Durante los últimos años he dirigido la obra evangélica en forma modesta, con pocos gastos, y he gozado de cierto éxito. La mayor parte del tiempo he desarrollado mis labores sin instructora bíblica, sin aspirantes, sin director de canto empleado por la asociación, y mis esfuerzos públicos se han limitado casi totalmente a las iglesias en las cuales he trabajado. Los hermanos laicos han dirigido el canto y han servido de ujieres. Los himnos especiales y la música instrumental han estado enteramente a cargo de los talentos proporcionados por la iglesia local, y he instado a los miembros de la iglesia a que den estudios bíblicos, dirijan escuelas sabáticas filiales y use los proyectores para dar dichos estudios. Estos proyectores sirven generalmente para celebrar reuniones en carpas, o en aulas de clases o iglesias. He aprendido a dirigir el esfuerzo de los laicos y a confiar mucho en ellos, y gracias a esto he obtenido un buen número de bautismos como resultado.
Tenemos un mensaje: “El Señor quiere que la proclamación de este mensaje sea la obra más sublime y grandiosa que se lleve a cabo en el mundo de este tiempo.”—“Joyas de los Testimonios” tomo 2, pág. 365.
Tal tarea requiere el esfuerzo unido de los pastores y los hermanos laicos. Prediquemos y enseñemos constantemente el mensaje a nuestros miembros de iglesia. Deben estar cuidadosamente instruidos en cualquier punto de la doctrina.
Una clase de Escuela Sabática dirigida por el pastor
El pastor mismo debiera dirigir una clase especial de la escuela sabática, a la cual se llevarán a todas las visitas y a todos los que no son miembros de la iglesia. Tal clase debiera dirigirse de acuerdo con un plan verdaderamente evangélico. Debiera presentarse el mensaje y debieran dirigirse llamamientos a la gente para que entreguen su corazón a Cristo.
Todos nuestros hermanos laicos tendrían que ser instruidos y preparados hasta que puedan dar con inteligencia una razón de la fe que alientan. Si ellos mismos conocen el mensaje, estarán en condición de comunicarlo a otros, y querrán hacerlo.
“Los tres ángeles de Apocalipsis 14 representan a aquellos que aceptan la luz de los mensajes de Dios, y salen como agentes suyos para pregonar las advertencias divinas por toda la anchura y longitud de la tierra.”—Id., pág. 156.
Las familias que forman nuestras iglesias constituyen fructíferos centros de evangelismo. Los esposos, las esposas y los niños rendirán sus vidas a Cristo cuando los elevados principios de la verdad se les presenten en forma consecuente y apropiada. Tales hogares han producido muchas veces conversos firmes que luego han recibido el bautismo. En los momentos apropiados conviene comentar públicamente la obra exitosa de los fieles hermanos laicos que han obtenido éxito en ganar almas para Cristo. Es un incentivo para que otros salgan a trabajar, y es a menudo un desafío para los que están viviendo indiferentemente en sus hogares.
Hace poco bauticé a un prominente hombre de negocios. Estaba bien instruido en cuanto a los fundamentos de nuestra fe, porque había oído la verdad y la había visto testificada en la vida de su fiel esposa. Un día. mientras estaba junto a la mesa, dijo lo siguiente: “Soy adventista debido a la vida piadosa de mi mujer, y a la forma en que vivió la verdad en el hogar.” Más tarde, cuando repetí este incidente en la iglesia, los ojos de ambos, del esposo y la esposa, se llenaron de lágrimas de gozo, y ambos están trabajando ahora entusiastamente a fin de ganar a sus hijos para la verdad. Tales adventistas consagrados y bien instruidos, que se encuentran en los hogares de nuestra denominación, llegan a ser evangelistas ideales, y serán capaces de traer muchas almas preciosas que el predicador podrá presentar a Jesús.
Nuestro mensaje en cada sermón
Las personas que visitan nuestras iglesias nunca debieran irse con la sensación de que han escuchado un sermón más y nada más. Ya sea que se trate de un segundo servicio, o de la reunión de oración, o de una clase de la escuela sabática, tales ocasiones proporcionan una oportunidad real de presentar con tacto algún punto del mensaje. Algunos pueden concurrir alentando prejuicios, pero los sinceros de corazón pesarán las verdades que han oído y a menudo regresarán para recibir más. Siempre debiéramos hacer de Jesús el alma de nuestra enseñanza y de nuestra predicación. La lógica tiene efecto solamente cuando el poder del Espíritu está presente para conmover el corazón.
Como pastores, debiéramos estudiar y reestudiar nuestro mensaje. Debiéramos buscar al Espíritu de Dios para que nos dé algo nuevo y fresco cada vez que nos presentamos a los demás. Nuestra predicación pierde vitalidad cuando llegamos a la conclusión de que conocemos la doctrina “línea tras línea” y que no necesitamos estudiar más. Ese tipo de predicación añeja malogrará la asistencia a nuestras reuniones, y hasta nuestros miembros de la iglesia perderán interés. La predicación, para ser eficaz, debe ser fresca y espiritual, y cuando rindamos tal servicio, nuestras iglesias se llenarán los domingos de tarde con miembros de iglesia, sus parientes y visitas.
Un programa continuado
En los primeros cinco meses de 1953 habíamos bautizado 24 personas, y cuando clausuramos nuestras reuniones dominicales en Knoxville, Tennessee, Estados Unidos, para trasladarnos a otro lugar, celebramos la reunión más concurrida después de haberlo hecho en el mismo lugar por un período de tres años. En 1952 bautizamos 28 almas. Estos son, por supuesto, resultados modestos, pero se llevaron a cabo sin ninguna ayuda financiera, y prácticamente sin la ayuda de ninguna persona experimentada. Durante el mismo período refaccionamos la iglesia haciendo un gasto de varios miles de dólares, y en varias oportunidades predicamos sobre una plataforma improvisada hecha de tablones, atrayentemente cubiertos, por supuesto.
Nuestras iglesias debieran estar bien iluminadas y debieran presentarse limpias para celebrar los servicios el domingo de noche. Debiera prevalecer un espíritu de calma y reverencia. Tal atmósfera impresionará a las visitas, no importa cuán humilde sea el ambiente. Los pastores debieran instruir a los miembros de la iglesia para que se vistan con modestia, especialmente para ocasiones tales, y que al entrar a la iglesia vayan a sus lugares con calma y sin conversar.
A la gente le gustan los versículos proyectados en la pantalla
Empleo cientos de versículos proyectados en la pantalla por medio de un proyector durante mis series de conferencias, y hago nuevas diapositivas cuando las necesito. Es asombroso ver cómo aprecia el auditorio el privilegio de leer los versículos junto con el predicador. Empleo sólo los mejores cuadros en las ilustraciones que. uso para los estudios bíblicos relacionados con las profecías, y descarto lodos los que tienen algún tinte emocional. Al hacer los llamamientos. empleo a veces figuras de Cristo en el jardín de Getsemaní, en la cruz, o regresando a la tierra. Tales ilustraciones tienen siempre buen efecto.
Tenga cuidado de que sus discursos sean cortos. Trate de poner fin a la reunión cuando el interés ha llegado a su punto culminante. Cuando la gente sale diciendo: “Podríamos haber escuchado mucho más.” el predicador puede estar seguro de que ha tenido éxito, y sin duda la gente regresará el domingo siguiente para escuchar algo más. Consíganse cuantos nombres y direcciones sea posible, inscríbase a la gente en la Escuela Radio postal, y llámesele la atención sobre las emisiones de la Voz de la Profecía.
Hagamos lo mejor posible con lo que tenemos a mano. “¿Qué tienes en la mano?” fue la pregunta que Dios le dirigió a Moisés. El profeta sólo tenía una vara. Pero ¡qué instrumento poderoso fue ésta para liberar a Israel! Evitemos intentar lo que esté más allá de nuestra habilidad, o que sobrepuje los talentos que tenemos en la iglesia. Dese el mensaje con sencillez y déjense de lado todos los adornos innecesarios. Vivimos en la época de la radio y la televisión; la mejor clase de entretenimiento se puede obtener haciendo girar solamente un botón. Pero nuestras visitas han dejado esa clase de diversiones y entretenimientos porque han sido atraídos por el tema que Ud. prometió presentarles, y porque tienen hambre de algo que proceda de la Biblia. Esté preparado para alimentarlos con la Palabra de Dios. El pastor adventista tiene que ofrecer justamente lo que el mundo necesita. Es el mismo mensaje que Dios quiere que el mundo escuche. Es la verdad presente y ella sola podrá satisfacer el hambre espiritual de todo corazón sincero.
No hay camino fácil para obtener el éxito en la obra evangélica pastoral. Se lleva a cabo únicamente gracias al estudio de la Biblia, la oración, y la buena organización. El pastor que tenga en cuenta estos pasos no fracasará. No importa cuán sencillos sean los métodos que nos veamos obligados a usar, si empleamos cuidadosamente todos los medios que el Señor ha puesto en nuestras manos, nos dará abundantes frutos) como recompensa de nuestra labor.
“Que los cristianos… pidan con fe, la bendición prometida, y la recibirán. El derramamiento del Espíritu en los días de los apóstoles fue la lluvia temprana, y gloriosos fueron los resultados. Pero la lluvia tardía será aún más abundante.”—“Evangelismo” pág. 393.
Sobre el autor: (Pastor Evangelista).