Cuando se nabla de eventos escatológicos generalmente pensamos en el zarandeo, la lluvia tardía, el sellamiento, las plagas, la ley dominical, etc. Pocas veces pensamos en otros temas que también tienen mucho que ver con los eventos finales. La inmoralidad sexual es uno de los temas que por lo general no relacionamos con los eventos escatológicos, y sin embargo, es un asunto que Jesús mismo anunció cuando dijo: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento… Así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mat. 24:37-39). ¿Cuál era la situación moral en los días de Noé? “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gén. 6:5). ¿Cómo se manifestaban los malos designios del corazón de los hombres? “No se respetaba el vínculo matrimonial ni los derechos de propiedad. Cualquiera que codiciaba las mujeres o los bienes de su prójimo, los tomaba por la fuerza”.[1] Nuestro Señor dijo que así serían los días previos a su segunda venida. Y Elena de White dice: “Hoy el mundo está siguiendo el mismo camino”.[2] La frase “casándose y dando en casamiento” es un eufemismo. Es una forma suave, tolerable para el oído, para referirse a la abismal degradación moral en la que cayeron los antediluvianos y a la cual este mundo se acerca rápidamente. Es una frase apropiada, en labios puros, para referirse al imperio del sexo, a la promiscuidad sexual y al reinado del adulterio en este tiempo. Jesús usó ese eufemismo porque sabía que “vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto” (Efe. 5:12). Por lo tanto, como buenos conocedores de las profecías referentes al tiempo del fin, debemos prestar atención a este aspecto que nos señalan los mensajeros de Dios.

Inmoralidad y sexualidad

La idolatría y la inmoralidad sexual frieron los grandes enemigos morales contra los cuales el antiguo Israel luchó durante toda su historia. El mensaje final de Dios, contenido en el triple mensaje angélico, indica que el pueblo de Dios tendrá que habérselas con los mismos antiguos problemas en el tiempo del fin. Por tanto, conviene prestar debida atención a esta realidad anunciada en el contexto escatológico. El mensaje a Pérgamo (Apoc. 2:12-17) Históricamente, el período de Pérgamo se sitúa entre el año 313 y 538 a.C.[3] Durante el mismo la iglesia llegó a ser popular y próspera. Dos de las características negativas que distinguían a la iglesia de Pérgamo eran la “doctrina de Balaam” y la “doctrina de los nicolaítas”. Contrariamente a lo que pasaba en la iglesia de Éfeso (ellos aborrecían la doctrina nicolaíta), los de Pérgamo toleraban a los que enseñaban y practicaban dichas doctrinas.

La doctrina de Balaam

a) Enseñaba cómo poner tropiezos a los hijos de Dios.

b) Enseñaba al pueblo de Dios a comer cosas sacrificadas a los ídolos.

c) Enseñaba al pueblo de Dios a fornicar.

La doctrina de los nicolaítas

a) Era aborrecida por Dios.

b) También lo fue durante algún tiempo por la iglesia.

No sabemos mucho de los nicolaítas excepto lo que está escrito en el Apocalipsis. Victorinus de Pateau, el primer comentarista del Apocalipsis, afirma que Nicolás era un hombre problemático para los cristianos. Introdujo algunas herejías, como aquella que ordenaba que la carne ofrecida a los ídolos debía ser exorcizada primero antes de ser comida. Quienes habían fornicado podrían recibir paz hasta el octavo día.[4] Los obispos cristianos imitaron las formas litúrgicas de los paganos idólatras. Los templos que los cristianos comenzaron a construir se parecían mucho, tanto en su forma externa como en la interna, a los templos paganos.

Algunos escritores de la antigüedad afirman que los nicolaítas se caracterizaron por una conducta muy licenciosa y que, abusando de la libertad que confiere el cristianismo, llegaban hasta el libertinaje. Según Wade, Clemente de Alejandría afirmaba que los nicolaítas se entregaban a todo tipo de inmoralidad.[5]

La ciudad de Pérgamo y su religión

  • Centro importante de las religiones paganas.
  • Su acrópolis estaba coronada de muchos templos dedicados a sus diversas deidades, entre los que se destacaban el dedicado a Atenea y el monumental altar de Zeus, erigido para conmemorar la victoria sobre los galos.
  • El famoso altar dedicado a Asclepios (llamado Esculapio por los romanos), dios de la medicina.
  • Un centro importante del culto a Dionisio.
  • Templos dedicados a Venus, diosa del amor y a los emperadores romanos Augusto, Trajano y Severo.
  • Los reyes de Pérgamo también eran los sumos sacerdotes de su religión.
  • En síntesis, Pérgamo era un fuerte baluarte de las religiones paganas y del culto al emperador.[6]

Yo sé dónde moras, donde está el trono de Satanás

El trono de Satanás podría referirse a los muchos altares que había, o a la serpiente, símbolo de Asclepios, o a Zeus, quien era muy honrado allí. O quizá a los templos dedicados a la adoración del emperador, ya que este culto tenía preeminencia en Pérgamo y en toda la provincia romana de Asia.

  • La silla de Satanás: capital del culto a muchas deidades.
  • Roma: capital imperial en la época de Pérgamo.
  • Roma: capital papal en la época de la iglesia.

Durante este tiempo el cristianismo y el paganismo se mezclaron. Iglesia y mundo llegaron a ser uno. El resultado de esta unión fue la corrupción y el deterioro de la fe y la conducta de los cristianos.

La comida sacrificada a los ídolos y la inmoralidad sexual, se refieren a prácticas idolátricas. “Festines religiosos y conducta licenciosa que eran prácticas usuales que acompañaban el culto a los ídolos, tanto en tiempos del Antiguo como del Nuevo Testamentos’’.[7] También se dice que entre los pueblos paganos de la antigüedad, el culto religioso siempre estaba íntimamente ligado con la fornicación. Para Ladd, el nombre Balaam es un prototipo de aquellas personas que promueven un compromiso con el paganismo, la idolatría y la inmoralidad.[8] Para Tenney, Balaam representa a aquellos que pretenden servir a Dios y agradar a sus enemigos al mismo tiempo.[9]

La frase: “enseñaba… a cometer fornicación’*, no necesariamente debe entenderse en un sentido espiritual. También puede entenderse en un sentido literal. Para las culturas de la antigüedad, contra las cuales tuvo que luchar el cristianismo, la inmoralidad sexual no era un pecado sino parte del culto a sus dioses.

Cerca de la ciudad de Antioquía, donde se levantó una de las primeras iglesias cristianas gentiles, existía un hermoso lugar dedicado a Dafne, en el cual estaban los templos dedicados a Diana y a Apolos donde se practicaba la prostitución sacra. Dicho lugar era famoso por su grupo de prostitutas sagradas. Por eso el término Daphnici mores llegó a ser sinónimo de prácticas inmorales.[10]

Contra la depravación de estas prácticas paganas, donde se destaca la inmoralidad sexual, es que debemos entender la admonición del Señor dada a la iglesia de Pérgamo, y no sólo en un sentido de fornicación espiritual.

Antecedentes de la doctrina de Balaam

Los antecedentes de la doctrina de Balaam se remontan al peregrinaje de Israel por el desierto. Cuando éste acampaba en las llanuras de Moab, frente a Jericó (Num. 22:1), Balac, rey de Moab, con el propósito de impedir el avance de Israel, contrató a Balaam para que maldijera al pueblo de Dios.

Balaam conocía al Dios de Israel y su verdad. Había sido profeta de Dios, pero tanto se había relacionado con el mundo, deseado la fama y codiciado las riquezas, que estuvo dispuesto a ser empleado como instrumento del mal. Ansioso por la recompensa ofrecida por Balac, trazó un plan diabólico para causar la ruina de Israel. Su plan consistía en apartar al pueblo de su Dios, induciéndolo a la adoración de los dioses paganos y a la inmoralidad sexual (Núm. 31:16; véanse también los capítulos 22-25).

“Por consejo de Balaam, el rey de Moab decidió celebrar una gran fiesta en honor de sus dioses, y secretamente se concertó que Balaam indujera a los israelitas a asistir. Ellos le consideraban profeta de Dios, y no le fue difícil alcanzar su fin”.[11]

“Las mujeres madianitas comenzaron a introducirse al campamento… Estas mujeres tenían por objeto, en sus relaciones con los hebreos, seducirlos para hacerlos violar la ley de Dios, llamar la atención a las costumbres y ritos paganos e inducirlos a la idolatría. Ocultaron diligentemente estos motivos bajo la máscara de la amistad, de modo que ni siquiera los guardianes del pueblo lo sospecharon”.[12]

El plan concebido por Balaam dio resultados asombrosos puesto que un gran número de israelitas (24 mil en total) y muchos príncipes asistieron a los sacrificios de los dioses moabitas, deshonraron a Dios postrándose ante los ídolos y se entregaron al culto licencioso (Num. 25:1-4,8), a un grado tal que “la apostasía se hizo nacional”. “Los que habían vencido a sus enemigos en el campo de la batalla, fueron vencidos por los ardides de las mujeres paganas”.[13]

¿Cómo es posible que el pueblo de Dios haya caído en tales profundidades de pecado? ¿Cómo pudieron participar de aquellas orgías licenciosas? Todo ello fue posible cuando:

* Se olvidaron de Dios.

* Descuidaron la oración.

* Fomentaron un espíritu de seguridad y confianza en ellos mismos.

* Se entregaron al ocio y la complacencia.[14]

Así, la ciudadela del alma quedó sin protección para que entraran pensamientos viles y degradados.

Nuestros días

El ángel le dijo a Juan el revelador: “Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas” (Apoc. 1:19. El énfasis es nuestro). En este sentido, no significa que los eventos escatológicos sucederían, por primera vez o únicamente, en el tiempo del fin. Sino que tendrían un significado especial para el pueblo de Dios de los últimos días. Significa que los eventos serían de tal magnitud, que nunca antes habrían ocurrido en la misma escala. Al respecto Gulley dice: “En el Nuevo Testamento, los acontecimientos finales de la historia de esta tierra son presentados en tres dimensiones: pasado, presente y futuro. Los términos día final o días finales o postreros se refieren al pasado, al presente y al futuro… Estos últimos, o postreros días, son presentes y están próximos a culminar en el ‘día postrero’.[15]

El mensaje a las 7 iglesias no se circunscribía entonces a la iglesia localizada geográficamente, ni al período específico que representaban; tenía que ver con eventos que ocurrirían en el futuro. Además, Pablo dijo: “Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron” (Rom. 15:4). El apóstol Pedro anunció que en los últimos días vendrían burladores que andarían según sus concupiscencias (2 Ped. 3:3). La iglesia de Laodicea se caracterizaría por una tibieza, no sólo en el aspecto espiritual, sino también en su conducta (Apoc. 3:20).

¿Qué está sucediendo hoy en el mundo en general, en las iglesias evangélicas, y en la Iglesia Adventista del Séptimo Día en particular?

Declaraciones de Elena de White

La Biblia y los Testimonios anticipaban una época de degeneración, un tiempo de negación de la autoridad divina, donde la humanidad establecería sus propias normas y definiría lo que es bueno y malo de acuerdo con sus conveniencias personales (Rom. 1:21-32; 1 Ped. 4:2-7.) Uno de los pecados más groseros que prevalecen en esta era degenerada por la corrupción es el adulterio. Este vergonzoso pecado está siendo cometido en forma alarmante… “El adulterio es uno de los pecados más terribles de nuestro tiempo, y este pecado prevalece en los profesos cristianos de todas las clases sociales… tanto pastores como miembros de iglesia cuyos nombres figuran en los registros como si estuvieran en regla, son igualmente culpables”.[16]

Lo que dicen los investigadores

“Hombres y mujeres de todas las clases sociales no son vírgenes cuando llegan al matrimonio. Hoy en día hasta puede resultar vergonzoso admitir que aún se es virgen”. “Pocas personas llegan al matrimonio vírgenes. Muchas de ellas han tenido más de un compañero sexual”.[17]

Lo que dicen las estadísticas

Durante la década de los 70s, Mae y Jay Ziskin, realizaron entrevistas a 134 parejas que practicaban vida extramatrimonial por acuerdo mutuo, y encontraron que el 100% de los hombres habían tenido alguna experiencia sexual antes del matrimonio. Sólo el 40 por ciento de las mujeres eran vírgenes cuando se casaron.[18]

En encuestas realizadas por Psychology Today, Playboy y Redbook, Gebhard dice que entre las mujeres que informaron haber tenido relaciones sexuales premaritales, el 31 por ciento en adelante de las de 50 años o más, lo había hecho; mientras que en los grupos de mujeres más jóvenes el 81% lo había hecho (Swasoin, 1988).

Según el “informe Redbook” de 1974, en el cual 100,000 mujeres contestaron el cuestionario, ocho de cada diez esposas afirmaron haber tenido relaciones sexuales antes de casarse, sólo 2 de cada diez eran vírgenes antes de casarse. El 96% de las mujeres menores de 20 años, afirmaban haber tenido relación sexual premarital.[19]

Según el informe del censo hecho en los Estados Unidos, en 10 años (de 1960-1970) el número de parejas que vivían en concubinato aumentó un 700%. En 1980 había 1.6 millón de parejas que vivían en concubinato: tres veces más que en 1970.[20] Estudios realizados por Kephart, indican que en 1977, el 55.2% de las mujeres habían tenido relaciones sexuales a los 19 años. El porcentaje aumentaba a 70% para la edad cercana a la boda. Con respecto a los hombres, según Scanzoni & Scanzoni, el porcentaje se eleva entre 85 y 90%.[21] En 1975 el 45% de los jóvenes anglosajones menores de 14 años estaban teniendo relaciones sexuales premaritales; los hispanos un 66%, y los afroamericanos un 88%.[22]

En 1982 según el National Survey of Family Growth de los Estados Unidos el 17% de las adolescentes menores de 15 años de edad, eran sexualmente activas. Para el año 1990 el número aumentó a 29% de esa misma edad; y el 70% de todos los adolescentes norteamericanos habrán tenido relaciones sexuales para cuando cumplan los 18 años de edad.[23]

En Norteamérica existen (1992) entre 11 y 12 millones de adolescentes sexualmente activos. De esos, 10 millones (de los 19 millones) son del grupo de edad de 15-19 años, y 1.4 millón (de los 16.5 millones), de la edad de 10-14 años. Veintitrés mil adolescentes menores de 14 años quedaron embarazadas en ese año[24] y 400,000 han tenido un aborto antes de los 18 años.[25] Actualmente, en los Estados Unidos de Norteamérica, el 74.4% de las jóvenes y el 90% de los jóvenes son sexualmente activos antes de los 18 años de edad.[26]

Por lo que respecta a México, en 1970 había 12,347,150 jóvenes y de ellos 923,454 vivían en concubinato. En 1990, de los 23,893,078 jóvenes que había, 1,867,779, vivían en concubinato. La revista Veja de Brasil afirma que en la década del 90, el 89% de los jóvenes de ese país se casaban sin ser vírgenes.[27] En cuanto a Colombia, la revista Semana informa que uno de cada cuatro adolescentes de 12-17 años ha tenido relaciones sexuales, y tres de cada cuatro jóvenes de 18-24 años no son vírgenes.[28] Con respecto a la juventud venezolana, de los 4 millones de jóvenes entre los 15-19 años, el 61% está de acuerdo con las relaciones sexuales prematrimoniales y el 58% afirma estar involucrado en dicha práctica.[29]

Qué sucede en el mundo cristiano

a. Evangélicos

En 1987, la Fundación McDowell[30] mediante una investigación encargada al grupo Bama, realizada entre ocho denominaciones evangélicas, se encontró que de los adolescente encuestados, el 82% afirmaron conocer a Jesús como su Salvador personal y el 79% estaban involucrados en las actividades de sus iglesias. De éstos, a la edad de 18 años, el 43% habían tenido ya relaciones sexuales. Sólo el 36% declaraba que las relaciones sexuales premaritales eran moralmente inaceptables. En Brasil se afirma que más del 50% de los jóvenes cristianos evangélicos tienen relaciones sexuales premaritales.[31]

b. Adventistas

En una encuesta realizada en Norteamérica, la gran mayoría de nuestra juventud se declaró virgen. Aquellos que eran sexualmente activos, habían tenido ya gran número de experiencias sexuales. Sin embargo, al preguntárseles si habían tenido alguna experiencia sexual premarital, un 80% respondió que no; el 4%, respondió una vez; el 2% contestó 2 veces; un 2% contestó tres veces y el 9% contestó más de cuatro. Cuando se analizó la pregunta, ¿has tenido relaciones sexuales una o más veces en tu vida?, por grados escolares se encontró lo siguiente: un 8% de los alumnos del sexto grado contestaron que sí (comparado con un 15% de la población general de esa edad). Un 27% de alumnos del duodécimo grado (comparado con un 63% de la población en general) contestaron que sí.[32]

En un estudio reciente realizado por investigadores de la Universidad de Loma Linda, se encontró que en una muestra de 1,765 alumnos que asisten a nuestras escuelas preparatorias en Norteamérica, 16.4 % de todos los estudiantes (eso equivaldría a 287 jóvenes) han tenido o tienen relaciones sexuales.[33] Al comparar adventistas con no adventistas que asisten a nuestras escuelas, se encontró que los adventistas involucrados en relaciones sexuales ascendía a un 14.6 % y los no adventistas que asisten a nuestras escuelas, a un 37.1%.

El mensaje de Pérgamo y el tiempo del fin

Es cierto que al compararlos con los jóvenes que asisten a escuelas públicas (53%), nuestros jóvenes, en esta muestra, son menos dados a la práctica sexual antes del matrimonio. Sin embargo, ante esta situación, ¿podrá la iglesia moderna (remanente) ser acusada por Dios, como lo fue la iglesia de Pérgamo, de mantener la doctrina de Balaam?

Sabemos que Satanás intensificará sus ataques contra la verdad a medida que nos acerquemos al fin, no sólo en el aspecto intelectual sino también en la práctica. Esto implicaría, escatológicamente, que la iglesia enfrentaría el problema de la inmoralidad sexual dentro de sus propias filas en el tiempo del fin. Esto significa que tal como le ha ocurrido a través de toda la historia, el pueblo remanente de Dios tendrá que luchar intensamente contra el error, la idolatría y la inmoralidad sexual en los últimos días.

Hoy observamos con preocupación que la inmoralidad sexual que existe en el mundo parece estar introduciéndose lentamente en la iglesia. Así como las mujeres moabitas se introdujeron al campamento “sin ser notadas”, la promiscuidad sexual “sin ser vista” está comenzando a ser normal para un gran número de jóvenes cristianos. ¿Se han dado cuenta los centinelas?

La profetisa del Señor declaró: “La iniquidad prevaleciente no es del dominio exclusivo del incrédulo y burlador. Ojalá fuese tal el caso; pero no sucede así… Muchos hombres y mujeres que profesan la religión de Cristo son culpables”; y añade: “El atrevimiento de las mujeres para entrampar a las almas no terminó en Baal-peor[34] (el énfasis es nuestro).

La idolatría, el culto falso y la sensualidad, fueron los pecados contra los cuales el Israel antiguo tuvo que luchar para mantenerse fiel a Dios. Los escritos del Antiguo y Nuevo Testamentos nos previenen reiteradamente contra estos mismos pecados para el tiempo del fin. Conductas que eran típicas en los pueblos que rodearon a Israel, son costumbres que rodean a los hijos de Dios hoy en la actualidad. Por ser una costumbre aceptada (o no desaprobada) socialmente en su tiempo, la iglesia de Pérgamo no se percató que estas prácticas se habían introducido en su medio. Así comenzó la inmoralidad sexual a ser tolerada dentro de sus filas.

Con la tibieza que caracterizaría a la iglesia de Laodicea, y con la falta de colirio que padecería, el remanente de Dios correría el peligro de no advertir cómo la inmoralidad sexual se introduciría también en sus filas. Correría el peligro de considerar como normal, lo que Dios declara como inmoral. Ante esta situación, el problema de la inmoralidad sexual es un tema que debe ser considerado a la luz de los acontecimientos escatológicos. La mensajera del Señor declaró: “Al acercarse el fin de la historia de esta tierra, Satanás obrará con todo su poder de la misma manera y con las mismas tentaciones con las que tentó al antiguo Israel cuando estaba por entrar a la tierra prometida”[35] (el énfasis es nuestro).

El conflicto entre la verdad y el error no se centra en una sola doctrina, ni en la teología per se, sino también en las conductas (aunque la teología determina en sumo grado la conducta del creyente). El punto central de la controversia en el tiempo del fin será una cuestión de autoridad y lealtad. ¿Quién tiene autoridad para definir mi conducta? ¿A quién demostraré mi lealtad? Por eso el mensaje de los tres ángeles (que se predicaría en el tiempo del fin) llama a la humanidad a reconocer la autoridad de Dios sobre nuestras vidas. Nos invita a demostrar nuestra lealtad a él. Nos llama, no sólo a abandonar las doctrinas sino también las prácticas que en Babilonia se toleran y hasta se ven como normales.

Los eventos escatológicos no girarán solamente en torno de lo que creo, sino de lo que practico. Tiene que ver con el hecho de que la vida armonice con las convicciones. Se tiene que demostrar lealtad a lo que se cree y a quién se cree, por sobre todas las cosas. El resultado de la controversia en el tiempo del fin lo decidirá: a quién reconozco como autoridad y a quién soy leal. Esta lealtad se observará, no sólo en la aceptación intelectual de un sistema de doctrinas, sino en armonizar la vida con ellas. Esta lealtad a Cristo llevará al remanente de Dios, no sólo a apartarse doctrinalmente de Babilonia, sino también a apartarse de las prácticas y costumbres de la gran ramera. Al remanente de Dios no sólo lo distinguirán las doctrinas sino también la piedad práctica. El remanente de Dios vivirá a la luz del día final, en “santa y piadosa manera de vivir” (2 Ped. 3:11).

El mensaje escatológico, por tanto, implica, no sólo lo que creo y practico, también lo que predico y proclamo. El mensaje de los tres ángeles nos invita a predicar el evangelio eterno, y éste tiene que ver, en primer lugar con la justificación por la fe y luego con la santidad de la vida, con la piedad práctica, con la obediencia a los diez mandamientos de Dios. Por lo tanto, dentro del contexto del mensaje a la iglesia de Pérgamo y del mensaje de los tres ángeles, la iglesia de hoy debería proclamar sin tibieza que Dios espera castidad de sus hijos e hijas antes del matrimonio y fidelidad en él. Mientras algunos proclaman y promueven el “sexo seguro”, y la libertad individual, como evidentemente ya se propugnaba en Pérgamo, el remanente de hoy está llamado a predicar castidad y fidelidad. Está llamado a predicar lealtad y obediencia a Dios. Así como somos llamados a predicar la santidad del sábado, somos llamados a predicar la santidad del matrimonio y del sexo.

Conclusión

Dios sabía lo que estaba pasando en su iglesia en Pérgamo. Por eso dice: “Yo conozco tus obras y… dónde moras, donde está el trono de Satanás”. Pero en medio de esa época y esa ciudad corrompida hubo fieles que, por la gracia de Dios, se negaron a ser arrastrados por la marea de la inmoralidad. Allí vivió Antipas, el prototipo de los fieles de Pérgamo. A pesar de la idolatría y la inmoralidad reinantes, Dios sabía que en Pérgamo había muchos que se mantenían de parte del Señor. De ellos se escribió: “Retienes mi nombre, y no has negado mi fe”.

Aunque a causa de la inmoralidad reinante resultaba difícil vivir la vida cristiana, no se justificaban las prácticas pecaminosas de algunos creyentes. A pesar de que vivían donde Satanás había puesto su trono, no se justificaba la falta de sensibilidad moral. Pero un Dios amante como el nuestro no condena sin enviar un amoroso mensaje de amonestación. A los que habían negado a su Señor cayendo en las prácticas inmorales de los balaamitas les dice: “arrepiéntete” (Apoc. 2:16). Hoy la iglesia debe dar esa misma amonestación a todas aquellas personas que teniendo sus nombres registrados en los libros, han deshonrado a su Señor.

A los que no han incurrido en la práctica de los balaamitas, el que tiene la espada de dos filos les hace una generosa invitación y un desafío. “Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo” (Apoc. 2:17).

Dios está buscando a jóvenes y adultos, hombres y mujeres, casados y solteros, que se mantengan de parte de lo recto. Que eduquen y orienten su mente hacia lo puro y verdadero. Que se nieguen a familiarizar su mente con la sensualidad. Que custodien las avenidas del alma, que se abstengan de leer, ver u oír cuanto sugiera pensamientos impuros. Se les requiere a los creyentes que levanten barreras en torno al corazón, que practiquen el mensaje de Pablo a los Filipenses: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable… en esto pensad” (Fil 4:8). Se les insta a todos, particularmente a los jóvenes, a limpiar el corazón de toda sensualidad. “¿Con qué limpiará el joven su camino?, con guardar tu palabra” (Sal. 119:9). Se les aconseja huir de “las pasiones juveniles” (2 Tim. 2:22).

Los centinelas del Israel moderno deben discernir el peligro antes que haga estragos en el pueblo de Dios. Porque con el mismo propósito y con las mismas estratagemas el enemigo de Dios intenta introducirse al campamento, para vencer con los deseos de la carne a aquellos que han confesado su fe en Jesucristo.

“La pureza y la santidad de la vida de Jesús, tal y como nos la presenta la Palabra de Dios, tienen más poder para reformar y transformar el carácter que todos los esfuerzos realizados para describir los pecados de los hombres… una mirada resuelta dirigida al Salvador levantado en la cruz podrá lograr más para purificar la mente y el corazón de toda contaminación, que lo que podrán conseguir todas las explicaciones científicas de la lengua más hábil”.[36] “Hay poder disponible para todos; pueden tenerlo si lo desean”.[37]


Referencias:

[1] Elena G. de White, Patriarcas y profetas (Mountain View, Ca.: Publicaciones Interamericanas, 1955). pág. 80.

[2] Elena G. de White, El Deseado de todas las gentes (Coral Gables, Florida, EE.UU.: Asociación Publicadora Interamericana, 1955), pág. 587.

[3] Thiele, R. Edwin. Reseña sobre el Apocalipsis. Departamento de Educación, División Interamericana (Traducción H. B. Lundquist), 1966.

[4] León Morris, Revelation: Tyndale New Testament Commentaries, Grand Rapids: Eerdmans, 1988.

[5] Loron Wade, El futuro del mundo revelado en el Apocalipsis (México: Publicaciones Interamericanas, 1987).

[6] George E, Ladd. A Commentary on the Revelation of John (Grand Rapids: Eerdmans, 1972; véase también Thiele, 1966; Morris, 1988.

[7] Morris, 1988.

[8] Ladd, 1972.

[9] Tenney C. Menil, Interpreting Revelation (Grand Rapids. Eerdmans, 1988).

[10] Ladd, 1972.

[11]  * 4 * 6

Elena G. de White, Patriarcas y profetas (Mountain, View, Ca.: Publicaciones

Interamericanas, 1955), pág. 484.

[12]  Ibid.

[13] Ibid. 485

[14] Ibid., 490.

[15] Norman, R. Gulley. “Hitos del fin del tiempo” (Lecciones para la escuela sabática. Edición para el maestro, Julio-Septiembre, 1996), pág. 116.

[16]  Elena G. de White, Testimonios acerca de la conducta sexual: adulterio y divorcio (Bogotá: Asociación Publicadora Interamericana, 1994), págs. 111, 112.

[17]  Annette, Lawson, Adultery (BasicBooks, 1988), pág. 70.

[18] Jae y Mae Ziskin, Contrato sexual extramatrimonial (México: Grijalbo, 1976), pág. 13.

[19] Carol Tavris y Susan Sadd, La sexualidad de la mujer casada (México: Editorial Roca, 1982), págs. 49, 50.

[20] . Jerrold S. Greenberg, Clint, E. Bruess, Kathleen, D. Mullen y Doris, W. Sands, Sexuality: Insights and Issues, (lowa: Wm. C. Brown Publishers, 1989). pág. 438.

[21] .Stephen A. Grunland, Marriage and the Family (Grand Rapids: Academic Books, 1984), pág. 103.

[22] Judith A. Reisman y Edward W. Eichel, Kinsey, Sex and Fraud (New Orleans, Louisiana: Alonchivar-Huntington House Publication, 1992), pág. 87.

[23] Richard D. Durfield y Rcneé Durfield, Raising Them Chaste (Minneapolis: Bethany House Publishers, 1991), pág. 13.

[24] Reisman y Eichel, pág. 8

[25] Durfield y Durfield, pág. 13.

[26] Salem A. Farag y Jod N. Musvosvi. “AIDS and the Church in Africa”, Ministry, Julio, 1996; págs. 10-13.

[27] Romance científico. Revista Veja, 15 de noviembre, Saó Paulo, Brasil, 1995.

[28] Sexo en Colombia. Revista Semana, Bogotá, Colombia, 18 de abril, 1995.

[29] La educación sexual no asiste a clases. El impulso, 3 de febrero de 1994.

[30] Josh McDowell, Influencia paterna: su influencia en la educación sexual de los hijos (Madrid: Editorial Clie, 1992).

[31] Jaime Kempe, Sexo Aquí y Ahora, 1995

[32] Roger L. Dudley y V. Bailey Gillespie, Valuegenesis: Faith in the Balance (Riverside, California: La Sierra University Press, 1992), págs. 259, 261.

[33]  Gary L. Hopkin, et al. “AIDS and the Adventist Youth”, Ministry, Julio, 1996.

[34] .Elena G. de White, El hogar cristiano (Mountain View, California: Publicaciones Interamericanas, 1975). págs. 295, 297.

[35] Ibid., 296.

[36] Ibid., 121.

[37] Ibid., 99.