Un estudio realizado sobre 3.217 miembros de 28 iglesias esparcidas por la Unión de los Lagos señala denominadores comunes para el crecimiento denominacional e individual.

En 1970 el Departamento de Misiones Mundiales de la Universidad Andrews comenzó un seminario acerca del crecimiento de la iglesia, con los siguientes objetivos: (1) familiarizar al ministro con los factores que estimulan o dificultan el crecimiento de la iglesia; (2) ayudarlo a evaluar la efectividad de diversos métodos adventistas de evangelización, crecimiento denominacional y misión; (3) descubrir nuevas maneras y estrategias para llevar a cabo la comisión divina y terminar la obra de Dios “en esta generación’’; (4) ayudar al ministro a planificar el crecimiento de la iglesia dentro de los cánones bíblicos; (5) capacitar al ministro para que pueda dirigir el crecimiento de la iglesia en todos sus aspectos, especialmente para que pueda preparar a los laicos a fin de que asuman su responsabilidad en el crecimiento de la iglesia.

Una de las maneras usadas para alcanzar estos objetivos ha sido la de incorporar al ministro en los estudios, en las encuestas y en el análisis de los datos obtenidos. Cuando se comentaban los resultados de los trabajos, quedó evidente que esta investigación ayudaría enormemente a dirigentes y administradores de la iglesia, especialmente a los que tienen que ver con la planificación evangélica y la promoción del crecimiento denominacional Así fue como a principio de 1971 la Asociación Ministerial de la Asociación General dio origen a una moción de nuestro organismo superior que solicitaba al Departamento de Misiones Mundiales la preparación de informes acerca de dos asuntos de capital importancia en el crecimiento de la Iglesia Adventista: (1) ¿Cuáles son los factores que influyen sobre los norteamericanos para que se relacionen con la Iglesia Adventista, acepten su mensaje y sean bautizados? (2) ¿Cuáles son las razones principales por las cuales los creyentes adventistas abandonan la iglesia (apostasía)? Ambas investigaciones han sido llevadas a cabo, y los informes se han publicado. El primero, impreso por la Andrews University Press en 1976, lleva por título Patterns of SDA Church Growth in North America. El segundo ha sido escrito como proyecto de investigación para el grado de doctor en ministerio por L. Nielsen en 1977, y se titula Dissociation: An Investigation Into the Contributing Factors of Backsliding and Separation From the SDA Church in Michigan.

Factores de crecimiento denominacional

Este artículo tratará acerca de algunos de los factores que ayudan a la gente a aceptar el mensaje adventista, dejando para otra oportunidad el asunto de las razones significativas de apostasía.

El estudio sobre el crecimiento adventista del cual surge este artículo, se basó en las 3.215 respuestas dadas a un cuestionario por miembros de 28 iglesias esparcidas por toda la Unión de los Lagos, que abarca los estados norteamericanos de Illinois, Indiana, Michigan y Wisconsin. Se celebraron más de trescientas prolongadas entrevistas con los miembros y los pastores de esas iglesias, y se han recogido datos adicionales de los registros de las iglesias, de estadísticas de la unión y de la Asociación General y de otros estudios contemporáneos relativos al crecimiento de la iglesia.

Las 28 iglesias estudiadas fueron escogidas según los siguientes criterios: ubicación (rural, urbana, suburbana, ciudad pequeña), tamaño (menos de 100, 100-250, 250-600, más de 600 miembros), composición étnica (negros, blancos, orientales, hispanoamericanos, mixta), antigüedad y accesibilidad. En la mayoría de los casos, los investigadores sirvieron como “pastores estudiantes” de esas iglesias, lo cual contribuyó en gran medida a la confiabilidad del análisis y la evaluación de los datos recogidos.

El crecimiento de la iglesia es un tema complejo. No podemos limitarlo meramente al crecimiento numérico, pues tanto en la Biblia como en los escritos de Elena G. de White el crecimiento de la iglesia incluye el crecer en Espíritu y en verdad, en conocimiento y en gracia. La iglesia también ha sido llamada a demostrar la gloria de Dios y a servir como su instrumento para la evangelización y la atención de los necesitados. El concepto adventista de crecimiento de la iglesia debe incluir, por lo tanto, por lo menos cinco aspectos: (1) el número de personas que se unen a la iglesia, quiénes son y cuáles factores influyeron más en ellas para que se relacionaran con el mensaje adventista y se unieran a la iglesia mediante el bautismo; (2) qué efecto tuvo en sus vidas el hecho de ser miembros de la iglesia desde que se hicieron adventistas; (3) de qué maneras los creyentes crecieron en su comprensión de la verdad, en amor, en piedad y en santidad de vida, y cuáles de los agentes que hay en la iglesia ayudaron más en su crecimiento espiritual; (4) el aumento en la entrega personal de los creyentes a la obra misionera y el servicio a la comunidad; (5) cómo está creciendo la iglesia en relación con su tarea profética de alcance mundial, y especialmente en su misión de manifestar “aun a ‘los principados y potestades en los lugares celestiales’ el despliegue final y pleno del amor de Dios” (Los Hechos de los Apóstoles, pág. 9).

Resultados del estudio

De las 28 iglesias estudiadas, 6 tenían un ritmo de crecimiento anual del 5-9 por ciento, 5 estaban creciendo un 2-4 por ciento (el crecimiento medio en Norteamérica), mientras que 17, es decir, más del 60%, no crecían en absoluto e incluso acusaban una disminución en la feligresía. ¿Cuáles son los factores que causan estas diferencias?

En primer lugar, el tamaño de la iglesia. Si se consideran los cuatro criterios básicos de religiosidad -asistencia a la iglesia, estudio de la Biblia y vida devocional, creencias doctrinales y actividad misionera- las iglesias de 200-350 miembros muestran por lejos el mayor crecimiento, y dejan muy atrás a las otras en cuanto a potencialidad de crecimiento. En segundo lugar, la ubicación de la iglesia también afecta su crecimiento. Ciertas poblaciones son obviamente más propensas a cambiar de religión que otras. La mayor propensión al cambio se encuentra en zonas de gran movilidad, de rápidas mutaciones socioeconómicas y de crecimiento de la población. Donde se dan estos factores, como en ciudades pequeñas y grandes, en zonas de desarrollo y en ciertos suburbios, la potencialidad de crecimiento de la iglesia es mucho mayor que en las zonas rurales o en las ciudades y poblaciones que se caracterizan por un esquema y un orden bien establecidos.

Solamente teniendo en cuenta estos dos factores, nuestra planificación evangélica debería prestar especial atención a estas zonas de poblaciones que cambian y crecen rápidamente, y al desarrollo en la iglesia de estructuras particularmente adaptadas a las necesidades de los nuevos conversos: necesidad de compañerismo, de sentirse útiles, de estabilidad. El logro de tales estructuras implica invariablemente a iglesias de tamaño medio, de 100 a 350 miembros.

Un tercer factor de crecimiento, por lejos el más importante, es la dedicación de los laico. No menos del 67 por ciento de los que, proviniendo de hogares no adventistas, se unieron a la iglesia, se relacionó primeramente con el mensaje adventista por intermedio de miembros laicos de la iglesia (parientes, vecinos, amigos, etc.). Los laicos adventistas fueron también por lejos el factor más importante en conducir a la gente a aceptar el mensaje adventista y a unirse a la iglesia mediante el bautismo (57 por ciento). Las seis iglesias de crecimiento más rápido en esta encuesta tenían una hermandad laica profundamente consagrada y activa. Sin embargo, contrariamente a la creencia general de que esos miembros laicos deben estar involucrados en el programa “oficial” de la iglesia a fin de hacer crecer la congregación, los hallazgos muestran que el éxito del laicado como factor en la conquista de almas proviene del testimonio espontáneo dado por creyentes que hablan de su fe en su vida diaria y en los contactos con la gente en el trabajo y en la sociedad. Una de las tareas más urgentes de la iglesia, por lo tanto, es estimular y preparar a la feligresía para dar este testimonio espontáneo, según sus particulares dones espirituales, intereses y talentos especiales. La preparación de los laicos debiera basarse en la diversidad de dones que caracteriza a cada iglesia local.

¿Quiénes son las personas que Dios está añadiendo a su iglesia? Las iglesias adventistas muestran una gran preponderancia de mujeres. En algunas iglesias hay una proporción de casi tres mujeres por cada hombre, especialmente entre las edades de 30 a 45 años. Este desequilibrio parece deberse a varios factores. La Iglesia Adventista debe en gran medida su crecimiento a los vínculos familiares, y este factor parece influir mucho más en las mujeres que en los hombres. La evangelización pública, los programas adventistas de radio y televisión y las publicaciones adventistas resultan más llamativos para las mujeres que para los hombres. El predicador adventista tiene un poder persuasivo mucho mayor con las mujeres que con los hombres. El índice de apostasía, especialmente entre las edades de 30 a 45 años, es mucho mayor para los hombres que para las mujeres.

Aunque los que se unen a la Iglesia Adventista provienen de ambientes muy diversos, parece que una considerable mayoría viene de entre los obreros especializados y los trabajadores independientes, con entradas anuales entre 6.500 y 15.000 dólares, y que generalmente han sido miembros de otras iglesias antes de unirse con la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Casi ausentes son los muy pobres, los trabajadores no especializados, los indigentes mantenidos por el gobierno, los intelectuales sumamente cultos, los muy acaudalados y los que no tenían afiliación religiosa anterior.

Puesto que cerca del ochenta por ciento de los miembros de iglesia tienen antecedentes adventistas, podemos regocijarnos por cierto de que un gran porcentaje de nuestros jóvenes permanecen en la iglesia. (¡Las escuelas de iglesia son un factor importantísimo de crecimiento denominacional!) Por otro lado, la iglesia también debiera preguntarse por qué la penetración entre las masas, la elite intelectual y los que no asisten a ninguna iglesia, ha sido tan pequeña. Parecería que, a pesar de las grandes sumas gastadas y los recursos usados para promover el crecimiento de la iglesia, apenas entre el 15 y el 20 por ciento de los norteamericanos tienen la oportunidad de oír el mensaje adventista con claridad. ¿Y el otro 80-85 por ciento? Este es el desafío para la iglesia para la década de 1980.

La gente acepta el mensaje adventista y se une a la iglesia mediante el bautismo por muchas razones y por diversos medios: el hogar adventista, los parientes y amigos adventistas, la asistencia a nuestras instituciones educativas, la obra pastoral de los predicadores, y en mucho menor medida, la evangelización pública, las publicaciones adventistas, nuestras audiciones radiofónicas y televisivas y la obra de nuestras instituciones médicas. Pero, una vez unidos a la iglesia, ¿cómo continúan creciendo estos nuevos creyentes? El estudio acerca del crecimiento de la iglesia señala una situación bastante crítica. Después de haberse integrado a la comunidad adventista mediante el bautismo, el crecimiento de los nuevos creyentes es reducido, lento y discontinuo. A menudo suele desarrollarse una mentalidad quiescente que parece impedir a los creyentes el crecimiento en la piedad y la espiritualidad, el interés y el fervor misioneros. De acuerdo con el estudio, muchos creyentes dependen casi completamente de los servicios sabáticos para su crecimiento futuro. Escasean el estudio personal de la Biblia y la práctica regular de las devociones. El trato frecuente con amigos adventistas se destacó en el estudio como un factor importante que ayuda a la gente a crecer espiritualmente, o a evitar que abandone la iglesia. Pero sólo el 25% (gente de edad, en su mayoría) indicó que los libros del espíritu de profecía desempeñaban un papel significativo en su crecimiento espiritual.

La mayoría de los creyentes advertía que no estaba creciendo espiritualmente y buscaban maneras de remediar la situación. Entre los encuestados, entre el 45 y el 53 por ciento sugirieron, como medio de crecimiento personal continuo, mejores sermones que hicieran comprensible la Palabra de Dios aplicándola a las situaciones actuales. También se señaló la necesidad de mejores folletos de escuela sabática y mejores publicaciones adventistas. Se comprobó que un mayor grado de compañerismo entre los adventistas contribuye al crecimiento espiritual. En todas las iglesias que crecían había, por cierto, una muy cálida camaradería, estimulada tanto por el pastor como por los miembros. Finalmente, los creyentes sugirieron que el pastor les prestara más ayuda mediante visitas a los hogares, programas de instrucción para laicos y ayudándolos a participar en la obra misionera.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes de esta investigación fue la enorme variedad de la feligresía adventista. No sólo los creyentes individuales difieren el uno del otro, sino que cada congregación local tiene su propio carácter, sus actitudes, su espiritualidad y su esquema de crecimiento. Esta diversidad no sólo influye sobre la respuesta de cada individuo a los diferentes agentes evangelizadores de la iglesia, sino que también determina en gran medida la respuesta, la actitud y la actividad de toda una congregación. Para ayudar a cada iglesia a crecer y a desarrollarse según su carácter y situación especiales, es importante que se anime a las iglesias locales a desarrollar los programas y actividades que parezcan adecuarse más a las personalidades locales. Este enfoque permitirá también que un porcentaje mucho mayor de miembros participe entusiastamente en las actividades de la iglesia. La uniformidad, basada en el concepto equivocado de que “ la feligresía adventista es una sola”, representa un obstáculo para el crecimiento.

Papel cambiante para el pastor

Este estudio señala, finalmente, la necesidad de un cambio en el papel del ministro en función del crecimiento de la iglesia. Desde el punto de vista estructural, en este momento su trabajo no lo estimula a concentrarse en los factores que promueven el crecimiento de la iglesia: preparación de sermones, instrucción de los laicos, visitación a los hogares, participación en la acción de asistencia a la comunidad de la iglesia, cuidado y atención pastoral, etc. Gran parte de la preparación que recibe en la actualidad tampoco capacita al pastor para impartir una dirección que fomente el crecimiento de la iglesia. Para mejorar esa situación, se recomienda que cada asociación organice cursillos de crecimiento de iglesia para sus pastores como ya lo están haciendo algunas asociaciones – a fin de equipar mejor al ministro para la tarea de ayudar a la iglesia a crecer. Porque, a pesar de ciertas señales de peligro reveladas por este estudio, los miembros de nuestras iglesias tienen un profundo deseo de servir a Dios y de usar sus muchos dones espirituales, sus talentos y sus fondos para cumplir la tarea para la cual Dios los ha llamado.

Sobre el autor: Gottfned Oosterwal posee doctorados en letras y en filosofía, y es profesor de misión y religiones comparadas en el Seminario Teológico Adventista, Universidad Andrews, Berrien Springs, Michigan, Estados Unidos.