Estos tiempos modernos caracterizados por una sociedad inquieta, compuesta por miembros ocupadísimos con una gama de variados compromisos, requieren del evangelismo actual una programación que los coloque a la altura de las circunstancias sociales actuales. El evangelismo multilateral, esto es el evangelismo que se valga de todos los recursos y los instrumentos disponibles en nuestra organización, es el único que podrá vencer la resistencia presentada por la gente moderna embebida en sus preocupaciones y diversiones. El 15 de junio de 1962, se inició en el auditórium adventista de Guanabara, Río de Janeiro, una animada campaña de evangelismo que tenía la característica de ser precisamente multilateral. La dirigió con su talento y devoción el pastor Enoch de Oliveira. El salón estaba colmado. Quedó ampliamente superada su capacidad para mil personas. La gente de este barrio caracterizado como frío e indiferente a los esfuerzos evangélicos, respondió ampliamente.
Se emplearon varios meses en la preparación del campo. Aproximadamente cinco mil personas recibieron encuestas sobre la educación en el hogar y la escuela, y sobre la delincuencia infantil, que fueron los primeros temas de las conferencias. Los vecinos de nuestro auditórium fueron invitados a escuchar La Voz de la Profecía, y decenas de personas, antes de la primera reunión recibieron las lecciones del curso de la Escuela Radio postal. Se distribuyeron además miles de folletos.
Lo notable es que, junto a la ardiente predicación de nuestro muy estimado director del Departamento Ministerial de la división, este evangelismo cuenta con las siguientes agencias colaboradoras: Medicina, evangelismo infantil, mesas redondas, dietética, música, dibujo y relaciones humanas. Los médicos del Hospital Silvestre, antes de las conferencias, hablaban algunos minutos dando valiosos consejos para las familias. Simultáneamente funcionaba una sección de evangelismo infantil, en el salón de los jóvenes. Tuvimos varias mesas redondas sobre problemas de delincuencia y del hogar. Una vez por semana, un selecto grupo de aproximadamente doscientas señoritas asistía a las clases de dietética y nutrición, dirigidas por personal de nuestro Hospital Silvestre. Quince minutos antes de las conferencias se presentaban partes especiales que consistían en solos, cuartetos, coros, interpretaciones con diferentes instrumentos musicales. La iglesia tenía un grupo de hermanos que oraba continuamente por turnos durante veinticuatro horas del día, y otro grupo que distribuía fielmente las invitaciones. Y resulta interesante decir que contamos con un grupo de esforzados obreros que secundaron Ja obra de evangelismo de casa en casa.
Gracias a la ayuda divina y a los esfuerzos humanos que hemos mencionado, hemos visto algo maravilloso. En el mes y medio de reuniones que llevamos en el momento de escribir este artículo, más de diez mil personas asistieron a dos reuniones semanales de conferencia, sin contar a los niños y a los que participaron en otras actividades.
Un día por semana se reúne una clase de investigación profética con más de doscientos cincuenta alumnos que no son adventistas. Eso es admirable, porque ya existía otra clase antes de las conferencias con decenas de alumnos inscriptos.
Los hermanos de la iglesia han dicho: “Sentimos una nueva vida espiritual”. Centenares de personas no adventistas han confesado su gran aprecio por los métodos evangelísticos que se han empleado.
Un cónsul dijo: “Entusiasma ver los métodos modernos y actuales con los que ustedes trabajan. ¡Cuán útil es para la sociedad esta forma de evangelizar!”
Al agradecer a todos aquellos que en una forma u otra han colaborado para que pudiéramos llegar hasta aquí, debemos recordar el auxilio de Dios y la ayuda de nuestras organizaciones superiores desde la asociación local hasta la Asociación General. Que Dios nos ayude a terminar esta campaña de evangelismo con alegría y recibir los frutos que esperamos.