Es mejor ganar amigos que ganar una discusión.
¿Por qué la gente deja de ir a la iglesia? ¿Por qué tarde a las reuniones del sábado y no quiere participar de la Escuela Sabática? ¿Por qué vienen tantas visitas y después no vuelven más? De acuerdo con los estudios hechos en los Estados Unidos acerca de ex miembros de iglesia, la mayor parte de esos hermanos dejó la congregación por dos razones básicas: falta de compañerismo y amistad entre los miembros, y cultos insípidos que no satisfacían sus necesidades.
En esta oportunidad deseo analizar el primer caso: la amistad es una de las grandes virtudes cristianas. Cuando la aplicamos al arte de evangelizar y de conservar a los nuevos miembros de iglesia, el éxito está garantizado.
El mundo en que vivimos está lleno de personas necesitadas. Algunas de ellas se encuentran todos los sábados en nuestras clases de Escuela Sabática, a la espera de que alguien les ofrezca amistad y compañerismo. Otras llegan de visita a nuestros cultos. Es gente que siempre necesita ayuda. ¿Por qué negarles lo que más necesitan?
En vista de esto, se debe enseñar y vivir más la virtud de la amistad en las iglesias. El cristianismo es más que una religión; es en verdad una relación con Cristo y con el prójimo.
La importancia de la amistad
La amistad es más importante de lo que pensamos, porque nadie puede vivir sin amigos Todos necesitamos sentir el calor de la verdadera amistad. El hombre es un ser social. Si un miembro de una congregación no tiene amigos, seguramente permanecerá poco tiempo allí. Si una visita llega a una iglesia y no encuentra un clima de amistad y compañerismo, se irá, y es posible que nunca más vuelva, o buscará otro lugar donde se la reciba bien y donde pueda satisfacer sus necesidades.
“La amistad es contagiosa. El problema es que muchos de nosotros esperamos contraería de otros, cuando sería mejor darles la oportunidad de que ellos la contraigan de nosotros”.
“Las amistades suman las alegrías y restan las aflicciones”.
“Quien halla un amigo, encuentra un tesoro”. Estos son dichos populares, conocidos por todos, y que deberían ser una realidad en nuestras congregaciones.
Creo que todo pastor y dirigente voluntario debería promover un ambiente más amistoso en su área de trabajo. Cada iglesia debe transformarse en una familia grande y unida. Todos somos hermanos. Debemos prestar atención a todos. La iglesia debe llegar a ser un refugio para los perseguidos, una protección para los desamparados, y un lugar de consejo para los desorientados y afligidos. Cuando eso suceda, la gente se interesará más en los cultos y traerá a sus amigos.
CÓMO GANAR AMIGOS
a. Sea usted misino amigo. Trate de ser simpático; ayude a la gente en sus dificultades.
b. Llame a la gente por su nombre. Cuando alguien pronuncia correctamente nuestro nombre, suena como música en nuestros oídos.
c. Manifieste interés por los problemas de los demás. ¿Está enfermo su vecino? Ofrézcase para llevarlo al hospital. ¿Sabe de alguien que está sobrecargado? Ofrézcale su ayuda, lín buen amigo es sensible a las necesidades de los demás.
d. Trate de servir siempre. Aunque ya esté en cama para empezar a dormir, si alguien necesita su ayuda, esté listo, y nunca demuestre que está molesto.
e. Siempre que sea posible, esté de acuerdo con su interlocutor. El pastor Mark Finley, en un curso titulado “Hagamos amigos para Dios”, que dictó por televisión, dijo que “lo más importante no es ganar una discusión sino ganar amigos. A los enemigos nunca los ganaremos. Sólo ganamos a los amigos” Por eso, en los primeros contactos siempre es bueno estar de acuerdo con la gente tanto como sea posible.
f. Acepte a la gente tal como es. Aceptar a alguien tal como es no significa que estaremos de acuerdo con sus creencias o que aprobaremos sus equivocaciones. Significa, en cambio, que seremos considerados con él o ella como ser humano, y que intentaremos prestarle ayuda. Jesús nos acepta tales como somos.
Creo que si predicamos más acerca de la amistad y el compañerismo que debe existir entre los creyentes, y promovemos esas virtudes, nuestros cultos serán más concurridos y bautizaremos más gente que ahora. Además, le estaremos cerrando la puerta a la apostasía.
Sobre el autor: Presidente de la Misión de Mayo Grosso, Rep. De Brasil