La proclamación pública y los Grupos Pequeños no son actividades excluyentes ni rivales, sino inclusivas y cooperativas

Jesús y sus discípulos inauguraron la era de la evangelización. Fue como resultado de su ministerio que la iglesia entonces establecida fue comisionada a enseñar y proclamar el evangelio. Cumplir esa misión se convirtió en la gran pasión de esa iglesia. Había, por otro lado, una condición indispensable para el éxito: “Quedaos vosotros en la ciudad de Jerusalén, hasta que seáis investidos de poder desde lo alto” (Luc. 24:49); “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8).

Luego de que la iglesia recibiera el cumplimiento de la promesa hecha por Cristo (Hech. 2:1-4) y saliera a testificar, la cosecha de resultados solo fue cuestión de tiempo, como se ve en todo el libro de Hechos. Pasados muchos siglos, nada cambió. Hoy, nuestra misión todavía es la misma: testificar, según el modelo ejemplificado por Jesús y practicado por los apóstoles. La condición para el éxito también es la misma: “Recibiréis poder”.

En el proceso de establecimiento de su iglesia, Cristo llamó a un pequeño grupo de doce hombres y los dividió en seis parejas (Mar. 6:7), así como hizo, posteriormente, con el grupo de setenta creyentes (Luc. 10:1). Tiempo después, cuando el grupo mayor, de ciento veinte personas, recibió el poder del Espíritu Santo, la proclamación fue masiva y, como resultado de un sermón, “casi tres mil personas” fueron bautizadas (Hech. 2:41).

En ese primer momento de la iglesia, se establecieron los marcos principales del evangelismo. Y es posible percibir que ya era concebido en dos aspectos: el personal y el público.

Para realizar la tarea de la evangelización pública, Dios concedió a algunas personas el don de “evangelista”. Son personas que tienen la capacidad de ministrar la Palabra a un gran número de personas, llevándolas colectivamente al conocimiento de Cristo Jesús. El don de enseñar, o de “maestro”, fue otorgado a otras personas, teniendo en vista la evangelización personal. Estos dos modelos bíblicos de evangelización incluyen métodos, prácticas y resultados diferentes, pero no son rivales.

Armonía de métodos

Dado que los Grupos pequeños son una idea presentada por “Uno que no puede errar” (Joyas de los testimonios, t. 3, p. 84), es razonable que contribuyan al crecimiento de la iglesia en todas las áreas; principalmente en la evangelización.

Durante cierto tiempo, había ciertos temores cuando se trataba de hacer evangelización pública en las iglesias en que funcionaban los Grupos pequeños. Al ser ejecutada, los grupos se perdían en el proceso, quedando sin rumbo. En algunas iglesias, las actividades de ellos eran suspendidas por varios meses y, al terminar la campaña, se encontraban desarticulados y desmotivados, y era inútil todo intento de reorganización, lo que generaba prejuicios, frustración y descrédito en el programa. Por otro lado, los Grupos pequeños y la evangelización pública no son actividades excluyentes ni rivales, sino inclusivas y cooperativas. Todo depende de los métodos y las estrategias utilizados, y existen preparativos que pueden unir las fuerzas, en lugar de fragmentarlas, en favor del éxito de la campaña.

El pastor es el responsable de la preparación y la integración de los responsables de los Grupos pequeños en el proyecto de evangelización. Los coordinadores y los líderes de los Grupos pequeños deben estar informados de todo lo que esté relacionado con la campaña. Sus miembros deben saber qué tareas le están reservadas, qué metas deben ser cumplidas, y también recibir el material que será utilizado, con las debidas orientaciones.

La región que será evangelizada debe ser dividida entre las parejas misioneras y los miembros de los Grupos pequeños, que acrecentarán la lista de interesados, los nombres de amigos, vecinos y otros con quienes ya estén trabajando o pretendan trabajar. La iglesia, a su vez, debe ser cuidadosamente preparada en el ámbito espiritual. Cada miembro debe recibir un formulario o tarjeta, en el que escribirá los nombres de las personas en favor de las que pretende orar y trabajar.

Ventajas

La realización del Evangelismo integrado con Grupos pequeños ha evidenciado las siguientes ventajas:

  • Compromiso de los miembros con los futuros conversos.
  • Formación de un círculo de amistad que beneficia el crecimiento espiritual y fraternal de los nuevos miembros.
  • Reavivamiento experimentado por la iglesia, que asume la responsabilidad por la evangelización.
  • Crecimiento espiritual y unión entre los miembros nuevos y los antiguos.
  • Adquisición de conciencia misionera por parte de los nuevos miembros.
  • Reducción de los índices de apostasía.
  • Apoyo y asistencia a los nuevos miembros por parte de los líderes y miembros de los Grupos pequeños.
  • Participación activa de la iglesia en la gestación y en el nacimiento de los nuevos miembros.
  • Integración de los nuevos miembros en la dinámica de la iglesia: programaciones en el templo, actividades misioneras y Grupos pequeños en los hogares.

Calendario

La campaña de evangelización debe ser planificada de tal manera que los principales temas sean abordados durante los fines de semana, feriados y sus vísperas, con el fin de que esté presente la mayor cantidad de oyentes. El estudio acerca del sábado, por ejemplo, debe siempre suceder un viernes, por lo menos entre la segunda y la tercera semana de estudios doctrinales. A esta altura, los asistentes ya deben haber adquirido cierta base o convicción en la verdad, y confianza en las personas que participan de la programación. Esto es extremadamente necesario para la toma de decisiones que implican un cambio en el estilo de vida.

Los miembros de los Grupos pequeños deben conocer el cronograma de la campaña de evangelización y, en particular, cuándo serán presentadas las doctrinas distintivas de la Iglesia Adventista. El apoyo de los miembros es fundamental en la enseñanza de tales doctrinas, al igual que para la decisión que debe ser tomada en relación con ellas. Es necesario comprender que estamos tratando con “niños” en la fe; personas confrontadas con cambios inéditos en la vida, que están haciendo muchas cosas por primera vez. El desarrollo de estos nuevos miembros depende del ejemplo y la paciencia demostrados por los antiguos en la fe.

El día del comienzo de la campaña, que debe ser un sábado de noche, la sugerencia es que el programa de la Escuela Sabática sea realizado solo con sus partes esenciales, para abreviar el tiempo. Luego, se dan las orientaciones acerca de la entrega de material y lugares de trabajo de las parejas. Con el material en mano, todos salen a predicar un “sermón vivo”. Cada Grupo pequeño se dirige, con sus parejas, a la región en que habitualmente se reúne. Allí, los miembros entregan invitaciones a los amigos y los vecinos, confirmando la presencia de ellos a la noche, en el lugar de reuniones. A la tarde, ese trabajo continúa, y puede ser hecho en otras áreas designadas.

Con el avance de la programación, los miembros de los Grupos pequeños deben recepcionar a los invitados y asistirlos en lo que fuere necesario durante la programación. los viernes, se pueden reunir para la evaluación del trabajo realizado, sus resultados y eventuales necesidades de ajustes, manteniendo así el hábito de funcionamiento de los Grupos pequeños en su acostumbrado día de reuniones.

Al establecerse la nueva Escuela Sabática, los Grupos pequeños funcionarán como unidades para el estudio de la lección, en un ambiente en que haya interacción y sincera demostración de interés en el bienestar de los nuevos hermanos.

Luego de cada bautismo, los nuevos miembros deben ser recibidos por su respectivo Grupo pequeño. A partir de allí, cada grupo será responsable de la administración de los cuidados necesarios para la integración en la comunidad de creyentes, al igual que del crecimiento espiritual de esos nuevos conversos.

Durante la programación bautismal (o posteriormente, en la iglesia o en el Grupo pequeño), debe haber un momento en que los bautizados reciban su “kit del nuevo miembro”: un ejemplar de la Biblia y material misionero, para que entienda y, debidamente entrenado, ejecute su papel de misionero en la iglesia.

Hasta la primera reunión eclesiástica o del Grupo pequeño, siguiente al bautismo, el nuevo miembro debe conocer su “guardián de la fe”; es decir, quien lo acompañará de cerca, haciéndose responsable por su integración o su desarrollo en el cuerpo de Cristo. Con ese “guardián”, o con otro miembro experimentado del Grupo pequeño, el nuevo feligrés puede formar una pareja misionera, integrándose de esa manera a la evangelización.

Experiencias de éxito

En el año 2003, 33 estudiantes del tercer año del Seminario Teológico de la Facultad Adventista de Bahía fueron testigos de la eficacia de este proyecto. Se reunieron con los pastores y las iglesias de la Misión Sergipe-Alagoas, bajo la coordinación del evangelista del Campo, y desarrollaron la experiencia de hacer evangelismo público integrado a los Grupos pequeños, en las 72 iglesias de Maceió, AL. Esas iglesias fueron organizadas en Grupos pequeños, cuyos miembros fueron entrenados por los respectivos pastores. Antes de la campaña, el número de miembros en la región era de aproximadamente 5 mil. A estos fueron agregados otros 3.003 nuevos miembros entre los meses de febrero y diciembre de ese año.

Dos años después, en 2005, la experiencia fue repetida en la ciudad de Engenheiro Coelho, SP, también con alumnos del Seminario Teológico del Centro Universitario de San Pablo. Los resultados también fueron sobresalientes, considerando las realidades y el contexto locales. La iglesia, que tenía 120 miembros, al final de la campaña agregó 32 nuevos conversos. Además de la cosecha numérica, la comunidad fue reavivada y permanece activa en la misión.

Indudablemente, este modelo de Evangelismo integrado sugiere más que una alternativa misionera: representa un camino definitivo, y con éxito asegurado, para las campañas de evangelización pública en las iglesias organizadas en Grupos pequeños.

Sobre el autor: Director de Desarrollo Espiritual en el Centro Universitario Adventista, Engenheiro Coehlo, SP, Rep. del Brasil.