La integración entre el proceso y el evento

A fines de 2006, fui elegido por primera vez como evangelista y decidí realizar una campaña de 45 noches. Iniciamos con un tradicional curso acerca de “Cómo dejar de fumar en cinco días”, continuamos con una semana dedicada a temas sobre familia y, después, con una serie de temas proféticos. En los primeros días de la campaña, invité a un evangelista experimentado para que me ayude a preparar la planificación y la programación. Antes de comenzar la reunión de la primera noche, mientras yo explicaba los temas y la secuencia programada, él me dijo: “Rafael, cuando comencé mi ministerio, las series no duraban 45 noches, ¡sino 120!”.

Después de conversar con los pastores de la ciudad y con mi equipo, decidimos que un período mayor de reuniones sería inviable. Además, percibí que, en esta época, la mayoría de las campañas de evangelismo ya no eran tan largas como en años anteriores. Los períodos fueron reducidos de cuatro meses ininterrumpidos a 90 días y continuaron siendo reducidos hasta llegar a los 45 días, 30 días, 15 días, una semana de cosecha y, finalmente, a una caravana con una única reunión pública.

El proceso de evangelismo es fundamental para el éxito de una campaña evangelística. Incluye acciones previas que son esenciales para el establecimiento de bases que permitan una cosecha. Por lo tanto, es importante recordar que el evento en sí no es suficiente para lograr la conversión de las personas. Es necesario que haya un proceso continuo que incluye la participación de la iglesia, la preparación del terreno para la siembra y el mantenimiento del contacto con las personas después del evento. En las escuelas de evangelismo, que se realizan con pastores y líderes de toda Sudamérica, se enfatizan siete fundamentos para la acción misionera dentro de un proceso: consagración, coordinación, compasión, conexión, cultivo, cosecha y continuidad.

Además, es importante destacar que el evangelismo público no debe ser una programación aislada dentro del calendario de la iglesia. Debe ser parte de un proceso mayor de evangelismo que incluya otras actividades misioneras funcionales dentro de la iglesia, como la visitación, los estudios bíblicos, el discipulado y las acciones sociales. Esas actividades son fundamentales para fortalecer la iglesia local y crear un ambiente favorable para la cosecha.

Por eso, la planificación de una campaña de evangelismo debe tener en consideración no solo el evento en sí, sino todo el proceso que lo antecede y que lo sigue. Es necesario pensar en estrategias que permitan la continuidad del contacto con las personas después del evento, para que ellas sean discipuladas e integradas en la iglesia.

Es importante resaltar que la efectividad del evangelismo público no depende solo de la duración de la campaña, sino también de la cuidadosa planificación del proceso y del evento. Los evangelistas deben estar atentos a los detalles para maximizar las chances de éxito y alcanzar el objetivo de convertir a las personas. Si se realiza de manera planificada, el evangelismo público se convierte en una de las herramientas más fuertes de la misión que la iglesia posee, y su relevancia y fuerza son potenciadas.

Evento dentro del proceso

Antiguamente, las campañas de evangelismo eran más largas y permitían que el proceso de conversión ocurriera gradualmente durante el evento. Mientras tanto, con la disminución del tiempo y la frecuencia de las campañas, muchas veces no hay tiempo suficiente para que el proceso suceda de forma paralela. En este sentido, una nueva mentalidad evangelística es necesaria para atender las demandas del mundo contemporáneo. No podemos depender exclusivamente del evangelismo público como evento principal. Es necesario generar una movilización misionera previa en la comunidad local para crear un ambiente propicio para la conversión.

Como un evangelista que lidera campañas de corta duración, estoy más preocupado con lo que está pasando en la iglesia antes de mi llegada que con el evento en sí. Creo que la preparación es fundamental para el éxito de cualquier campaña de evangelismo público. Para involucrar a la iglesia en este proceso, utilizo un proyecto titulado “12 semanas para impactar tu iglesia”, que consiste en una guía paso a paso, con acciones simples, para fortalecer el proceso de conversión y preparar el evento dentro de un ciclo de cosecha. El objetivo es convertir el evangelismo en parte de la rutina de la iglesia, no solo en un evento aislado.

Durante todo mi ministerio como pastor y evangelista, siempre sentí la necesidad de fortalecer el proceso de preparación de las iglesias para las series de evangelismo. Desafortunadamente, en muchos casos no pude acompañar de cerca el proceso de preparación de la iglesia y, cuando llegaba el evento, descubría que la iglesia no estaba realmente preparada para una semana de evangelismo y cosecha. En vez de eso, la iglesia se había preparado simplemente para una semana de sermones. No había habido una movilización misionera, clases bíblicas, parejas misioneras, instructores bíblicos o eventos para despertar nuevos interesados. Los departamentos de la iglesia no estaban con una agenda de actividades enfocadas en la misión y, consecuentemente, no había personas preparadas para el bautismo.

Con frecuencia he visto iglesias que se preparan con mucho entusiasmo y dedicación para una semana de evangelismo, pero acaban transformando esa semana en un evento de siembra y no de cosecha. Eso sucede cuando la preparación para el evangelismo se limita a organizar una programación de sermones e invitar a un evangelista para que predique.

Mientras tanto, el proceso del evangelismo no puede ser dividido entre la siembra y la cosecha. A medida que vamos sembrando, también vamos cosechando, y cuando estamos cosechando, también vamos sembrando. El proceso es continuo y no se resume a un evento específico.

Foco en la preparación

La preparación para el evangelismo debe ser un proceso continuo e integrado a todas las actividades de la iglesia. Eso incluye la movilización de los miembros para evangelizar en sus comunidades, la creación de oportunidades para estudiar la Biblia con interesados, la apertura de clases de discipulado para nuevos conversos y la promoción de eventos que despierten el interés de las personas en el mensaje del evangelio.

Cuando la iglesia está verdaderamente involucrada en el proceso del evangelismo, la siembra y la cosecha se convierten en una misma cosa. Los miembros se vuelven evangelistas activos en sus comunidades y la preparación para el evangelismo se convierte en una parte natural e integrada de la vida de la iglesia. Por eso, es fundamental que los miembros estén preparados no solo para una semana de evangelismo, sino para una vida de evangelismo. Cuando eso sucede, veremos la abundante cosecha que Dios desea, ya que cada persona estará comprometida en llevar el mensaje del evangelio y, así, muchos corazones serán tocados y transformados por el amor de Cristo.

Creo que la preparación adecuada es esencial para el evangelismo eficaz y una cosecha abundante. Es importante que las iglesias estén completamente comprometidas en el proceso de preparación para las series de evangelismo. Eso también incluye la movilización de todas las clases de Escuela Sabática y de todos los departamentos de la iglesia, así como la capacitación de los líderes y miembros de iglesia para compartir su fe con otras personas. Podemos usar diferentes metodologías y abordajes, pero lo más importantes es que las acciones misioneras sean implementadas.

La preparación también debe incluir el uso de materiales evangelísticos eficaces, la organización de eventos de capacitación para los miembros de la iglesia, así como la identificación de personas interesadas en el mensaje del evangelio. Cuando las iglesias están completamente preparadas, pueden cumplir eficazmente su misión de alcanzar muchas personas para el Reino de Dios. Por lo tanto, siempre enfatizo la importancia de la movilización total de la iglesia en el proceso del evangelismo. Creo que, cuando los miembros de la iglesia están preparados y comprometidos, Dios puede usarlos para llevar el mensaje del evangelio a muchos corazones y transformar vidas para su gloria.

Cuando trabajamos el proceso del evangelismo de manera cuidadosa, las conversiones surgen de manera más natural y orgánica, con personas debidamente preparadas y conscientes de la importancia del discipulado. Al contrario, cuando el evangelismo público es tratado como un evento aislado, hay una tendencia a depender del carisma del orador, de la infraestructura y de la logística para traer personas al auditorio, así como de la presencia de cantantes conocidos para estimular al público. Cuando el foco está solo en el evento en sí, existe el riesgo de bautizar personas que no están realmente preparadas para seguir la fe cristiana, lo que puede llevar al concepto equivocado de que el evangelismo público no funciona más.

El resultado de esto es que acabamos perjudicando a la próxima generación de evangelistas y desvalorizando la importancia del proceso de conversión. Es importante recordar que el objetivo del evangelismo no debe ser solamente generar resultados inmediatos, sino más bien desarrollar discípulos fieles y comprometidos con la propagación de la Palabra de Dios. Por lo tanto, es fundamental que la iglesia adopte una mentalidad evangelística más holística y que esté empeñada en trabajar el proceso del evangelismo de manera cuidadosa y sustentable. Eso puede alcanzarse por medio de iniciativas simples, como el proyecto de 12 semanas para impactar tu iglesia, que busca fortalecer el proceso y preparar el evento público dentro de un ciclo de cosecha.

Perspectiva de misión

Es importante aclarar que, en este artículo, el término evangelista no se refiere solo a quienes reciben un nombramiento formal para ejercer esa función, sino a todos los que están involucrados en el liderazgo y la conducción de campañas de evangelismo. Para fines organizacionales, el pastor distrital es considerado el evangelista de las iglesias que lidera.

El evangelista desempeña un papel fundamental en la expansión y consolidación de las iniciativas misioneras en las iglesias locales. El evangelista debe tener un profundo amor por las personas y una pasión por la transformación de vidas por medio del mensaje del evangelio. Esa pasión debe ser expresada en un compromiso de llevar la Palabra de Dios a todas las personas, independientemente de los desafíos y obstáculos que puedan surgir.

Además, el evangelista debe tener un compromiso con el discipulado. La misión del evangelista no es simplemente predicar el evangelio, sino también ayudar a las personas a crecer en la fe y a convertirse en seguidores de Cristo. El evangelismo no se resume simplemente en predicar, sino también implica auxiliar a las personas a crecer espiritualmente, a desarrollar una relación más profunda con Dios. Al promover este crecimiento, el evangelista contribuye a la formación de cristianos maduros, que desarrollan raíces profundas en su relación con Dios y, consecuentemente, están más preparados para enfrentar los desafíos del caminar cristiano.

En este sentido, el evangelismo se convierte en una herramienta esencial para ayudar a las personas a alcanzar la madurez espiritual y a tener un encuentro genuino con Dios. El evangelista no debe limitarse a transmitir información y conocimiento, sino también debe dedicarse a establecer una conexión emocional y personal con quienes están siendo evangelizados, ayudándolos a superar sus dudas, miedos e inseguridades.

El papel del evangelista consiste en promover el desarrollo de la iglesia, no solo en número de miembros, sino también en calidad espiritual y relacional. Es fundamental buscar el equilibrio entre esos dos aspectos para alcanzar el éxito en la misión. El evangelista debe trabajar en conjunto con todas las áreas de la iglesia, promoviendo la integración y cooperación entre los diferentes ministerios y grupos. Cuando todos apuntan a la misma dirección, alcanzamos la unidad que potencia nuestros esfuerzos y nos hace avanzar más rápidamente.

La integración con los medios de comunicación es una herramienta valiosa que tenemos a disposición gracias a la Red Nuevo Tiempo. Existe un grupo de personas que se considera parte de la iglesia, aunque no haya asistido físicamente a un culto en el templo, lo que demuestra el poder del evangelismo digital. Especialmente durante la pandemia, intensificamos nuestros esfuerzos en esa área, con el objetivo de alcanzar un número cada vez mayor de personas. El evangelismo debe adaptarse a los cambios culturales y tecnológicos, produciendo materiales relevantes y actualizados, así como promoviendo eventos como los cultos de domingo de noche. El departamento de evangelismo de la División Sudamericana lanzó una serie de evangelismo completo que está disponible en su sitio (link.cpb.com.br/a63cbb).

Es fundamental que el evangelista combata la idea de que muchos se bautizan, pero luego se apartan, trabajando para garantizar la permanencia de los nuevos miembros de la iglesia. Los evangelistas precisan estar dispuestos a arriesgarse y desarrollar proyectos innovadores y audaces para alcanzar un mayor número de personas con el mensaje del evangelio.

El evangelista debe dar prioridad a la construcción de relaciones sólidas y de confianza entre los miembros de iglesia, estableciendo una comunión con cimientos firmes para el éxito de la misión. El papel del evangelista es fundamental para la expansión y fortalecimiento de las iglesias locales. Seguir estos principios, promoverá el crecimiento de las comunidades eclesiásticas y la propagación del mensaje del evangelio, enriquecerá la vida espiritual de cada miembro e impactará el mundo con el mensaje transformador de la Palabra de Dios.

Finalmente, el evangelista debe tener una visión de largo plazo para la misión. La promoción del evangelio es un trabajo que exige tiempo, esfuerzo y paciencia. El evangelista debe estar comprometido a trabajar con una iglesia para establecer una presencia misionera duradera en un área determinada, cultivando relaciones y construyendo puentes para el mensaje del evangelio.

Conclusión

El evangelismo público es una herramienta esencial para la predicación del mensaje del evangelio, pero para que sea realmente efectiva, es fundamental que esté integrada en un proceso más amplio que involucre a los miembros y proyectos misioneros. El evento en sí no es suficiente para alcanzar la conversión de las personas. Es necesario que haya un proceso continuo que incluya la participación de la iglesia, la preparación del terreno para la siembra y el mantenimiento del contacto con las personas después del evento. El evangelista desempeña un papel fundamental en la expansión y consolidación de las iniciativas misioneras en las iglesias locales. Debe comprometerse con el discipulado y promover el crecimiento de la iglesia, tanto en cantidad como en calidad.

La búsqueda de equilibrio entre los dos aspectos es esencial para el éxito de la misión. La preparación de la iglesia para el evangelismo, la producción de materiales contextualizados y modernos, el foco en la continuidad, los proyectos osados e innovadores, y el fortalecimiento de la comunidad como base para la misión son algunos de los principios que deben seguir los evangelistas para promover la expansión y el fortalecimiento de la misión en las iglesias locales y en el establecimiento de nuevas congregaciones.

Sobre el autor: Evangelista de la Iglesia Adventista para Sudamérica