Internet como herramienta para el evangelismo directo, la movilización y el discipulado

    La iglesia ya aprendió a salir a la calle. Ahora necesitamos entrar en la sociedad. ¿Cómo? Ofreciendo servicios relevantes a las comunidades que están alrededor de nuestras iglesias e instituciones. Para lograr esto, probablemente necesitaremos utilizar Internet, pues esa es la herramienta más eficaz para mantener la comunicación directa con las personas, dondequiera que estén. No abandonaremos los métodos evangelizadores que hemos utilizado hasta aquí. Al contrario, los utilizaremos aún más a medida que aplicamos este enfoque. El objetivo de este artículo es ofrecer una propuesta de cómo se puede desarrollar este proceso.

La triple convergencia

    En The World is Flat, Thomas Friedman presenta una breve historia del siglo XXI y explica cómo el mundo llegó a tener las características actuales. Friedman sugiere que uno de los factores de mayor relevancia fue lo que él define como la “Triple convergencia”.[1]

    La primera convergencia fue la interacción de varios factores como la comunicación entre diferentes softwares, la tercerización, la producción en otros países, las herramientas virtuales de búsqueda y las diferentes tecnologías digitales; lo cual posibilitó, vía Internet, la creación de una plataforma común y global de conocimiento y de trabajo en tiempo real, independientemente de la geografía y la distancia.[2]

    La segunda convergencia se refiere a la cantidad, cada vez mayor, de profesionales de diferentes áreas –con diferentes formaciones– que se encuentra cómodo con esta nueva realidad y ha desarrollado habilidades prácticas que nos permiten explorar las amplias posibilidades del mundo interconectado. Por eso cada día más empresas e individuos se adaptan rápidamente y comienzan a utilizar esas oportunidades. La creación del WhatsApp y su utilización en masa en América del Sur es un palpable ejemplo de esto.

    La tercera convergencia resulta de la inserción de cada vez más personas en este nuevo contexto. En todo el mundo, más de tres billones de personas pasaron a tener acceso a esta nueva coyuntura y fueron habilitadas a competir y colaborar de manera más igual, horizontal, y con herramientas más baratas que nunca.

    La triple convergencia transformó el mundo para siempre, y ahora nos permite hacer evangelismo de una manera más personal y abarcadora que nunca. Esta es la nueva realidad a la cual debemos adaptarnos.

    La carpa de evangelismo solo nos permitía alcanzar directamente a las personas que se acercaban, normalmente en la periferia de las ciudades. Internet, por su lado, nos permite ir directamente a las personas y mantener comunicación con ellas en la periferia o en el centro, en el barrio o en el condominio, en la casa o en el trabajo, en la calle o en su tiempo de ocio, sean ricas o pobres, altamente instruidas o sin ninguna educación formal.

    Sin embargo, no basta con tener acceso a las personas. La comunicación solo se establecerá si las personas nos eligen, si ofrecemos algo que necesiten. ¿Cómo lograrlo? La receta es antigua. Jesús ofreció servicios: enseñando, predicando y sanando (Mat. 4:23); él se ganaba la confianza de la gente, mostrando simpatía y supliendo las necesidades de las personas.[3] Para aprovechar las posibilidades que el mundo interconectado nos ofrece y tener la posibilidad de mantener comunicación directa con las personas, necesitamos utilizar Internet para ofrecer soluciones a sus necesidades.

    No pretendo presentar una respuesta definitiva para este desafío. Al contrario, creo que a medida que más personas comiencen a pensar en esta dirección, surgirán diferentes maneras de poner en práctica este concepto. Presento a continuación una sugerencia.

App Esperanza

    Imagina una aplicación que pudiera colocar en manos de los habitantes de una determinada región todos los servicios que nuestras iglesias, grupos, centros de influencia, escuelas, facultades, internados, editoras, fábricas de alimento saludable, tiendas, restaurantes, Adra, radios y TV ofrecen en esa área.

    La característica principal de esa aplicación sería una herramienta de búsqueda con una pregunta del tipo: “¿Cómo te puedo ayudar hoy?”. Hacer esa pregunta es importante pues nos da la posibilidad de (1) conocer las necesidades de las personas, (2) conocer la ubicación de esas personas necesitadas y (3) ofrecerles los servicios que está necesitando.

    En el momento en que la persona hiciera la búsqueda, la aplicación mostraría en el mapa los puntos más cercanos en los que podría encontrar el servicio que necesita entre nuestras iniciativas. A través de la aplicación, el interesado podría inscribirse para participar del proyecto, programa, curso, seminario, conferencia, clínica, atención, o de cualquier otro servicio que estemos ofreciendo. Además, al habilitar las notificaciones de la aplicación se la podría informar acerca de otros servicios ofrecidos y ponerla en contacto con las redes sociales regionales.

    Las personas tendrían la oportunidad de conocer nuestro mensaje y nuestro estilo de vida a través de los servicios que se prestan a la comunidad. A medida que se desarrolle la relación podrían conocer, también, nuestros grupos pequeños, clases bíblicas, series de evangelismo y recibir estudios bíblicos en casa. Este es un ejemplo simple de cómo podemos integrar los conceptos de evangelismo directo, por medio de un enfoque indirecto, en un formato adecuado a la época en la que estamos viviendo.

    Tal vez, la mayor limitación para el éxito de un enfoque como este es el hecho de que todavía no tenemos en nuestras iglesias una cultura bien desarrollada de ministerios de prestación de servicios relevantes a la comunidad. Sin embargo, ¿no sería esta una excelente forma de crecer en este aspecto?

    Además, creo que el mayor beneficio de esta estrategia sería la contribución que haría a los procesos de movilización y discipulado de la iglesia.

Discipulado y evangelismo

    Una de nuestras principales responsabilidades como líderes de iglesia es ayudar a las personas a utilizar sus dones, proveyendo continuamente nuevas formas de participación. Hemos hablado acerca de ayudar a las personas a descubrir sus dones, pero normalmente saben qué es lo que les gusta hacer y qué hacen bien. Las investigaciones sugieren que no hay relación directa entre ayudar a las personas a descubrir sus dones y el aumento en la participación. Por otro lado, hay un aumento en el nivel de involucramiento cuando creamos nuevas formas de participación.[4]

    El secreto para involucrar a más personas es ayudarlas a hacer más de aquello que hasta ahora les ha traído satisfacción espiritual.[5] Para ello, es necesario proporcionar un ambiente con oportunidades e incentivos para la participación y con la posibilidad de profundizar el involucramiento.[6]

    El proyecto “Mi Talento, Mi Ministerio” fue una de las acciones más consistentes para ayudar a cada miembro a encontrar su lugar en el cuerpo de Cristo. Aun así, todavía hay mucho lugar para el crecimiento en esa área.

   En un plano práctico, al crear una plataforma para compartir servicios, lo que estamos organizando es una “feria permanente” en la cual la iglesia podrá ofrecer sus prestaciones y los miembros tendrán la oportunidad y la motivación para desarrollar la habilidad de transformar sus dones en ministerios. Incluso en las iglesias pequeñas, en el interior o en la periferia, los miembros pueden ofrecer servicios compatibles al área en la que están insertos.

    Adicionalmente, aunque la iglesia siempre deba ofrecer servicios a la comunidad, los miembros tienen diferentes niveles de interés o disponibilidad. Por lo tanto, necesitamos darles la oportunidad de desempeñar sus ministerios en diferentes períodos de tiempo, como una vez al año, una vez por semana, una semana al mes, una vez por mes o durante un trimestre.

    Al mismo tiempo, al implementar una estrategia como esta hacemos una inversión concreta también en el discipulado de la iglesia. Sabemos que el discipulado es un proceso de toda la vida que requiere la participación del discípulo y de la comunidad de creyentes.

    Proyectos como “Reavivados por su Palabra”, “Creed en sus profetas” y “Maná” han provisto la motivación y las herramientas para ayudar a la iglesia a desarrollar una relación personal con Dios y a crecer en compromiso en madurez cristiana. Sin embargo, proveer oportunidades de servicio tal vez sea una de las acciones más relevantes que la comunidad de creyentes pueda concretar para contribuir al proceso de discipulado de cada miembro.

    Al relacionar el servicio con el discipulado, Elena de White afirmó: “El espíritu de trabajo desinteresado por otros da al carácter profundidad, estabilidad y amabilidad como las de Cristo, y trae paz y felicidad a su poseedor”.[7]

    El esfuerzo para bendecir a otros resultará en bendiciones sobre la propia persona, ya que este servicio desinteresado atrae al creyente, “y lo une más fuertemente al Redentor del mundo”.[8] Así como Jesús vivió en la Tierra para bendecir y ministrar a otros, la conducta del cristiano debe ser un testimonio del trabajo de la gracia de Dios en su vida. De este modo, el servicio se transforma en una forma de derramar el amor divino a medida que participa del proceso de santificación.[9] Consecuentemente, una de las evidencias de discipulado más claras ocurre cuando el cristiano entiende sus dones espirituales y los utiliza en forma de servicio desinteresado en favor de los demás.

Conclusión

    Alrededor del año 2000 la convergencia de varios factores contribuyó a la creación de una plataforma global común de conocimiento y trabajo, posibilitada por Internet. Desde entonces los profesionales de diferentes áreas han desarrollado un conjunto de habilidades prácticas que permiten que cada día más empresas y personas exploren las posibilidades del mundo interconectado. Esta es la nueva realidad y, como iglesia, necesitamos adaptarnos.

    Así, Internet nos permite hacer evangelismo de una manera más personal y abarcadora que nunca. En el centro de esta estrategia está la idea de ofrecer servicios relevantes a la comunidad, los cuales serán seleccionados por medio de dispositivos móviles y concretados en nuestras iglesias e instituciones. De este modo haremos evangelismo directo, utilizando una estrategia indirecta, en un formato adecuado a los días actuales. Al mismo tiempo, la implementación de este concepto será una inversión concreta en los procesos de movilización y discipulado de la iglesia.

    Vivimos en una época en la que necesitamos decidir si solo vamos a aprovechar las oportunidades para las que tenemos potencial o si vamos a desarrollar nuevas destrezas para aprovechar nuevas oportunidades. Esa elección definirá la eficiencia de nuestras acciones y, en consecuencia, los resultados de nuestros esfuerzos.

Sobre el autor: Profesor de la Facultad de Teología de Unasp, Engenheiro Coelho, Brasil.


Referencias

[1] Thomas Friedman, The World is Flat (Nova York: Farrar, Straus and Giroux, 2005), pp. 173-200.

[2] Ibíd., pp. 48-173, 176.

[3] Elena de White, El ministerio de curación (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2008), p. 102.

[4] S. Thumma e W. Bird, “Mobilizando os Outros 80%”, Foco na Pessoa, v. 3, N° 4, p. 17, 2014; S. Thumma y W. Bird, The Other 80 Percent (San Francisco: Jossey-Bass, 2011), pp. 1-56.

[5] S. Thumma e W. Bird, “El otro 80 %: 20 % de la iglesia produce el 80 % de los resultados, pero esto no tiene que ser así”, Foco na Pessoa, t. 3, No 2, pp. 18-25, 2014.

[6] Ibíd., p. 23.

[7] Elena de White, El camino a Cristo (Florida, Bs. As.: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2014), p. 68.

[8] Ibíd., p. 67.

[9] Denis Fortin, “Growing up in Christ: Ellen G. White’s concept of discipleship”, Journal of Adventist Mission Studies, t. 12, No 2, pp. 60-75, 2016.