¿Cómo evangelizaría usted una ciudad como Singapur? Esta pregunta surgió una y otra vez durante la reciente clase del seminario de extensión que tuve que enseñaren el de la Unión del Asia Sudorienta. Había allí 27 pastores en el curso. Me pareció extraño que ellos me preguntaran, siendo que era un extraño en el Lejano Oriente, cómo podían evangelizar Singapur. Entonces comencé a preguntarles yo a ellos. ¿Cuál es el mayor problema que encuentran al evangelizar en Singapur? La respuesta: motivar a los habitantes a asistir a la reunión evangelizadora tradicional. Esos estudiantes me decían que cuando se planea una campaña, se invierten miles de dólares y un gran esfuerzo en persuadir a la gente a que venga a escuchar al orador. Se pone en operación un programa de publicidad bien planeado, que utilice miles de afiches, carteles, volantes y folletos. Se adquiere costoso tiempo por radio y televisión para anunciar las reuniones. Pero la respuesta es mínima.
¿El problema? ¿Cómo motiva usted a la gente a salir de sus cómodos departamentos en las alturas y asistir a una reunión evangelizadora? Estos edificios son la característica más prominente de Singapur. No hay ninguna dirección en la que uno pueda mirar sin ver ramilletes de tales departamentos, y más de estos están creciendo tan rápidamente como el dinero y los hombres lo permiten. La vida en las alturas no sólo es el estilo de vida actual, sino que determinará la estructura social de Singapur por mucho tiempo aún. Siendo que el terreno es cada más escaso y la población crece rápidamente, no hay posibilidad de expandirse en forma horizontal. La expansión sólo puede ser vertical.
La vida vertical separa efectivamente a la gente unos de otros. Es mucho más fácil esconderse, mantenerse al margen de los asuntos de la comunidad, cuando el espacio habitacional se expande hacia arriba en estructuras de departamentos múltiples. Tal estilo de vida presenta serios problemas sociales y de comunidad. También presenta serios problemas a la evangelización. La gente que está escondida en sus departamentos elevados, algunos de los cuales han tenido que subir muchos pisos para llegar a casa después de un agotador día de trabajo, no se aventurarán fácilmente a salir otra vez en la tarde para asistir a una reunión religiosa.
¿Estamos nosotros, entonces, gastando nuestros presupuestos de evangelización en las cosas equivocadas? ¿Estamos trabados en formas tradicionales de conducir la tarea evangelizadora? La nueva situación en Singapur -y en cualquier otro lugar del mundo-, ¿requiere una nueva forma de pensar en cuanto a la evangelización? ¿Requiere un nuevo enfoque en cuanto al adiestramiento de los obreros evangelizadores?
Permítanme compartir con ustedes algunas de las cosas que se me ocurrieron mientras, de pie en un aula de clase en el Colegio de la Unión del Asia Sudoriental, y mientras miraba hacia Singapur, resonaba en mis oídos la pregunta de mis alumnos: ¿Cómo evangelizaría un lugar como éste?
Primero, se me ocurrió que cada uno de estos departamentos en edificios elevados es una villa, un barrio, puesto de punta. Se nos dice que hay una cosa que un misionero dedicado hará para alcanzar a la gente donde él trabaja: vivirá entre ellos.
Segundo, si la gente no sale de estos edificios, entonces debemos ir a ellos -no para organizar un tipo tradicional de reunión evangelizadora en algún lugar de las instalaciones del edificio, porque todavía nos enfrentaríamos al problema motivacional, sino para ir y vivir con ellos.
Tercero, en lugar de gastar tanto dinero en publicidad y propaganda, quizá debiéramos invertirlo en personal. ¿Por qué no pagar el salario a un obrero soltero, o preferiblemente a una pareja de obreros, y enviarlos a vivir en uno de estos departamentos con la gente que debe ser evangelizada?
Cuarto, recordé que el modelo de ministerio del Nuevo Testamento es el modelo del siervo. ¿Por qué no pagar a un nuevo tipo de evangelista para que viva entre la gente de los departamentos y desarrolle un enfoque evangelizador orientado hacia el servicio antes que orientado hacia la predicación? Este programa también se adaptaría por sí mismo a la evangelización a largo término basada en relaciones antes que a la evangelización de corto plazo basado en reuniones y sermones.
Quinto, se me ocurrió que grandes corporaciones invierten una parte de sus entradas en investigación. ¿No podría la iglesia hacer lo mismo? ¿No podríamos invertir más de nuestro presupuesto evangelizador para experimentar con este tipo de evangelización en altura para ver si funcionará o aprender lo que necesita hacerse para que funcione?
¿No sería dinero bien invertido reclutar a un equipo de esposo y esposa altamente calificados, que estuvieran dispuestos a entregarse a un nuevo tipo de evangelización? Debiera iniciarse un tipo de entrenamiento especial, con un gran énfasis en el modelo “de siervo’’ de ministerio. Bajo la cuidadosa y sensible orientación de un departamento de crecimiento de la iglesia dependiente de la división o misión, se debería dar a este nuevo tipo de evangelista la libertad para experimentar e innovar. Durante la fase inicial y experimental de un proyecto piloto tal, la iglesia tendría mucho que aprender a fin de estar en condiciones de adiestrar y preparar más equipos de evangelistas-en-residencia orientados hacia el ministerio de servicio.
¿Cómo evangelizaría una ciudad como Singapur, o cualquier ciudad como ella? ¡Una forma podría ser por medio del evangelista-en-residencia!
Sobre el autor: Doctor en Ministerio, es el coordinador de iglesia y ministerio del Seminario Teológico Adventista del Lejano Oriente, en Cavite, Filipinas.