Un proyecto que une a la iglesia sudamericana en torno de la proclamación sólida del Segundo Advenimiento

En su libro Viviendo sin máscaras, Charles R. Swindoll cuenta la historia de un soldado de 24 años que, durante dos años, vivió en un campo de prisioneros de vietnamitas. Al principio, el joven resistió bien las inclemencias del tiempo, motivado por la esperanza de liberación que le habían prometido sus captores, en vista de que él había revelado planes estratégicos del ejército al que servía. Habiendo percibido que eso ya había sucedido con otros prisioneros, el joven decidió colaborar. Pero el tiempo pasaba y no veía señales del cumplimiento de la promesa. Cuando tuvo la certeza de que había sido engañado, su espíritu se derrumbó, y se convirtió en un autómata. No quería trabajar, ni siquiera alimentarse; mucho menos escuchar palabras de ánimo de quien fuera. Pasaba el tiempo acostado, chupándose el pulgar. En pocas semanas, murió.

Alguien ha dicho que, “si le sacamos la riqueza a un hombre, lo frustramos. Si le quitamos su objetivo, disminuimos su ímpetu. Pero si lo privamos de la esperanza, lo inmovilizamos. Sin esperanza, no proseguirá”. De hecho, sin esperanza, ¿hacia dónde va nuestro mundo? Decepcionada con los modelos políticos y económicos vigentes, frustrada por el vacío de los conceptos liberales y relativistas de la época, arrinconada por la escalada de vicios que generan violencia y degradación moral, ¿hacia dónde va la sociedad en la que vivimos? ¿En qué dirección debemos señalar como salida para los conflictos familiares, las enfermedades y la muerte, al igual que para las tragedias ecológicas?

Desesperados, muchos parecen haber sucumbido al pesimismo del filósofo Schopenhauer, que decía: “La vida lleva su propia carga. Es una desventura nacer, y morir es una suerte. La muerte es destrucción, pero la destrucción es la única salvación”. ¿Quién les dirá que no todo está perdido? Que, en el horizonte de las angustias terrenales, brilla una esperanza perfecta y firme, descrita como “bendita esperanza”: la esperanza del regreso de Jesús. Ciertamente, el pueblo que fue llamado a la existencia con la misión de proclamarla.

Impulsado por la conciencia de esta vocación sagrada, el liderazgo de la Iglesia Adventista en Sudamérica planeó involucrar a cada congregación, servidor, institución y miembro voluntario en el proyecto Impacto Esperanza. El objetivo del proyecto es decir a la sociedad, de manera altisonante y a través de varias acciones, que el regreso de Cristo es una realidad reconfortante y casi presente. El “día D” está marcado: 6 de septiembre. No obstante, el plan establece etapas de preparación y continuidad.

Bajo la inspiración de la experiencia de comunión y concientización misionera que movilizó a la iglesia apostólica, el proyecto Impacto Esperanza realza, en la iglesia sudamericana, las características misioneras para los últimos días, conforme son descritas por Elena de White:

Movimiento en masa: “Se veía a centenares y miles de personas visitando las familias y explicándoles la Palabra de Dios. Los corazones eran convencidos por el poder del Espíritu Santo, y se manifestaba un espíritu de sincera conversión. En todas partes las puertas se abrían de par en par para la proclamación de la verdad. El mundo parecía iluminado por la influencia divina” (Servicio cristiano, p. 54).

Sentido de urgencia: “Cada hora, algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. ¿Y dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y perseverante fe ruegan a Dios por ellos?” (Patriarcas y profetas, p. 135).

“Haced resonar la alarma en todo el país. Decid a la gente que el día del Señor está cerca y que se ha aproximado con mucha prisa. Nadie quede sin amonestar. […] No tenemos tiempo que perder” (El evangelismo, p. 163).

Participación de todos: “Todo seguidor de Jesús tiene una obra que hacer como misionero en favor de Cristo, en la familia, en el vecindario, en el pueblo o la ciudad donde viva” (Servicio cristiano, p. 24).

Acción concentrada: “Debe haber acción concentrada. […] Debemos avanzar juntos” (Servicio cristiano, p. 95).

Distribución de literatura: “Los ministros y el pueblo debieran envolverse como nunca antes en la circulación de libros, panfletos y tratados” (Testimonios para la iglesia, 1.1, p. 597).

Esperanza paso a paso

En las fases de preparación, concreción y continuidad del proyecto, las iglesias, debidamente movilizadas, entrenadas y equipadas por sus respectivos pastores, deben obedecer la siguiente estrategia:

30 de agosto

  • Jornada de oración intercesora en favor de las personas que serán visitadas (amigos, familiares, ex adventistas y nuevos interesados).
  • Organización de parejas misioneras para la distribución de veinte millones de revistas especiales acerca del regreso de Jesús.
  • Divulgación del evento por la TV Nuevo Tiempo, en programación especial.
  • Ese día, los carteles gigantes (diez mil) ya deben estar expuestos, al igual que los automóviles circulando con un millón de autoadhesivos acerca de la campaña.
  • Realización de un ayuno en favor del proyecto.

6 de septiembre

  • Escuela Sabática abreviada y culto especial, inspirando a los miembros a salir, si es posible, todavía por la mañana, para la distribución de las revistas acerca del regreso de Jesús.
  • Transmisión, vía satélite, del mensaje misionero por el canal ejecutivo de TV Nuevo Tiempo.
  • Distribución de revistas, por la tarde.
  • Cobertura en vivo para toda Sudamérica (TV y Radio Nuevo Tiempo, e Internet: ). www.porta-ladventista.com

7 al 13 de septiembre

  • Reunión de Grupos pequeños. Invitar a los amigos que fueron contactados y estudiar una lección especial acerca del regreso de Cristo como la gran esperanza para el mundo.
  • El sábado 13 será el “Día del Amigo”, para el que se deben invitar a las personas que fueron contactadas durante la semana.
  • Realizar una programación especial, presentar un sermón evangelizador acerca del regreso de Cristo y hacer un llamado para el Bautismo de Primavera.
  • Extender una invitación para la participación en las clases bíblicas de la iglesia.

20 al 28 de septiembre

  • Motivar a cada iglesia organizada a llevar al bautismo a seis personas, durante la primavera.
  • Motivar a cada grupo a llevar a tres personas al bautismo, en la misma ocasión.
  • Dado que existen 8.836 iglesias organizadas y 10.684 grupos en el territorio de la DSA, el objetivo es llevar a 88.000 personas a Cristo en primavera.

Todo el proyecto tendrá el apoyo de una intensa campaña publicitaria, a través de carteles, folletos, publicaciones denominacionales, Internet, y Radio y TV Nuevo Tiempo, y será ejecutado según el concepto de Evangelismo integrado de la DSA: participación de todos los departamentos, las iglesias, las instituciones, los pastores, los administradores, los educadores y los servidores en general. Eso significa que nos mantendremos dentro de la orientación inspirada, en el sentido de que, “aunque deben trazarse planes extensos, hay que tener cuidado de que la obra en cada ramo de la causa esté unida armoniosamente con la de los demás departamentos, creando así un conjunto perfecto” (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 679).

Un proyecto de tal magnitud requiere que, como pastores y líderes, todos seamos conscientes y estemos dispuestos a asumir nuestro papel de promotores, reclutadores, instructores, motivadores, capacitadores y, sobre todo, el ejemplo personal en el compromiso, en función del éxito anhelado. El Señor espera que cumplamos nuestro deber.

Sobre el autor: Edición de Ministerio, edición de la CPB.