El genio de la Iglesia Adventista ha sido siempre el programa evangelístico agresivo. Si bien el evangelismo siempre ha sido la llave del crecimiento de la iglesia, ha pasado por una gradual transición que hace que la obra evangélica sea actualmente más eficaz que en cualquier otro tiempo.

 En la historia temprana de la Iglesia Adventista, el evangelismo consistía primariamente en la oratoria pública dinámica de personalidades cuya excepcional capacidad para atraer y retener audiencias era la llave del éxito evangelístico. Dios usó ese método de acercamiento para ganar almas de un modo poderoso y actualmente hay entre nosotros un gran número de personas que fueron ganadas por esos hombres. Sin embargo, por más eficaz que haya sido ese acercamiento, presentaba algunos problemas.

 Al discutir esos problemas y la transición ocurrida hasta el presente, reconocemos que en esos primeros tiempos había menos iglesias organizadas que pudieran prestar su apoyo a las reuniones de evangelización y a las cuales pudieran integrarse los nuevos conversos. Muchas de las reuniones se realizaban en zonas en las cuales había en ese tiempo pocos adventistas, y a veces ninguno, y tales zonas existen todavía en la actualidad. En estos casos, algunas de las formas de acercamiento más antiguas, puestas al día, pueden ser útiles aún. Sin embargo, en este artículo estamos pensando en el evangelismo realizado en zonas donde tenemos iglesias.

 Posiblemente el asunto más importante relacionado con las campañas de evangelismo del pasado era la gran proporción de apostasías que se producían entre los nuevos conversos. Gran número de ellos se apartaba de la iglesia muy pronto después del bautismo. Habían tenido escaso o ningún contacto previo con la iglesia y, en consecuencia, la transición de la reunión evangelística a la integración con la iglesia era una experiencia difícil y frecuentemente penosa. Durante este período del evangelismo adventista la apostasía alcanzó entre el 50 y el 60 por ciento del total de acrecentamiento de la iglesia. Según el libro Adventist Evangelism, pág. 130, de Howard B. Weeks, la tasa de apostasías se elevó en 1926 a un 62 por ciento entre los nuevos miembros de la iglesia.

 Otro asunto era el gran desembolso de fondos que frecuentemente agotaba los recursos financieros de una asociación. El elevado costo de los programas evangelísticos largos y excesivamente provistos de personal restringía a menudo al evangelismo a unas pocas áreas selectas, en tanto que las demás zonas del campo recibían poco o ningún auxilio.

 También había pocos hombres con cualidades oratorias adecuadas. Teniendo en cuenta las necesidades del campo mundial, no es difícil notar la desventaja de esta forma de aproximación. Además, donde había miembros de iglesia, ese método no exigía de ellos ningún compromiso, pues toda la obra de evangelismo era realizada por el evangelista y su equipo. Aunque frecuentemente coronada por el éxito, con el surgimiento de la era tecnológica, la atracción y retención de grandes audiencias durante períodos prolongados llegó a hacerse cada vez más difícil y costosa.

EVANGELISMO CENTRADO EN LA IGLESIA

 La experiencia y las circunstancias actuales han exigido en mayor grado la adopción de una posición completamente diferente en cuanto al programa evangelístico. La llave del éxito difiere actualmente de la del pasado en que se centra más bien en la iglesia que en el evangelista. El éxito evangelístico no depende tanto de la capacidad y del desempeño del evangelista como de la personalidad y la actividad de la iglesia.

 Esta forma de acercamiento afirma sencillamente que la primera tarea de la iglesia es el evangelismo, que cada departamento y cada miembro de la iglesia deben estar activamente ocupados en el único objetivo de ganar almas, que debe haber una obra constante y firme de parte de la totalidad de la iglesia en la siembra, el cultivo y la cosecha. En esta forma de acercamiento las tareas de sembrar y cultivar se dejan en primer lugar en manos de los miembros de la iglesia que trabajan en sus diversos departamentos, en tanto que la cosecha generalmente se hace mediante una corta serie de reuniones de evangelismo de unas cuatro semanas de duración. Sin embargo, la mayor responsabilidad para el éxito de cada fase del programa de ganar almas, incluidas las reuniones evangelísticas mismas, recae sobre la iglesia.

 Cuando esta forma de aproximación es comprendida tanto por los ministros como por los laicos y recibe el énfasis apropiado en el campo, sus ventajas y méritos se notan y aprecian rápidamente.

MENOS APOSTASÍAS

 Posiblemente la ventaja más significativa de este método de acercamiento sea la disminución de las apostasías. La tasa de apostasías ha mermado con el empleo de mayor número de iglesias como centros evangelísticos y con la transición gradual de nuestros alcances evangelísticos. En la actualidad la tasa de apostasías es constantemente baja. Llega aproximadamente a un 30 por ciento de todas las adhesiones a la iglesia. Puesto que la mayor parte de la obra de ganar a los nuevos conversos es realizada por la iglesia antes de las reuniones de evangelización, la gente ya está orientada hacia la iglesia al tiempo de su bautismo. De este modo la transición hacia la manera adventista de vivir es gradual y menos dificultosa. Todo esto, unido a los vínculos sociales producidos por el contacto con la iglesia durante el período de adoctrinamiento da como resultado un menor número de apostasías. En su libro Adventist Evangelism, pág. 270, Horward Weeks habla de algunas de estas ventajas: “Con la tasa de sólo el 31 por ciento de apostasías sobre el total de adhesiones a la iglesia, producida en la denominación en 1964 —nivel más bajo alcanzado desde la primera guerra mundial— las asociaciones dieron pronto apoyo a las campañas cortas. Su centralización en perspectivas predeterminadas le parecía menos inquietante a las congregaciones, menos costosa y, probablemente, más conducente a relaciones favorables en la comunidad que las campañas de larga duración, en las cuales la propaganda cargada de emoción y la argumentación en público de puntos de doctrina controvertidos, a veces dejaban bastante tirantes las relaciones con otras iglesias”.

MAYOR COMPROMISO

 Otro aspecto muy importante del evangelismo de nuestros días es el compromiso de un mayor número de laicos en la obra propiamente dicha de la ganancia de almas. Cuando los miembros de iglesia llegan a ser activos en la ganancia de almas, surgen menos problemas en la iglesia y se acrecienta la salud espiritual. Además, si un gran número de miembros de iglesia se compromete en la ganancia de almas, se puede dirigir en esa iglesia una serie de reuniones evangelísticas exitosas por lo menos dos veces por año con resultados conmovedores, tanto para el evangelista como para la iglesia. Cuando los laicos ven que sus intereses son atendidos y respondidos, toma posesión de ellos un formidable reavivamiento espiritual que frecuentemente abarca a toda la iglesia. Se busca a los apóstatas y los nuevos conversos afluyen a la iglesia. Cuando los miembros de iglesia comprenden que sobre sus esfuerzos se derraman las ricas bendiciones de Dios, se profundiza su entrega a Cristo y aumentan sus actividades para la ganancia de almas.

CADA PASTOR DEBE SER UN EVANGELISTA

 Esta forma de acercamiento tiene otro rasgo singular: permite que cada pastor se convierta en evangelista. La reunión de evangelismo es, sencillamente, la última fase de la conmovedora obra de ganar almas. Cuando comienza la campaña evangelística ya se han realizado la siembra y el cultivo, por lo tanto, la recolección de la cosecha es más fácil y no exige las condiciones de oratoria del pasado. En consecuencia, tenemos gran número de pastores que sirven como eficientes pastores-evangelistas. También en la actualidad tenemos centenares de evangelistas que bautizan regularmente más de cien personas cada año, donde en el pasado había sólo unos pocos que lo hacían. Según datos de junio de 1969, en 1968 había 184 evangelistas que habían alcanzado cíen bautismos o más.

 No debemos olvidar la excelente ventaja financiera que se logra con este método de acercamiento. En nuestros días, un ciclo corto de evangelismo generalmente puede realizarse muy bien en la iglesia. La necesidad de amplia propaganda es menor porque la mayoría de los que asisten a las reuniones vienen como consecuencia directa de la obra ya realizada por la iglesia antes del comienzo de la campaña de evangelización. Con exclusión de los gastos personales del evangelista, una campaña evangelística destacada puede llevarse a cabo con un presupuesto de unos mil dólares o menos. (En zonas más extensas, es natural que el costo sea mayor). Al preservar de este modo nuestros fondos de evangelismo, tenemos la oportunidad de hacer una obra evangelística más amplia y más abarcante. Si utiliza este método de aproximación, una asociación entera puede ser trabajada regular y sistemáticamente sin un desembolso de fondos demasiado grande. El evangelista no sólo gasta mucho menos dinero en cada campaña, sino que puede dirigir mayor número de ellas durante el año. Un evangelista de tiempo completo puede dirigir fácilmente siete u ocho campañas evangelísticas por año.

EL NUEVO DESPERTAR

 Todo el campo está llegando a comprender rápidamente que cada departamento de la iglesia debe ser despertado para trabajar por la ganancia de almas: la obra para cuya realización fue creado. Nuestros dirigentes comprenden también que todas las actividades destinadas a la ganancia de almas deben coordinarse de tal modo que se centralicen en la preparación para las reuniones de evangelismo. En los lugares donde esta visión llega a hacerse realidad, se asegura el éxito de las campañas evangelísticas cortas. Las posibilidades de un programa semejante son ilimitadas, cosa que es plenamente evidente en ciertas áreas del campo.

 La necesidad de coordinación de toda la actividad evangelística de la asociación, como también la de prestar ayuda al pastor en la totalidad de su programa, ha dado lugar al nombramiento de un secretario ministerial a nivel de asociación. Además de conducir varias campañas evangelísticas por año. la persona llamada para cumplir aquella tarea tiene, entre otros deberes, la responsabilidad de coordinar todas las actividades evangelísticas de la asociación. Trabaja activamente con los demás departamentos de la asociación en un esfuerzo destinado a centralizar todas las actividades para la ganancia de almas en un solo objetivo: la preparación para las reuniones de evangelismo en toda la extensión del campo.

 Debemos recordar que la llave del éxito de los métodos evangelísticos de acercamiento de la actualidad es el miembro de iglesia. Sólo cuando los miembros de la iglesia se encarguen activamente de la siembra y el cultivo de la semilla de la verdad, podrá reunirse una cosecha de almas en las reuniones evangelísticas que se realicen a continuación. Dios espera a su pueblo. Si nos despertamos y ponemos a la obra a cada hombre y luego coordinamos la obra de todos, el mundo pronto podrá oír el mensaje de un Salvador crucificado, resucitado y próximo a venir.

Sobre el autor: Secretario ministerial de la Asociación de Wyoming.