Reuniones atendidas–23. Eso está bueno. Sermones predicados–3. Es todo lo que puede esperarse de un pastor ayudante en una gran iglesia de ciudad. Contactos o visitas–129. Nadie puede quejarse de eso. Están incluidos todos esos llamados telefónicos.

Pero ahora esa columna. Bautismos. Cero este mes. Y es probablemente la única columna que el presidente de la asociación va a notar, realmente.

Bautismos. El mes que viene…

Un nombre para visitar. Roberto Rossi. Es el cuñado de Jaime Hernández, y Jaime ha estado trabajando por él durante los últimos tres años. Es tiempo de que sea bautizado.

–Roberto, usted ha estado asistiendo a la iglesia desde hace un buen tiempo. ¿No piensa que debiera hacer una decisión?

–Sí, estuve pensando bastante en eso últimamente.

–El sábado próximo tendremos un bautismo. Usted podría entonces…

–Me gustaría, pero tengo varios problemas. Y no quiero dar ese paso a medias.

–¿Qué problemas, Roberto? Quizá pueda ayudarlo.

–Lo que pasa es que no puedo creer en los escritos de la Sra. de White. He leído algo de ella, y pienso que está muy bien. Pero esas visiones que dicen que tuvo… Yo me crié en una iglesia donde había muchas de esas así llamadas visiones. Y me enteré después que, bueno, eran muy otra cosa. Pero sé que para ser miembro de iglesia hay que aceptar sus escritos como inspirados. De modo que, pastor Brites, creo que no estoy preparado.

Esa columna. . . con un cero.

–Mire, Roberto, le voy a decir algo. La verdad es que pienso lo mismo que usted acerca de la Sra. de White. Usted ha expresado mi sentir. Pero vea, nosotros lo queremos a usted en la iglesia. Lo queremos así como está.

–Pero, pastor Brites, yo sé que ustedes esperan que todos sus miembros paguen el diezmo, y eso es realmente lo que me retiene. No es que yo no crea en eso. Sé que es correcto. Pero hace seis meses que estoy desocupado, y con mi esposa y los dos chicos no puedo dar ese diez por ciento. Sencillamente, no puedo.

Esa columna… con un cero. Habrá que llenarla con algo el próximo mes, si no…

–Roberto, créame que eso de pagar el diezmo o no pagarlo es completamente un asunto suyo. Nosotros lo queremos así como está.

–Bien pastor Brites, a usted le parecerá que le estoy presentando una serie de excusas, pero yo traté una y otra vez de dejar de fumar y sencillamente no puedo. Creo que no vale la pena que pruebe otra vez.

–Roberto, el problema es que probablemente usted nunca hizo esa entrega completa de su vida a Cristo. Una vez que usted la haga Dios puede quitarle el vicio de una vez por todas. ¿Por qué no hace esa entrega ahora mismo? No espere más. Dios le dará la victoria, y nosotros podremos seguir adelante con los planes para el bautismo.

–Pero, pastor Brites, ¿y si después de ser bautizado yo fracaso y tengo que fumar algún cigarrillo que otro hasta vencer completamente? ¡Me sentiría un hipócrita!…

–Como le dije antes, Roberto, usted tiene que confiar en el Señor que le dará la victoria. Mientras tanto, ¿por qué no se bautiza? Nosotros lo queremos a usted tal como está.

–Bueno, yo no sé. Pero hay otro asunto. Usted conoce al pastor García, ¿no es cierto? Él es miembro de su iglesia. Bien, en los últimos años cuando Jaime y yo estuvimos estudiando la Biblia –Jaime es mi cuñado, usted sabe– él me trajo al pastor García varias veces para ponerme en orden. El pastor García y su esposa han sido muy buenos con nosotros cuando los chicos se enfermaron. Y él está tratando de conseguirme un trabajo. A mí me gustaría que el pastor García me bautizara.

Esa columna. Parece que quiere tener un cero otra vez.

–Por supuesto, lo entiendo, Roberto. Sería tan lindo si pudiera arreglarse. Yo sé que otras veces se ha hecho. Pero, usted ve, la junta de la iglesia acaba de tomar un acuerdo de que a menos que se trate de un familiar, uno de los pastores regulares debe oficiar. Así que me imagino que tendré que ser yo. Y eso será un placer para mí, Roberto. Estoy muy contento que usted haya hecho su decisión. Lo esperamos el sábado.

Esa columna. El número uno parece seguro, ahora. Y quizá el mes próximo podrá llevarlo a cinco, si consigue unos nombres más como éste.

Pero la historia no termina aquí. Roberto Rossi no es del tipo que da los pasos a medias. Y Jaime Hernández no va a permitir que su cuñado, por el cual ha trabajado y ha estado orando durante tanto tiempo, entre en la iglesia con una cantidad de problemas sin resolver que lo dejarían mitad afuera y mitad adentro. Así que se toma un día libre para estudiar con Roberto el asunto del espíritu de profecía, en el cual nunca entraron en detalles. Roberto lo acepta sinceramente. Decide pagar el diezmo. Abandona el cigarrillo en serio. Y el pastor García es quien lo bautiza el sábado de mañana, a pesar del “acuerdo” de la junta.

Juan Brites se queda con ese cero.

Otra cosa. Como el bautismo de Roberto no figuraría en esa columna, y como la media hora que él pasó con Roberto resultó ser tiempo perdido, Juan no se molestó en avisar a los diáconos para que hicieran los preparativos. Jaime Hernández tuvo que encargarse él mismo de ello.

Esa columna. Claro que Juan Brites podrá conseguir algunas cifras para esa columna el año que viene si logra convencer a suficientes personas de que “nosotros lo queremos así como está”.

Por suerte no hay muchos como él. Pero mientras haya algunos, ¿nos maravillaremos de que la puerta de atrás de la iglesia se abra y se cierre para dar paso a gente que entró así como estaba y salió en la misma forma?