vivir en comunidad (Gén. 1:27; 2:18). Pablo fue un gran defensor y motivador del propósito divino. “Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros” (Rom.12:10). “Por lo cual, animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis” (1 Tes. 5:11).[18] Las relaciones saludables y fraternales protegen contra el burnout.
Descanso. Necesitamos tiempo para robustecernos. El día de descanso semanal, provisto por el Creador, es un recordatorio de esa realidad (Gén. 2:3; Éxo. 33:14). Jesús invitó a sus discípulos a descansar: “Venid vosotros aparte a un lugar desierto, y descansad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de manera que ni aun tenían tiempo para comer” (Mar. 6:31). Cuando descansamos, renovamos las fuerzas para vivir y trabajar con más entusiasmo.[19]
Visión de misión. Dios tiene una misión para la iglesia. Él desea que sea una bendición en el mundo, invite a los pecadores a preparar el camino de salvación y haga de ellos discípulos en su obra (Mat. 28:19, 20; 1Ped. 2:9). El Señor desea que sus ministros causen impactos significativos en la vida de los demás, en lugar de simplemente ocuparse de tareas rutinarias en la iglesia. Tener una visión clara y significativa de nuestra misión evita el agotamiento porque nos motiva y nos ayuda a identifica qué tareas son útiles y cuáles no lo son.
3) Establece límites. En Hechos 6, vemos cómo la iglesia apostólica trató con los límites. Estaba la necesidad de dar más atención al cuidado de las viudas, pero los apóstoles estaban sobrecargados. Si tenían que encargarse de eso también, hubieran perjudicado la misión para la cual fueron llamados. Por eso, dijeron: “No es justo que nosotros dejemos la palabra de Dios, para servir a las mesas. Buscad, pues, hermanos, de entre vosotros a siete varones de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría, a quienes encarguemos de este trabajo. Y nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra” (Hech. 6:2-4).
Los apóstoles se preocuparon por las necesidades de su comunidad. Reconocieron que algo tenía que hacerse. Luego, priorizaron lo que Cristo había establecido cuando los llamó y envió, y delegaron en la iglesia las otras responsabilidades.
Jesús también estableció límites basándose en las prioridades de su Padre. Su misión era buscar y salvar a los perdidos (Luc. 19:10). Él estableció límites para su vida. No permitió que las provocaciones estorbaran su misión (Luc. 4:28-30). No se sometió a los anhelos políticos de los discípulos para con él (Mat. 16:23). Se alejó de las multitudes para descansar y vigorizarse espiritualmente (Luc. 5:16).[20]
Como pastores del rebaño de Cristo, sabemos que necesitamos seguir su modelo de vida. El problema es poner eso en práctica.[21] Reconoce que es necesario establecer límites para que el ministerio perdure. También son benéficos para la salud. No necesitamos sentirnos culpables por mantener esos límites.[22]
Ministerio brillante
El burnout mina la vitalidad y el ministerio. La falta de límites, de espiritualidad, de relaciones, de habilidad para gestionar conflictos, de descanso y de autoestima han llevado a muchos siervos del Señor al agotamiento. Con todo, gracias a Dios podemos revaluar nuestras prioridades y superar esas causas, encendiendo nuevamente la llama del ministerio. El deseo divino es que tengamos vida, y vida en abundancia (Juan 10:10). ¿Estás preparado para vivir esa experiencia?
Sobre los autores: S. Joseph Kidder, profesor en el Seminario Teológico de la Universidad Andrews. Jonny Wesley Moor, pastor en el Estado de Oregon, Estados Unidos.
Referencias
[1] Datos obtenidos en <https://carenetnc.org/services/counseling-for-ministers/>, consultado el 07/5/2019.
[2] Elizabeth Ann Jackson-Jordan, “Clergy Burnout and Resilience: A review of the literature”, Journal of Pastoral Care & Counseling 67, No 1 (marzo de 2013), pp. 2, 3.
[3] Diane J. Chandler, “Pastoral Burnout and the Impact of Personal Spiritual Renewal, Rest-Taking, and Support System Practices”, Pastoral Psychology 58, No 3, 2009, p. 275.
[4] Jackson-Jordan, “Clergy Burnout and Resilience”, p. 4.
[5] Barry J. Fallon, Simon Rice y Joan Wright Howie, “Factors That Precipitate and Mitigate Crises in Ministry”, Pastoral Psychology 62, No 1 (febrero de 2013), pp. 27-40. También reconocido por Randy Garner, en “Inter-
personal Criticism and the Clergy”, Journal of Pastoral Care & Counseling 67, No 1, y comprobado en los estudios de Edgar Voltmer, Christine Thomas y Claudia Spahn, en “Psychosocial Health and Spirituality of Theology Students and Pastors of the German Seventh-day Adventist Church”, Review of Religious Research 52, No 3.
[6] H. Peter Swanson, “Pastoral Stress Management to Maximize Family Function”, Ministry (marzo de 2013), pp. 17-20.
[7] Franco Vaccarino y Tony Gerritsen, “Exploring Clergy Self-Care: A New Zealand Study”, Inter-
national Journal of Religion and Spirituality in Society 3, No 2, 2013, p. 71.
[8] Fallon, Rice y Howie, pp. 28, 33.
[9] Richard A. Swenson, Margin: Restoring emotional, physical, financial, and time reserves to overloaded lives (Colorado Springs, Colorado: NavPress, 2004).
[10] Erik C. Carter, “The Practice and Experience of the Sabbath Among Seventh-day Adventist Pastors”, Pastoral Psychology 62, No 1, p. 25.
[11] Fallon, Rice y Howie, p. 33.
[12] Benjamin D. Schoun, Helping Pastors Cope: A psychosocial support system for pastors (Berrien Springs, Michigan: Andrews University Press, 1982), pp. 191-200.
[13] Fallon, Rice y Howie, p. 33.
[14] Chandler, “Pastoral Burnout”, p. 273.
[15] “New Study of Pastor Attrition and Pastoral Ministry”, <http://lifewayresearch.com/pastor- protection/>, consultado el 07/5/2019.
[16] Textos bíblicos citados de la versión Reina-Valera de 1960.
[17] John Ortberg, The Life You’ve Always Wanted: Spiritual disciplines for ordinary people (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 2002), p. 84.
[18] Carl F. George, Prepare Your Church for the Future (Tarrytown, NY: F. H. Revell, 1991), pp. 129-131.
[19] Vaccarino y Gerritsen, p. 72.
[20] Bill Gaultiere, “Jesus Set Boundaries”, <https://www.soulshepherding.org/jesus-set-bounda-ries/>, consultado el 07/5/2019.
[21] Henry Cloud e John Sims Townsend, Boundaries: When to say yes, how to say no to take control of your life (Grand Rapids, Michigan: Zondervan, 1992).
[22] Margarita Tartakovsky, “10 Ways to Build and Preserve Better Boundaries”, Psych Central, <https://psychcentral.com/li-b/10-way-to-build-and-preserve-better-boun-daries/>, consultado el 07/5/2019.