Un estudio de la esposa del pastor como persona
“Estado de ánimo en el ministerio. Un estudio del pastor como persona” apareció en la revista Ministry de diciembre de 1981. Ese artículo informa sobre la primera parte de un estudio conducido por el Instituto de Ministerio de la Iglesia de la Universidad Andrews, que le fuera encomendado por el Departamento Ministerial y de Mayordomía de la Asociación General. La segunda parte del informe, que sigue a continuación, examina el papel de la esposa del pastor y los problemas que enfrenta este sector del equipo pastoral.
No existencursos académicos para llegar a ser esposa de pastor. Simplemente ella se casa con alguien que está planificando ser un ministro o alguien que ya lo es, o que luego del matrimonio llega a serlo. Debido a la naturaleza del trabajo de su esposo, la esposa del pastor está comprometida, preparada o no, con su trabajo No hay norma de éxito o fracaso; ella es quien debe fijar su propia norma en cuanto a su satisfacción, o no, en su trabajo como primera dama de la parroquia.
El Estudio del Crecimiento de la Iglesia en la División Norteamericana fue la primera investigación importante realizada por la Iglesia Adventista del Séptimo Día que incluyó a las esposas de pastores adventistas (véase “Una nueva perspectiva para la esposa del pastor”. Los resultados de ese informe indicaban la necesidad de una consideración más detenida de la esposa del pastor. Por ello se orientó un segundo estudio hacia el bienestar de la esposa del pastor. Este cuestionario, llamado “La cónyuge del pastor como esposa y como persona”, fue enviado a 238 esposas de pastor. Se recibieron 157 encuestas utilizables. Cuando los resultados de este informe se comparan con el estudio del estado de ánimo hecho entre los pastores (el otro estudio realizado con los esposos de las participantes), se obtiene un panorama del espíritu que reina en el hogar del pastor adventista.
El perfil de la esposa
Cada uno de los primeros trece puntos fue presentado como una declaración con la que la esposa podía discrepar fuertemente, discrepar en algo, permanecer neutral, coincidir en algo, o coincidir plenamente.
Una observación detenida de la Tabla 1 nos indica que a los pastores y sus esposas les resulta más fácil tomar juntos decisiones importantes que hablar juntos en cuanto a sus sentimientos más íntimos. El ítem: “mi esposo siempre consulta conmigo antes de tomar una decisión importante (como, por ejemplo, aceptar un llamado)” fue el más alto, tanto en porcentaje (94%) como en promedio (4.7). Sólo el 3% discrepó con la declaración. Fueron menos, sin embargo, las que aceptaron tener una relación franca que les permitiera discutir libremente sus sentimientos más íntimos con su cónyuge En este punto el 83% coincidió. Y sólo el 80% de los pastores participa regularmente del culto familiar en el hogar.
Un programa de educación permanente, que atienda las necesidades específicas de la esposa de un pastor, se encontraba en segundo lugar, pues el 89% de las esposas manifestó esta necesidad y el 75% informó que ahora disponía de un programa efectivo de crecimiento personal.
El aspecto feliz del informe es que el 85% de las damas disfruta siendo esposa de pastor y el 82% siente que ha tenido éxito en ese papel. La idea de un consejero, que no dependa de la administración del campo, y con quien los pastores y sus esposas pudiesen discutir los problemas, recibió la oposición de sólo el 5% de quienes respondieron.
El hallazgo más alarmante es que el 57% de las esposas se sienten solas y aisladas en el ministerio. El ítem: “a veces me siento culpable de tomar tiempo del trabajo de mi esposo para mis necesidades personales”, demostró que el 37% de las esposas experimenta sentimientos de culpa. Además, el 21% a veces desea que sus esposos abandonaran el ministerio pastoral.
Sólo el 13% coincidió con que los hijos del pastor crean más problemas para sus familias que los demás niños de la iglesia. Un 12% sintió que los miembros de iglesia no la aceptaron como una persona con necesidades semejantes a las de los demás.
Se consultó si las esposas alguna vez se preocuparon excesivamente o incomodaron por los siete aspectos indicados en los ítems 14 al 20 (véase Tabla 2). El mayor índice de preocupación (un 72% de las esposas) fue “disponer de suficiente tiempo para la familia”. Estrechamente asociado a esto se encuentra el ítem de interés que le sigue, “preocupación por las finanzas”. Este aspecto mereció el promedio más alto (2.83) y fue respondido por un 68% de las esposas.
Más de la mitad (63%) de las esposas se preocupaba por ser competente como esposa de pastor. Ya ha sido mencionado que la mayor preocupación de las esposas de pastor fue disponer de tiempo a solas para la familia, y este tema se repite en el ítem 20 que indica que “las necesidades ajenas tienen prioridad sobre la familia”. Para el 58% de las damas ésta es una fuente de preocupación
La mitad de las esposas (49%) manifestó preocupación por las críticas de los miembros de iglesia hacia ellas, y a un tercio (33%) les importaba recibir la aprobación de-los administradores de la asociación. Un tercio (32%) demostró preocupación por llevarse bien con los miembros de iglesia.
Las alegrías más significativas
Las esposas recibieron cuatro preguntas para completar. Las respuestas a la pregunta: “El mayor gozo, o la oportunidad más importante para mí al compartir la labor con mi esposo, lo he encontrado en…”, formaron treinta y cuatro categorías. Algunas de las escogidas por un porcentaje significativo de esposas de pastor se muestran en la Tabla 3.
Desarrollar amistades, tratar con las personas y encontrar compañerismo, son los aspectos que se destacan como la mayor fuente de alegría al compartir la tarea del esposo, en un 24% de las esposas. Siguiéndole en un cercano segundo lugar, con 23%, estaba “ver cómo las personas se acercaban a Cristo/ganancia de almas”.
Un análisis de la tabla nos lleva a la conclusión de que las esposas encuentran alegría al trabajar para otros en los ministerios misioneros y en la nutrición de la iglesia. Algunas respuestas características fueron:
• “Ver cómo la vida de las personas puede cambiar por nuestros humildes esfuerzos”.
• “Trabajamos lado a lado con mi esposo. Dice que somos un equipo, lo cual significa mucho para mí”.
• “La oportunidad de visitar juntos a los miembros de iglesia”.
Los mayores problemas para mí
La segunda pregunta para completar decía: “El problema o conflicto que ha sido más real para mí como esposa de pastor es. . .” Las respuestas fueron clasificadas en cuarenta y una categorías. Las elegidas por un porcentaje significativo de esposas aparecen en la Tabla 4.
Se debe observar que las causas de frustración son más variadas que las de satisfacción. El tema de la insatisfacción parece encontrarse en las áreas de conflicto entre las expectativas que se tiene de ellas; la división entre el hogar, la iglesia y las responsabilidades de trabajo y sus propios sentimientos de capacidad para la tarea.
Algunos de los comentarios típicos fueron: “¡Las críticas dirigidas a mi esposo! Cuando veo a un pastor a punto de ‘agotarse’, y que es constantemente criticado por los asuntos más triviales, es difícil permanecer tranquila”.
“Tener que mudarme mucho (cuatro cambios de distritos y seis mudanzas de casa en tres años)”.
“Las expectativas y demandas que otros depositan sobre una por ser esposa de pastor”.
“No poder tener una amiga íntima con la que me pueda relacionar”.
“Que mi esposo encuentre tiempo para pasar con su familia y tomar un día para estar con nosotros”.
¿A quién ir en busca de consejo?
La tercera de las preguntas para completar fue ésta: “Si mi esposo y yo fuésemos confrontados con un problema personal, o familiar, recurriríamos en busca de consejo a…”. Hubo doce respuestas a esta pregunta, como se ve en la Tabla 5.
El grupo mayor (34%) no confía en ningún otro ser humano y dice que confía sólo en Dios. Es interesante notar que cuando a los esposos se les formuló la misma pregunta, casi en el mismo número (35%) estuvo de acuerdo en que Dios era el único en quien podían confiar.
También se debe observar que, de todas las preguntas de respuesta para completar, ésta fue la que más a menudo quedó en blanco, sugiriendo la posibilidad de que las respuestas “en ninguno” o “no lo sé/no estoy seguro” podrían muy bien haber sido más numerosas.
Que un 12% sienta que se puede acudir a los administradores de la asociación debería estimular la creciente percepción de que los administradores también pueden ser amigos y confidentes.
El hecho de que un 74% de las esposas convenga en que es importante que la asociación provea un consejero profesional que no tenga lazos administrativos indica una necesidad creciente, en esta área, que podía muy bien fortalecer el estado anímico de las esposas.
Nivel de preparación académica.
Algunas estadísticas interesantes revelan el nivel académico completado por las esposas de pastor (Tabla 6). Una esposa realizó estudios de posgrado mientras que otra concluyó sólo la escuela primaria. El 31% de las esposas obtuvieron un título de nivel superior y más de la mitad (52%) completaron dos años de estudios superiores. Sólo el 7% había obtenido un título de magister.
A medida que un número creciente de pastores obtiene un magister en Divinidad, y crece el énfasis en alcanzar el título de doctor en Ministerio (Teología Pastoral), la brecha entre el nivel académico de la esposa y el esposo se amplía. Eso podría indicar un área potencial de discordia matrimonial.
Las esposas manifestaron un sentimiento de incompetencia como esposas de pastor en varios ítems del cuestionario. La incompetencia intelectual no es una excepción. Una esposa escribió: “Intelectualmente, no me siento muy capaz de ser la esposa de un pastor”.
Ante el interés de nuestros dirigentes denominacionales de proveer oportunidades para que los pastores continúen estudiando, sería bueno recordar que el 89% de las esposas también manifiesta esta necesidad. Es posible que al ofrecer a las esposas de pastor oportunidad de continuar estudios, se pudiese aumentar su nivel de confianza propia. Esto también fortalecería su estado de ánimo.
Conclusiones
Son varias las conclusiones que pueden extraerse del informe que ha sido presentado hasta aquí.
1. Muchas damas están felices con su papel de esposa de pastor. De hecho, un buen número disfruta de la vocación y cree tener éxito en ella.
2. Además de estos sentimientos positivos hay conflictos. Una mayoría tiene serias preocupaciones. Dos tercios experimenta sentimientos de soledad y aislamiento en el ministerio, el 58% está preocupada por tener que considerar las necesidades de los demás como prioritarias sobre las de la familia, el 63% está inquieta por ser una esposa de pastor competente, el 68% manifiesta desvelo por las finanzas y el 72% revela inquietud por no disponer de suficiente tiempo familiar.
3. Una minoría informa otras preocupaciones -a veces una minoría muy pequeña. Sin embargo, cuando estos porcentajes son aplicados a todas las esposas de pastor, representan un número alto de esposas con problemas. Si bien no se guardan registros oficiales de las esposas de pastor, puede estimarse que son aproximadamente 2.500 las que están sirviendo en la División Norteamericana. Esto significa que el 21% que a veces desea que sus esposos abandonen el ministerio pastoral podría representar unas 565 esposas. Y el 37% que tiene sentimientos de culpa por tomar tiempo del trabajo de su esposo para sus necesidades personales, representaría a 925 damas. Aun el número relativamente bajo (3%) de aquellas cuyos esposos no siempre las consultan antes de tomar una decisión importante, y el 6% que no tiene una relación franca con sus esposas, se transforman en 153 y 300 esposas respectivamente.
En los porcentajes mayores la situación es aún peor. Quizá 1.575 damas sienten preocupación por cumplir adecuadamente el papel de esposa de pastor, 1.675 a veces se sienten solitarias y aisladas en el ministerio, y 1.800 están preocupadas por no disponer de tiempo suficiente para la familia.
4. La mayor alegría que experimentan estas damas, al compartir el ministerio de sus esposos, gira en torno a la amistad con las personas, por verlas aceptar a Cristo, por participar en la nutrición de la vida espiritual y el crecimiento personal de otros, y por trabajar en equipo con sus esposos.
5. Los problemas más reales y conflictivos de las esposas del pastor involucran las expectativas que los distintos sectores (los feligreses, la asociación, la comunidad, su esposo) tienen de ellas, el sentimiento de desempeñar un papel secundario en la profesión de sus esposos, los sentimientos personales de incapacidad en su función, las frecuentes mudanzas, la ausencia de relaciones estrechas, la falta de tiempo en general y las presiones financieras. Si una esposa feliz equivale a un ministro feliz, la conducción de la iglesia debe desarrollar un sistema de apoyo para las esposas de los pastores y reestructurar la profesión pastoral con el propósito de eliminar o reducir muchas de estas áreas de conflicto. Se debe desarrollar un clima en el cual los pastores desarrollen vidas familiares sólidas como parte vital de su ministerio.
6. Es interesante notar que mientras que las frustraciones de los esposos (como se informó en el estudio paralelo del ánimo de los pastores) estaban en su totalidad relacionados con sus responsabilidades profesionales, los conflictos y problemas de las esposas estaban todos conectados con asuntos familiares y personales. Esto está en armonía con muchos estudios que revelan que el hombre consigue su identidad en los papeles relacionados con su trabajo, mientras que su esposa los obtiene de sus funciones relacionadas con la familia. Aquí están las raíces de los problemas. Los pastores pueden estar muy atareados con sus ocupaciones, y recibir mucho refuerzo positivo por sus buenas realizaciones, que los hacen olvidar con facilidad sus hogares. La esposa, concentrada en el hogar y en la familia, siente profundamente el descuido y la soledad. El escenario está preparado para la rotura de la comunicación y la fisura en las relaciones.
7. La mayoría de las esposas de pastor (o sus esposos) no sabe adónde acudir en busca de aconsejamiento cuando se enfrentan con un problema personal o familiar serio. La mayoría está de acuerdo en que proveer de consejeros cristianos profesionales y confiables, sin lazos de dependencia con la administración del campo, sería un suplemento bienvenido en el sistema de apoyo pastoral. Los administradores de asociación pueden pensar en esta inversión en la salud mental ministerial, como uno de los usos más sabios de sus recursos financieros.
8. Las esposas de pastores no están suficientemente preparadas para sus funciones. Menos de un 8% cuenta con estudios de posgrado y menos de un 40% ha completado estudios superiores. Hoy un magister en Divinidad es la preparación básica para el pastorado, y un creciente número de pastores está alcanzando el título de doctor en Ministerio (Teología Pastoral). En tanto que la cantidad de educación formal nunca debe utilizarse como una medida para predecir el éxito o fracaso como esposa de pastor, la brecha entre la preparación académica de las esposas presenta dos áreas importantes de preocupación: a) a la esposa del pastor se le pide atender algunas de las mismas cosas que se le piden a su esposo, sin tener los recursos y la preparación que él recibió, b) Al ampliar la brecha entre la preparación del pastor y su esposa se incrementa la posibilidad de problemas de comunicación en el hogar. Esto requiere que un esposo sensible compense esta situación. Es imperativo que el esposo afirme públicamente el área en la cual su esposa elige ejercer sus dones especiales. Esto le dará libertad a ella para ser ella misma y servir en el lugar singular que ocupa en la relación ministerio-matrimonio. Para algunas damas, una posible solución de los problemas que afloran en esta investigación es llevar la vocación de esposa de pastor a un verdadero nivel profesional. Esto reclamará un renovado énfasis en la educación, antes y durante su servicio, para que la esposa desarrolle la función vital del ministerio. Por supuesto, cada esposa es un individuo, y ninguna debiera ser forzada a tomar este curso para cumplir su papel o hacer que se sienta culpable si no elige hacerlo. De todos modos debiera proveerse la oportunidad.
Otra posible solución sería crear un equipo ministerial opcional para parejas que ocupen funciones pastorales. Hay muchas formas en las que una pareja puede ser más efectiva que una persona sola al cumplir con la misión de la iglesia. Las esposas que se sienten parte integrante del equipo es probable que no se sientan aisladas ni solas o frustradas. Las asociaciones deben buscar medios para alentar y preparar equipos ministeriales.
9. Nuestra estructura denominacional exige que los administradores estén fuera del hogar por días o, en alguna ocasión, hasta meses. El “sacrificio” que ellos hacen, de estar un tiempo lejos de la familia, se presenta ante los pastores y sus esposas como algo honorable y aceptable. Es hora de que se mire con preocupación esta tendencia a la luz del papel de ejemplo que ellos ejercen sobre otros. Es hora de afirmar el papel del pastor como padre, esposo y sacerdote del hogar, y reconocer su necesidad de vivir una vida equilibrada.
El nutrimiento de las relaciones familiares pastorales no es una desviación de la obra ministerial, una especie de mal necesario, sino que es fundamental. A menos que la pareja pastoral esté en armonía, trabajando unida con un sentido de gozo y misión, el pastor pronto se desanimará y la efectividad de su ministerio menguará o cesará. Aún más, la pareja pastoral presenta un modelo para la iglesia de lo que Dios desea que sea cada hogar: un ambiente afectuoso en donde cada miembro ama, colabora y anima a los demás en su peregrinaje hacia el reino de los cielos.