El exceso de trabajo, la abundancia de giras y la falta de comunión con Cristo nos puede llevar a una condición de insustancialidad permanente. ¿Cuál es el remedio? Bueno, ese es el tema que aborda el autor.
“Mi esposo ocupa un alto cargo administrativo en la iglesia. Trabaja tanto que no tiene tiempo para estudiar la Biblia. Cuando llega a casa, libera su tensión mirando televisión o leyendo Reader’s Digest. Se esfuerza por leer el folleto de la Escuela Sabática… Veo falta de espiritualidad en la oficina”. Así dice un párrafo de una carta que llegó a nuestra oficina.
Conozco algo de las presiones. Por ocho años trabajé como departamental y administrador de asociación. Se llega a la casa luego de la medianoche. Se supone que uno debe estar en la oficina a las 8 de la mañana para participar del culto. Apenas se tiene tiempo para comer algo y salir corriendo. ¿Qué sucede con la devoción privada? Tiende a ser drásticamente omitida o abreviada. Y el trabajo parece no terminar nunca.
Cuando estaba en el colegio, los dirigentes de todos los niveles de la iglesia venían y nos hablaban. Los estudiantes acostumbran a hacer chistes sobre los sermones pobres. Nos preguntábamos, ¿cómo hicieron éstos para llegar a ocupar un cargo elevado? Sus sermones nos parecían banales o historietas acumuladas y unidas por breves expresiones.
Luego de ser miembro del personal de un campo local y cuando más tarde llegué a formar parte del personal de la Asociación General, descubrí la razón de este problema. Por favor, no me mal intérprete; hay algunos grandes predicadores que ocupan posiciones elevadas en la iglesia. Pero muy a menudo dejamos que los factores que dicten nuestras prioridades sean la necesidad de estar en la oficina desde las 8:00 a las 17:30, o viajando por rutas interminables.
Cuando nos desempeñábamos como pastores, debíamos predicar un sermón cada semana. Ahora, el mismo sermón puede durarnos para una docena de lugares. De este modo es fácil estudiar menos y también flaquearen la devoción personal. Es posible que hayamos sido buenos predicadores, pero ahora hemos dejado que otras cosas, buenas cosas, ocupen ese lugar.
“Hay Martas en toda iglesia. Esas personas están intensamente ocupadas en actividades religiosas, y hacen mucho bien; pero necesitamos también el lado del carácter representado por María. Los más celosos obreros necesitan aprender a los pies de Jesús” (Testimonios para los ministros, pág. 346).
Marta estaba ocupada en la cocina preparando la comida para Jesús. ¿Cuál es la tarea más importante? Mientras que Marta estaba en actividad, “haciendo”, María adoptaba una actitud pasiva, “estando”, sentada a los pies de Jesús. Usted y yo, ¿estamos más contentos por estar en la cocina que en la sala? ¿Nos resulta más atractiva Marta que María? Marta estaba cumpliendo una tarea. Y, según nuestra opinión, María no estaba haciendo nada. ¿Es posible que estemos muy ocupados “sirviendo a las mesas” que no tengamos tiempo para “orar y estudiar la Palabra”?
Como dirigentes parece que vivimos en comisiones. ¿Están estas comisiones interesadas en la vida espiritual? ¿Acaso por los negocios descuidamos la iglesia? La Biblia y el espíritu de profecía dejan en claro que toda tarea de negocios debiera confiarse en las manos de personas de negocios que sean espirituales, y que esto debiera hacerse en todos los niveles de la obra.
La historia de Israel revela que la espiritualidad de nuestro pueblo no sobrepasa a la de los dirigentes. Cuando hablamos de la falta de espiritualidad en los miembros de iglesia, lo que hacemos es señalarnos a nosotros mismos. Si estamos tan ocupados que no tenemos tiempo para sentarnos a los pies de Jesús, ¿cómo podemos esperar que nuestros hermanos se sienten a los pies del Señor?
La inspiración divina ha dicho: “Sería bueno que cada día dedicásemos una hora de reflexión a la contemplación de la vida de Cristo” (El Deseado de todas las gentes, pág. 63). ¿Cuánto tiempo diario destina a la comunión con el Señor? Si su esposa nos escribiera una carta, ¿qué podría informarnos acerca de su vida? ¿Diría que se parece más a Marta o a María? Y mi esposa, ¿qué informaría? A medida que los problemas se tornan complejos, al tratar con traslados de oficinas, con deudas elevadas, con pérdida de confianza en los dirigentes de la iglesia, con la apatía, y con la hostilidad en nuestras iglesias e instituciones, necesitamos dedicar más tiempo a estar con nuestro Señor.
Si esta es su obra, debemos confiar en que El hará la tarea. Nosotros sólo somos instrumentos. Cuando estemos más tiempo sobre nuestras rodillas el Señor nos responderá. Es cuando estamos sentados a los pies de Jesús, y no trabajando en la cocina, cuando recibiremos poder para ser dirigentes en la causa de Dios.
Sobre el autor: J. David Newman es editor ejecutivo de la revista Ministry.