¡Un nuevo día está amaneciendo para el evangelismo público! La idea de que han pasado de moda los días de las reuniones para el público está siendo olvidada y una vez más surge la visión del verdadero evangelismo. ¡Gracias a Dios por esto! Debemos levantarnos y fortalecernos antes de que venga el fin. Se nos ha dicho que los instrumentos del mal están uniendo sus fuerzas y consolidándolas. Se están fortaleciendo para la última gran crisis… Los movimientos finales serán rápidos” (Testimonies, tomo 9, pág. 11). El siguiente pasaje bíblico revela una nueva urgencia: “Porque palabra consumadora y abreviadora en justicia, porque palabra abreviada, hará el Señor sobre la tierra” (Rom. 9:28).

Reconociendo la exactitud de estas declaraciones comprendemos que tenemos delante una hora solemne, un tiempo especial para dedicarnos a la tarea encomendada. Sin embargo, al llevar a cabo la obra señalada por Jesús cuando ordenó: “Id… predicad… enseñad”, siempre debemos recordar que “la prolijidad, debiera caracterizar todo nuestro trabajo” (Mensajes para los Jóvenes, pág. 228). Constantemente se nos recuerda acertadamente que “la más alta de todas las ciencias es la de salvar almas” (El Ministerio de Curación, pág. 398). Algunas veces hemos considerado la ganancia de almas en una categoría inferior a la de ciencia, y como resultado de ello hemos fallado. En esta era científica, cuando la mente del hombre realiza vuelos imaginarios ilimitados, la ciencia de ganar almas debe progresar al mismo ritmo. El espectro del evangelismo cubre muchas fases de esta ciencia, pero me gustaría comentar sobre tres de tales fases: (1) la campaña y el servicio público; (2) la clase bautismal; (3) el cuidado postbautismal. Este artículo tratará sólo de la primera fase mencionada.

La campaña de evangelismo público sigue siendo el método más poderoso para impresionar la mente con la verdad. La cruzada pública ha llegado a ser todavía más una necesidad con la introducción de nuevos métodos, tales como la predicación por televisión, los sermones por radio, las lecciones de la escuela bíblica y el evangelismo mediante las publicaciones. Con todos estos maravillosos instrumentos que trabajan para el mismo fin —el esclarecimiento de la mente para recibir el mensaje de Dios para hoy—, el servicio público es una necesidad en el esfuerzo de cosechar los frutos. Hasta ahora nuestras reuniones para el público todavía son instrumentos de enseñanza, pero si comprendemos correctamente la predicción, parecería que habrá una tremenda cosecha como resultado de la gran cantidad de semilla sembrada; entonces nuestras reuniones serán en primer término instrumentos de cosecha. Una de las áreas donde deberíamos realizar cambios definidos es en la coordinación de nuestras actividades de siembra y de cosecha. Se fueron los días cuando era necesario emplear el camuflaje. Ha llegado el tiempo cuando nuestra siembra debe ser identificada, para que cuando lleguen los “cosechadores”, su identificación llame la atención y atraiga a quienes han recibido las semillas de la verdad. ¡Avancemos identificándonos acertadamente!

En esta época cuando el hombre moderno quiere liberarse del pasado, muchos de nosotros rehusamos darle ese privilegio en el servicio de evangelismo. Queremos atraerlo con el mismo formato, los mismos recursos visuales y auditivos que hicieron sensación hace una generación. Aun emplear los métodos utilizados hace diez años es fallar en mantenerse al día con estos tiempos cambiantes. Nuestro mensaje jamás cambiará, pero nuestros métodos de presentarlo deben estar sujetos a cambio. La mente moderna se ha endurecido contra los métodos antiguos a causa del bombardeo constante de la televisión, el cine, etc.

Al pasar revista a nuestros métodos estaremos de acuerdo en que no existe una forma definida como debe realizarse la obra. Se reconoce que diferentes métodos obran en diferentes lugares. Pero también se reconoce que ciertas prácticas fundamentales Pegan a grandes sectores de la población. Una combinación de esos métodos probados puede ser utilizada por cualquier persona con la seguridad de tener éxito. Damos a continuación unas pocas ideas, que no son radicalmente diferentes, pero tal vez un repaso y una nueva apreciación de ellas pueden ser provechosos.

La preparación previa a la campaña

Una iglesia preparada es una iglesia ganadora de almas. Cuán importante es, entonces, que los miembros se preparen para la campaña de evangelismo que está por iniciarse. Cada feligrés debe ser visitado antes de la campaña. En una iglesia grande, los ancianos locales pueden contribuir en esta tarea. Cada miembro debe hacer su parte en las reuniones que se efectuarán. Los que no estén viviendo a la altura de las normas deberán ser amonestados a volver a las sendas antiguas. Toda la iglesia experimentará un reavivamiento espiritual si durante una semana se realizan reuniones en la noche con mensajes estimuladores, y en el día se lleva a cabo un programa de visitas. La importancia de esta fase de la obra puede comprenderse cuando consideramos que los resultados de la cruzada serán directamente proporcionales a la preparación espiritual de la familia de la iglesia. Se nos ha dicho que “el Señor no obra para traer a muchas almas a la iglesia a causa de los miembros que nunca se han convertido, y de los que una vez se convirtieron pero que han apostatado” (Testimonies, tomo 6, pág. 371). Cuánto mejor es prepararse debidamente —espiritualmente— y recibir en su plenitud las bendiciones del Cielo.

Los anuncios

1. Participación de los miembros de la iglesia.—A menudo hemos gastado sumas considerables en propaganda, y obtenido pobres resultados. Tal vez hemos quitado la carga de nuestros miembros y confiado en los medios de publicidad para atraer gente a las reuniones. Debemos hacer propaganda, pero no creemos con nuestros anuncios la impresión de que pensamos que ese recurso es el que producirá los resultados. Nuestro pueblo necesita la enriquecedora experiencia de invitar a sus amigos; y nosotros, como evangelistas, precisamos el respaldo de los feligreses. Se nos ha instruido suficientemente con la enseñanza de que la obra no se terminará hasta que obtengamos la ayuda de la feligresía de la iglesia. Si se ha preparado debidamente a la iglesia mediante una obra de reavivamiento, entonces podemos esperar que los miembros se unan y nos respalden. Utilicemos las fuerzas de nuestro pueblo en todas las formas posibles, reconociendo que la invitación personal sigue siendo el medio más poderoso de publicidad. Cuanto más hagan, tanto mayor será su interés en la campaña.

2. Los volantes.—Bastarán volantes bien diagramados, con los temas a presentarse en toda la campaña. No necesitan ser extravagantes. Su propósito es anunciar las reuniones. Lograd que los títulos sean expresivos y correspondan con el contenido real del tema. En lugar de enviar miles de volantes a direcciones de personas desconocidas, enviadlos a simpatizantes conocidos. Distribuidlos en la vecindad del lugar donde se efectuarán las reuniones, y el resto entregadlo a los feligreses para que los den a sus amigos con una invitación personal. La distribución al por mayor no sólo resulta cara sino que a menudo es improductiva. En los pueblos chicos, donde la gente piensa como una unidad respecto de las actividades públicas, la distribución en cantidad resulta efectiva con frecuencia.

3. Identificación.-—Identifiquémonos definidamente. No hay razón para ofrecer un blanco a la crítica por no identificarnos correctamente. Somos la iglesia remanente de Dios, algo de lo cual podemos enorgullecemos.

4. Comunicaciones.—En algunos lugares se pueden utilizar los periódicos, la radio y la televisión para anunciar las conferencias. Pero estos medios de propaganda resultan muy caros, y no siempre se tiene la seguridad de que producirán los resultados esperados. Cada evangelista hará una evaluación de los medios más adecuados según ‘las circunstancias particulares.

Organización

1. Los ujieres.—Estos son como el aceite de la máquina evangelística. Emplead toda la ayuda local que sea posible pero sin exceso, y poned a un encargado que los organice. El tiempo que se emplee instruyéndolos producirá buenos frutos. Recordad que cuanta más gente esté trabajando en las reuniones, mayor será la asistencia. Los jóvenes pueden hacer un trabajo admirable, y debería encargárselos exclusivamente de la atención del público en ciertas noches definidas.

2. Sala de madres.—No siempre resulta práctico o necesario tener personas encargadas de los niños pequeños. Sin embargo, si la iglesia está preparada espiritualmente, podemos esperar que sea necesaria. Puede invitarse a una o dos hermanas a realizar una buena contribución a las reuniones ocupándose de las criaturas si ello es necesario.

La reunión

1. La música.— ¡Comenzad puntualmente! Los ángeles están presentes a la hora señalada. Mientras la gente entra, llevad a cabo alguna actividad. Cuando sea posible, que el coro cante. Esto serenará a los invitados. Algunos piensan que somos gente rara, y si cuando entran no se realiza ninguna actividad, o si se conversa y se oye ruido, pensarán que todos los están mirando. Cuando no hay un coro, conviene interpretar música en el piano o el órgano durante veinte minutos antes de la hora de comenzar. El servicio de canto debería realizarse exactamente a la hora señalada, y por lo general no debería durar más de quince minutos. Que la gente cante durante esa hora, y así se reservará la música especial para las noches cuando se presenten programas especiales. La música no debe ser un recurso para llenar el tiempo, sino una parte del programa organizado. El evangelista y todos los que participan en el programa deberían subir a la plataforma al comienzo del servicio de canto —¡y cantar!

2. Los anuncios.-—Deben ser cortos y al punto. La gente olvidará en dos minutos vuestros anuncios de la reunión que se realizará dos o tres noches después. Anunciad el servicio de la noche siguiente, y si hay una reunión especial en el futuro, anunciadla, pero hacedlo brevemente.

3. El mensaje.—Este constituye el alimento de todo el servicio. Todas las demás han sido actividades auxiliares. Démosle a la gente lo que ha venido a buscar. Cuando repasamos nuestra estructura de la verdad, encontramos que hay unas ocho doctrinas en las cuales diferimos de la mayoría de la gente: (1) El sábado, (2); el don profético, (3) el santuario y el juicio, (4) el programa de salud, (5) el vestir y el comportamiento cristiano, (6) la naturaleza del hombre y la destrucción eterna, (7) el lavamiento de los pies, (8) la segunda venida y el milenio. Debemos comenzar tratando puntos que son comunes, pero éstas son las doctrinas que necesitamos explicar antes de realizar un llamamiento a unirse a la iglesia. Estas son las doctrinas que hacen de nosotros un pueblo peculiar. Independientemente de las razones que tengamos para presentar estos temas posteriormente, aparte del servicio público —¡éste es nuestro mensaje! Tiene poder convincente. Seamos osados y presentemos estas doctrinas como parte de la estructura de la verdad en las reuniones para el público, confiando en que Dios ayudará a producir buenos resultados. Ha llegado el tiempo cuando debemos presentar púdicamente toda la verdad.

4. El llamamiento.—Cada noche debería formularse alguna invitación al público relacionada con el tema presentado. Si no es digno de respaldar un llamamiento, el tema presentado bien podría dejarse de lado. La invitación debe ser sencilla y fácilmente comprensible. Si la gente ha estado tomando decisiones durante toda la serie, cuando recibe el llamamiento final no tendrá dificultad para responder favorablemente. Recordad que “en toda congregación hay almas que vacilan, casi decididas a entregarse completamente a Dios” (Obreros Evangélicos, pág. 157). Cuán importante es, entonces que se formule un llamamiento después de cada mensaje. Debe hacerse con sencillez para que todos comprendan a qué se refiere la decisión que están realizando. Estas almas responderán con la ayuda del Espíritu Santo y el poder del mensaje.

En la reunión final de la campaña, el llamamiento no debería ser ambiguo. Dígaseles claramente que se adelantan a fin de prepararse para formar parte de la Iglesia Adventista. De otro modo los resultados serán frustradores. Nunca debemos dejar lugar a la duda en la mente de los que responden a la invitación, acerca de cuáles son nuestras intenciones. Debemos ser sencillos y directos.

5. Termínese a tiempo.—Una reunión, de una hora de duración es ideal. La gente volverá con más probabilidad si después de la reunión pueden acostar a tiempo a sus hijos. Todas estas observaciones son ideas auxiliares. La devoción personal de los obreros y la oración en busca de la dirección del Cielo tienen importancia primordial. Sin estos preparativos esenciales ninguna cantidad de “cosas” será suficiente.

Sobre el autor: Cantante-evangelista de la Asociación de Georgia-Cumberland